tag:blogger.com,1999:blog-50554688476709684752024-03-18T03:06:06.004-07:00Retales de una vida...Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.comBlogger433125tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-4201407060840080072024-03-06T00:27:00.000-08:002024-03-06T00:38:47.227-08:00Para Elisa<p><span face="Arial, sans-serif">El microrreto
de este mes de marzo al que nos desafía El Tintero de Oro, consiste en escribir
un microrrelato, de un máximo de 250 palabras, en el que la música sea un personaje
más de la historia. Espero haber cumplido con este requisito. Aquí os dejo mi
aportación titulada “Para Elisa”. Espero que os guste.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYRiTq-9SmQgO7oVfclO_BEHahuWRFKiAaZatYU5WuMti9AjfpExb74fhgtXcIfPHGh0vr6GAoPbbP_sYDWqCFHVrmcQJjun4RU_GvR6eC2-qBAVFCwQJdNwGbK02k-JwkRj0DwN7Sg1QTpOEYuP4snKdj8MtB3s9PNL1156-x7vo_VFfc_ztJY3hOjNU/s1200/Para%20Elisa.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="1200" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYRiTq-9SmQgO7oVfclO_BEHahuWRFKiAaZatYU5WuMti9AjfpExb74fhgtXcIfPHGh0vr6GAoPbbP_sYDWqCFHVrmcQJjun4RU_GvR6eC2-qBAVFCwQJdNwGbK02k-JwkRj0DwN7Sg1QTpOEYuP4snKdj8MtB3s9PNL1156-x7vo_VFfc_ztJY3hOjNU/w409-h216/Para%20Elisa.jpg" width="409" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;">Al estado ruinoso del cementerio, se le añadía
la dejadez de unas tumbas cuya piedra había sufrido las inclemencias del paso
de los años. El texto grabado en las lápidas era ilegible. Una capa de líquenes
las cubría. Un color negruzco dominaba el espacio. El viento amplificaba la
atmósfera tétrica del recinto. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;">A punto de abandonar el
lugar, oí una suave melodía. Procedía del interior de la iglesia. Era el sonido
de un piano y la melodía, aunque lejana, era reconocible: “Para Elisa”, de
Beethoven, la pieza favorita de Teresa. «Toca tu tema favorito, Teresa, que al
gran maestro le complacerá</span><span face=""Agency FB",sans-serif" style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-family: Arial;">»</span><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;">, solía decirle en
broma. ¡La extraño tanto!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;">Cuando entré en la
iglesia, tras forcejear con un cerrojo más que oxidado, me vi ante una pequeña
nave de paredes desconchadas, con unos pocos bancos carcomidos y un altar
desnudo. La música, ahora más audible, procedía del coro, al que se accedía por
unas empinadas escaleras de madera. Me dirigí al altar y, dando media vuelta,
miré hacia la parte superior de la entrada. El coro, que pendía milagrosamente
de la pared, estaba vacío. Pero “Para Elisa” seguía sonando y reverberaba por
toda la estancia. Salí corriendo como alma que lleva el diablo, tapándome los
oídos para no volverme loco. Fuera, un aguacero descargó en cuestión de segundos.
Cuando llegué a la cabaña, empapado y temblando de frio, me despojé de la ropa
mojada, me tumbé en la cama y me quedé dormido. Soñé con Teresa. ¿Qué querría
decirme? ¿Estará bien?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9RZ_DqbziInxQKN-C4sIupgOvABhTjbKUlXY_RxKmbmTivWtdNx_nWBebtobZjNMa6p_OsmyBWGA7_EXXcS4Ku_Rl05agCl0ACCpNYdCkYNeXf4OcYI1MCs1bpPOdU9fljh35g0mHGe7LicRMcmj4Kna6xGfRAOEjlNA8xVzmyBzFpZ5DjFznUVps0GE/s640/MICRORRETOS%20S%C3%89PTIMA%20TEMPORADA.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9RZ_DqbziInxQKN-C4sIupgOvABhTjbKUlXY_RxKmbmTivWtdNx_nWBebtobZjNMa6p_OsmyBWGA7_EXXcS4Ku_Rl05agCl0ACCpNYdCkYNeXf4OcYI1MCs1bpPOdU9fljh35g0mHGe7LicRMcmj4Kna6xGfRAOEjlNA8xVzmyBzFpZ5DjFznUVps0GE/s320/MICRORRETOS%20S%C3%89PTIMA%20TEMPORADA.png" width="320" /></a></div><br /><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 12pt;"><br /></span><p></p><span face="Arial, sans-serif"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com44tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-32710120738886982372024-02-25T03:40:00.000-08:002024-02-25T07:01:09.433-08:00El lobo blanco<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC2gWCO0Zhz0_lvieegZHRVs11zsSPLbCxBumYFOHiMQLuMNuxphs67A95ck9F2f2MVsHlG_NMbV5ndk-YIb0iW86gDkFvPvsoXuqnqElXMbKFB5NsSvoZ3VRSeQgxgA5ur4Hf28mDNPmA-mwFAkn_Pt7reujgUayg5-ybT3LpytlxEhSFX2ye5ZZ1NnI/s640/Lobo%20albino.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="523" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC2gWCO0Zhz0_lvieegZHRVs11zsSPLbCxBumYFOHiMQLuMNuxphs67A95ck9F2f2MVsHlG_NMbV5ndk-YIb0iW86gDkFvPvsoXuqnqElXMbKFB5NsSvoZ3VRSeQgxgA5ur4Hf28mDNPmA-mwFAkn_Pt7reujgUayg5-ybT3LpytlxEhSFX2ye5ZZ1NnI/s320/Lobo%20albino.jpg" width="262" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 1<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Hace dos días que un lobo
ronda mi cabaña. Cada noche noto su presencia y cuando salgo, armado con una
escopeta de caza, veo cómo se esconde entre los árboles y la maleza, aunque,
por su color, resulta muy difícil distinguirlo de la nieve. Es un lobo albino.
Ayer por la noche le oí aullar. Debo reconocer que su aullido me atemoriza,
como cuando, de pequeño, veía aquellas películas de serie B sobre el hombre-lobo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">No soy una persona
especialmente miedosa, pero en mi defensa diré que no es lo mismo estar
acompañado que solo en medio de un bosque ártico y alejado de la población más
cercana.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Estoy a unos 20 kilómetros de
Kaktovik, en el noreste de Alaska, una zona perfecta para ver osos polares. Soy
zoólogo y estoy estudiando la fauna de este país ártico en vías de extinción, como
el oso polar. Estoy solo e incomunicado, y ello se debe a que los dos miembros
de una ONG local que trabaja en la preservación de esa especie, y a la que me he
unido temporalmente, tuvieron que ir a por provisiones. Llevan fuera los mismos
días que yo llevo aquí en soledad. Debido a la tormenta que lleva azotando esta
zona desde que partieron, se han interrumpido las conexiones. Así pues, no hay
forma de comunicarme con ellos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 2<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Ese maldito lobo lleva
acosándome desde que me quedé solo, disponiendo, eso sí, de una vieja escopeta
para defenderme del ataque de cualquier animal salvaje. Jamás he disparado un
arma y odio la caza, pero si tengo que hacer uso de esta para salvar el
pellejo, lo haré sin dudarlo ni un segundo. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Esta noche colocaré una
videocámara en la puerta de la cabaña para ver si el lobo se acerca y qué hace.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 3<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Acabo de visionar las imágenes
captadas la noche pasada. Le he visto. Claramente. Debo reconocer que el animal
es muy hermoso, tan blanco como la nieve inmaculada. En principio no sería
capaz de hacerle ningún daño si él no me lo hace a mí. Solo le dispararía en
defensa propia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Lo más curioso es que tengo
entendido que el lobo se desplaza en manadas y que, en principio, no es
peligroso para el hombre, pues huye cuando se encuentra con él cara a cara.
¿Qué querrá, pues, este lobo solitario, que no deja de merodear la cabaña?
Debería oler a ser humano y alejarse lo más posible del que podría ser su
depredador.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Pero no me queda más remedio
que esperar a mis compañeros y ver si de este modo desaparece de una vez y me
deja en paz.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 4<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Ya solo me quedan provisiones
para un día. La tormenta no amaina y las comunicaciones siguen cortadas. Solo
salgo de la cabaña de día y armado, por si acaso. De momento, solo he visto
algún zorro y varias marmotas, y hoy me ha parecido atisbar un alce. Así pues,
si mis compañeros no regresan pronto con víveres, dudo que sea capaz de cazar
alguno de esos animales para alimentarme. Y los frutos de los abundantes pinos
que hay en este bosque no son comestibles, sus piñas no son como las de nuestro
apreciado <i>Pinus pinea</i>.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 5<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Estoy pensando en abandonar la
cabaña y marchar hacia al pueblo al que se dirigieron mis compañeros para reunirme
con ellos, mas no entiendo por qué no han vuelto. Cierto que la tormenta aun no
ha amainado, pero, según me dijeron, se conocen esta zona como la palma de la
mano. Algo les ha debido suceder, pero ¿qué? Si voy a su encuentro, temo
extraviarme, nunca he sido muy bueno a la hora de orientarme, a pesar de disponer
de un mapa. Pero lo intentaré. Quizá a medida que me acerque a mi destino, logre
tener cobertura y pueda contactar con ellos por el móvil. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 6<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Llevo tres horas andando y no
percibo ninguna señal que me indique que voy por el buen camino. Con los
prismáticos, ni siquiera veo una triste cabaña. Creo haber seguido fielmente
las indicaciones del mapa. Lo malo es que, si se hace de noche y todavía estoy
en camino, tendré que pernoctar al aire libre y la temperatura nocturna puede alcanzar,
según me han dicho, los cincuenta grados bajo cero. Ahora pienso que ha sido
una locura venir a este país en pleno invierno. Pero ahora no es momento de
lamentarse. Ya no hay vuelta atrás.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 7<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Lo que me ocurrió anoche nadie
lo va a creer. Tal como temía, tuve que pasar la noche al raso, solo abrigado
por mi saco de dormir. Al poco, mis dientes castañeaban de tal modo que temía
morderme los labios y la lengua, y los temblores se volvieron tan intensos que
era incapaz de usar las manos de una forma coordinada. Por un momento, creí que
allí acabaría mi aventura, que ya no lo contaría y que nadie encontraría mi
cadáver congelado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Pero de pronto, me pareció oír
unos pasos. Alguien merodeaba sigilosamente mi improvisado y exiguo campamento.
Podía ser un animal peligroso, una alimaña en busca de alimento. Como pude,
venciendo mis temores y los cada vez más violentos temblores, me incorporé y
empecé a gritar agitando mis brazos como si fueran aspas, pues dicen que es la mejor
forma para ahuyentar a un oso o a cualquier otro animal salvaje.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Quien fuera o lo que fuera que
estuviera allí, se aproximaba poco a poco. Tomé la escopeta con la intención de
disparar tan pronto asomara la bestia. Pero cuando vi de qué se trataba, me
quedé petrificado. Era el lobo, “mi lobo albino”, que, parado ante mí, no
dejaba de mirarme fijamente a los ojos. No mostraba ningún signo de amenaza.
Aun así, apunté hacia él, esperando su ataque de un momento a otro, pero todo
lo que hizo fue acercarse dócilmente y tumbarse a mis pies, como si buscara compañía
y refugio. Curiosa y extrañamente, a su lado sentí paz y tranquilidad. Ni
siquiera notaba el frío intenso, como si el animal fuera una intensa fuente de
calor. A pesar de ello, no creí que pudiera pegar ojo, pero el cansancio se
apoderó de mí y caí en un sueño profundo<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 8<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Cuando desperté, ya de día, el
lobo seguía allí, acurrucado a mi lado. Al notar mi movimiento, alzó la cabeza
y me observó. Nos miramos como si fuéramos amigos que han emprendido una
aventura juntos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿Y ahora qué?, me dije,
o más bien le pregunté. Y entonces el animal se puso en pie y pareció que
quería indicarme algo. Y lo que me indicó fue el camino a seguir, pues a las
pocas horas de haber emprendido la marcha tras él vislumbré una cortina de humo
que, pensé, procedería de chimeneas o de alguna hoguera. Pero era un humo
espeso y muy oscuro. Eso me alertó.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Tras recorrer unos pocos
kilómetros, mi curiosidad se vio satisfecha, aunque habría preferido una
explicación mucho más grata. El poblado, pues no llegaba a la categoría de
pueblo, había sido arrasado por el fuego y solo quedaban los rescoldos de un
pavoroso incendio, ya apagado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Vi gente que corría de un lado
a otro, seguramente en busca de supervivientes o para socorrer a los heridos.
Cuando me acerqué lo suficiente, distinguí entre el gentío dos caras conocidas,
las de mis compañeros, a los que daba por desaparecidos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 9<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Pasamos todo el día en un
hospital de campaña, donde habían trasladado a los heridos por el incendio.
Excepto mis compañeros, casi todos presentaban quemaduras de segundo y tercer
grado. Ellos, por fortuna, solo tenían quemaduras de primer grado, producidas
al prestar su ayuda. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Me contaron que, al poco de
haberse marchado de la cabaña, se extraviaron, algo extraño en ellos, y que
tuvieron que pernoctar en el bosque dos noches seguidas. Y que, cuando se daban
por vencidos, se les apareció un lobo blanco como la nieve, que,
sorprendentemente, les indicó el camino a seguir, llegando a ese poblado un día
después de este fortuito y aventurado encuentro. Entonces caí en la cuenta de
que me había olvidado de él. ¿Dónde se había metido “mi lobo”? Con la
precipitación por querer saber qué había ocurrido, me olvidé de él.
Probablemente, se alejó de los humanos y volvió al lugar donde le vi aparecer
por primera vez.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 11<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">De nuevo en la cabaña, con
víveres, y una vez amainada la tormenta, decidí contar a mis compañeros lo que
me había ocurrido, el encuentro con el lobo albino, probablemente el mismo con
el que ellos se tropezaron y cómo me guio hasta el poblado. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Intrigados, esa misma noche,
nos dispusimos a buscar al lobo albino. Al cabo de unos días sin haber obtenido
ningún resultado satisfactorio, desistieron y abandonaron la búsqueda. Ya
aparecería cuando quisiera, dijeron. Pero yo, disconforme con esa decisión,
seguí saliendo noche tras noche en su busca. En cierto modo, le debía la vida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 30<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Terminada mi estancia allí, me
dispuse a volver a casa un tanto descorazonado por mi infructuosa búsqueda.
Cuando, horas después, tomé el autocar que debía llevarme a la capital para
tomar mi vuelo, tras haber recorrido unos pocos kilómetros, vislumbré, desde mi
asiento, algo que me llamó poderosamente la atención. Entre los árboles del
bosque que atravesábamos, había un lobo, un lobo albino que, al verme empezó a
aullar hasta perderlo de vista. ¿Sería él? ¿Se estaría despidiendo de mí?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Día 40<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">No he podido quitarme de la
cabeza al lobo albino. Hay momentos que me parece haber vivido un sueño y que
todo había sido una especie de alucinación. Pero mis compañeros también lo
habían visto.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">Decidí, entonces, consultar a
un amigo zoólogo, especializado en lobos, revelándole mi experiencia. Me miró, condescendientemente,
como si me tomara por un chiflado, y al cabo de unos segundos de indecisión, me
dijo, sonriendo: «Lo único que te puedo decir es que hay quien afirma que el
lobo blanco simboliza la paz, el amor, la compasión y la esperanza, mientras
que el lobo negro simboliza el miedo, el odio, la envidia y la ira. Y que estos
dos lobos luchan por dominar nuestros pensamientos, acciones y emociones. Pero
todo eso son supersticiones propias del folklore popular</span><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">»</span><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Al oír eso, asentí, pensativo,
y desvié inmediatamente el tema de conversación hacia otros derroteros. No
quería que pusiera en duda mi cordura.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Desde entonces, nunca más he
sacado a colación esta historia, ni siquiera con mis colegas, pero he querido
dejar constancia de ello en este diario, en el que he pegado la foto que obtuve
de la imagen grabada aquella noche ante mi cabaña. ¿Qué habrá sido de aquel
lobo blanco? ¿Habrá otros muchos como él? Lo dudo, pues, por desgracia, está en
vías de extinción. Quizá sea este el motivo de que cada vez haya menos paz,
amor, compasión y esperanza en el mundo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-10852837028230838872024-02-10T04:00:00.000-08:002024-02-10T04:00:38.767-08:00El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia4SC6k3iDlY4JQnWgR338rztJUUJ0IhcJq3FGUmTG8TvqFxg9_eJ0UEtCvD-RpawnNEF0mB-Jbz2rqgNFLqvI7LHJP1x0-xx7kRbCqQ48xA6xnuYILSxhHHTsVEEFsfTqQCAlmBtrqRrKzFNM5e0SpyEq9PIMLtP0JjVOAKFCWZ8cjnI4vCnIsqPzTg4/s500/El%20extra%C3%B1o%20caso%20del%20Dr.%20Jekyll%20y%20Mr.%20Hyde.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="335" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia4SC6k3iDlY4JQnWgR338rztJUUJ0IhcJq3FGUmTG8TvqFxg9_eJ0UEtCvD-RpawnNEF0mB-Jbz2rqgNFLqvI7LHJP1x0-xx7kRbCqQ48xA6xnuYILSxhHHTsVEEFsfTqQCAlmBtrqRrKzFNM5e0SpyEq9PIMLtP0JjVOAKFCWZ8cjnI4vCnIsqPzTg4/s320/El%20extra%C3%B1o%20caso%20del%20Dr.%20Jekyll%20y%20Mr.%20Hyde.jpg" width="214" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Parece mentira que una lectura sea capaz de
evocar unos recuerdos que habíamos eliminado de nuestra mente, como si
despertáramos de una letargia o de un sueño placentero para darnos de bruces
con una angustiosa realidad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aunque he visto alguna
película y serie televisiva basadas en la novela de Robert Louis Stevenson,
titulada <i>El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde</i>, nunca había tenido la
oportunidad de leerla y si lo he hecho ahora ha sido porque me la regaló mi
hermano estas pasadas navidades.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al principio era reacio
a hacerlo, pues la trama me era muy conocida, pero como las novelas suelen ser
mejores que las películas a las que dan lugar, me dije que bien valía la pena
destinar unas horas a su lectura para comprobarlo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero algo extraño obró
en mí. A medida que avanzaba en la lectura, me vi cada vez más inmerso en los
acontecimientos que se narran, sintiéndome inevitablemente atraído por ese
doctor que de día es un hombre respetable y de noche una bestia salvaje. Lo más
curioso es que, al margen de la fantasía, veía en esa historia un atisbo de
realidad, una realidad que me resultaba muy familiar. De algún modo, me vi
reflejado en las andanzas de ese personaje de dos caras.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">De pronto, como si de
una revelación se tratara, recordé que de niño tenía un comportamiento que
alarmó a mis padres y que un especialista diagnosticó como un trastorno
bipolar. Ello les alivió relativamente. «Existe un tratamiento muy eficaz para
esta afección. Su hijo podrá llevar una vida totalmente normal</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">,
afirmó el médico. Y digo relativamente porque mi querida madre, que se preocupa
en exceso por todo, y mi padre, que es de naturaleza pesimista, no dejaron,
desde entonces, de controlar mis movimientos y me observaban constantemente
como si fuera un loco peligroso del que tenían que protegerse. Solo mi hermano,
inmune a cualquier espanto, me trataba con aparente normalidad, aunque creo
que, en el fondo, también me consideraba un bicho raro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Para los que no lo
sepáis, la bipolaridad se manifiesta por cambios repentinos e intensos del
estado de ánimo, pasando de una actitud eufórica a una irritable o depresiva.
Tuve que asumir, por lo tanto, que tenía una enfermedad mental que requería un
tratamiento farmacológico constante, que no debía abandonar bajo ningún concepto.
Consciente de la preocupación de mis progenitores, me esforcé en controlar
algunos impulsos de tipo maníaco que les habría alarmado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Creo que esa represión
férrea que me autoimponía de día, hizo que, por la noche, con el ánimo más
relajado, los arrebatos me asaltaran de una forma mucho más agresiva,
desarrollando así una dualidad de comportamiento: de día aparentaba ser una
persona normal y por la noche me convertía en un ente fuera de todo control. Esa
agresividad nocturna, imposible de detener, me obligó a escabullirme de casa
para que mis padres no se percataran de lo que pasaba, pues temía que pudiera
destrozar todo a mi alrededor y quién sabe si hacerles a ellos un daño físico.
En el primer arrebato que tuve de este tipo, solo llegué a destrozar mi
ordenador, porque mis padres, alertados por el ruido, acudieron raudos a mi
habitación. No sé qué excusa les di porque apenas me acuerdo de lo ocurrido. Sí
sé que estos episodios iban siempre precedidos de un aviso, como dicen que les
ocurre a los epilépticos. Así pues, tan pronto notaba que se iba a producir uno
de ellos, sin saber cuán agresivo sería, salía de casa y merodeaba por los alrededores,
pensando que el aire fresco y el cambio de ambiente me calmarían. No obstante,
a veces me despertaba tumbado sobre un banco o en mi cama sin recordar nada de
lo sucedido durante esos lapsus mentales. Por suerte, siempre había podido
volver a casa sin despertar a nadie. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La cosa empezó a
preocuparme cuando aparecieron en el vecindario gatos y perros con los huesos
quebrados y, en alguna ocasión, abiertos en canal. Enseguida corrió la voz de
que había un perturbado sádico que atacaba a esos pobres animales como lo haría
una alimaña, alertando de ello a todos los propietarios de un animal de
compañía. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al conocer esa horrible
noticia, instintivamente la relacioné con mis salidas y ausencias mentales nocturnas.
Me horroricé ante la posibilidad de que yo fuera el autor de esas muertes, que
mi trastorno mental me hubiera convertido en un monstruo peligroso para la
sociedad, pues ¿quién me decía a mí que una noche no la emprendería del mismo
modo con un sintecho o un transeúnte cualquiera? ¿Qué podía hacer para
evitarlo? ¿Atarme a la cama? Yo solo no podía hacerlo, necesitaría ayuda. Y
entonces decidí confesárselo todo a mi hermano, pues de haberlo sabido mis
padres, seguramente me habrían internado en un centro psiquiátrico.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">De este modo, todas las
noches, sin excepción, mi hermano me ataba de pies y manos a la cama, y a la
mañana siguiente, muy temprano, me soltaba. Para él todo eso le resultaba
divertido, como si de un juego se tratara; por ello, seguramente, nunca puso ningún
impedimento. Pero esa situación no podía alargarse indefinidamente. Mi hermano
empezó a cansarse de todo ese ajetreo y yo tampoco soportaba mis ataduras. No
podía vivir así de por vida. Por lo tanto, decidí visitar al psiquiatra que me
había instaurado el tratamiento, argumentando que este ya no hacía el efecto
deseado y temía que mi enfermedad se agravara. Aquel decidió, pues, cambiarme
la medicación por otra más reciente y probablemente más eficaz, como así resultó
ser, pues mis episodios se redujeron sustancialmente hasta desaparecer.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y fueron pasando los
años, hasta que llegó el día en que decidí empezar una nueva vida fuera del
cobijo familiar. Cuando terminé mis estudios superiores, con mi primer sueldo,
alquilé un piso no muy alejado de la vivienda paterna. Nunca se sabe cuándo uno
puede necesitar la ayuda de la familia. Ya no necesitaba que nadie me atara a
la cama y aunque llevaba tiempo exento de síntomas, corría el riesgo de que mis
delirios asesinos reaparecieran. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero,
para mi tranquilidad, nada anormal ocurrió. Reinaba la calma y aquellos
episodios tan desagradables pasaron a la historia, olvidándolos por completo. Hasta
hoy.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Este mediodía, después
de diez años de mi emancipación, me ha asaltado una terrible duda. En el
Telenoticias han informado que se han descubierto cuatro cadáveres enterrados
en un solar en obras del barrio, que han sido hallados por unos operarios al
remover la tierra con una excavadora. Según el forense, aunque todos ellos
presentaban múltiples cuchilladas, la muerte les sobrevino por un fuerte golpe
en la cabeza, con hundimiento del cráneo y pérdida de masa encefálica. El arma
del crimen tuvo que ser un objeto pesado y con el extremo romo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Según han hecho saber
las autoridades, los cuatro sujetos llevaban muertos una o dos semanas. La
autopsia lo acabará de confirmar. Un portavoz de la policía ha afirmado que,
con toda probabilidad, los hechos ocurrieron de madrugada, pues la zona suele
estar muy concurrida hasta altas horas de la noche y no ha habido testigos oculares.
Como no se ha encontrado ningún documento que pueda identificar a las víctimas,
la policía está revisando todas las denuncias de desapariciones recientes. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">De pronto he sentido un
fuerte mareo y me he desvanecido. Al volver en mí, he intentado sosegarme
infructuosamente. Todavía no era la hora de tomarme la medicación, pero lo he
hecho, por si acaso tenía una recaída. Mi nerviosismo sobrepasaba con creces la
calma que reclamaba mi cuerpo y mi mente. ¿Podía ser yo el autor de esos asesinatos
como lo fui presuntamente, años atrás, de aquellos pobres animales? Reconozco que,
con la lectura de esa maldita novela, mi mente ha volado, en más de una
ocasión, por un sendero maligno, imaginándome actuando como ese Míster Hyde. Incluso,
en una ocasión, recordando alguno de los pasajes más violentos, he sentido una malsana
excitación. Pero una cosa es la imaginación y otra la realidad. Yo no podía ser
el asesino de esos cuatro desgraciados. ¿Acaso esa novela me había trastornado
tanto como para adoptar, sin darme cuenta, la doble personalidad de su
protagonista? Tenía que ser casual que esas cuatro muertes se produjeran
justamente durante los días que invertí en la lectura de la misma.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">De todos modos, conociendo
mis antecedentes, muy a pesar mío y solo para eliminar toda sospecha sobre mi
más que dudosa autoría, he puesto el apartamento patas arriba para comprobar
que no existe prueba alguna en mi contra.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La búsqueda se ha prolongado
más de una hora, tras la cual solo quedaba por revisar el altillo de mi armario
trastero. Allí guardo recuerdos de mi infancia, olvidados en una vieja caja de zapatos.
La he abierto con manos temblorosas con solo pensar que podía contener alguna
prueba incriminatoria. Pero ¿qué prueba podía haber en una pequeña caja de cartón?
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A simple vista no había
nada extraño, pero bajo mis colecciones de cromos, un montón de viejas
fotografías y dos medallas de natación de mi época escolar, he hallado cuatro carteras
que nunca había visto. ¿Pertenecerían a los cuatro hombres asesinados? Aun
intuyendo que así era, no he querido abrirlas, me las he guardado en mi mochila
y he salido raudo a la calle. Tras haber andado un par de kilómetros y
cerciorarme de que nadie me veía, las he sacado, las he limpiado con un pañuelo
para no dejar huellas y las he arrojado a un contenedor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Lo único que puedo
hacer ahora es seguir atentamente las noticias, aunque no sé muy bien porqué. ¿Por
morbo, como haría un asesino en serie? La novela de Stevenson también la echaré
en el primer contenedor que encuentre, aunque es absurdo. Dudo mucho que
pudiera ser considerada una prueba que justificara mi comportamiento, pues no
soy sospechoso de nada. O quizá se la devuelva a mi hermano. Pero cuando he vuelto
a casa, no ha habido forma de encontrar el maldito libro. Mejor así.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Consternado por lo que
acababa de descubrir, pues imaginaba que mi bipolaridad agresiva estaba
perfectamente controlada y que aquellos episodios que tanto me habían
perturbado ya eran cosa del pasado, me he tumbado en el sofá, sin saber qué
rumbo tomar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Llaman a la puerta. ¿Será mi hermano? Últimamente
frecuenta cada vez más mi apartamento, del que, poco a poco, está tomando
posesión. Dice que también quiere independizarse, pero que no tiene dinero
suficiente. Empezó quedándose a dormir cuando pillaba una cogorza de aúpa y no
quería que nuestros padres lo vieran en ese lamentable estado. Luego, sus
estancias se han ido prolongando, dice que es para hacerme compañía. Encima,
está utilizando el poco espacio libre que me queda para embutir en él ropa,
enseres personales y algunos trastos, el último ha sido su bicicleta y el bate de
cuando jugaba a beisbol y al que le tiene mucho cariño. Pero ahora que lo
pienso, no lo he visto por ninguna parte durante mi inspección ocular de esta
tarde. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Miro por la mirilla y
es, efectivamente, mi hermano. Lleva una bolsa de deporte en la mano. Es la que
usa para ir al gimnasio. Me dice que hoy también se quedará a dormir, pues ha
quedado con unos amigos y seguramente volverá de madrugada y no sabe en qué
estado. Se ha ido a duchar, pues, con las restricciones de agua, las duchas del
gimnasio están inutilizables. Mientras está en el baño no puedo dejar de mirar
la bolsa de deporte que ha dejado en el suelo. Por las dimensiones, bien podría
contener un bate de beisbol. ¿Habrá sido mi hermano quien se ha quedado con la novela? No,
si ahora resultará que, además de bipolar, soy un paranoico.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com47tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-54690683952373526462024-01-30T02:41:00.000-08:002024-01-30T02:41:30.991-08:00Un cuento de enanos<p><span style="font-family: Arial, sans-serif;">De entre los
cuentos que escribí y publiqué hace años en mi desaparecido blog en catalán,
había este, un cuento de enanos. El temor a que el término enano se tomara como
algo peyorativo, especialmente hoy día, que debemos ir con mucho tiento a la
hora de usar ciertos calificativos ya desfasados, hizo que no me atreviera a
publicar su versión en castellano. Sin embargo, considero que la historia que
se narra en este cuento, tiene mucho de reivindicativa a favor de las personas
que sufren una discapacidad física que les supone una lacra personal y les
segrega del resto de la sociedad. Así pues, he conservado el término enano para
describir a las personas con acondroplasia y que han tenido que sufrir la burla
por parte de mayores y niños a lo largo de los años. Dicho esto, espero que el
cuento os guste.</span></p><p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyyYAJyrDKaXKnZ69jTJagmKyiuVhpoCtZV78aIsbH8xyuw3U6_UIZ2Ggq3sNh7FYDpRWkDHOfI5bcxv2FI64VLVWN2YSzIPkTb6z0PvRhUG2HKs4a6rd2GoAfkn54_99Hb_MAZxOjPXm2Fhzq2sulENY_NXoYWe-EkaTdgjOEkrDOYXRDGCg2GCN_E7w/s507/Un%20cuento%20de%20enanos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="507" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyyYAJyrDKaXKnZ69jTJagmKyiuVhpoCtZV78aIsbH8xyuw3U6_UIZ2Ggq3sNh7FYDpRWkDHOfI5bcxv2FI64VLVWN2YSzIPkTb6z0PvRhUG2HKs4a6rd2GoAfkn54_99Hb_MAZxOjPXm2Fhzq2sulENY_NXoYWe-EkaTdgjOEkrDOYXRDGCg2GCN_E7w/s320/Un%20cuento%20de%20enanos.jpg" width="252" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Miguelito, a sus seis años, no había visto
nunca un enano, salvo los que actuaban en el circo que venía, una vez al año,
al pueblo, y que tanto le hacían reír. Saltaban, bailaban y hacían ridículas
muecas, mientras corrían por la pista, peleándose entre sí como si se hubieran
vuelto locos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Son hombrecitos,
hombres pequeños —le dijo Juan, su padre, ante la mirada incrédula del niño,
porque este creía que eran personas de algún país en el que todos eran así de
pequeños, como los pitufos, que vivían en un lugar apartado de la vista de la
gente normal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Un día, cuando
Miguelito volvía a casa, al salir de la escuela, se encontró de pronto con uno
de aquellos hombrecillos. El circo hacía días que se había marchado. ¿Cómo era,
pues, posible que uno de los enanos estuviera todavía en el pueblo? La
curiosidad hizo que le siguiera, viendo que entraba en el bar de la plaza.
Miguelito prestó, desde la calle, atención a lo que sucedía allí dentro. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Necesito trabajar. ¿No
necesitaréis acaso ayuda en el bar? —oyó que le preguntaba al señor Jaime, el
propietario.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pero ¿cómo quieres que
te contrate como camarero si apenas llegas a la mesa? —le contestó aquel con
una carcajada.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El enano dio media
vuelta y, sin decir esta boca es mía, salió a la calle. Parado en medio de la
plaza, encendió un cigarrillo y se sentó en un banco, bajo un frondoso plátano,
triste y apesadumbrado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Miguelito corrió a
sentarse a su lado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Hola —dijo al cabo de
un rato—. Me llamo Miguel, pero todos me llaman Miguelito. ¿Y tú, cómo te llamas?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Me llamo Pedro, pero
tengo otros nombres. En mi pueblo todo el mundo me conocía como Pedrito paticorto.
En el circo era Champiñón. —y ante la cara de extrañeza del niño, continuó—.
Todos los enanos del circo teníamos nombres de setas, debido a nuestra corta
estatura: Níscalo, Boletus, Rebozuelo y Colmenilla.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Y ¿por qué esos
nombres? —quiso saber Miguelito.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues porque así lo
quiso el dueño del circo. Decía que le recordábamos a las setas.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Y a ti, ¿por qué te
llamó Champiñón?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues, según me dijo,
por mi cuerpo achaparrado y mi piel tan blanca—. Y tras unos segundos de
mutismo, Miguelito reemprendió la conversación, pues quería saber más cosas de
ese desconocido tan especial.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Yo te he visto en el
circo haciendo volteretas y muchas más cosas graciosas. Era muy divertido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Sí, sí, muy divertido
para el público, pero si no fuéramos enanos nadie se reiría de las tonterías
que hacemos. Yo ya hace mucho tiempo que quiero dejar esta profesión. Me
gustaría llevar una vida como el resto de la gente, como la que tu tendrás
cuando seas mayor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Cuántos años tienes?
—le preguntó Miguelito.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Acabo de cumplir
veinticinco. Y llevo más de diez años trabajando en el circo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Y ¿en qué país
naciste? No pareces extranjero.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Porque no soy
extranjero. Nací en la Pobla de Segur, aquí al lado, como quien dice.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y entre calada y
calada, Pedro le contó que el enanismo es una enfermedad que no deja crecer a
las personas; que sus padres eran “normales” —entrecomillando esta palabra con
sus dedos pequeños y gordezuelos—; cómo fue su vida en el pueblo hasta que
decidió unirse a un grupo de payasos que organizaban fiestas para los niños de
buena familia: cumpleaños y celebraciones varias. Hasta que terminó trabajando
en el Gran Circo Price, en el que Miguelito lo vio por primera vez.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pedro añadió que,
habiendo decidido abandonar la vida circense, necesitaba encontrar un trabajo
digno y serio por una vez en su vida. Estaba harto de hacer reír a la gente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pero el primer lugar
donde he preguntado, en ese bar de la esquina, me han mandado a paseo. Al
parecer no tengo la talla suficiente para servir mesas. ¿Te lo puedes creer? Supongo
que la gente se reiría de mí y el dueño del bar prefiere no tener problemas con
la clientela. Tendré que ir de puerta en puerta, a ver si alguien me da un
trabajo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Miguelito, después de
pensárselo unos minutos, le miró con unos ojos iluminados y le dijo:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Te gustaría trabajar
en la vendimia? Mi padre tiene unas viñas. La uva está a punto para ser
recogida, las cepas son bajitas, más o menos de tu altura. Te resultaría fácil
y nada cansado, pues no tendrías que agacharte como los demás, la gente más
alta. Claro que, de momento, solo tendrías trabajo para un mes, pero puedo
hablar con mi padre y quizá te pueda encontrar un trabajo para el resto del
año.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Hombre, yo no tengo
experiencia en eso de recoger uva, pero lo he visto hacer y puedo aprender. Lo
que sí se me da bien es la cata de vino —añadió, Pedrito paticorto, guiñándole
un ojo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así fue. Después de
trabajar duro durante la vendimia, el padre de Miguelito le contrató como
ayudante en las bodegas, en la elaboración del vino. Bregando entre botas, con
el tiempo, Pedro demostró ser un buen trabajador y un catador de vinos excelente.
Hoy es un famoso sumiller en el restaurante más popular de la comarca, Casa
Pedro Botero, del que son propietarios Pedro y Juan. Miguel —ya no quiere que
le llamen Miguelito— es uno de los ayudantes de cocina. Tiene muy buena mano
con los fogones. Algún día será el Chef.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y esta es la historia de cómo un enano, un
hombre de corta talla, incapaz, según algunos, de servir mesas, se convirtió en
un gran experto en vinos y, sobre todo, en un gran hombre. Su próximo proyecto
consiste en abrir un nuevo restaurante en el que solo trabajará gente pequeña.
Ya ha elegido el nombre: La casa del Champiñón. Por supuesto, en la carta habrá
un gran surtido de setas. </span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-12840142934325951402024-01-19T02:19:00.000-08:002024-01-24T07:05:23.223-08:00Maldita rutina<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP3VX6-kbyScYts8sMFXKx55YSeJ909fRFLFymD7f3HbZ3DnddqJm7XjgoGyAzVuRfRxQ7-hXATQ5fd7VbtYCGuOqwTAVG4j_G9q1FyDxLiTZKKf-nL7KGaKUgzfJjETQXIihtnfq8OZIAm_UecUDTm3mP5_5RpC6QIn2iWyUjaglCVqgHqrUIDJwYbjU/s485/Maldita%20rutina.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="256" data-original-width="485" height="169" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP3VX6-kbyScYts8sMFXKx55YSeJ909fRFLFymD7f3HbZ3DnddqJm7XjgoGyAzVuRfRxQ7-hXATQ5fd7VbtYCGuOqwTAVG4j_G9q1FyDxLiTZKKf-nL7KGaKUgzfJjETQXIihtnfq8OZIAm_UecUDTm3mP5_5RpC6QIn2iWyUjaglCVqgHqrUIDJwYbjU/s320/Maldita%20rutina.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Juan había sido siempre un hombre
perfeccionista y de costumbres fijas. Desde que se levantaba por la mañana hasta
que salía a la calle todo lo que hacía era una retahíla de actos rutinarios
realizados siempre en el mismo orden. Eso, decía, tenía una ventaja: que nunca
se podía olvidar de nada, ya que, al ser una actividad automática en cadena, no
había lugar para el despiste.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Tanto en su trabajo
como en su vida privada, Juan no dejaba nada a la improvisación, debía tenerlo
todo controlado, pero eso, lejos de tranquilizarlo, le estresaba, pues le
obligaba a ir constantemente con mucho tiento y controlar lo que hacía el
personal a su cargo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Consciente de que el
estrés constante que sufría era peligroso para su salud, física y mental, intentaba
apaciguar la desazón que le producía el trabajo, incluso los fines de semana,
ocupando su tiempo libre con actividades agradables, como la lectura, la música
y el cine, que le distraían puntualmente de los problemas cotidianos. Sin
embargo, consideraba que con ello solo sustituía una rutina, la del trabajo,
por otra, en absoluto pesada, claro está, pero que acababa siendo igualmente
monótona. Para Juan, toda su vida era pura rutina y la dividía, como solía
decir, en rutina de días laborables y de fin de semana, y esta última en rutina
de verano y de invierno. Cambiaba el escenario, el continente, pero no el
contenido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Juan se quejaba, cada
vez más, de la insoportable vida rutinaria que llevaba, haciendo siempre las
mismas cosas. Si todo era rutinario en su vida hogareña, en el trabajo ya era
el summum: todo programado hasta el último detalle, toda una serie de actividades
inamovibles, con guías y normativas para cualquier tarea, y todo eso con un
horario irracional. En definitiva, siempre las mismas tareas y las mismas
obligaciones, pesadas y aburridas, una tras otra, día a día, hasta las tantas
de la tarde.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al final, Juan se hartó
de llevar una vida laboral más propia de un esclavo que de un profesional
preparado y responsable, y se propuso, como fuera, cambiarla por otra mucho
menos programada, más divertida, en la que la iniciativa, el criterio y la
libertad de movimientos llenaran una jornada que, de este modo, pasaría volando
sin apenas darse cuenta. Ya se sabe: cuando se hacen las cosas con gusto y
ganas el tiempo no cuenta.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al poco de habérselo planteado,
gracias a la suerte y a un amigo de toda la vida, muy bien relacionado con el
mundo del cine, a Juan se le presentó la oportunidad de cambiar su aburrido
trabajo de tantos años, como jefe de contabilidad de aquella gran y monolítica
empresa multinacional, por uno totalmente distinto, mucho más dinámico y
estimulante como ayudante de producción en unos estudios de doblaje muy
importantes de Barcelona, en los que se doblaba casi el ochenta por ciento de
las películas proyectadas en nuestro país.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La esposa de Juan entró
en pánico tan pronto se lo hizo saber.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Te has vuelto loco? A
quién se le ocurre abandonar un trabajo de tantos años, como el tuyo, con un
cargo importante y un buen salario, para hacer vete tú a saber qué —le espetó,
furiosa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Cualquier cosa me irá
bien para empezar, ya iré escalando puestos poco a poco. Sabes que aprendo
fácilmente y que el trabajo no me asusta. Necesito cambiar de actividad y de
ambiente como el aire que respiro y salir de este pozo en el que me hallo si no quiero
volverme loco —le respondió Juan con una vehemencia nunca vista en él.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Viendo, pues, que no
había marcha atrás y creyendo, como Juan le aseguraba, que aquel nuevo trabajo
sería un bálsamo para su insatisfacción crónica y el remedio para su constante
ansiedad, su mujer acabó claudicando; amaba a su marido y quería lo mejor para
él. Si él era feliz, ella también lo sería. De esta manera se habrían acabado
los quebraderos de cabeza. Que sea lo que Dios quiera, pensó, resignada.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así, Juan cambió la
rutina diaria revisando hojas y hojas de gastos, facturas y más facturas,
comprobando extractos bancarios, redactando informes y más informes, cuadrando
cuentas y balances, haciendo los reportes semanales, mensuales y anuales,
preparando los presupuestos trienales y quinquenales, en fin, todo ese trabajo
tedioso e ingrato, por la de servir cafés y bollos a los dobladores, visitantes
y personal técnico, abrir la puerta cada vez que alguien llamaba, que era cada
dos por tres, atender al teléfono, tomar nota de los mensajes que muchos
dejaban para transmitírselos a los interesados y, lo más interesante de todo,
archivar en cajas las grabaciones dobladas, clasificadas por título, fecha de
producción y nombre de la distribuidora. Bien, y cualquier cosa que el director
le pidiera a toda prisa. Y, por supuesto, como había mucho trabajo, no tenía
una hora fija para marcharse a casa; era el primero en llegar para poder
encender las luces, poner en marcha el aire acondicionado, la fotocopiadora, la
máquina de café y revisar que las señoras de la limpieza hubieran limpiado bien
las salas de doblaje y vaciado las papeleras. Para no olvidarse de nada, le
dijeron, sería mucho mejor que lo hiciera todo en ese orden.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ya hace cinco años que Juan cambió de trabajo y
no se atreve a reclamar lo que le prometieron. Ya se sabe, la crisis es
horrible, tanto que le han tenido que reducir un quince por ciento su salario.
Eso o iba a la calle. Y con las indemnizaciones de hoy día y que ya tiene una
edad...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-71265461664835274342024-01-08T09:30:00.000-08:002024-01-08T09:30:09.753-08:00El fantasma de Don Filiberto<p><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-align: justify;">Terminé
el año 2023 con un cuento navideño, de modo que he pensado iniciar el actual
con uno de fantasmas, pero, eso sí, de los que no dan miedo, sino más bien
risa. Y es así, con una sonrisa, con la que deseo estrenar este nuevo año
bloguero, para contrarrestar tantas penurias que acechan desde el exterior.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif;">En
este caso, también se trata de un cuento recuperado, que acaba de cumplir diez
años. Si alguno/as de mis lectore/as tiene tanta memoria como para recordarlo,
espero que, aun así, le guste su relectura. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn7WU3TfjuwPoKJJRhmvaGhwp0JJG_gIwU3AJOjpkNct29bpK49-ipXCSsz1F26wxt7gRXvuNtQ-TeGGxcUyP5sPihwYr64mHaE8yM3BlG6NT3YIJ45AaWvKme1PvIk5Z34He0SL22zWn_J_WMdgieWyqCYtpayf-um7wBNGOQoc46WtJuG1Vhaluoq_I/s268/El%20fantasma%20de%20Don%20Filiberto.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="188" data-original-width="268" height="188" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn7WU3TfjuwPoKJJRhmvaGhwp0JJG_gIwU3AJOjpkNct29bpK49-ipXCSsz1F26wxt7gRXvuNtQ-TeGGxcUyP5sPihwYr64mHaE8yM3BlG6NT3YIJ45AaWvKme1PvIk5Z34He0SL22zWn_J_WMdgieWyqCYtpayf-um7wBNGOQoc46WtJuG1Vhaluoq_I/s1600/El%20fantasma%20de%20Don%20Filiberto.png" width="268" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Si, en vida, Don Filiberto ya fue un hombre avaro,
egoísta, ingrato, maniático, gruñón y extremadamente quisquilloso, una vez
abandonado el mundo de los vivos, se convirtió en un fantasma de lo más
insoportable. Si cuando vivía en el más allá, o en el más acá, según quien lo
mire, tenía, por culpa de su mal carácter, muy pocos amigos, ahora estaba más
sólo que la una pues nadie le tragaba.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No soportaba el sonido
de los relojes al dar las horas, pues decía que esas sonoras campanadas le alteraban
los nervios y no le dejaban pegar ojo, ni el ruido de las cadenas que sus
congéneres se empeñaban, según él, en arrastrar para mayor pavor de los
visitantes del lugar, por no mencionar el graznido de los cuervos y menos aún
el griterío de los murciélagos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>cuando, a
medianoche, salían de lo alto de la torre para ir de cacería insectívora. Y
así, un sinfín de manías.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando sus compañeros y
compañeras del inframundo, como les gusta llamarlo, le reprochaban su conducta
insociable y nada propia de un fantasma que se precie, se paseaba todo el día y
toda la noche enfurruñado, profiriendo mil y una imprecaciones contra todo
aquel y aquella que se le cruzaba por los pasillos y se empeñaba en hacerles la
vida todavía más imposible.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Hasta que un día, sus
más que hastiados colegas decidieron, tras una asamblea plenaria, expulsarlo
del castillo. Maldito el día en que la Secretaría de Recursos Inhumanos decidió
destinarlo allí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y desde aquel día, el
fantasma de Don Filiberto vagó, como alma en pena, por los alrededores de la
que debía haber sido su morada eterna.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Solo y abatido, el
fantasma de Don Filiberto se sumió en una depresión que lo mantuvo un tiempo
incontable en estado vegetativo del que no creía poder salir, hasta que vino a
hacerle compañía el fantasma de Don Olegario.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El fantasma de Don
Olegario, al igual que el de Don Filiberto, tenía muy mal carácter, motivo por
el cual también había sido desterrado de la mansión donde había habitado
durante más de un siglo, desde que dejara el mundo material. El fantasma de Don
Olegario también había estado vagando, desde entonces, en busca de un refugio,
sin que un maldito castillo, mansión o caserón se cruzara con él.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Reunidos así en el más ingrato
ostracismo, los dos fantasmas se hicieron amigos, los primeros amigos que
habían hecho desde que abandonaran sus cuerpos materiales. Y juntos, trataron
de elaborar un plan de supervivencia. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pasaron los años y cada
vez se sentían más desamparados y aburridos. La paz y tranquilidad de los
bosques que ahora frecuentaban ya no les atraía y, poco a poco, sintieron
añoranza de la compañía de sus semejantes y del calor del hogar, aunque fuera
un hogar de difuntos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así, un buen día,
tomaron una decisión, dura pero práctica: debían reciclarse, debían asumir las
reglas de los fantasmas normales y, como tales, debían adoptar sus hábitos y su
mentalidad, debían volver con los suyos, hacer un acto de contrición, pedir
perdón humildemente por su mal comportamiento y solicitar su reingreso a la Hermandad
de las Almas Buenas. Mejor eso que vagar eternamente sin rumbo y ser abducidos
por los malos espíritus, que cada vez eran más, y más agresivos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Tras pensarlo
detenidamente, decidieron ir juntos al castillo donde había morado Don
Filiberto, mucho más confortable que la mansión de Don Olegario, pues ya que
tenían que pasar allí la eternidad, mejor pasarla con todas las comodidades a
su alcance. Además, yendo juntos podrían aunar esfuerzos para convencer a la
comunidad de espectros de ser aceptados nuevamente en su seno. Si éstos les
veían realmente arrepentidos, ya moverían los hilos para que la Secretaría de Recursos
Inhumanos retirara las acusaciones de mala conducta de sus expedientes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero cuando estaban en
camino, a pocos kilómetros del castillo, oyeron unos gritos de ultratumba frente
a ellos. Cautos, se escondieron bajo la hojarasca para no ser vistos, hasta que
atisbaron una pléyade de fantasmas que se dirigían hacia donde estaban y que,
despavoridos, parecían huir de algo. Fue entonces cuando el fantasma de Don
Filiberto distinguió en ese batiburrillo de fantasmas de toda edad, sexo,
creencia y condición a sus viejos compañeros.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Púsose el fantasma de
Don Filiberto frente aquella caterva de espíritus enloquecidos para darles el
alto y requerirles el motivo de tanto barullo, pero, impotente, vio cómo
pasaron a su través sin tan siquiera reconocerle ni prestarle atención. Sólo el
último de esa barahúnda de enloquecidos fantasmas, ese niño-fantasma que tanto
le había dado la lata en el castillo, pareció reconocerle y se giró en el
último instante para decirle, a voz en cuello, que no se acercara al castillo,
pues había sido invadido por un espíritu extremadamente violento que, al
parecer, estaba buscando a otro a quien quería ajustarle las cuentas. Tal era
su mal carácter y su poder maléfico que les había amenazado con entregarlos a
los malos espíritus, con los que mantenía muy buena relación, si no le
indicaban el paradero del objeto de su ira y de su venganza personal, pues
andaba largo tiempo buscándole y se le había terminado la paciencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El fantasma de Don
Filiberto, viendo así truncadas sus esperanzas y temiendo lo peor, voló
frenéticamente tras el niño-fantasma de buen corazón, para requerirle si sabía
el nombre de ese espíritu tan peligroso y si, por casualidad, sabía a quién
buscaba exactamente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El pequeño fantasma,
exhausto y atemorizado, volando agarrado a la cola de su predecesor, sólo le
pudo decir que lo único que sabía era que se trataba de UNA fantasma que se
hacía llamar Doña Gertrudis, pero que no sabía el nombre del desafortunado en
quien quería descargar toda su ira.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El fantasma de Don
Filiberto, más blanco que la sábana que solían usar para espantar a los
ingenuos visitantes del castillo, se detuvo en seco y agarrando el brazo
incorpóreo de Don Olegario le dijo, con voz trémula y entrecortada: Vayámonos raudos
de aquí, Don Olegario, pues ha sucedido lo que llevo mucho tiempo temiendo. Y
ante la expresión de incredulidad de éste, añadió: Al parecer, mi señora esposa
ha fallecido y su fantasma anda buscándome para ajustar cuentas.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y desde entonces, una
cada vez mayor cantidad de fantasmas andan vagando sin rumbo, como almas
atormentadas, buscando refugio y la paz eterna, y que no descansarán hasta que
ese espíritu colérico no haya encontrado su propia paz llevando a cabo lo que
considera un acto de justicia: que su difunto esposo pague por no haberle
dejado, al fallecer, ni un solo euro en herencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p><span style="font-family: "Arial",sans-serif;"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-18214726435121497042023-12-21T00:48:00.000-08:002023-12-21T00:48:02.283-08:00Un cuento de pobres<p>Hoy os presento el cuarto y último cuento rescatado del baúl de los recuerdos y adaptado a la versión en castellano. Es, quizá, el más navideño del cuarteto. Espero que os guste. Y con ello, aprovecho para desearos unas muy felices fiestas. Los deseos para el próximo año son tantos que no caben en este reducido espacio, pero con toda seguridad son comunes y compartidos por todas las personas de buena voluntad.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAmV8SsDsRARjFgoujHtZKO4M8ACqnHSdBwei6jHZDkg4DmYyE52E9j9eI6ALpNpTD5SgK-VMxLjNQgLIkBgt9pNue74eQXPJCwBEPjK2F-KOW8nrk-b6yy7PfUYxSvTnQPEz-FSdipTcfBEp4uDOiXbsURNIeotegrgUdf8K1aorjzWfgQBOydPrp8lM/s531/Un%20conte%20de%20pobres.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="531" data-original-width="464" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAmV8SsDsRARjFgoujHtZKO4M8ACqnHSdBwei6jHZDkg4DmYyE52E9j9eI6ALpNpTD5SgK-VMxLjNQgLIkBgt9pNue74eQXPJCwBEPjK2F-KOW8nrk-b6yy7PfUYxSvTnQPEz-FSdipTcfBEp4uDOiXbsURNIeotegrgUdf8K1aorjzWfgQBOydPrp8lM/s320/Un%20conte%20de%20pobres.jpg" width="280" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Érase una vez un hombre muy pobre. Por no
tener, no tenía ni una manta con la que abrigarse las noches de invierno.
Dormía en la calle. En el barrio todos le conocían como Ramon el mendigo. Pero
¿qué otra cosa podía hacer el pobre Ramon para sobrevivir aparte de mendigar?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ramon ya no era joven
cuando perdió su trabajo. Nadie le ayudó. Lo perdió todo. Se quedó en la calle
con cuatro trastos sin valor alguno, salvo el sentimental: el anillo de casado,
el reloj que le regaló su mujer poco antes de morir, la foto familiar, aquella
que se hicieron por Navidad, el viejo diario en el que había ido escribiendo
aquellas historias que nunca llegó a publicar, algunas pertenencias de vestir,
no muchas, y poca cosa más.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A pesar de que los días
se le hacían muy largos, nunca se aburría. Leía. Leía los periódicos que
encontraba en la calle, aunque fueran atrasados, y sobre todo sus viejos
escritos, generalmente cuentos para niños, como los que nunca llegó a tener.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Un día, una niña de no
más de ocho años se le acercó y le dijo:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Por qué no tienes
casa?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Porque lo perdí todo
—le contestó Ramon.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Y no tienes familia o
amigos? —insistió la niña.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues no —fue todo lo
que Ramon pudo decirle a la chiquilla. ¿Acaso habría podido entender, siendo
tan pequeña, lo que había sido su vida en los últimos años? <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al llegar a casa, Jana,
que así se llamaba la niña, les contó a sus padres su encuentro con Ramon,
rogándoles que hicieran algo por él.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así, aquellas
navidades, el hombre más pobre que una rata del barrio las pasó en casa de Jana,
invitado por sus padres, que se compadecieron de él. Pasadas las fiestas, sin
embargo, debería volver a la calle y todo continuaría como antes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando llegó el día de
su marcha de la casa que le había acogido, Jana, plantada en el rellano, con
los ojos húmedos, le besó en la mejilla, rasposa y agrietada por el frío, de
tantas noches al raso, y le ofreció un regalo de despedida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Toma, lo he hecho para
ti —le dijo dándole un dibujo en el que se veía a toda su familia alrededor de
la mesa el día de Navidad, él incluido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues yo también tengo
un obsequio que darte, para que no te olvides de mí —le dijo Ramon en voz
baja—. Guárdatela y no la pierdas, es todo lo que me queda de valor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando la pequeña,
curiosa, abrió el paquetito toscamente envuelto en papel de estraza, vio una
libreta de un azul desvaído y gastada de tanto manosearla.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Qué es lo que hay
escrito? —le preguntó Jana.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Historias —le contestó
Ramon.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Cuentos? —volvió a
preguntar la pequeña.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues sí —aceptó el
hombre—. Espero que te gusten.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¡Qué bien! —exclamó la
niña—. Cuando sea mayor haré como tú —añadió después de pensárselo un poco.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Cómo yo? ¿Qué quieres
decir? —preguntó Ramon, intrigado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues que viviré en la
calle y escribiré cuentos para los niños y niñas —afirmó con toda naturalidad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ramon bajó las
escaleras contento y meditabundo a la vez. Mira por dónde, no había pensado en
ello. Tan solo necesitaba otra libreta. A partir de ahora viviría para hacer
feliz a los chiquillos del barrio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Desde aquel día, Ramon
se ganó la vida escribiendo, contando y vendiendo sus cuentos, que le daban lo
justo para comer. Ya no era el mendigo del barrio. Todo el mundo le conocía
ahora como Ramon el cuentista. Y era feliz.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Si no hubiera sido tan
pobre quizá no habría hallado ningún motivo para ser útil a los demás —pensaba
cada tarde, cuando la luz del día se apagaba y su imaginación se iluminaba. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No hay niño o niña en es el barrio que no
conozca la historia de Ramon el cuentista, que un mal día de invierno apareció
muerto con una libreta en las manos y una sonrisa en los labios.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Jana cumplió su deseo de seguir los pasos de
Ramón, pero solo en lo referente a escribir cuentos para niños, pues su labor
escritora tuvo tanto éxito que le permitió vivir holgadamente. Todavía hoy, a
sus treinta años, conserva aquella libreta de un azul desvaído y todavía más
gastada por el paso de los años. Para ella es un tesoro, un talismán que la
convirtió en quien es, y da gracias a aquel viejo cuentista por haberle
infundido la ilusión por la escritura.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y es que siempre hay una segunda oportunidad
para renacer de las cenizas y ser feliz, y no hay que perder jamás la ilusión
para hacer realidad tus sueños.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-59799249574262892732023-12-14T00:48:00.000-08:002023-12-14T00:48:29.183-08:00Un cuento de ricos<p>Hoy os presento el tercer cuento de la serie de cuatro que escribí hace tiempo y que, aun siendo antiguo, por su temática, no deja de tener actualidad. Esta vez les toca el turno a los ricos, Espero que os guste. </p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj9GQP4tPMAtmr9Vh7p_Ml-xLcz3zAJlkyoag8OzyDDKVGH8ZBO648x59sCvgNDtU2cQtCO7nMEH1NZZPrVmh03UrTktVJHXMj9V4pJwX7PnNUYf97FpUMfHoQ7Lvk_V8KcARxuEBbvkuo7HQpAkhDLe6o73XSFbPXJnAcI0IOO5Sluq7A8Ok-UERWLEE/s299/Un%20conte%20de%20rics.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="299" data-original-width="285" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj9GQP4tPMAtmr9Vh7p_Ml-xLcz3zAJlkyoag8OzyDDKVGH8ZBO648x59sCvgNDtU2cQtCO7nMEH1NZZPrVmh03UrTktVJHXMj9V4pJwX7PnNUYf97FpUMfHoQ7Lvk_V8KcARxuEBbvkuo7HQpAkhDLe6o73XSFbPXJnAcI0IOO5Sluq7A8Ok-UERWLEE/s1600/Un%20conte%20de%20rics.jpg" width="285" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Jofre, a sus cincuenta años, no había tenido
que trabajar jamás en su vida. Hijo, nieto y bisnieto de millonarios, llevaba
una vida regalada pero aburrida e insustancial. Solo levantarse, por la mañana,
lo tenía todo preparado. No tenía que hacer nada por sí solo. Todo lo dejaba en
manos del servicio. Se lo hacían absolutamente todo. No iba a ninguna parte si
no era estrictamente necesario. Incluso su médico le iba a visitar a domicilio.
Cocinera, mayordomo, camarera, chofer, y hasta un secretario personal velaban,
día y noche, por su bienestar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Un día, sin embargo,
tuvo que salir de casa a pie. Su chofer había enfermado por primera vez en su
vida y Jofre nunca había querido sacarse el carnet de conducir. Una obligación
ineludible fue la culpable de este contratiempo: la reunión mensual del Consejo
de Administración de la empresa que había heredado de sus antepasados. No
habría sido apropiado ni práctico reunir a todos los miembros del Consejo en su
casa. Afortunadamente, le sede de la empresa estaba tan solo a un cuarto de
hora andando, como mucho.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero por el camino tuvo
un encuentro inesperado: en la esquina de enfrente de la oficina a la que se
dirigía, un hombre de mediana edad, sentado en una especie de taburete
plegable, tocaba la guitarra y cantaba canciones de Serrat. Y lo hacía bastante
bien. La funda abierta de la guitarra yacía a sus pies, donde recogía las
monedas que los viandantes le arrojaban.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Jofre se lo quedó
mirando fijamente. Aquella cara le resultaba familiar. De pronto la reconoció.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Jaume? ¿Jaume
Tresserras? —exclamó. —¿Qué haces aquí? —le preguntó tan pronto aquel terminó
la canción.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¡Hombre Jofre!, cuánto
tiempo sin verte —exclamó a su vez el interpelado—. Pues ya lo ves, haciendo de
músico callejero. Es una larga historia —añadió con cara de circunstancias y
ganas de charlar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ahora no puedo
entretenerme, llego tarde a una reunión —le contestó Jofre—. Ven a verme a casa
un día de estos y charlaremos de los viejos tiempos. —Y dicho esto desapareció
entre el gentío que llenaba la zona a aquella hora.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¡Vaya! De una buena me
he librado —pensó Jofre mientras cruzaba la calle a paso ligero—. Quién me lo
habría dicho, Tresseras pidiendo por las calles. ¡Con la fortuna que heredó de
su padre! Aún era más rico que yo y mírale ahora. ¡Quién le ha visto y quién le
ve! Por suerte, me lo he podido sacar de encima. Seguro que me habría pedido
dinero. ¿Cómo puede venir a verme si no debe saber dónde vivo? Ni tan solo le
he dado tiempo a preguntármelo —iba Jofre rumiando, aliviado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A las cuatro y media de
la tarde de ese mismo día, cuando Jofre se disponía a hacer la siesta, agobiado
por el calor de un mes de julio extremadamente caluroso, sonó el timbre de la
puerta. Al cabo de unos instantes, un mayordomo incómodo y atemorizado por
haber molestado a su señor en uno de los momentos más gratificantes del día, le
informaba de la presencia en el salón de un “viejo amigo”, tal como el
visitante se había hecho anunciar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando Jofre se
presentó ante el recién llegado, comprobó, asombrado, que quien le había venido
a ver era Tresserras, quien, plantado en medio de la estancia, le miraba con
una sonrisa pícara.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Qué quieres? —le
espetó Jofre sin ningún miramiento.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Que qué quiero? Me
has dicho esta mañana que viniera a verte —le respondió su visitante con toda
naturalidad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y ante el enojoso
silencio de su anfitrión, añadió:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Creías que no te
encontraría, ¿verdad? Pues aquí me tienes, para echarte una mano, que buena
falta te hace.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pero ¿qué dices?
¿Echarme una mano a mí? A mí no me hace falta tu ayuda ni la de nadie —le
replicó un Jofre airado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Tú estarás podrido de
dinero, pero llevas una vida insípida y estás más solo que la una. Yo, en
cambio, soy feliz viviendo como vivo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Eso no te lo crees ni
tú. ¡Si vives en la calle y tienes que mendigar para vivir! Tú sí que debes
estar solo y...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—No tengo familia, como
tú, pero tengo muchos amigos, voy adonde quiero y hago lo que quiero sin
depender de nadie. Te parecerá que estoy solo, pero no me siento solo —lo
interrumpió Jaume Tresserras.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Jofre, enojado,
contraatacó:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues si vives tan
bien, ¿qué haces aquí? ¿Qué quieres de mí? ¿Dinero?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ya te he dicho que he
venido a echarte una mano —insistió Jaume.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Y dale. ¿A qué te
refieres con eso de echarme una mano, si se puede saber? ¿Acaso me enseñarás a
tocar la guitarra? —le preguntó Jofre con sorna.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—No, haré que cambies
de vida y que seas feliz. Cuando te he visto esta mañana, he mirado en tu
interior y solo he visto un gran vacío y mucha tristeza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Jofre, boquiabierto, se
sentó. Mirando fijamente a aquel viejo compañero con quien estudió la carrera de
Económicas para después tomar cada uno su propio camino, se sintió derrotado y
comprendió que Jaume tenía razón. Nunca había sido feliz desde que tuvo que
suceder a su padre al frente de la editorial. No le quedaba familia ni amigos,
solo dinero a puñados, que no le había ayudado a encontrar la felicidad. Más
bien al contrario, ya que eran muchos los que le envidiaban y no pocos los
enemigos que esperaban que el negocio familiar se hundiera por la falta de
interés del que hacía gala.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Y cómo crees que me
puedes ayudar a ser feliz? —acabó preguntándole.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues, para empezar,
durmiendo en el hotel de las mil estrellas —le dijo su viejo compañero de
estudios.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Durmiendo en el hotel
de las mil estrellas? Pero ¿acaso te has vuelto loco o es que quieres tomarme
el pelo?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—De ninguna de las
maneras. Ven conmigo esta noche y lo verás.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No era precisamente un hotel al uso al que
Jaume llevó a Jofre, pero a este no le decepcionó lo más mínimo. Hacía muchos
años que no yacía sobre una alfombra de césped bajo un cielo estrellado. La
noche era cálida y la sensación de aire renovado le invadía de los pies a la
cabeza. La bóveda celestial relucía más que nunca. Jofre no habría sabido decir
si eran miles o millones de estrellas las que veían sus ojos, pero aquella
imagen le hizo reflexionar y tomar conciencia de qué y quién era. Verse tan
pequeño ante el Universo no le hizo sentir insignificante, al contrario, se vio
más grande que nunca, con ganas de luchar por su libertad, de afrontar su
existencia con una nueva perspectiva, de saber, en definitiva, disfrutar de la
vida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La estancia en el hotel
de las mil estrellas fue totalmente gratuita. Jofre vuelve a menudo,
especialmente las noches en las que se siente abrumado por los inevitables quebraderos
de cabeza provocados por la editorial. Por cierto, esta ha sufrido una profunda
renovación. Nuevo personal la encabeza y un nuevo Consejo de Administración
controla el negocio. También se ha incorporado un nuevo empleado, a media
jornada, ya que tiene que compaginar su trabajo en la empresa con la de músico
en la calle.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ahora, Jofre dedica su
tiempo libre a aprender a tocar la guitarra.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y es que el saber no
ocupa lugar y nunca es tarde si la dicha es buena.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-37542907668308424152023-12-07T01:15:00.000-08:002023-12-07T01:15:24.292-08:00Un cuento de oficinistas<p>Hoy os presento el segundo cuento, de la serie de cuatro, que, como os anuncié la semana pasada, he recuperado después de varios años durmienso el sueño de los justos en otro blog fenecido hace tiempo por falta de visitantes. Espero que os guste.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL0WFt9gvEdovViaujkw_xE6o1G80ESdA9O_vkXXgRoJJLUXWzFWgumkJB6WFZsELnSphNyN7J_vU8qAk0MuxUHafIGbKjPG2rDBSjup5SBGfm5laL5cgigMPDpY525R0JxgZEsc1B8CflgUE350q6BVUwIncINmDhjp7oZdffD9YmN-61amFU23PZqkI/s512/Un%20conte%20d'oficinistes.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="384" data-original-width="512" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjL0WFt9gvEdovViaujkw_xE6o1G80ESdA9O_vkXXgRoJJLUXWzFWgumkJB6WFZsELnSphNyN7J_vU8qAk0MuxUHafIGbKjPG2rDBSjup5SBGfm5laL5cgigMPDpY525R0JxgZEsc1B8CflgUE350q6BVUwIncINmDhjp7oZdffD9YmN-61amFU23PZqkI/s320/Un%20conte%20d'oficinistes.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Había una vez un viejo oficinista que llevaba la
friolera de sesenta y cuatro años trabajando en la misma empresa. Se quería
jubilar, pero no le dejaban. Decían que era indispensable en el puesto que
ocupaba. Pero él sabía la verdad: su salario era tan magro que no hallarían a
nadie más dispuesto a trabajar por aquella miseria. Todo el personal de la
empresa era muy mayor, por idéntico motivo, pero Juan Currante, que así se
llamaba nuestro protagonista, era, con creces, el más viejo y el más antiguo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Pero Juan también sabía
que la pensión por jubilación todavía sería más esmirriada y todo por haberse
dejado embaucar con un «pero si aun eres muy joven, ya te daremos de alta a la
Seguridad Social más adelante, cuando seas mayor, que las cosas, como puedes
ver, no marchan muy bien ahora mismo</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">. Y así durante cincuenta
largos años.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Entró a trabajar en
Industrias Miserias, nombre con el que se conocía en el pueblo la fábrica de
tractores, cuando tenía tan solo quince años y el señor Negrero, el dueño,
cuarenta. Ahora él iba camino de los ochenta y aquel hacía ya un montón de años
que criaba malvas, y ahora eran su único hijo y el socio de este, Julián
Explotador, los que llevaban el negocio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Nunca había estado
enfermo, jamás había faltado al trabajo. Entraba el primero y salía el último.
Y así cada día laborable, de siete en punto de la mañana a siete y pico de la
tarde. Orgulloso de su trabajo en Negrero e Hijo, S.L. primero y Negrero &
Explotador, S.L. después, declaró en muchas ocasiones que pensaba morirse al
pie del cañón. En lo que no pensó cuando esto dijo fue que ese cañón fuera tan
pesado, resistiera tanto tiempo y que a su edad todavía le tendría que sacar
lustre.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El día de su ochenta
cumpleaños fue el primer día de su vida laboral que pidió poder ausentarse del
trabajo. Nunca antes había hecho tal cosa, ni siquiera cuando nació Ignacio, su
hijo. Pero ahora tenía un motivo lo suficientemente importante: le habían llamado
del hospital. Ignacio había sufrido un accidente con la motocicleta y acababa
de entrar en el quirófano. Parecía grave.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A Luisa, su mujer, no
le diría nada, tampoco lo entendería. Solo se lo contó a Mercedes, su
cuidadora, un miembro más de la familia y, claro, al señor Negrero hijo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Qué puede hacer usted
en el hospital? Solo molestar. ¿No se da cuenta de que no podrá ver a su hijo,
hombre de Dios? Vaya al terminar sus quehaceres, que ya habrá salido de la
operación —le dijo, señalándole con la mirada la puerta del despacho para que regresara
a su lugar de trabajo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero al ver que Juan no
aceptaba su consejo y que tomaba su abrigo, la bufanda y la bolsa de mano
dispuesto a marcharse, le espetó:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Señor... esto..., da
igual; mire que si se va antes de terminar su jornada laboral le tendremos que
descontar las horas perdidas y con la que está cayendo no está usted para
perder dinero así como así.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Al día siguiente, Juan llegó tarde a la
oficina, un hecho extraordinario que no pasó desapercibido por nadie. Todo el
mundo se imaginaba lo peor. «Pobre hombre, una mujer mentalmente discapacitada
y ahora un hijo vaya usted a saber en qué situación, eso si es que está vivo</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">
—pensaron.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero a las diez y diez,
Juan entró en la oficina con paso decidido y cara de felicidad, y antes de que
el señor Honorato Facha, el jefe de personal, pudiera reprenderlo, dijo en voz
alta:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">—He venido a recoger
mis pocas pertenencias. Mucho gusto y que lo pasen ustedes bien —iba a decir «y
que os den por culo</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">, pero se contuvo. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y dirigiéndose al señor
Facha, que le observaba boquiabierto, añadió:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ya me dirá cuando
puedo pasar a firmar el finiquito. ¡Adiós! —gritó a la vez que agitaba un
papelito como quien voltea una banderita como señal de bienvenida a un
mandatario extranjero. Y dando media vuelta, salió por la puerta grande a toda
prisa, como si tuviera miedo de que le atraparan y no pudiese salir de allí
nunca más.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Qué llevaba el
señor... esto..., bueno da igual, ¿qué llevaba ese en la mano? —preguntó el
socio de Negrero, conocido por todos, sin excepción, con el mote de <i>señor
tocacojones</i>, que también estaba presente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pues no estoy seguro
señor toca..., quiero decir señor Explotador, pero parecía un billete de
lotería.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Aquella misma mañana, muy temprano, cuando
Ignacio se despertó, tras la operación, y vio a su padre sentado a los pies de
su cama, puso unos ojos como platos, y mirándolo con cara de loco empezó a
agitar los brazos escayolados, que más bien parecía un pájaro despavorido. «La
cartera, la cartera</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">, gritaba mirando a su alrededor como quien ha perdido algo
muy valioso. Y es que la suerte llega cuando uno menos la espera. Ignacio,
pobre chico, iba conduciendo ofuscado y apresurado porque le había tocado el
primer premio de la lotería, un montón de millones y no vio que el semáforo se
había puesto en rojo y, claro, pasa lo que pasa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Padre, vaya al banco,
deprisa, e ingrese este billete. ¡Somos millonarios! —le dijo. casi a gritos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ahora mismo, hijo mío
—contestó Juan, dirigiéndose raudo hacia la puerta de la habitación.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero antes de salir, se
paró, y después de pensárselo unos segundos, se giró y añadió:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Pero antes tengo que
pasar por la oficina, pues tengo que terminar una tarea pendiente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Y es que no hay que dejar para mañana lo que
se pueda hacer hoy.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-80853761193849719732023-11-30T01:50:00.000-08:002023-11-30T01:50:14.921-08:00Un cuento de brujas<p><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Hoy inicio la
publicación de una serie de cuentos que escribí hace algo más de ocho años y
que formaron parte de un blog en catalán que abrí en noviembre de 2013 y que
falleció de puro aburrimiento en febrero de 2018. Espero que tengan aquí una
segunda oportunidad y que os resulten, como mínimo, entretenidos. El primero de
la serie que os presento a continuación lleva por título “Un cuento de brujas”.
Aunque Hallowen ya queda atrás, creo que esta historieta todavía tiene su
vigencia. Espero que os guste.</span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5YLj8hyzUdPoIk7JEQcvp-lwXletHy-IapFhGmIngIL6YZC6czBnrn_ZLZy1G5mdso0uG4BW_jhmzY1jpYJr0S9gkIJqet7-MnK8gtXPev29ddvsSHHz5PlwlUPQBeliNaPy1I2PI7VaZ5HgkpbdA2jiii8IYj3dqrgra3_wYlcHL8xRVz7RM-ZWz2eM/s298/Un%20conte%20de%20bruixes.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="209" data-original-width="298" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5YLj8hyzUdPoIk7JEQcvp-lwXletHy-IapFhGmIngIL6YZC6czBnrn_ZLZy1G5mdso0uG4BW_jhmzY1jpYJr0S9gkIJqet7-MnK8gtXPev29ddvsSHHz5PlwlUPQBeliNaPy1I2PI7VaZ5HgkpbdA2jiii8IYj3dqrgra3_wYlcHL8xRVz7RM-ZWz2eM/s1600/Un%20conte%20de%20bruixes.gif" width="298" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Hace muchos, muchos años, en Vilanova de
Bellpuig, un pueblo del Pla d’Urgell (Lleida), vivía Dolors Armengol, conocida
por los aldeanos como <i>la bruixa Lola</i>. Vivía sola en la última —o
primera, según se mire— casa del pueblo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Unos decían haberla
visto volar de noche sobre una escoba; otros transformada en un enorme cuervo
que, con sus afiladas garras, arrancaba los ojos de los pobres desgraciados con
los que se cruzaba; y los más osados juraban que convertía en un gato negro a
sus enemigos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Con o sin razón, casi
todo el pueblo la temía y algunos la odiaban. Enterada de todo ello, Lola
vivía, sin embargo, tranquila y pasaba los días recolectando hierbas
medicinales y las noches preparando pociones y ungüentos que luego vendía por
los alrededores, ya que sabía de sobra que en Vilanova de Bellpuig nadie se atrevería
a comprarlos y mucho menos a probarlos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Un día, llegó al pueblo
Isidre Gonyalons, el nuevo médico, para hacerse cargo de la consulta que había
quedado recientemente vacante. Tan pronto como el doctor Gonyalons tomó
posesión de su cargo, recibió la visita de una pequeña delegación de buenos
ciudadanos, encabezados por el cura párroco, el padre Perramón, un octogenario
que llevaba toda su vida sacerdotal al frente de la parroquia. Todos le dijeron
lo mismo:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Doctor, vaya con
cuidado con la bruja Lola. Todos los que le han precedido han acabado muy mal.
No tenemos pruebas, pero han ido desapareciendo uno tras otro sin dejar rastro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ya he oído hablar de
este cuento de brujas —les contestó Isidre—, pero no creo en las brujas y
ustedes harían bien olvidándose de estas tonterías.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Tonterías?, replicó,
furioso, el viejo cura. Se nota que usted es un joven descreído. Pero no se
descuide y esté al quite, porque a esa bruja no le gusta la competencia y un
día de estos usted acabará como Antoni Bruguera, Pere Ermengol y tantos otros
que, ignorando nuestros consejos, se atrevieron a ocupar el lugar de médico en
este pueblo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Hastiado de oír, día
tras día, tantas historias absurdas sobre la presunta bruja, el joven médico
decidió ir a su encuentro y así poder sacar sus propias conclusiones. «Seguro
que solo es una mujer arisca y estrafalaria que hace de curandera y nada más. Esta
gente son un hatajo de ignorantes</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">, se decía a sí mismo
mientras se encaminaba hacia la última —o la primera, según se mire— casa del
pueblo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Luego de llamar tres
veces a la puerta donde vivía la interfecta, aquella se abrió, apareciendo una
cara cubierta por mil y una arrugas, que casi parecía una pasa gigante, con una
nariz como una alcachofa y unos ojos saltones y grandes como dos ciruelas
mustias que le escrutaban de arriba abajo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Quién eres y qué
quieres?, le espetó sin ningún tipo de recato.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El joven, amedrentado
por el aspecto de la anciana, contestó con una voz más temblorosa de lo que
pretendía.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Soy, ejem, el nuevo
médico del pueblo. Me llamo Isidre Gonyalons y venía a...<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Me da igual quien
seas, como te llames y a qué cojones venías. Vete de aquí inmediatamente y
déjame en paz —le abroncó la vieja Lola, cerrándole la puerta en las narices.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero Isidre, tozudo
como era y picado por la curiosidad tras ese encontronazo, no se contentó con
largarse y aquí no ha pasado nada. Quería saber, ahora más que nunca, cómo era
aquella extraña mujer y qué hacía exactamente para ganarse la vida. Tan solo quería
salir de dudas para poder demostrar a todos aquellos supersticiosos del pueblo,
un buen puñado, por cierto, que eran unos necios.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">El joven supo por sus
vecinos, convertidos en espías y confidentes, que Lola iba cada domingo a
Mollerussa, que distaba a unos 15 Km del pueblo, pero nadie había osado
seguirla, no fuera que... «Seguro que va a ofrecer sus hechizos y pociones
mágicas a pobres infelices y vaya usted a saber si también a otras brujas</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">,
le dijeron. Incluso le informaron del autocar que tomaba y a qué hora salía de
su casa para ir hasta la carretera a esperarlo. Tanto le presionaron que Isidre
se vio forzado a preparar un plan, consistente en seguirla hasta el mercado de
la capital de la comarca y ver qué hacía exactamente aquella mujer allí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El domingo que tenía
que llevar a cabo el seguimiento, llovía a cántaros y hacía un frío de tres
pares de narices. Isidre, guarecido bajo su paraguas y medio escondido en la
esquina de enfrente, vio cómo Lola salía de casa con paso ligero, seguramente
hacia la parada del autocar. A pesar del mal tiempo, el joven no quiso
desaprovechar la ocasión y la siguió convenientemente disfrazado de campesino,
aunque con el breve encuentro cara a cara que habían tenido días atrás, no era
probable que le reconociera.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Después de un cuarto de
hora de trayecto, al llegar a la plaza del mercado de Mollerussa, donde el
autocar tenía su última parada, la lluvia había amainado, pero las nubes
seguían con aspecto amenazador. Tan pronto la vieja puso los pies en la plaza,
se internó por el laberinto de callejones que formaban los puestos ambulantes
del mercado con una agilidad impropia de una mujer de su edad. Isidre corrió
para no perderla de vista, pero el gentío le impedía avanzar a paso ligero.
Cuando la volvió a ver, aceleró la marcha, pero un enorme gato negro se le echó
encima, le hizo trastabillar y darse de bruces contra el pavimento, con un
estrépito de mil demonios producido por la caída de botes, cazuelas y todo tipo
de cacharros de uno de los puestos de venta al que quiso agarrarse en su caída.
Cuando se incorporó, avergonzado y deshaciéndose en disculpas, la lluvia volvió
a hacer acto de presencia y con una furia desmedida. Alzó la cabeza para mirar
al cielo desdibujado por las abundantes gotas que caían sin piedad y entonces
le pareció vislumbrar algo que le llamó poderosamente la atención: sobre una
torre cercana que daba a la plaza había una figura negra y jorobada. Era ella,
sin duda. De lejos pudo ver cómo le observaba con aquellos inconfundibles ojos. El agua le enturbiaba la vista y quizá también la cordura, pero vio cómo
la vieja saltaba al vacío y se convertía en un gran pájaro negro, como un
cuervo gigante, que se alejaba volando y emitiendo un graznido que le puso los
pelos de punta. Curiosamente, nadie se percató de lo que pasaba sobre sus
cabezas empapadas por la cortina de agua que caía como no recordaba haber visto
jamás. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El joven médico se sintió
de pronto muy cansado, como si hubiera envejecido cien años. Volvió al pueblo
con las manos vacías y la cabeza ardiendo, con la única intención de descansar.
Ya volvería a intentarlo en otra ocasión. Pero con lo que había visto, o le
había parecido ver, no lo tenía nada claro. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando llegó a casa,
encontró, clavada en la puerta, una nota escrita con una caligrafía propia de
un escolar de primer grado. La nota decía así:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><i><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ten cuidado con lo que
haces y dices, no sea que tenga que convertirte en otro de mis gatos. Ten más
sentido común que los otros y no me obligues a hacer uso de mis poderes. Déjame
en paz y yo te dejaré en paz.<o:p></o:p></span></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Cuando los vecinos
preguntaron a Isidre si había descubierto algo extraño allá, en Mollerusa, este
les contestó, con una sonrisa socarrona: «Pero ¿qué queréis que descubriera,
majaderos? Nada de nada</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Y así pasaron los años.
Isidre ejerció de médico hasta su jubilación, a los setenta años. Cuando llegó
su relevo, un joven venido de Lleida, el viejo doctor Gonyalons decidió no
ponerle en antecedentes. «Ya se ocuparán de contárselo los fisgones de siempre.
Y cuando se lo hayan explicado, que haga lo que quiera. No quiero tener nada
que ver con esta historia. Yo ahora aprovecharé a hacer lo que he estado
esperando todos estos años: poner pies en polvorosa tan pronto como pueda</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así, generación tras
generación, continuaron las murmuraciones sobre aquella mujer más vieja que
Matusalén, conocida como la bruja Lola que, según las malas lenguas, tiene más
de trecientos años y un montón de gatos negros y gordos en su casa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y es que, bien pensado,
si no quieres problemas, no te metas donde no te llaman.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-61995748435768185872023-11-13T01:20:00.000-08:002023-11-13T01:20:38.334-08:00El chimpancé<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh67qPLqexp8OSImGWvVoRChmIIIjNxu5Vtm-vkrTS6tOmDZ6_pk7eFkLfDK-AI-OQW5HQ-PkG2komPZmxB4m7eyv3ILvvAGT7j_3AdEkxCXB4RQq_2i117mFtrvYsfvJvg91Rg288tt-lRWkqJi_PuY0540BQ_xiHTvFMwO0l63cnT6DKwWziJtavC3o0/s1200/El%20chimpanc%C3%A9.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="674" data-original-width="1200" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh67qPLqexp8OSImGWvVoRChmIIIjNxu5Vtm-vkrTS6tOmDZ6_pk7eFkLfDK-AI-OQW5HQ-PkG2komPZmxB4m7eyv3ILvvAGT7j_3AdEkxCXB4RQq_2i117mFtrvYsfvJvg91Rg288tt-lRWkqJi_PuY0540BQ_xiHTvFMwO0l63cnT6DKwWziJtavC3o0/s320/El%20chimpanc%C3%A9.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Tras cinco años de trabajo en el departamento
de investigación de un laboratorio farmacéutico, me encariñé con Óscar, el
chimpancé más viejo que había sido sometido a un sinfín de ensayos, pero que, a
pesar de ello, se mantenía en una forma física saludable. Nadie sabía su edad,
pues fue adquirido de forma un tanto irregular y su vendedor, que fue quien lo
trajo a nuestro país, tampoco conocía este dato. El veterinario al que
consultaron en su día, estableció como edad probable unos cuatro años, así que
cuando yo le conocí rondaría los quince.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ya no lo utilizaban
para ninguna prueba más, pues el nuevo director de investigación, que se
autodefinía como amante de los animales, consideró acertadamente que el animal
ya había sido sometido a demasiadas pruebas y, además, las normas sobre buenas
prácticas de laboratorio prohíben el uso de una misma especie animal para más de
una intervención.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">De este modo, a las ratas,
ratones, conejos, gatos y cobayas, una vez utilizados experimentalmente, se les
practicaba la eutanasia —a menos que murieran durante o tras el ensayo al que
habían sido sometidos— y posterior cremación. A pesar de ello y saltándose el
procedimiento, siempre había algún mozo de almacén interesado en llevarse a
casa un hermoso ejemplar de conejo, siempre y cuando solo hubiera sido sometido
a pruebas de sensibilización y tolerancia dérmica u ocular como paso previo
para la comercialización de algún producto cosmético. En tal caso, el responsable
del estabulario hacía la vista gorda, rogándole al interesado que ocultara
debidamente al animal que iba a ser objeto de un pequeño festín gastronómico.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero regresando al caso
de Óscar, como nadie sabía qué hacer con él, pues al haber sido adquirido ilegalmente
no podían siquiera donarlo a un zoológico, que exigiría conocer su origen y los
papeles acreditativos de su adquisición, el pobre animal sobrevivía en su
jaula, viendo como otros especímenes de su misma especie entraban y salían de
las suyas sin saber qué hacían con ellos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Como siempre que
entraba en el laboratorio me dirigía a su jaula para saludarle, nos hicimos
amigos. Solo había que ver lo contento que se ponía al verme entrar a
saludarle. Sus gritos de alegría, los saltos que daba y su gran sonrisa me
conmovían. Sacaba sus brazos a través de los barrotes como si quisiera
abrazarme y que lo abrazara. Ello me enternecía, como si se tratara de un niño pequeño
pidiendo cariño.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando me plantaba
frente a él, ambos actuábamos como si mantuviéramos una conversación: yo le
hablaba bajito —para evitar que los cuidadores se rieran de mí—, le decía lo
que uno le dice a un crío al que quiere distraer y nos dábamos la mano en señal
de amistad. Tras ese tiempo de mutuo afecto, resolví pedirle al director de
investigación que me dejara llevármelo a casa y si tenía que pagar por ello,
pues estaba dispuesto a hacerlo, pero no soportaba verlo ni un día más en aquel
triste rincón.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así fue cómo Óscar
pasó a formar parte de mi vida. Se aclimató de inmediato. Se le veía feliz.
Tenía una habitación solo para él y andaba por casa libre de hacer lo que se le
antojara. La única precaución que tomaba era llevarlo atado con una correa cuando
salíamos de paseo. Al principio, los vecinos se alarmaron. No estaban
acostumbrados a ver un chimpancé por la calle como si de un perro se tratara.
Pero pronto se acostumbraron e incluso le hacían monerías cuando se cruzaban
con nosotros, a las que él correspondía dando pequeños gritos de satisfacción y
moviendo la cabeza asintiendo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero al cabo de algún
tiempo, Óscar empezó a mostrar signos de agresividad, pero solo en casa, cuando
no había nadie más que nosotros dos. Se enfadaba por cualquier cosa. Parecía un
niño mimado que se rebela cuando no se le concede lo que quiere. Tenía
berrinches de niño malcriado, llegando en una ocasión a darme un manotazo. Un
día, tal fue su enfado que me asusté al ver su expresión feroz, enseñando los
dientes y en una actitud de ataque. Por fortuna logré apaciguarlo dándole lo
que más le gustaba: un caramelo de anís. A continuación, cuando todo volvió a
la calma, me encerré en mi estudio y busqué en el libro que había comprado
cuando lo adopté, un manual sobre el comportamiento de los primates.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Quedé aun más
preocupado cuando supe que los chimpancés tienen una fuerza muscular muy
superior a la del hombre. Su musculatura está mucho más desarrollada, pudiendo
llegar a matar a una presa de un peso y envergadura superior a la suya. Su
dentadura es muy poderosa. Aunque su alimentación es básicamente vegetal, en
realidad son omnívoros. De hecho, últimamente, Óscar solo comía carne y algo de
fruta.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Desde ese día, empecé a
temerle. Me daba la impresión que su mirada ya no era tan limpia y cálida como
antes. A veces le sorprendía mirándome de un modo extraño, como si estuviera
maquinando algo contra mí. Al principio deseché tal cosa, y lo interpreté como
una de mis paranoias, pero con el tiempo ya no lo tuve tan claro. Un amigo, que
solía frecuentar mi piso y que interaccionaba con Óscar de forma amistosa, me
dio la razón y me previno contra él. «Deshazte de él lo antes posible y antes
de que sea demasiado tarde. A este animal le ocurre algo extraño. Su
comportamiento ya no es tan amigable como al principio. Quizá haya contraído
alguna enfermedad en el laboratorio que le puede provocar accesos de ira y el
día menos pensado te ataque brutalmente</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">, Con esas palabras, mi
amigo me infundió un miedo visceral, de modo que Óscar pasó de ser mi amigo a
un potencial enemigo peligroso. Tenía que deshacerme de él, pero no sabía cómo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Como si me hubiera
leído el pensamiento, Óscar me seguía a todas partes y no me quitaba ojo de
encima, como si estuviera al acecho, preparado para lanzárseme encima en caso
de que yo pretendiera hacerle algo en contra de su voluntad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Así las cosas, fui a
ver al veterinario que lo había reconocido al ser adquirido por el laboratorio,
le conté lo que sucedía y le pedí consejo. «Tráemelo y lo examinaré</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">,
fue todo lo que me dijo. Y así lo hice.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El día de autos, salí a
pasear con Óscar, como cada día, pero esa vez el trayecto no era el mismo de
siempre, pues me dirigía, sin él saberlo, hacia la clínica veterinaria que, por
fortuna, no quedaba demasiado lejos de casa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una vez en ella, noté
que Óscar estaba agitado, gruñía y tiraba fuertemente de la correa con
dirección a la puerta de salida. Tuvo que salir un auxiliar para lograr, entre
los dos, que entrara en el cubículo de exploración. Contrariamente a lo que
presentía, el animal se tranquilizó, como si reconociera al veterinario que
muchos años atrás lo había examinado. Se dejó hacer, mostrándose en todo
momento colaborador. Fue cuando el veterinario quiso ponerle unos electrodos en
la cabeza para realizarle un electroencefalograma, cuando su agresividad volvió
a aflorar. No podíamos retenerlo entre todo el equipo de la clínica que acudió
en nuestra ayuda. Finalmente, le propinó un tremendo mordisco al pobre
veterinario y, aprovechando nuestro estupor, que hizo que relajáramos por unos segundos
nuestros esfuerzos por sujetarle, se escabulló y salió a la calle como alma que
lleva el diablo, profiriendo unos gritos amenazantes y desgarradores. Cuando
salí tras él, vi cómo se detenía en seco y se giraba para mirarme fijamente. En
su mirada vi claramente reflejados los signos de la cólera y me pareció
vislumbrar una señal de amenaza. Acto seguido desapareció y no volví a verlo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Por supuesto, di parte
a la policía, contándoles lo que había ocurrido y que no solo temía por él sino
también, y sobre todo, por cualquier persona que se cruzara en su camino,
dado su estado de ánimo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una patrulla recorrió todo
el barrio y aledaños, sin dar ningún fruto. Así pues, tuve que resignarme y
volví a casa pensando que alguien lo encontraría y lo pondría en conocimiento
de la policía, que había emitido una nota de advertencia a los ciudadanos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pasaron los días y
seguí sin tener noticias de Óscar, cosa que me extrañó sobremanera. Hasta que
una noche, estando en la cama leyendo, oí un ruido sospechoso en la terraza. Al
descorrer las cortinas para ver quién andaba fuera, me llevé un susto tremendo,
pues vi la cara de Óscar pegada al cristal y, al verme, empezó a aporrear la
puerta corredera. Temiendo que la echara abajo y alarmara al vecindario, decidí
abrirle. No tuve tiempo de apartarme, pues me propinó tal empujón que salí
volando hasta aterrizar en el suelo del salón. Antes de levantarme, se me
acercó blandiendo un objeto, que no pude distinguir dada la oscuridad reinante,
con la clara intención de hundírmelo en el cráneo. Por fortuna tuve el
suficiente reflejo para apartarme a tiempo y alejarme de él todo lo que pude.
Empezó a perseguirme por todo el piso, dando unos saltos increíbles, mientras
seguía gritando como un poseso. Pensé que no saldría vivo de aquel encuentro,
pero pude llegar hasta el recibidor y como siempre dejo las llaves puestas detrás
de la puerta, pude abrirla antes de que me atrapara y salí corriendo escaleras
abajo y, ahora sí, pidiendo auxilio a voz en cuello. Con tanta precipitación,
resbalé y caí rodando por las escaleras, dándome tal golpe en la cabeza que
perdí el conocimiento.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando desperté, estaba
en mi cama. Todo parecía estar en orden, salí al salón y no vi ninguna señal de
lucha ni destrozo alguno. La cristalera estaba intacta y no había ningún indicio de la presencia de Óscar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aturdido, extrañado y
todavía asustado, fui a trabajar mientras cavilaba sobre lo acontecido, sin
hallar explicación alguna. Al llegar a mi puesto de trabajo, me dirigí
presuroso al estabulario, sin saber muy bien porqué. Solo poner los pies en él,
dirigí la mirada hacia la jaula que había alojado a Óscar. Cuál sería mi
sorpresa al verle tranquilamente sentado y sacando los brazos hacia mí como
siempre había hecho al verme entrar. Me acerqué con pasos dubitativos y temblorosos.
Era él, no cabía duda. Pero esta vez no me atreví a tocarlo. Entonces me miró
con cara de extrañeza y empezó a gemir. Su expresión era de pena, pero en el
fondo percibí un atisbo de rencor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">En ello estaba cuando
oí a mis espaldas la voz del director del departamento. Nos estuvo contemplando
un largo rato y al final me miró y me dijo: «Veo que os habéis hecho amigos. Si
quieres te lo puedes llevar a casa, siempre estará mejor que aquí. Me da pena
el pobre animal. ¿Qué me dices?</span><span style="font-size: 12pt;">»<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Salí apresuradamente
del estabulario alegando una indisposición. Ahora estoy en casa, en la cama,
intentando comprender. Creo que pediré la baja por estrés e iré buscando otro
trabajo.<o:p></o:p></span></span></p><br /><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-85705412558592627792023-11-04T03:23:00.000-07:002023-11-04T03:23:48.453-07:00El Documento Nacional de Identidad<p><span style="font-family: verdana;"><i>El microrreto que nos plantea El Tintero de Oro en esta séptima temporada consiste en escribir un microrrelato de hasta 250 palabras, con la característica de que sea un texto sin narrador. Aquí va mi aportación. Espero que os guste.</i></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi60NiYiJHyHvH_WVUHFm8017eI2HttECymWqB1iAvZnTYKN26HoTle8pXhQiKGQRZ7yVatHQ6qzF9-5KUAN78PJXniJ48YQsi25mSIu3hQw_Dh9ou9-17J4no_ssfILyPOQL34coGtfvIHEiGuYBpqcG7R6BetgPWWKUniFSazmdX1W5898A0lCU0KvVM/s400/El%20DNI.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" height="194" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi60NiYiJHyHvH_WVUHFm8017eI2HttECymWqB1iAvZnTYKN26HoTle8pXhQiKGQRZ7yVatHQ6qzF9-5KUAN78PJXniJ48YQsi25mSIu3hQw_Dh9ou9-17J4no_ssfILyPOQL34coGtfvIHEiGuYBpqcG7R6BetgPWWKUniFSazmdX1W5898A0lCU0KvVM/w194-h194/El%20DNI.png" width="194" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Estimado Sr: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Esta Dirección Nacional de
Policía, habiendo recibido un informe del equipo de expedición del DNI de Sant
Feliu de Llobregat (Barcelona), le notifica que existen a su nombre dos
documentos nacionales de identidad con la misma numeración, idénticos nombres
paterno y materno e igual dirección postal, a la que le remitimos el presente
comunicado, pero que se diferencian por la fotografía y la firma. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Ante ello, deberá personarse a
la mayor brevedad posible en la comisaría de policía de la antes citada
población a efectos de dilucidar a quién corresponde en realidad dicho
documento y los datos que en él constan.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">En el caso improbable de que
se trate de una disociación de la personalidad, se requiere además de la
presencia de un psiquiatra que pueda dar fe de dicha circunstancia. Un juez
instructor tomará declaración al médico especialista para determinar, de ser
ello posible, cuál de las dos identidades es la certera o más probable. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">La incomparecencia se
considerará un delito de desobediencia e incluso de rebeldía, al margen del
cargo por una posible usurpación de identidad infligida de forma voluntaria, a
menos que concurra la patología psicológica anteriormente aludida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">De no personarse en las arriba
citadas dependencias de la comisaría de policía de Sant Feliu de Llobregat, nos
veremos obligados a enviar a su domicilio a unos agentes, que procederán a su
detención para su posterior comparecencia ante el juez instructor, quien
determinará los cargos en su contra.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Atentamente,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Madrid, a 28 de diciembre de
2022<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfRq3h01CE7m7asTGWaX3tgrYMk63fe15cOgS8VARXTaMJYYXBD093fleUeYt-u81n4mRZiu4W1G92rOjsFvBDvb5RH2Smz0WeY6MiIbMb0EFlXeR2Seamos3t12SNrZE_vV0I7X_Ux5xN3AeaVDoymlGgT4OUx43vcBiL1mgaJ1li_MuZVF8PvLuYIuY/s320/MICRORRETOS%20S%C3%89PTIMA%20TEMPORADA%20(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="180" data-original-width="320" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfRq3h01CE7m7asTGWaX3tgrYMk63fe15cOgS8VARXTaMJYYXBD093fleUeYt-u81n4mRZiu4W1G92rOjsFvBDvb5RH2Smz0WeY6MiIbMb0EFlXeR2Seamos3t12SNrZE_vV0I7X_Ux5xN3AeaVDoymlGgT4OUx43vcBiL1mgaJ1li_MuZVF8PvLuYIuY/s1600/MICRORRETOS%20S%C3%89PTIMA%20TEMPORADA%20(2).jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com76tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-23114355116768413992023-10-17T04:05:00.000-07:002023-10-17T04:05:03.347-07:00El armario<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaWawNChRUouzDOuJzkk40KEfQpzuwQoqU0laXr_BfoZ591bW2bd29sptasV8F85EgnXVhtNJaJFOX_fHV80Z4olWcYnBuR_czZrT8AVIGHwqB_fEAIRyeWVbCJRajY0jJOa9LaWOcH0GbKb4nRye1-I9Cs_gCgHk2QnJK-rQgyZe25_WROAcjeTjSztQ/s470/El%20armario.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="470" data-original-width="470" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaWawNChRUouzDOuJzkk40KEfQpzuwQoqU0laXr_BfoZ591bW2bd29sptasV8F85EgnXVhtNJaJFOX_fHV80Z4olWcYnBuR_czZrT8AVIGHwqB_fEAIRyeWVbCJRajY0jJOa9LaWOcH0GbKb4nRye1-I9Cs_gCgHk2QnJK-rQgyZe25_WROAcjeTjSztQ/s320/El%20armario.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p><p><span style="font-size: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Volver a la casa en la
que nací y viví hasta mi preadolescencia fue todo un reto al que no me pude
resistir. Resultaba demasiado tentador, sobre todo después de leer aquel
anuncio.</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Fue por
casualidad, como suele ocurrir con muchas cosas importantes en esta vida. Se
vendía a un precio irrisorio, teniendo en cuenta a cómo estaba el precio de la
vivienda, a pesar de su antigüedad. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Antes de
interesarme en persona, indagué un poco y descubrí que desde que mis padres y
yo abandonamos aquella casa, hace de eso veinte años, había tenido una gran
cantidad de propietarios, que, a su vez, habían preferido mudarse al cabo de un
corto periodo de tiempo. Y yo presentía el motivo. La culpa de ello debía
tenerla el armario o, debería decir, su contenido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Mis
padres nunca me creyeron, hasta que no tuvieron más remedio que rendirse.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todo empezó
el día que cumplí diez años. Fueron tantos los regalos que recibí, que mi
cuarto ya no daba abasto para contener tantos cachivaches que había ido acumulando
desde que tuve uso de razón. Así que decidí ganar espacio para lo más nuevo y
trasladar mis viejos juguetes al armario de la buhardilla, en la que no había
puesto los pies desde que era muy pequeño y cuya impresión me obligó a no
repetir la experiencia. De aquella visita solo me quedó el recuerdo de aquel viejo
armario apoyado en una pared del desván.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pues
bien, en mi décimo cumpleaños decidí volver a visitar aquel espacio tan lúgubre
diciéndome que ya era un chico mayor que nada tenía que temer de un carcomido
armatoste que no debía haber sido abierto desde tiempo inmemorial. Craso error.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al
abrirlo, tras mucho esfuerzo, pues sus goznes estaban oxidados por el paso del
tiempo, comprobé que solo contenía algunos trajes de hombre y vestidos de mujer
totalmente apolillados. El olor que desprendían aquellos ropajes era muy
desagradable. Olor a muerto, me dije. El caso es que deposité en él todos los
juguetes que había decidido exiliar, pues por aquel entonces era incapaz de
tirar nada por muy viejo e inútil que fuera.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Fue por
la noche de ese mismo día cuando empezó mi pesadilla. Como mi habitación estaba
justo debajo de aquel desván, los ruidos que de él surgían eran perfectamente
audibles. Tras un chirriar producido probablemente por la apertura de una
puerta —que yo interpreté la del armario— oí claramente pasos, eso sí,
amortiguados, como el que quiere no ser descubierto en plena noche, y
seguidamente el típico ruido de unos cochecitos rodando por encima del techo de
mi alcoba. Parecía como si alguien estuviera jugando con mis coches de
miniatura, esos que había arrinconado hacía ya unos cuantos años y que habían
ido a parar al fondo de ese maldito armario.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Desde
aquella noche, todas las siguientes resultaron igualmente angustiosas. Sin
duda, alguien se movía por la buhardilla jugando con mis viejos juguetes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Como ya
he dicho, mis padres jamás me creyeron y todo lo que conseguí, tras insistir
hasta la saciedad, fue que me permitieran mudarme a otra habitación de la
planta baja, la que había pertenecido a mi hermana, antes de morir.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La
oposición de mis padres a tal traslado se debía a que mi madre quería mantener
inalterable la habitación que había ocupado Ángela, mi única hermana, dos años
mayor que yo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La verdad
es que a mí también me pareció una especie de profanación de un templo al que mi
madre acudía con frecuencia, como si quisiera rendir un homenaje a la memoria
de su querida hija.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero tras
unas noches de sosiego, volvieron los ruidos nocturnos, pero esta vez acompañados
de susurros y sonidos propios de arrastrar algún mueble o enser pesado. Mis
padres negaron tal hecho; o estaban sordos o tan profundamente dormidos que no
podían oír nada en absoluto. Y así fueron pasando los años, resignado y
agradeciendo que nada malo aconteciera tras esos enigmáticos sonidos. Hasta que
cumplí los catorce años.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aunque a esa
edad ya no recibía tantos regalos como cuando era pequeño, también quise
desembarazarme de algunos trastos que había ido acumulando durante los últimos cuatro años sin que me hubiera atrevido hasta entonces volver a subir al trastero
en el que se había convertido la buhardilla. Pero ya tenía edad suficiente para
dejar atrás lo que ahora pensaba que había sido una alucinación derivada de mi
inconmensurable fantasía.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al entrar
en aquel habitáculo oscuro y maloliente, me asaltó, sin embargo, un repentino
temor. Presentí que el armario me estaba esperando. Solo con acercarme unos
pasos, su puerta se entreabrió con aquel chirrido que tan bien recordaba. Mis
piernas empezaron a temblar y estuve a punto de salir corriendo de aquella
lúgubre estancia. Pero cuando me disponía a hacerlo, oí una voz infantil que me
llamaba, una voz que me resultó familiar, la de mi hermana. Se me erizaron los
pelos de la nuca y un escalofrío me recorrió el espinazo. Me quedé inmóvil, no
podía moverme. Al final, pude articular unas palabras: <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Qui,
quién eres? — fue todo lo que logré decir.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿No me reconoces?
Soy Ángela, tu hermana.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿A, A,
Ángela? —balbucí—. Pe, pero si estás muerta —añadí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Lo
estaba, hasta que tú me trajiste de nuevo. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—¿Yo?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Sí, tú,
gracias a los juguetes que me dejaste. Aquellos con los que solíamos jugar, ¿no
te acuerdas?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y claro
que me acordaba. Aun siendo dos años mayor que yo, Ángela, además de hermana,
había sido mi mejor amiga y compañera de juegos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El resto
del día lo pasé obnubilado. Debía parecer un zombi, porque mis padres se
percataron y me interrogaron. Ante mi resistencia a contarles lo que había
vivido unas horas antes, para que no me tomaran por loco, mi padre me conminó a
darles una explicación ya que teníamos invitados y mi comportamiento estaba
llamando la atención, pues creían que estaba enfermo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Ángela
ha vuelto y está en el armario de la buhardilla —les dije en un susurro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Mi madre,
alarmada, puso su mano en mi frente para comprobar si tenía fiebre y me
interrogó sobre mi estado físico, convencida de que había contraído una
enfermedad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando
todo el mundo se hubo marchado, y ante mi insistencia pertinaz, mis padres
acabaron cediendo y subieron conmigo a la buhardilla, solo con la intención
—supuse— de convencerme de que todo había sido una alucinación, un delirio o
algo peor. Creo que llegaron a poner en duda mi estado mental.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El
armario estaba, en esta ocasión, cerrado y se resistió a ser abierto. Por
muchos esfuerzos que hacía mi padre no lograba que las puertas cedieran un
ápice. Cuando ya se daba por vencido, diciéndome que aquello era una prueba de
que allí no había nada ni nadie, la voz de mi hermana se oyó clara y grave
desde su interior, como si de una caja de resonancia se tratara. Mis padres,
espantados, dieron un paso atrás y me miraron horrorizados. Ante la insistencia
de mi hermana, que solo repetía mi nombre, probé a abrir aquel armazón de
madera carcomida. Las puertas cedieron sin oponer resistencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Su
interior apareció sin rastro de ningún ser vivo o muerto. Yo no sabía qué hacer
ni entendía el reclamo de Ángela. Entonces oí, en mi interior, como si alguien
me hablara muy bajito y pegado a mis oídos:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">—Vete,
Manolito —siempre me había llamado así—. Déjame con ellos. Esto no va contigo.
Vete, por favor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Obviamente,
mis padres no pudieron oírlo, era un mensaje solo para mí. Así que obedecí a mi
hermana y abandoné la estancia precipitadamente. Mis padres, pero sobre todo mi
madre, quiso demorarse un poco para inspeccionar a fondo el armario, pues
aquella voz que habían oído minutos antes era la inconfundible voz de su hija.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No sé qué
ocurrió a continuación. Solo sé que desde el piso de abajo oí unos gritos
ensordecedores de mi madre y unas palabras que parecían suplicantes de mi
padre. Cuando al cabo de un tiempo, que se me antojó larguísimo, bajaron mis
progenitores, parecían muertos vivientes, de tan lívidos y demacrados como
estaban, sin ser capaces de darme una explicación. Solo balbuceaban palabras
ininteligibles. Cuando se serenaron, me prohibieron tajantemente volver a subir
a aquella estancia, obligándome a jurarles que jamás lo haría. Estuve tentado
en más de una ocasión de faltar a mi juramento, pero decidí no hacerlo, Por el
momento.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero el
momento no llegó, porque a los pocos días nos mudamos a otra vivienda, lejos
del barrio donde habíamos vivido todos esos años. Nunca se volvió a hablar del
tema y cada vez que intentaba sacarlo a colación recibía una dura reprimenda. Y
así pasaron los años y, aunque parezca mentira, me olvidé del asunto. Acabé
creyendo, o mejor dicho autoconvenciéndome, de que todo había sido fruto de
alguna trampa mental, una especie de histeria colectiva. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero
cuando leí en el periódico que aquella casa estaba en venta y me enteré que por ella
habían pasado tantos inquilinos, abandonándola sin explicación alguna, quise
retomar el tema donde lo había dejado muchos años atrás. A fin de cuentas —me
dije— los muertos no viajan ni cambian de residencia. Si todo fue real, Ángela
debe seguir allí —concluí mentalmente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">¿Qué
pretendía con ello? ¿Reencontrarme con el espíritu de mi hermana y que me
contara qué había ocurrido en aquella estancia en la que la dejé a solas con
mis padres? ¿Por qué no? No tengo nada que perder, excepto la cordura—me dije—.
Gracias a mi desahogada posición económica, el dispendio para la compra de
aquella vieja casa no suponía problema alguno. Lo consideraría una inversión.
Si la cosa salía mal, la volvería a vender después de remodelarla y quizá
lograría hacer un buen negocio. Es a lo que, de hecho, me dedico.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al cabo
de una semana, entraba en la casa familiar decidido a descubrir la verdad, si
es que había algo que descubrir.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Lógicamente,
lo primero que hice fue dirigirme a la buhardilla para abrir el misterioso
armario. Con treinta y cuatro años, ya no me flaquearon las piernas y, decidido
como estaba, me apresuré a abrir aquellas raídas puertas, que esta vez no opusieron
ninguna resistencia. El armario estaba como la primera vez que lo abrí.
Seguramente todos los anteriores inquilinos no se habían atrevido a tocar nada,
por reparo o por haber tenido algún tipo de experiencia paranormal. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al
principio nada sucedió, pero al transcurrir un minuto o dos, volví a escuchar
la voz de mi hermana, que me daba la bienvenida y acto seguido se materializó.
Era la niña que todavía recordaba de mis juegos y de las fotografías que
abundaban por la casa y especialmente en su antigua habitación, esa especie de
mausoleo que mi madre había creado en su memoria.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Lo que
aquella aparición me reveló me sacudió de tal forma que no podía dar crédito a
sus palabras: Ángela murió por culpa de mis padres. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Por aquel
entonces, yo estaba pasando las vacaciones en unas colonias de verano y al
regresar, mis padres me contaron que Ángela había sufrido un accidente y no
pudieron hacer nada por salvarla. Por mucho que pregunté, no hubo forma de que
me dijeran qué tipo de accidente había acabado con su vida. Todo eran
vaguedades y yo, con tan solo siete años, dejé de preguntar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero lo
que realmente ocurrió fue que mis padres se fueron una noche a cenar con unos
amigos y, no teniendo con quién dejarla, decidieron que, como con nueve años ya
era lo suficientemente mayor para cuidar de sí misma, podía quedarse sola en
casa. Siendo Ángela una niña inquieta y rebelde, y temiendo que pudiera hacer
alguna travesura, la dejaron encerrada bajo llave en el desván, donde podría
jugar con los juguetes que guardábamos allí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Con lo
que no contaron nuestros padres era que unos ladrones entraran, aprovechando su
ausencia, en casa. Ángela, alertada por el ruido, se refugió en el armario.
Pero ello no le sirvió de nada, pues los intrusos, al descubrir que existía un
desván y que en la casa no había nada de valor, forzaron la puerta del armario
esperando encontrar algo que valiera la pena. Pero lo que encontraron fue a mi
hermana que, presa del pánico, intentó huir de aquellos delincuentes. Pero resultó
del todo inútil, pues cayó en sus garras. En la lucha para lograr zafarse de
ellos, recibió un tremendo golpe en la cabeza que le provocó un severo
traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ignoro cuál
sería la explicación que dieron mis padres a la policía, pero desde luego no
les contaron toda la verdad y creyeron a pies juntillas la versión de aquella
pobre pareja destrozada por tal horrible pérdida. Como no pudieron dar con los
ladrones, nunca se supo todo lo ocurrido y, al cabo de un tiempo, el caso se
cerró.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Así pues, mis padres mintieron a todo el mundo
—a mi incluido— para evitar ser acusados de abandono y negligencia grave. Y
mantuvieron el engaño durante todos estos años. El cuerpo de mi hermana yace en
el panteón familiar, pero su espíritu ha estado “viviendo” en el fondo del
armario que fue en realidad su tumba.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La rabia
de saberse traicionada por haber mentido sobre su suerte, hizo que Ángela, o su
fantasma, saliera como un genio furioso encerrado injustamente en una lámpara
mágica cuando mis padres abrieron aquel día el armario. Les recriminó su traición,
su cobardía y su irresponsabilidad por dejar a una niña de nueve años sola y
encerrada. Ellos eran los verdaderos culpables de su muerte. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Por lo
tanto, mientras nosotros abandonamos aquella casa y a mi hermana en ella, Ángela
ha estado viendo pasar el tiempo a la espera de que sus padres le mostraran un
sincero arrepentimiento. No pedía más. Y en lugar de eso, tuvo que soportar la
soledad y la presencia de extraños a los que no tuvo más remedio que expulsar a
su antojo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando
hubo terminado su relato, me sentí tremendamente desolado, considerándome
culpable por haberla ignorado yo también todos estos años, dejándola vagando
como alma en pena. Pero todavía estaba a tiempo de compensarla mínimamente. No
la abandonaría. No podía vivir con ese peso en la conciencia. Su hermano
también le había fallado. Mis padres ya no estaban para pedirle perdón, pero yo
sí, y no volvería a darle la espalda.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pienso
envejecer a su lado. Ahora solo me resta hacerle compañía hasta el fin de mis
días. Haré reformas, tal como había presumido. Lo primero que haré será
remodelar esa buhardilla y convertirla en mi habitación. Así estaré cerca de
ella y podremos seguir charlando y jugando juntos. A fin de cuentas, solo tiene
once años. Siento que así repararé un poco la gran injusticia cometida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"></span></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgmP5a7tKA2X9xStrgd6Hki0kL0pSnROqejlz23DAMl76i3Nm0xO0Rl8hqQK4Sc1ThlKH2yXq83idPraTXhq1xn-5DG_57dJ2fCcMVUDw3P_WG18YYKUP1raPLdu8hNpfeHmqGB8VwBwgYfbhVWMr9SpWRDskazBbgXChMKoItnv56q3_IWVFdCzaPMtM/s320/BANNER%20BLOG.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="180" data-original-width="320" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgmP5a7tKA2X9xStrgd6Hki0kL0pSnROqejlz23DAMl76i3Nm0xO0Rl8hqQK4Sc1ThlKH2yXq83idPraTXhq1xn-5DG_57dJ2fCcMVUDw3P_WG18YYKUP1raPLdu8hNpfeHmqGB8VwBwgYfbhVWMr9SpWRDskazBbgXChMKoItnv56q3_IWVFdCzaPMtM/s1600/BANNER%20BLOG.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com31tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-75366886479368932312023-09-07T00:36:00.000-07:002023-09-07T00:36:16.984-07:00La obra póstuma<p><span style="font-family: verdana;">Con estre microrrelato, que lleva por título <b>La obra póstuma</b>, participo en el reto que nos plantea este mes El Tintero de Oro. Espero que os guste. </span></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioeo5ExHXG0JKDdBeKY3Pl4OUl6NWKHJppgtWm-HNpwgDeTRbZ_iQAuiPdccW486RHW6QE-2iPYifAjgz1nt_XD3u7N7P0SCuxeJgJzI_kDo7FudWs1fGaRJHMSO6pJOLAswW7ttN5IFTmkXti3ENmdxRLndUU0mZimZinrnZ5-PEzGFke9pzFasOhEkE/s640/micro-inspiracion.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioeo5ExHXG0JKDdBeKY3Pl4OUl6NWKHJppgtWm-HNpwgDeTRbZ_iQAuiPdccW486RHW6QE-2iPYifAjgz1nt_XD3u7N7P0SCuxeJgJzI_kDo7FudWs1fGaRJHMSO6pJOLAswW7ttN5IFTmkXti3ENmdxRLndUU0mZimZinrnZ5-PEzGFke9pzFasOhEkE/s320/micro-inspiracion.png" width="320" /></a></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Pensé
que quizá la tranquilidad de una biblioteca me sacaría del pozo seco en el que se
hallaba mi inspiración. Y así fue.<o:p></o:p></span></p><b></b><p></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Al tercer día consecutivo de acudir a la
biblioteca pública tuvo lugar el hallazgo. Hasta entonces, todas las escasa
ideas me resultaban anodinas, nada que ver con mi pasada experiencia literaria.
Fue al agacharme para recuperar mi bloc de notas escasamente nutrido de
estupideces, cuando lo vi.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Al principio no identifiqué de qué se trataba,
pero cuando lo tuve en mis manos comprobé que era un tintero dorado —parecía
oro auténtico— y en él había la siguiente inscripción: <i>“Pídeme un deseo y lo
verás por escrito”</i>. No me lo podía creer. ¿Acaso estaba ante una especie de
lámpara de Aladino? Qué tontería más pueril —pensé.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Pero mi desesperación me empujó a probar la
veracidad de aquel sortilegio. Y funcionó, ya lo creo. En apenas unos minutos
mi mano escribía compulsivamente. Y lo que surgía de ella era oro puro, como el
del tintero mágico.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Mi editor, gratamente satisfecho por el
resultado, me prometió publicarlo lo antes posible, previendo que sería todo un
éxito.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Cuando, al llegar a casa, me dispuse a poner en
un lugar prominente el tintero, como si de un trofeo se tratara, vi algo que
hasta entonces me había pasado desapercibido. En letras muy pequeñas, había
otra inscripción que decía: <i>“pero todo tiene su precio”</i>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Ese precio lo estoy pagando ahora en una cama
de hospital. Creo que mi novela será mi obra póstuma.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"> </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;">(250 palabras)</span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"> </span></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com86tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-20489498685390498152023-07-27T00:03:00.000-07:002023-07-27T00:03:56.133-07:00Un breve descanso<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi37_Ac5WL_8bKV-FqP7mYWQgjpiNTmgzYgwXG2Racz3CJeUOAhty5M3gJPfe02scwyToteOCC7hcHzC1wQ6xjRAoK7ZLDr0BHtIgPj2ruf-IKc-ex0PqAAL_5feRbkEArhTbN1Ki4RYHBLlPUf9KjVYMWonnOyriGcpYO2VXqwtzGdbFY_A0UlHfMG890/s600/Un%20breve%20descanso.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="374" data-original-width="600" height="199" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi37_Ac5WL_8bKV-FqP7mYWQgjpiNTmgzYgwXG2Racz3CJeUOAhty5M3gJPfe02scwyToteOCC7hcHzC1wQ6xjRAoK7ZLDr0BHtIgPj2ruf-IKc-ex0PqAAL_5feRbkEArhTbN1Ki4RYHBLlPUf9KjVYMWonnOyriGcpYO2VXqwtzGdbFY_A0UlHfMG890/s320/Un%20breve%20descanso.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">No es que esté cansado, pero
sí un poco bajo de calorías escritoras, no sé si por culpa del calor, de un
bajón inspirador o ambas cosas. El caso es que me voy de vacaciones y dejo los
bártulos de escribir en casa y no los retomaré hasta septiembre o quien sabe
cuándo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Esta entrada es común para mis
dos blogs: Retales de una vida y Cuaderno de bitácora, y repasando su historial
a fecha de hoy, resulta que el primero ha sufrido un descenso en la
productividad, pues si por estas fechas, en 2022, había publicado 13 relatos,
ahora el cómputo es de 9; y en cuanto al segundo, en cambio, ha habido un
ligero aumento, ya que de 13 posts publicados en julio de 2022 he pasado a 16 a
día de hoy sin contar este, por supuesto. Esto debe ser como en las elecciones, que hay aumentos y descensos en
los resultados muchas veces inexplicables.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Sea como sea, mi intención es
seguir adelante, siempre en función de cómo evolucione mi inspiración y mis
intereses sociales.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Así pues, es esta una
despedida breve y espero que nos volvamos a encontrar una vez superado este
periodo canicular que estamos sufriendo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">¡Un abrazo!</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></p><br /><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-7425465802213444072023-07-13T02:16:00.000-07:002023-07-13T02:16:29.291-07:00La planta exótica<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYQkTRnNDvWLljbGZLHpDLQ6EQcc56ii537MJBj9lTOm6IlEU3Eox4jddo6Z-PzvsALg-_7sszq_tA3Ljso3QRbo14YAWSk4t1oNhsd7k8uZMTNIkS-gnhM4TV2G9WmZGGoOUg3M9GyyH_taIC8jeM5oAGNnuwNFNGe6vmvxsBAdckmYw3fQbmy6uKXLo/s500/La%20planta%20ex%C3%B3tica.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="500" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYQkTRnNDvWLljbGZLHpDLQ6EQcc56ii537MJBj9lTOm6IlEU3Eox4jddo6Z-PzvsALg-_7sszq_tA3Ljso3QRbo14YAWSk4t1oNhsd7k8uZMTNIkS-gnhM4TV2G9WmZGGoOUg3M9GyyH_taIC8jeM5oAGNnuwNFNGe6vmvxsBAdckmYw3fQbmy6uKXLo/w291-h248/La%20planta%20ex%C3%B3tica.jpg" width="291" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El problema principal residió en que mi mujer
no quiso hacerme caso. Últimamente me llevaba la contraria en casi todo lo que
le decía. Después de tantos años de convivencia ya me había resignado a que así
fuera, pues a pesar de ese inconveniente en nuestra relación, por lo demás todo
fluía con normalidad. Y yo la seguía queriendo como el primer día.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todo empezó un día en
que descubrió una planta desconocida en nuestro jardín. Yo dije de inmediato
que se trataba de una mala hierba, pero ella adujo que, fuese lo que fuese, era
bella y tenía unas flores hermosísimas con forma de rosa, de varios colores y
tonalidades, que daban un aspecto exótico a nuestro jardín. Desde entonces, yo
me refería a ella como “la planta exótica”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al principio todo iba
bien, pero la dedicación que le prodigaba mi mujer no me pareció normal. No solo le
hablaba —algo que ya solía hacer con todas nuestras plantas, tanto de exterior
como de interior, pues aducía que eso las estimulaba— sino que también le cantaba canciones de amor. Según ella, desde que lo hacía, “su planta” —como
así la llamaba— crecía lozana y cada vez más hermosa. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Con el tiempo, adquirió
unas dimensiones considerables y causaba el deterioro, primero, y la muerte
después de las que crecían y vivían a su alrededor. Eso me puso en guardia y le
dije que podía ser una planta parásita que vivía a expensas de sus vecinas.
Obviamente, haciendo gala de su tozudez y contradiciendo todo lo que yo le decía,
como que se deshiciera de ella o la trasladase a otro lugar del jardín donde estuviera
aislada del resto de plantas, insistió en dejarla donde había aparecido,
argumentando que si había crecido allí se debía a que era un lugar idóneo para
su desarrollo. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Mi preocupación fue en
aumento cuando vi que mi mujer pasaba con ella gran parte del día e incluso la
visitaba por la noche, antes de acostarse. Ese vínculo me resultó antinatural y
digno de ser estudiado y tratado por un psiquiatra. ¿Podía ser que esa planta
exótica ejerciera una influencia malsana sobre mi mujer? Por mucho que intenté
persuadirla de que aquello no era normal y hacerle ver que por muy bella que
fuese, solo era una maldita planta ornamental, no hubo forma de convencerla.
Llegó a culparme de sentir celos por su dedicación al cuidado de una planta fuera
de lo común, pues no llegamos a poder identificarla, por muchos libros y
páginas web de botánica que consultamos. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Un día decidí que ya no
podía soportar más ese dislate, que deterioraba cada vez más nuestra relación, ya
un tanto deteriorada, pues mi mujer se volvió agresiva, no perdiendo la ocasión
de acusarme en todo momento de mi animadversión hacia su planta, a la que
prodigaba mimos como si se tratase de una criatura. Y su agresividad fue en
aumento desde que descubrí, una noche, que discutía acaloradamente con ella,
metiéndose luego en la cama muy malhumorada, sin querer contarme el motivo. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">Así pues, hice las
maletas y me largué, no sin antes advertirla que aquello no podía terminar bien,
aconsejándole que consultara a un terapeuta si no quería que empeorara su
estado mental. Cómo no, se burló se mí y me invitó a abandonar de inmediato el
que había sido nuestro hogar por más de veinte años. «Y cierra la puerta
después de salir</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;">. Esas fueron sus últimas palabras. Y esa fue la última vez
que la vi.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A pesar del
resentimiento que sentía hacia ella, no podía dejar de preocuparme y la llamaba
de vez en cuando, sin ningún resultado, pues me colgaba el teléfono tan pronto
como oía mi voz. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Hasta que un día me
encontré con una amiga común y se interesó por mi mujer, bastante alarmada,
pues tampoco respondía a sus llamadas ni a sus mensajes de voz. Cuando le conté
lo ocurrido, insistió en que debíamos ir a verla, por si se había agravado su
estado mental y se había recluido padeciendo algún síndrome extraño.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Le hice caso y,
haciendo uso de mi juego de llaves, entramos en el piso dado voces para
reclamar su atención. Por toda respuesta, un silencio sepulcral llenó la
estancia. Temeroso de lo que podía hallar, me dirigí, seguido por nuestra
amiga, al jardín. Lo que vi me llenó de angustia y terror. La planta exótica
había alcanzado una altura de más de tres metros y junto a ella descubrimos
algunos enseres de mi mujer: pedazos de ropa desgarrada, sus zapatos, su reloj
y sus gafas. Pero ni rastro de ella. Incluso me pareció percibir algunas gotas
de sangre seca a los pies de aquella planta que parecía que nos miraba con
regocijo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aun hoy la policía no
ha logrado esclarecer lo ocurrido y, por mucho que mi amiga ha insistido en que
lo haga, yo no me he atrevido a dar mi opinión, para que no me tacharan de
demente. Cuando me sienta con fuerzas, volveré al jardín para arrancar de cuajo
esa planta exótica que nunca debió aparecer en nuestra casa. Debo reconocer,
sin embargo, que lo voy demorando por miedo de lo que pueda ocurrir.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><i>Ilustración: Rosa arco iris, que no reviste ningunza peligrosidad, a diferencia de "la planta exótica" de este relato de ficción.</i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;"><i><br /></i></span></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-22701602186203797162023-06-25T02:37:00.001-07:002023-06-25T23:08:28.572-07:00La caja china<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBiSl8IxiD6qWVZ9lHP4Ifk8MDfV_nJA-z-1MMsNYgQbmIgrF7zFIoMXrU_Uh4a61-eNMd6KTCCPlsk0oDjiKTXB_rR8Cihan9aEgaRcXDVDlWDH1ngSpKy4qwdDCcX0vuI00MfmCyrEzYg-A2aZuS2C5zA-oAEqnAJZDwkXh1he51TCxtskGrsfEejI0/s488/La%20caja%20china.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="325" data-original-width="488" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBiSl8IxiD6qWVZ9lHP4Ifk8MDfV_nJA-z-1MMsNYgQbmIgrF7zFIoMXrU_Uh4a61-eNMd6KTCCPlsk0oDjiKTXB_rR8Cihan9aEgaRcXDVDlWDH1ngSpKy4qwdDCcX0vuI00MfmCyrEzYg-A2aZuS2C5zA-oAEqnAJZDwkXh1he51TCxtskGrsfEejI0/s320/La%20caja%20china.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Iba a ser un fin de semana de lo más divertido.
Habíamos alquilado una casa rural en el Pirineo de Huesca y mis amigos querían
enseñarme a esquiar, pues yo nunca me había puesto unos esquís y la idea, si
soy sincero, no me entusiasmaba. Pero del mismo modo que se dice que el hombre
propone y Dios dispone, en este caso quien dispuso nuestra situación fue el
maldito hombre del tiempo. En lugar de un fin de semana soleado, aunque frío,
como el susodicho había pronosticado, lo que tuvimos que soportar fue un violento
temporal de viento y nieve que nos mantuvo encerrados desde que pusimos los
pies en la casa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y así, la primera
noche, después de cenar, aburridos y cansados de jugar al Trivial, a las cartas
y a los dados, mis amigos, conociendo mi aptitud para contar historias, me
invitaron, o más bien me conminaron a hacerlo. Ello me trajo a la memoria los
tres días de encierro en Villa Diodati, donde Mary Shelley escribió su Frankenstein,
aunque la única similitud entre ambas situaciones era el frío y el encierro forzoso
al que tuvimos que rendirnos. Así pues, ante su insistencia, decidí contarles
la historia de Amanda y Fernando:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Conocí a Amanda —empecé
a contar— en una de las últimas empresas en las que he trabajado. Al
incorporarme, el director general me presentó a los que conformarían mi equipo.
Y allí estaba ella. Rubia, espigada y con una sonrisa permanentemente fijada a
sus labios, me llamó de inmediato la atención. Pero aparte de su físico, debo
resaltar que lo que más me atrajo de ella al poco de tratarla fueron sus
cualidades profesionales, lo que hizo de Amanda mi colaboradora preferida.
Atenta, servicial, pero sobre todo muy competente en las tareas que le asignaba,
se convirtió en mi mano derecha, la única persona del departamento en quien
podía delegar tranquilamente, por muy complejo que fuera el asunto que
lleváramos entre manos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Sin embargo, al cabo de
un año, aproximadamente, noté que algo grave le debía haber sucedido, que hizo
tambalear su dedicación y desempeño, como si en su interior se hubiera
fracturado algo que le impedía ser la misma. Su rendimiento cayó en picado,
hasta el punto que todo el personal se percató de ello, acabando siendo la
comidilla del grupo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Como no podía ni quería
obviar el problema de base, un día la invité a almorzar para intentar
sonsacarle cuál era el motivo de ese cambio tan brusco de comportamiento. Y
entonces me contó su historia con Fernando, su novio desde hacía ocho años y
que hacía dos había fallecido por su culpa. Aunque el dolor por esa pérdida, de
la que se seguía culpando, había superado ya la fase de aceptación, algo
terrible le acababa de suceder que interfería con su vida y su trabajo. Y yo,
como buen samaritano, o buen jefe, y con vocación de psicólogo y confesor, la
exhorté a que me contara lo sucedido. Como esperando la oportunidad de
sincerarse con alguien de confianza, me tomó la palabra y me contó lo siguiente:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Fernando, murió en un
accidente de coche, una noche de verano, cuando volvíamos de un restaurante en
el que habíamos celebrado su cumpleaños. Como consideraba que él no estaba en
condiciones de conducir, pues había bebido más de la cuenta, mientras que yo
soy abstemia, me ofrecí a ser la conductora. El no opuso resistencia y se
conformó con ser el copiloto por una vez en su vida, pues le gustaba mucho
conducir y jamás me dejaba ponerme al volante. La carretera tenía un tramo de
muchas curvas, pero me la conocía muy bien, pues no era la primera vez que
hacíamos ese mismo trayecto. Aun así, Fernando no podía evitar darme constantes
órdenes con su lengua de trapo —toma la próxima salida, no corras tanto, no
vayas tan lenta que así no llegaremos hasta mañana, en la próxima rotonda sigue
recto, cuidado, agarra bien el volante, que llegamos a las curvas...—. El caso
es que al llegar a esas dichosas curvas dejó de hablar y entonces me percaté
que se había quedado dormido, seguramente por el efecto del alcohol pues él no
dormía jamás cuando iba de acompañante. Solo habíamos sobrepasado las tres
primeras curvas cuando un vehículo, con claros indicios de un exceso de
velocidad, invadió el carril contrario y chocó frontalmente contra nosotros.
Los cinco ocupantes del otro vehículo murieron en el acto y los análisis
revelaron que superaban tres veces el límite de alcoholemia y el conductor,
además, dio positivo a varias sustancias. A mí me mantuvieron en coma inducido
durante dos semanas, las que necesité para recuperarme mínimamente de mis
múltiples fracturas, de una hemorragia interna y de un traumatismo craneoencefálico
severo. Cuando, al despertar, pregunté por Fernando, me dieron la mala noticia:
habían intentado salvarlo, pero sus graves lesiones eran incompatibles con la
vida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Tras una larga
temporada aquejada de una tremenda depresión, pude salir del pozo gracias a la
medicación y a la psicoterapia. Y cuando creía que lo había superado y ya no me
culpaba del accidente, que obviamente no había provocado yo, me sucedió algo
que ha truncado mi recién recobrada entereza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todavía no entiendo
cómo pude acceder a ese juego al que nunca había querido someterme, pero en una
reunión de amigos, en mi casa, y con unas copas de más, me propusieron jugar a
la ouija. Y sucedió algo inesperado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Amanda parecía muy
reacia a contarme lo ocurrido, para que no la tomara por loca, como me confesó.
De todos modos, antes de saber cuál era el motivo de tanta congoja, le advertí
que no hiciera caso de lo que ese tablero le hubiera transmitido, que todo era
una patraña. Pero el mal ya estaba hecho —me dijo con voz temblorosa— y
consistía en que el espíritu de Fernando se había presentado, diciéndole que
allí donde estaba no encontraría la paz hasta que ella pagara por lo que había
hecho.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Nunca había creído en
el más allá ni en la existencia de espíritus, pero aquel suceso ha trastocado
todas mis creencias. Tenía que ser Fernando quien se había presentado, pues
sabía detalles de nuestra relación que ninguno de los presentes podía conocer.
Desde entonces, vivo en un continuo tormento y no puedo pegar ojo por las
noches creyendo que, de un momento a otro, el espíritu vengativo de Fernando
hará acto de presencia para llevar a cabo su venganza. De ahí que vivo como
alma en pena y no puedo concentrarme en nada más que no sea el espíritu de
Fernando y lo que me deparará toda esta increíble historia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Por mucho que traté de
persuadirla de que nada de ello podía ser real, que, en todo caso, era fruto de
su imaginación o de una sugestión, o que debía haber alguna explicación, como que
alguien de su entorno, no precisamente amigo, le había gastado una broma
pesada, alguien que debía haber estado muy unido a Fernando y que conocía
muchas cosas de su relación con ella, hacía oídos sordos. Así pues, fracasé
rotundamente en mi intención de convencerla.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al cabo de una semana,
aproximadamente, Amanda no apareció en el trabajo y no comunicó el motivo. La
llamé al móvil reiteradas veces y siempre lo tenía desconectado. Le dejé
cientos de mensajes que no me devolvió. Una de sus compañeras fue a su casa, pero
no había nadie. Un vecino le dijo que hacía un par de días la había visto tomar
un taxi y que parecía que llevaba mucha prisa. En definitiva, desapareció del
mapa y nunca más se supo de ella. Aunque su familia dio parte a la policía,
esta no fue capaz de dar con su paradero.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Con quien sí pudimos
contactar fue con sus padres, ya mayores, y su hermana menor, quienes también
estaban angustiados al no tener noticias de Amanda. Su hermana, Marga, me contó
todo lo que había ocurrido hasta el maldito accidente. Yo ya conocía los
detalles de cómo había sucedido, pero, como si la chica necesitara explayarse
con alguien de confianza —al parecer inspiro confianza a mucha gente— me dijo
que, aunque lamentaba cómo se había producido la muerte del que tenía que ser
su cuñado, lo odiaba, llegándome a confesar, un tanto compungida, que, a pesar
de no desear la muerte de nadie, se había alegrado de la de su futuro cuñado,
pues era lo mejor que le había podido pasar a su hermana. Y entonces me contó
la tortuosa relación que mantuvo su hermana con él hasta que la muerte los
separó:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Fernando era la
personificación del machista y maltratador psicológico. Amanda, por el
contrario, era una mujer sumisa que se había rendido a los encantos de aquel
individuo que nunca cayó bien a la familia. Por mucho que le advertí que nunca
sería feliz al lado de aquel individuo, Amanda no me hizo caso y siguió con él
a pesar de las evidentes muestras de menosprecio que le hacía en público. Todo
su grupo de amistades lo sabía y lo había presenciado, sintiendo vergüenza
ajena, pero nadie se atrevía a reprochárselo, pues Fernando tenía muy mal
carácter y cuando alguien le llevaba la contraria se volvía muy agresivo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">A pesar de todo ello,
llegaron a fijar la fecha de la boda, y fue entonces, curiosamente, cuando el
carácter de Amanda se agrió. Ya no era la misma de siempre, cariñosa, alegre y
optimista. Por mucho que sus amigas se interesaron por ella, jamás abrió boca
para hablar mal de Fernando, que sin duda era el motivo de aquel cambio. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">De cara a la galería,
él intentaba comportarse con ella de forma muy cariñosa, pero el lenguaje no
verbal de mi hermana decía que en la intimidad debía ser muy distinto. Yo
estaba convencida de que ejercía un dominio absoluto sobre ella y cada vez se
mostraba más posesivo y celoso. Un día, Amanda apareció con un moratón bien
visible en un ojo que, como suele suceder en esos casos, justificó con un
montón de excusas a cuál más ridícula. Por mucho que intenté que se sincerara
conmigo, no pude sacar nada en claro, pero lo que sí era evidente es que mi
hermana sufría en soledad e incluso diría que temía al que iba a ser su marido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando le conté la
experiencia de Amanda con la ouija, Marga se puso a temblar. No sabía nada,
pero estaba claro que la desaparición de su hermana estaba relacionada con
ello. A diferencia de Amanda, Marga sí creía en esas cosas del más allá y temió
que Fernando hubiera llevado a cabo su venganza y le hubiera hecho daño a su
hermana, o incluso que hubiera acabado con su vida.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pero ahí no quedó la
cosa, pues pasado un tiempo, cuando ya nadie confiaba en tener noticias de la
desaparecida, Marga recibió una carta sin remitente. Era la letra de Amanda y
la ponía al corriente de todo lo acaecido, para acabar diciendo que Fernando la
perseguía allá adonde iba y que temía que algún día se saliera con la suya.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Desde entonces, no se tuvieron
más noticias de ella. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El relato duró hasta la
madrugada, sin percatarnos del tiempo transcurrido. Cuando lo di por finalizado
ya clareaba, nos desperezamos, pusimos más leña en la chimenea, pues había
bajado mucho la temperatura, y nos fuimos a descansar. El temporal había amainado
y ya no nevaba. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todos quedaron
satisfechos por el agradable rato que les había hecho pasar. Aun así, me acribillaron
a preguntas. Aunque les dije que todo había sido una invención y que había
pretendido hacer algo parecido a lo que en literatura se conoce como Caja china, que consiste en contar una historia dentro de otra, no me
creyeron y se desperdigaron hacia sus habitaciones refunfuñando.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una vez en la cama, a
pesar de sentirme muy cansado, no pude conciliar el sueño, pensando en Amanda. <o:p></o:p></span></span></p><br /><p></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-85775957437500530332023-06-07T03:04:00.001-07:002023-06-07T03:25:04.930-07:00Un relato de espías<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCgwfKq4Csr6hliBjGQiYFIZLxEI3NM02NR25-hvwMmHWfKsfKkOj_T9EvWQFf1ayq_dhy62cO-pm62SG6PhY20LImbz8dvYrNmVZcbq4tjaaGeVGqlyyKnZ1IrfyxAivTa6ukV1mQjjEdVQv4O0SXN2YwP3MXGAihPmpj-h5KquSPWkZNP8_RxyJB/s630/Espia.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="630" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCgwfKq4Csr6hliBjGQiYFIZLxEI3NM02NR25-hvwMmHWfKsfKkOj_T9EvWQFf1ayq_dhy62cO-pm62SG6PhY20LImbz8dvYrNmVZcbq4tjaaGeVGqlyyKnZ1IrfyxAivTa6ukV1mQjjEdVQv4O0SXN2YwP3MXGAihPmpj-h5KquSPWkZNP8_RxyJB/s320/Espia.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Siempre que he contado esta historia a algún
amigo íntimo, no me ha creído. Así que he querido ponerla por escrito para contar
quién fui durante mi juventud.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Tenía treinta años
cuando entré al servicio de su Graciosa Majestad. Me sentía en la cresta de la
ola y no me desagradaba que no se conociera mi verdadera identidad. Cuando las
mujeres me preguntaban a qué me dedicaba, les decía que era detective privado.
Si eso ya las entusiasmaba, qué habrían dicho si les hubiera confesado la
verdad. En más de una ocasión estuve tentado de hacerlo, pero supe contenerme. Hasta
que conocí a Eva, una bellísima modelo de la que me enamoré locamente. Se lo
confesé al poco de trasladarse a vivir conmigo. Quería que me conociera tal
como era, sin tapujos ni secretos. Y eso posiblemente le costó la vida. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Debo decir, sin
embargo, que todo sucedió en parte por una indiscreción suya, a pesar de todas
mis advertencias. Nadie debía conocer donde vivíamos, no en balde los espías
cambiamos de morada con tanta frecuencia. Aun así, me siento culpable por haber
infringido la norma más elemental de todo espía: el secretismo absoluto.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La primera voz de
alarma tuvo lugar una noche, cuando volvíamos a pie de cenar en un restaurante
cercano. Enseguida noté que alguien nos seguía. Yo estaba entonces metido de
lleno en la caza de un oligarca ruso que había adoptado una identidad falsa. Disponer
de la información que, todo indicaba, poseía sobre los planes para un supuesto
ataque a la central nuclear de Zaporiyia por parte del ejército ruso era
crucial para evitar un desastre a gran escala. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No me cupo ninguna
duda, por lo tanto, que nos seguía alguno de sus guardaespaldas con objeto de
eliminarme. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una vez en mi
apartamento, le conté toda la verdad. Cavilando sobre cómo ese sabueso conocía
mi identidad y paradero, Eva me confesó que quizá fuera debido a que se lo
contó a una amiga. Estaban tomando unas copas y le dijo que se había trasladado
a vivir conmigo, pero no a lo que me dedicaba. Recordaba haberle enseñado una
foto en la que salíamos los dos muy acaramelados. Sí le extrañó que pareciera reconocerme.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Habían entablado una
amistad desde hacía poco y desde el principio congeniaron. Es que la vida de
una modelo, aunque parezca mentira, es muy solitaria y aburrida—me dijo. En su profesión
no hay amigas, hay rivales. No era de extrañar, pues, que intimara tan pronto con
esa joven. De hecho —reconoció— sabía muy poco de ella, solo su nombre de pila,
Andrea, y que trabajaba en un banco de la City de Londres. Quise saber quién
era y si era cierta la impresión que le dio a Eva de que me conocía. ¿Sería
ella quien nos había seguido? ¿Qué interés podía tener hacia mí esa amiga?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aquella noche transcurrió
normalmente. Quien fuera nuestro perseguidor, debía haber quedado satisfecho al
comprobar mi domicilio. Pero seguro que volvería al ataque y la próxima vez probablemente
no saliéramos ilesos. Así pues, conminé a Eva a que volviera a su antiguo
apartamento hasta que las aguas hubieran vuelto a su cauce.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al día siguiente me puse
manos a la obra y por la tarde ya tenía todos los datos de aquella enigmática amiga.
Era rusa. Se llamaba Alina Ivanova y vivía en la Gran Bretaña desde hacía cinco
años. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todo mi equipo se puso
en marcha para obtener la máxima información y hacer un seguimiento de sus
actividades. La extinta KGB era mucho más eficaz que los actuales servicios
secretos rusos, pues al poco ya supimos que estábamos ante una amante del
gerifalte ruso. Solo debíamos seguirla las veinticuatro horas del día para dar
con el paradero de aquel hombre. Montamos una estrecha vigilancia para, una vez
localizado su escondite, entrar y apresarlo. Alina no tardó mucho en llevarnos
hasta el escondrijo de su amante. Me resultó extraña tanta facilidad. ¿Podía
ser que la rusa hubiera adivinado nuestras intenciones y nos guiara hacia una trampa?
<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando irrumpimos en el
piso, solo vimos a dos mujeres: Alina y Eva, esta última amordazada. Al verme,
no pudo contener el llanto. Pero su mirada también me advirtió que alguien
estaba a nuestras espaldas. Cuando me volví, había tres individuos, dos de
ellos fuertemente armados y flanqueando a otro que sin duda debía ser el ruso
al que queríamos apresar. Enseguida comprendí que su intención era acabar con
todos nosotros. Sabíamos demasiado como para dejarnos con vida. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando ya me daba por
vencido, sucedió algo inesperado: Alina sacó un revólver del bolsillo trasero
de su pantalón y empezó a disparar. Mis hombres y yo nos echamos al suelo. Tras
un cruce de disparos atronador, se hizo el silencio. Una vez dispersado el humo
que la pólvora había esparcido, vi que tanto Alina como los tres rusos yacían
sin vida. Cuando dirigí la mirada a la silla donde habían atado a Eva, no pude
reprimir un grito de desesperación.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Alina era una agente que
trabajaba para el Kremlin, vigilando al oligarca para asegurar su lealtad y a
la vez neutralizar la operación en la que yo trabajaba. A Eva la debió utilizar
para intentar negociar. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Siempre supe que mi
profesión y mi vida sentimental tenían que estar totalmente separadas, pero el
amor me traicionó y acabó con mi amada. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Espero que algún día
alguien lea esta historia y saque sus conclusiones.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: 12pt;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyFYyURnywCcpxPaS6fKm7tc6pshGyP8gQonVU-jS2NfHh8I-RUAwKm216PZj5v5eHlsSRkX7nkKIS2l-5KAug2dVHPbEecbsRhRTyefwUoltujyuK_FNG3hp2CTcuuMKlOHohUeZgif-8jKb1ykhxyqyzipMwGEi3dvZ4SWHXTHckJ0OsAqADE77k/s640/concurso%20james%20bond.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyFYyURnywCcpxPaS6fKm7tc6pshGyP8gQonVU-jS2NfHh8I-RUAwKm216PZj5v5eHlsSRkX7nkKIS2l-5KAug2dVHPbEecbsRhRTyefwUoltujyuK_FNG3hp2CTcuuMKlOHohUeZgif-8jKb1ykhxyqyzipMwGEi3dvZ4SWHXTHckJ0OsAqADE77k/s320/concurso%20james%20bond.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-size: 12pt;"><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span><p></p><p></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com79tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-88272667052671279692023-05-09T01:40:00.000-07:002023-05-09T01:40:45.608-07:00Bendita inspiración<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmy0Ig6I_vUmk_pP2acwb0y3HZiXHIifMGF_J-aAQBcZ-ui-GTrv-E4HwHYc7QNPbibs4lOfN9tkHgoKIC5rjBZXpeRIztOHgJTpd6I_XWqy9CLPQqImg-N2Xuc2Nrhkk_I0PbSGjdTrnERxyGfRyVLPpjRw6fOm4qzdlJVVNfkF-4V9X0b6ctLml2/s640/Bendita%20inspiraci%C3%B3n.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="426" data-original-width="640" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmy0Ig6I_vUmk_pP2acwb0y3HZiXHIifMGF_J-aAQBcZ-ui-GTrv-E4HwHYc7QNPbibs4lOfN9tkHgoKIC5rjBZXpeRIztOHgJTpd6I_XWqy9CLPQqImg-N2Xuc2Nrhkk_I0PbSGjdTrnERxyGfRyVLPpjRw6fOm4qzdlJVVNfkF-4V9X0b6ctLml2/s320/Bendita%20inspiraci%C3%B3n.webp" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Lo que os voy a contar os
parecerá increíble. Hace tan solo unos días, me sobrevino una crisis de ideas;
no se me ocurría nada aceptable que pudiera dar a leer a mi editor. El tiempo
corría en mi contra. Necesitaba urgentemente llenar mi cuenta corriente, pues hacía
ya dos años que no publicaba nada y tenía firmado un contrato con mi editorial
que me obligaba a ello.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Por mucho que me esforzaba, no
fluía nada que valiera la pena. Vivía en un constante temor al fracaso y a la
vergüenza de ser un escritor frustrado después de una brillante carrera
literaria. Me asaltaban las dudas de si sería capaz de recuperar mi madurez
escritora.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Mi editor me llamaba con frecuencia
y no me atrevía a contestar para que mi voz no delatara mi nerviosismo. No
tenía más escusas que darle y mi inseguridad iba en aumento. Por mucho que
intentaba relajarme, no lo conseguía. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Un día, mi ex mujer vino a
verme para conocer lo que me pasaba a petición de mi editor y amigo común. Me sacudió
moralmente sin piedad. Parecía un sargento echándole la bronca a un recluta.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">El caso es que surtió efecto. Cuando
se hubo marchado, me senté ante el ordenador. Ya tenía una historia. Contaría
mi vida al lado de una mujer horrible. Sería como una catarsis liberadora. La
historia brotaba velozmente. Por fin me había llegado la inspiración. Solo
imaginarme la cara que pondría mi ex cuando la leyera, me llenó de regocijo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">250 palabras<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Emociones (por orden de
aparición):<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Temor, vergüenza, frustración,
duda, nerviosismo, inseguridad, regocijo.<o:p></o:p></span></span></p><br /><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxihS_oWigjXWcMHzIf4K3RpBEWmy3rzBgY2njUUCwqluKAPKDp7ZUs-mpaHOBc73fB1vcEj7HkL1CqL1qYDG5SuJPIFDbwam3IziGhG8QmmhxZr8wqoOjZXxQNguLodC9aCflGw-c3P6EXwY8s8VH3EKoae10XspJ763mo23pYAkt18Z8uj12HQkU/s2240/La%20paleta%20de%20las%20emociones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1260" data-original-width="2240" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxihS_oWigjXWcMHzIf4K3RpBEWmy3rzBgY2njUUCwqluKAPKDp7ZUs-mpaHOBc73fB1vcEj7HkL1CqL1qYDG5SuJPIFDbwam3IziGhG8QmmhxZr8wqoOjZXxQNguLodC9aCflGw-c3P6EXwY8s8VH3EKoae10XspJ763mo23pYAkt18Z8uj12HQkU/s320/La%20paleta%20de%20las%20emociones.jpg" width="320" /></a></div><br />Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com73tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-91893804296048723402023-04-13T01:10:00.000-07:002023-04-13T01:10:28.433-07:00Manos ásperas<p> <span style="font-family: Arial, sans-serif;">En el último
encuentro mensual del taller de escritura en el que participo, se nos propuso elaborar
un texto sobre “Manos ásperas”. Este es el relato, en su versión en castellano, que surgió de mi imaginación:</span></p><p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfCvCoLl28Jrqk2hzaacCBdKDb7Ty8vWqkA-tQrj9jFZrn7JIrxDWNe6_WaMWBhWWLnRwSS4hbNQNPbOAcQ1Vj5y3M27CjaKW3hAq2s-1k5pOtxyGQlfExw4J_gwnPIWUrM5NqRyrtwBO8f6xnk_vaWhqjs9BOPh_r6aPzqM6raDSCcUiyZ6BVUL3-/s612/Mans%20aspres.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfCvCoLl28Jrqk2hzaacCBdKDb7Ty8vWqkA-tQrj9jFZrn7JIrxDWNe6_WaMWBhWWLnRwSS4hbNQNPbOAcQ1Vj5y3M27CjaKW3hAq2s-1k5pOtxyGQlfExw4J_gwnPIWUrM5NqRyrtwBO8f6xnk_vaWhqjs9BOPh_r6aPzqM6raDSCcUiyZ6BVUL3-/s320/Mans%20aspres.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Todos dicen que tengo las
manos ásperas. ¿Qué queréis, si estoy todo el santo día trabajado en el campo?
¿Acaso hay algún campesino que no las tenga?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Este
hecho no debería ser un obstáculo para llevar una vida normal, claro está. Mi padre,
que en paz descanse, también tenía las manos ásperas y ello no le representó
ningún inconveniente. Yo veía como —muy de vez en cuando, sea dicho de paso—
acariciaba a mi madre y ella jamás le reprochó el tacto áspero de sus manos ni
le rechazó por este motivo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">—El
hombre de campo debe tener las manos grandes y fuertes, y las callosidades son
una prueba del trabajo duro y sacrificado del campesino —decía, orgulloso, mi
padre.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Por lo
tanto, nunca me avergoncé de haber salido a mi padre en este aspecto. Y en
otros, por supuesto. Hombre trabajador, cabal y buena gente, como pocos en el
pueblo. Era muy apreciado por los amigos y vecinos. A mí, en cambio, nada de
todo esto me ha valido para ganarme la amistad de nadie de mi edad.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Que me
rechazaran por tener las manos ásperas era una idiotez que no entendía ni me
habría importado si no fuera porque este rechazo también venía de Rosa, la
chica más bonita de la comarca.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Rosa y
yo nos conocemos desde niños y fuimos amigos inseparables, compartiendo juegos
y más tarde confidencias. Yo estaba enamorado y creo que ella lo sabía. Pero el
hecho de tener que ir a trabajar al campo con mi padre en lugar de continuar
los estudios fue la causa de su alejamiento. Se juntó con aquel grupo de
chulillos con ínfulas de señoritos y ya no quiso saber nada más de mí. Me
convertí en una especie extraña para los jóvenes de mi entorno y que —todo hay
que decirlo— no habían puesto jamás los pies en un campo de cultivo y
pretendían trabajar en algo más “honorable”. Cuando me veían por el pueblo, el
grupito de Rosa se burlaba de mí, y ella se carcajeaba. Todavía recuerdo la
primera y única vez que le di la mano y como la retiró de inmediato con cara de
asco.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">Ahora,
cuando me cruzo con ella por la calle, cambia de acera y simula no haberme
visto. Una vez nos encontramos cara a cara y no pudo evitarme. Entonces le
pregunté por qué me menospreciaba de esa manera. Todo lo que dijo fue: «porque
me repugnan tus manos tan ásperas. Aquella vez que me tomaste de la mano, sin
que yo lo quisiera, sentí un asco que no he podido olvidar</span><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">». </span><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;">Y me dejó allí, plantado en medio de la
calle.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: verdana;">Desde
aquel día, aprovecho mi escaso tiempo libre para seguirla allá donde va. Solo
es cuestión de esperar el momento y lugar propicio. Aunque no vea mi cara ni
oiga mi voz, sabrá que quien la está estrangulando por la espalda soy yo. O,
mejor dicho, mis manos ásperas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-23094560825949340262023-03-11T03:45:00.000-08:002023-03-11T03:45:14.316-08:00La piedra volcánica<p> </p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Hola,
amigos. Este mes, El Tintero de Oro nos invita a participar en el reto “De la
escena... ¡al micro!, que consiste en escribir y describir una escena de una
película sin sobrepasar las 250 palabras.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Yo
he elegido una película de 1959 y que vi de estreno a mis nueve años, y que he
vuelto a ver incontables veces, y sigo pensando que es la mejor versión
cinematográfica de la novela homónima de Julio Verne. Se trata, cómo no, de <i>Viaje
al centro de la tierra</i>, protagonizada por James Mason en el papel del
Profesor Lidenbrook.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Podríais
pensar que lo que he hecho es una adaptación de una novela y no de una
película, pero dadas las diferencias entre la obra original de Julio Verne y la
producción para la gran pantalla de Charles Brakett, creo que mi versión
escrita cumple con el requisito estipulado en las bases del microrreto. Juzgad
por vosotros mismos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzJFKxM4lcdATK8C96h0LdUp5pOQF1ZgrYet3Ucy0cZs1NH5OS33TTSEg45F3zpy7ZIlQNJWwtqTuTNuthjaUjcRw0MHg_4iUDbJW9qMMyS0v7kEPxbTm1rI4j0VNCX541h_odsY0HgVkkrR0m6U0XHR7cPNDIJB4-t17nbe-IyYF0t2wMotRswMLP/s1044/Viaje_al_centro_de_la_Tierra-391174162-large.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1044" data-original-width="726" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzJFKxM4lcdATK8C96h0LdUp5pOQF1ZgrYet3Ucy0cZs1NH5OS33TTSEg45F3zpy7ZIlQNJWwtqTuTNuthjaUjcRw0MHg_4iUDbJW9qMMyS0v7kEPxbTm1rI4j0VNCX541h_odsY0HgVkkrR0m6U0XHR7cPNDIJB4-t17nbe-IyYF0t2wMotRswMLP/w223-h290/Viaje_al_centro_de_la_Tierra-391174162-large.jpg" width="223" /></a></div><br /><p align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><b>La piedra volcánica</b><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Un buen día le regalé al Profesor Lidenbrook
una piedra volcánica. Con ello pretendía ganarme su afecto y afianzar así mi
relación con Jenny, su hermosísima sobrina de la que estaba locamente enamorado.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Como muestra de
agradecimiento, me invitó a cenar, ocasión que yo aprovecharía para pedirle la
mano de Jenny.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Cuando llegué a la cita,
el profesor estaba recluido en su laboratorio. Mientras le esperábamos, a Jenny
y a mí nos invadió un gran nerviosismo, deseando y temiendo a la vez el
preciado momento de la pedida. Yo era un alumno de bajo nivel social, por lo
que mis esperanzas de éxito eran más bien escasas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Pasaban los minutos y
el profesor no aparecía. Hasta que una explosión nos alarmó. Apareció con el
rostro tiznado y la ropa hecha trizas, pero con una cara de satisfacción como
si hubiera descubierto un tesoro. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">La elevada temperatura
a la que había sometido mi obsequio fue el motivo de la explosión y de que de
su interior apareciera una plomada con una inscripción de un tal Arne
Saknussem, desaparecido años atrás, que aseguraba haber llegado al centro de la
Tierra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Mientras el profesor afirmaba
querer seguir los pasos de su colega, yo intentaba por todos los medios hablar
con él. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">—Es importante —le dije.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">—¿Qué quieres? —preguntó
por fin.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">—Ir con usted —le
espeté.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Entonces oímos un gran estrépito.
Jenny se había caído de lo alto de una escalera, a la que se había encaramado
para oír disimuladamente mi pedida de mano.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr7yWf7uJQJhNY6oF6CSZ8xerhEeaDKjhkAfXZo0MducLOvE4rirljfolMpNHPZkGYZTdUbvbNU6szDbI4lYiT2Qp_PPEiUQLQEA6sI84uCqSYLo0E9-UfuXHWBRewrXdoHRXJ8JGBH-ScgBAc6eCiD-DPRxrJmI9vgnSqABvaltRtrMfSASuySG7c/s400/MICRORRETOS%20SEXTA%20TEMPORADA%20(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr7yWf7uJQJhNY6oF6CSZ8xerhEeaDKjhkAfXZo0MducLOvE4rirljfolMpNHPZkGYZTdUbvbNU6szDbI4lYiT2Qp_PPEiUQLQEA6sI84uCqSYLo0E9-UfuXHWBRewrXdoHRXJ8JGBH-ScgBAc6eCiD-DPRxrJmI9vgnSqABvaltRtrMfSASuySG7c/s320/MICRORRETOS%20SEXTA%20TEMPORADA%20(2).jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span><p></p><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"></span><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com85tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-91544565872719116382023-02-25T01:54:00.003-08:002023-02-25T01:54:36.102-08:00El indiano (versión 2.0)<p> <span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">El pasado 14 de febrero, la televisión pública
catalana (TV3) emitió, en su programa semanal </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">Sense ficció</i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">, el
documental titulado </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">Negrers, la Catalunya esclavista</i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">, en el que se
exponía, de forma pormenorizada, el pasado esclavista de algunos personajes
catalanes que emigraron a Cuba en busca de oportunidades y volvieron
enormemente enriquecidos, gracias a la mano de obra gratuita aportada por sus
esclavos negros. Esos nuevos millonarios se convirtieron en grandes prohombres,
mecenas y benefactores sociales muy respetados y que fueron los artífices del
gran desarrollo industrial, comercial y arquitectónico de Cataluña, apoyando y
financiando la construcción de edificios modernistas que hoy embellecen
Barcelona capital y muchas poblaciones catalanas. Aunque el esclavismo no fue
únicamente utilizado por empresarios catalanes, sino que esta práctica
execrable también tuvo sus protagonistas en otras regiones españolas, ese repaso
histórico me sobrecogió al descubrir el pasado esclavista de muchos personajes
catalanes a los que hasta ahora respetaba enormemente por sus logros y
actividades en pro del desarrollo cultural y artístico.</span></p>
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">El caso es que este documental me recordó que algunos
años antes, concretamente el 12 de noviembre de 2019, escribí un relato de
ficción sobre un descendiente de un indiano y que he querido recuperar —y de
paso retocar— para volverlo a publicar en este blog. Pido disculpas de esta
reiteración a lo/as lectore/as que ya lo leyeron en su momento, pero no he
podido evitar sacarlo de nuevo a la luz porque está basado en hechos históricos
que no deben olvidarse.</span><div><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSAYPb4PHmh6QMzSj5tJb51kF49sWGUvCpAIIAFhNxcAQwmGwTvlJTULouQcYneTcyLhDmxsebUYcLUxyPbBMrIzq7Bgk4woR07jonfOdMzAodkk04u0THb2YiK3flIXJM_djUY3Ggu7y6qcs3dEuY5Do-j-04Gu8fPmlkzQkQT0Zz0t9pXBJvPeBx/s643/El%20indiano.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="489" data-original-width="643" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSAYPb4PHmh6QMzSj5tJb51kF49sWGUvCpAIIAFhNxcAQwmGwTvlJTULouQcYneTcyLhDmxsebUYcLUxyPbBMrIzq7Bgk4woR07jonfOdMzAodkk04u0THb2YiK3flIXJM_djUY3Ggu7y6qcs3dEuY5Do-j-04Gu8fPmlkzQkQT0Zz0t9pXBJvPeBx/s320/El%20indiano.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Me llamo Felip Pujol y nací en Barcelona un 12
de octubre de 1950, el llamado día de la Hispanidad. En casa siempre lo
celebrábamos porque, me decían, mi bisabuelo, Ramón Pujol, había hecho las
américas. Le llamaban “el indiano”, como a todos los que volvían a su tierra
después de haber amasado una fortuna en las colonias españolas. De él heredamos
esta mansión, que mi abuelo primero y mi padre después conservaron como el
primer día. Yo la heredé al fallecer mi progenitor, hace ya siete años. Sin
embargo, no he podido disfrutarla, como propietario, hasta que no me he jubilado.
No podía dejar mis negocios en manos de mis dos hijas hasta que no hubieran
demostrado verdaderas dotes de liderazgo, cosa que no se aprende de un día para
otro.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Elisa, mi mujer,
falleció poco después que mi padre, por lo que el trabajo ha sido hasta hace
poco mi única ocupación y consuelo. Ahora, ya liberado de penas y obligaciones,
puedo dedicar mi tiempo libre a hacer lo que me plazca, y lo primero que me
vino a la mente fue hurgar en el árbol genealógico familiar. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La historia de mis
padres y abuelos era bien sabida y datos no me faltaron para reconstruirla en
poco tiempo, no así la rama anterior a la de mi abuelo paterno. De la vida de
mi bisabuelo, su padre, no había constancia más que lo que todos sabíamos.
Hombre emprendedor, viajero, aventurero y mujeriego ─se decía que había tenido
algún hijo bastardo fruto de un amor prohibido con una negra en Cuba. Eso ya lo
indagaría más tarde—, pero solo me interesaba conocer la vida como comerciante
en aquella isla caribeña y cómo amasó su fortuna. ¿Una plantación, quizá?
¿Cacao, azúcar de caña, café, tabaco? ¿Con qué comerciaba Ramón Pujol que le
reportó tantos beneficios?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Lo único claro y
constatable era que fue un hombre de gran reputación entre la burguesía catalana
y que llegó a ocupar varios cargos municipales de relevancia. Incluso se le
concedió una medalla por su filantropía.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Después de varias
semanas de constante estudio de los papeles familiares y de los archivos del
ayuntamiento, seguía sin obtener resultados. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Visto lo visto, como
tiempo me sobra y dinero también, sea dicho de paso, y además soy una persona
que no se arruga frente a los obstáculos y que cuando empieza una cosa no la
deja a medias, decidí trasladarme a la isla de Cuba. Me dije que si al cabo de
dos semanas no obtenía ningún resultado, entonces sí tiraría la toalla, pues
seré terco, pero no insensato. Siempre he calibrado la eficiencia en todo lo
que he hecho. Si algo no da el fruto esperado tras invertir el tiempo y dinero
necesarios, hay que abandonarlo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una vez en Cuba, toda
mi actividad se desarrolló en las dependencias del Archivo Nacional, en la
Habana Vieja. Con la debida autorización expedida a través del Ministerio de
Asuntos Exteriores, pude hacerme con abundante material de la época en que mi
bisabuelo estuvo comerciando en Santiago de Cuba, entre 1880 y 1900.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando casi estaba a
punto de expirar el plazo que me había marcado, encontré lo que buscaba, pero
nunca me imaginé lo que encontraría. Bajo el nombre de Ramón Pujol y Muntaner,
figuraba una larga exposición de hechos y fechas, con la descripción de sus
actividades como propietario de extensas tierras del cultivo del algodón y de
cacao. Pero lo que me alarmó sobremanera fue descubrir que también fue poseedor
de un gran número de esclavos negros. ¡Mi bisabuelo fue un esclavista! No me lo
podía creer. ¡Mi bisabuelo traficó con esclavos durante casi veinte años! Él era
uno más de la extensa lista de esclavistas catalanes. Había oído hablar de
ello, pero nunca me imaginé que aconteciera en el seno de mi familia, la
honorable familia Pujol. También había leído sobre famosos esclavistas
españoles que luego acabaron formando parte de la élite aristocrática, como
Antonio López, el Marqués de Comillas. Pero uno nunca piensa que algo tan
deleznable pueda haber anidado en su propia familia y, aun menos, que haya sido
el origen de todos sus bienes, pasados y presentes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Una vez de nuevo en
casa, me asaltó una terrible duda: ¿debía informar de mi hallazgo a mis hijas o
sería mejor enterrar el secreto conmigo? <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Contrariado como
estaba, llegué a pensar en vender todas nuestras propiedades y donar el dinero
resultante a los más necesitados. Pero ¿de qué vivirían mis hijas? ¿Y mis
nietos? ¿Qué culpa tenían de lo que había hecho uno de sus antepasados? Y yo
¿qué culpa tenía? Otra de las preguntas que me hice fue si mi padre supo de las
andanzas de su abuelo allende los mares. Mi abuelo sí debió saberlo. O no. Nació
un año después de volver su padre de Cuba. Muy probablemente nunca se habló del
tema en su presencia. Pero ¿nunca se lo preguntó mientras vivía? ¿Nunca le picó
la curiosidad por saber qué había hecho su padre para hacerse tan rico?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">En fin, quizá le
dijeron lo que yo creí, que comerció con frutas y especias y ahí quedó la cosa.
Y si llegó a descubrirlo, quizá prefirió correr un tupido velo y olvidarse del
tema.</span></span><span style="font-family: verdana; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;"> </span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">***<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"> </span></o:p></span><span style="font-family: verdana; font-size: 12pt;">Acabo de encargar en el Centro de Estudios Genealógicos
un documento sobre el árbol genealógico familiar. Me va a costar mucho dinero,
pero vale la pena el dispendio a cambio de limpiar la imagen de mi ancestro. Ha
costado mucho convencer a su director, pero finalmente ha aceptado, aunque a
regañadientes. El dinero todo lo puede. Y es que no puedo permitir que un
periodista metomentodo investigue mi pasado familiar, ahora que me acabo de meter
en política, y arruine mi incipiente pero prometedora carrera. A estos
individuos les gusta hurgar en la vida de los que progresan. Una vez disponga del
documento convenientemente adaptado a mis intereses, ya me encargaré de hacerlo
llegar a las manos adecuadas. No sé en qué estaría pensando cuando me planteé
tirarlo todo por la borda. Hay que pensar en la familia y mirar al frente,
nunca al pasado.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana; font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><i>*Ilustración: Estatua de Antonio López, ubicada en la plaza de Barcelona que lleva el mismo nombre, hasta que fue retirada en 2018 por su pasado esclavista.</i></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><i><br /></i></span></p><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"></span></div>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-72449666848769996332023-02-10T02:43:00.000-08:002023-02-10T02:43:13.739-08:00Una vida distinta<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2G58kaP1goJfsSs_8SuStYkwzt5SBKBA-UVz3cxWyQSm5yQhCbggoDjJV6Z74LcccIQcYjafITraqVoK9LuVSm6xIK6TxtLDYpe4j-xaOaedmFuSYmT4VH8STz8pR6LMjj1lAUGVFYZN6d4WFr9qf44NpluRjAAofpu5Woh3lzPIJFVZTkgmOxFzy/s640/Una%20vida%20distinta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2G58kaP1goJfsSs_8SuStYkwzt5SBKBA-UVz3cxWyQSm5yQhCbggoDjJV6Z74LcccIQcYjafITraqVoK9LuVSm6xIK6TxtLDYpe4j-xaOaedmFuSYmT4VH8STz8pR6LMjj1lAUGVFYZN6d4WFr9qf44NpluRjAAofpu5Woh3lzPIJFVZTkgmOxFzy/s320/Una%20vida%20distinta.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Odio la cara de asco con la que me miran
algunos de los que pasan delante de mí. Tendrían que estar en mi lugar. Así se
enterarían de lo que vale un peine. Bueno, en realidad un peine no, en todo
caso una vida distinta a la suya, pues la alusión a un peine, cuyo significado
mucha gente ignora, se refiere a augurios muy negativos, y no es el caso, pues
yo, la verdad, no lo paso nada mal. ¡¿Qué digo?! Me lo paso cojonudamente bien.
Yo sí tengo un lugar fijo y seguro donde vivir, no como muchos de esos idiotas
que deambulan por ahí sin rumbo fijo, pidiendo en las esquinas y durmiendo en
un banco cochambroso. Y quienes sí tienen donde ir, seguro que es un lugar de
trabajo asqueroso, con un sueldo de mierda o un piso con aluminosis, con tres o
cuatro niños revoltosos y maleducados, y una mujer que les hace la vida
imposible. Y si les preguntara si son felices, mentirían como bellacos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Yo hace años que dejé
de ser un esclavo. No dependo de nadie ni nadie depende de mí. Trabajar para
otro para que se enriquezca a mi costa no va conmigo. Y desde que tomé la
decisión de liberarme, soy feliz. Amo la libertad y no hay mejor forma de
disfrutarla que vivir en la calle. Sí, en la calle, lo habéis oído bien. Ah,
¿no os parece bien? Sois como la gran mayoría de pijos ignorantes. ¡Qué sabréis
vosotros! ¿Acaso lo habéis probado? No se puede juzgar algo sin conocerlo. La
gente tiene muchos prejuicios. No soportan a los que no son como ellos. Bueno,
para ser sincero, yo tampoco les soporto a ellos, unos engreídos del tres al
cuarto. Y es que la gente habla por hablar, sin tener ni puta idea de a lo que me
refiero. ¿Que no os gusta mi lenguaje? No seáis hipócritas, seguro que soltáis
las mismas palabrotas o peores en la intimidad, como dijo que hacía ese
político del bigotito cuando hablaba en catalán. ¡Qué idiota! Ese, como todos
los políticos, se cree que somos tontos. Bueno, la verdad es que la gran
mayoría de los ciudadanos lo son. Yo no, me huelo la mentira a kilómetros de
distancia y como no quiero ser engañado en ningún aspecto, por eso me he
planteado vivir como lo hago: a mi aire y sin compromisos de ningún tipo.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando veo pasar a esos
trajeados, con su maletín en la mano, y con prisas, en lugar de despertar en mi
conmiseración, lo que siento es desprecio. Trabajar y trabajar. ¿Para qué?
¿Para hacer frente a gastos superfluos, por no decir innecesarios? La hipoteca,
el coche, los caprichos de la parienta y de los mocosos malcriados, el colegio
privado, algún que otro viajecito, y así un sinfín de cosas inútiles. A mí, la
vivienda me sale gratis, no necesito coche para nada, mis viajes son por el
barrio y mis pies me transportan de un lugar a otro. Y como, además, no tengo
mujer ni hijos, pues estoy totalmente exento de obligaciones económicas familiares.
Si quisiera viajar para conocer mundo, que no es el caso, no necesitaría coche,
ni barco ni avión, pues podría viajar haciendo autostop, porque supongo que
todavía existe esta modalidad. Para qué gastarse un pastón en otros medios de
transporte pudiendo hacerlo gratis.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y ¿cómo me alimento?,
os preguntaréis. Pues me valgo de mi astucia y <i>savoir faire</i>. Cuando no
voy a un comedor social, que es lo que suelo hacer, sobre todo cuando hace
frio, voy a un Supermercado paquistaní del barrio donde me conocen y me quedo
con las piezas de fruta y verdura más maduras y en mal estado, las que nadie
quiere, gratuitamente. Si lo miráis bien, les hago un favor al apartar de la
vista de la clientela tales mercancías defectuosas. Son una mala imagen para la
empresa, porque no sé en lo que estarán pensando esos tipos al dejar unos
tomates chuchuríos, unas lechugas mustias o unas manzanas con manchas oscuras
en vías de putrefacción, a la vista de la clientela. Quizá en su país eso sea
normal, pero aquí no, deberían saberlo. Pero qué sabrán ellos, si son unos
ignorantes. A veces también me espero a que, por la puerta de atrás y una vez
cerrado el establecimiento, depositen en los contenedores los productos
caducados desde hace días. Al menos en eso sí se fijan. Supongo que lo hacen
porque temen que alguien los denuncie por vender productos caducados que, por
cierto, si fueran nocivos para la salud, hace años que estaría muerto.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Solo en una ocasión, en
la que todas esas posibilidades fallaron, tuve que salir de caza. Bueno, lo de
caza no es más que un eufemismo de matar palomas para comérmelas. No pongáis
esa cara. Ya veo que estáis llenos de prejuicios. Quizá no sea una práctica muy
saludable, pues se dice que estas ratas voladoras pueden transmitir muchas
enfermedades. Pero debo haber tenido suerte, pues nunca he enfermado, o bien ya
estoy inmunizado contra todo tipo de bicho viviente, porque ni tan solo pillé
la Covid. El caso es que, con tan solo unas cuantas migas de pan, en un pis pas
estás rodeado de esas infelices aves. Matarlas y desplumarlas ya fue otro
cantar, pero sé de una indigente a quien se le da muy bien ese quehacer, que por
algo trabajó muchos años en una pollería. Así que, pensando en ella, cacé dos
ejemplares para repartírnoslos, y bastante rollizos, por cierto. Las llamas
purificadoras de una pequeña fogata, que la mujer suele encender de noche, hizo
el resto. Y como soy un todo terreno en cuestiones gastronómicas, pues casi me
resultó una cena suculenta. Y en este caso también hice una labor encomiable
para el consistorio municipal, que no sabe cómo atajar la plaga de palomas que
hace años asola la Ciudad Condal. Y no digamos el favor que le hice a mi
compañera de la calle, que muy pocas veces come caliente. Dice que la artrosis
le impide ir andando hasta el comedor social, y eso que solo está a dos
manzanas. El caso es que me lo agradeció del único modo que podía y no le quise
hacer un feo y acepté. El lecho que usa no es tan cómodo como el mío, pero para
uno rapidito ya va bien. Supongo que ya sabéis a lo que me refiero ¿no? No seáis
tan remilgados, que cuando el hambre aprieta, y no me refiero precisamente al
de comer, cualquier cosa vale. Aun así, no lo volvería a hacer. Creo que me
contagió algún que otro piojo, lo que me obligó a raparme al cero. Y menos mal
que no me pegó ladillas, que si no... <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">¿Y de dónde saco la
ropa?, también os preguntaréis. Pues no sabéis la cantidad de ropa y calzado
que la gente tira en los contenedores y que todavía está en buen estado.
Incluso hay ropa de marca. Hay que ver lo que despilfarran algunos. O les sobra
el dinero o son unos consumistas empedernidos. Con tanta ropa que he acumulado,
puedo cambiarme de vestuario cada día. Y en esto también colaboro con el medio
ambiente, pues lo que hago es reciclar, cosa que incluso los que se autodefinen
como ecologistas no saben lo que es. ¡Hipócritas!<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ya veis, pues, que vivo
la vida a mi aire, sin ataduras, De dinero no voy bien ni mal, tengo el
suficiente y gracias a la generosidad de algunos incautos —o debería decir
almas piadosas y benefactoras— que dejan unas monedas, y algún que otro
billete, en mi caja de cartón, la cual he adornado y enriquecido con un
cartelito en el que tengo escrito, con una letra muy pulcra —que uno será
indigente, pero no inculto, pues de niño fui a la escuela, aunque de eso haga
una eternidad— un mensaje que hasta haría llorar a Putin. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El truco consiste en esconder
mis piernas bajo una manta y simular que donde se supone que debería haber dos
piernas ahora hay dos muñones, pues sufrí los efectos de una mina antipersona
cuando estuve en Afganistán con las tropas españolas. precisamente desactivando
explosivos. Y la gente se lo cree. Hay que ver lo ilusos que son algunos. Supongo
que da tanta pena ver que una persona que ha sacrificado su vida en nombre de
la libertad acabe en la calle sin ningún tipo de subsidio, que más de uno se
siente en la obligación moral de aportar un dinerillo para paliar un poco esa
injusticia y drama humano.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El único contratiempo
que ese engaño es que no puedo quedarme inmóvil todo el día en la misma
posición, pues las piernas se me acaban agarrotando y doliendo un montón. Solo
faltaría que las acabara perdiendo de verdad, pues a veces tardan mucho en
recobrar la sensibilidad. Tengo que esperar a que oscurezca y no haya apenas
transeúntes ni miradas indiscretas para erguirme y volver a la bipedestación,
aunque sea cojeando un buen rato hasta desentumecer y recuperar la movilidad de
mis dos extremidades inferiores. Lo hago con tanta maña que hasta ahora nadie
me ha descubierto. Es entonces cuando aprovecho para el avituallamiento de
comida y vestimenta. Así que ya veis que lo que gano, lo gano a pulso, con
esfuerzo y sacrificio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El caso es que, como no
tengo gastos y recaudo un dinerillo en donaciones —prefiero este término al de
limosnas— tengo unos ahorrillos con los que he abierto una cuenta bancaria,
pues, aunque no devengue interés alguno —otros ladrones, las entidades
bancarias—, por lo menos estarán a salvo de manos ajenas, que por estos barrios
ronda mucho mangante, en especial “el cojo” —que este sí que está tullido de
verdad—, que intentó extorsionarme para evitar que divulgara mi engaño. Se ve
que una noche no fui lo suficientemente precavido y descubrió mi truco, y me
vio esconder mis ganancias del día en el saquito que llevo pegado a mi cuerpo
para que nadie pueda tirar de él sin mi conocimiento mientras duermo. ¿No pretendía
que le diera una parte a cambio de su silencio, el muy cabrón? Y es que ni siquiera
en este mundo de indigentes existen los escrúpulos. Le propiné tal paliza,
gracias a mi recuperada movilidad, que creo que lo dejé más tullido de lo que
estaba. Aun así, tuve que poner tierra de por medio para que no diera conmigo,
ni él ni nadie del gremio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Ahora, desde que me he
mudado a este nuevo barrio, alejado de la competencia, estoy mucho más
tranquilo. Aquí la gente no es tan pudiente, pero no puedo quejarme. He
descubierto otro Supermercado paquistaní —esa gente, al igual que los chinos,
están por doquier— Además, hay ingenuos en todas partes. ¡Qué sería de
esta sociedad sin la ingenuidad! Nada, no seríamos nada.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y no creáis que no
disfruto de un tiempo de ocio. Todos los fines de semana me tomo vacaciones y,
si hace buen tiempo, me voy a la playa de la Barceloneta a tomar el sol o simplemente
a relajarme. No sé si algún día enfermaré de algo inevitable, pero de lo que
nunca padeceré es de ansiedad, el mal que asola nuestra sociedad de consumo. ¿A
que os doy un poco de envidia?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No sé cuántos años
viviré, pero sí sé que lo haré sin que nadie abuse de mí y sin hacer daño a
nadie, si exceptuamos la somanta de palos que le arreé a aquel presunto chivato
lisiado. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">La vida es corta y hay
que saber vivirla, caramba. Yo elegí vivir una vida distinta a la de la gran
mayoría de los infelices mortales, y me va de maravilla. Os lo recomiendo. No
seáis idiotas, cambiad también de vida. Me lo agradeceréis.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="font-family: verdana; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;"><br /></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="font-family: verdana; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;">Este relato participa fuera de concurso en El Tintero de Oro</b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"><b><br /></b></span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><o:p><span style="font-family: verdana;"></span></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg25RRFoa9aUtXWDmCftOEY_Pfzhxrkm2pMU_WdLeO64BC9r6ldXk72QYxrEu02mIUbUY_0o1GBmoXCi6SVGH1yS3qh7_ZgBahyTgURam9XCM9ppH8qCWbc5SKSB5GLGcCTH1Xk8JnvYnkAFZo_Nrd6ybB_SYq5VNg_vS6lpvahqdHEEvAqjkKj4cWF/s400/la%20conjura%20de%20los%20necios%2035%20ed..jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg25RRFoa9aUtXWDmCftOEY_Pfzhxrkm2pMU_WdLeO64BC9r6ldXk72QYxrEu02mIUbUY_0o1GBmoXCi6SVGH1yS3qh7_ZgBahyTgURam9XCM9ppH8qCWbc5SKSB5GLGcCTH1Xk8JnvYnkAFZo_Nrd6ybB_SYq5VNg_vS6lpvahqdHEEvAqjkKj4cWF/s320/la%20conjura%20de%20los%20necios%2035%20ed..jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: verdana;"><br /><b><br /></b></span><p></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com52tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-28264590468028744542023-01-14T03:37:00.000-08:002023-01-14T03:37:25.420-08:00¿Qué será de mí?<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjId3w0w2Z7LJyZ91gHRiJ5RIPMtRSDEFYqLO_DPYX1qAXRWR7FfSnmX55klf8IgZkLJiGTfXkLCpfhV7H6T2rU6azXd1ct2AC-apeQsHoYpD9jfcl25o5lBNt65h60DARJXYOcXI_C1eokC1wpL-QaN0YyODD-e5civ-l_D-rPvG5NRWNK6YM_IF2B/s400/MICRORRETOS%20MITOLOG%C3%8DA%20(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjId3w0w2Z7LJyZ91gHRiJ5RIPMtRSDEFYqLO_DPYX1qAXRWR7FfSnmX55klf8IgZkLJiGTfXkLCpfhV7H6T2rU6azXd1ct2AC-apeQsHoYpD9jfcl25o5lBNt65h60DARJXYOcXI_C1eokC1wpL-QaN0YyODD-e5civ-l_D-rPvG5NRWNK6YM_IF2B/w356-h200/MICRORRETOS%20MITOLOG%C3%8DA%20(1).jpg" width="356" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Siempre me satisfizo gozar de inmortalidad,
pero ahora ya no le veo ninguna ventaja. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">En los albores de lo
que hoy se conoce como Universo, fui tratado injustamente y tuve que
enfrentarme a enemigos recalcitrantes. En alguna ocasión la batalla fue dura,
pero la mayor parte de las veces salí triunfante. Gozaba de poder y de gloria. Se
me respetaba y no había hombre sobre la faz de la tierra que no me temiera.
Incluso algunos me idolatraban. Mis seguidores eran muchedumbre. Ahora ya no.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">No logro dilucidar que
es lo que me ha conducido hasta este punto. El mundo actual está en decadencia.
Mi prestigio se está extinguiendo y son cada vez menos los que creen en mí,
incluso aquellos que han gozado y se han beneficiado de mi existencia, esos a
los que favorecí para que progresaran y vieran sus deseos hechos realidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">No sé qué hacer. Tendré
que reunir fuerzas para reconquistar esas almas perdidas por el camino. Pero
hay tanto descreído en la actualidad...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Cada vez hay más gente que
se atreve a burlarse de mi figura y de mi poder. Antes, unos me representaban
casi como un dios. Un ángel caído, me llamaban otros. Cierto es que siempre me
han representado de una forma ridícula, casi grotesca. No sé por qué se
empeñaron en atribuirme cuernos y hasta un rabo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;">Con la cantidad de
nombres que tengo, ya no soy capaz de llamar la atención del más temeroso de
los humanos. ¡¿Qué será de mí?!<o:p></o:p></span></p><br /><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP2jWkhD2giDBE2VPXIurAYyNZSffi7YQL4zmQY1RecfuDTuuAHbsyZXZbBseb6O_xdCgSBkxuMk0WTxEEcDOGyiEA6VdogLfeb4tkrftKBlDAvJsgupKftOuyIAvr8h186Pb29wlBEW0LR6T6uKUgorkmnX8PBgKBDmSCK-FQaVjTcf4KNdPvlw-O/s526/Qu%C3%A9%20ser%C3%A1%20de%20m%C3%AD.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="497" data-original-width="526" height="302" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP2jWkhD2giDBE2VPXIurAYyNZSffi7YQL4zmQY1RecfuDTuuAHbsyZXZbBseb6O_xdCgSBkxuMk0WTxEEcDOGyiEA6VdogLfeb4tkrftKBlDAvJsgupKftOuyIAvr8h186Pb29wlBEW0LR6T6uKUgorkmnX8PBgKBDmSCK-FQaVjTcf4KNdPvlw-O/s320/Qu%C3%A9%20ser%C3%A1%20de%20m%C3%AD.jpg" width="320" /></a></div><br />Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com83tag:blogger.com,1999:blog-5055468847670968475.post-64120076986215229252022-12-31T01:13:00.000-08:002022-12-31T01:13:30.508-08:00Las pesadillas<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4WVJw45wooPTA_EUBP-bODWbrMcF4SHI8rxoPFwqjNrCuB5vqyyXSHJ4a40BQlOmN9eGlKZHnxZESEGVDCdfSEzGojW4NeHa9MPCPAEbISuLRRGeo_rRPSTrxO1Y-ANLNNbK0P7CirhQ7aMkPmjKzN1P4eZb0WC7SZ3_eejMUkezLNpD8Q5icbTHM/s4131/Las%20pesadillas.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2744" data-original-width="4131" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4WVJw45wooPTA_EUBP-bODWbrMcF4SHI8rxoPFwqjNrCuB5vqyyXSHJ4a40BQlOmN9eGlKZHnxZESEGVDCdfSEzGojW4NeHa9MPCPAEbISuLRRGeo_rRPSTrxO1Y-ANLNNbK0P7CirhQ7aMkPmjKzN1P4eZb0WC7SZ3_eejMUkezLNpD8Q5icbTHM/s320/Las%20pesadillas.webp" width="320" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando Elsa acudió a mi consulta, parecía una
niña asustada. Qué digo asustada, aterrorizada. Y todo por una pesadilla
recurrente que la atormentaba cada noche desde hacía varias semanas.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando me la contó,
tuve que reprimir una sonrisa, pues era una de esas pesadillas típicas de la
infancia, producto de los miedos naturales de todo niño.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">En primer lugar,
intenté hacerle entender que esos sueños perturbadores, que producen fuertes
sensaciones de miedo, terror, angustia y ansiedad, casi siempre se consideran
una parte normal de la infancia y que algunos estudios han revelado que son más
frecuentes en niñas que en niños. Pero, claro, a los treinta años ya deja de
ser un hecho normal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Mi plan fue desvelar
qué le provocó en su infancia ese tipo de pesadillas, intentando encontrar su
origen. Generalmente las provocan trastornos psicológicos sin demasiada
importancia, como un cambio de colegio, unos exámenes a la vista, un viaje que
no se desea hacer, una enfermedad en algún miembro de la familia, etc. En otros
casos más problemáticos, reside en la existencia de un acoso escolar ocultado a
los padres o en un temor generalizado al fracaso por culpa de la inseguridad causada
por una baja autoestima.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cierto es que las
pesadillas pueden continuar hasta la edad adulta, siendo una forma en la que
nuestro cerebro maneja las tensiones y temores de la vida cotidiana. Pero mi
paciente describía su vida como plácida y profesionalmente satisfactoria. Con
estudios universitarios, felizmente casada con un hombre que rozaba la
perfección, con dos hijos adorables, y ocupando un cargo directivo muy valorado
por la dirección de la empresa en la que trabajaba, no tenía nada que temer ni
nada había en su vida cotidiana que le pudiera provocar la más mínima desazón.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">¿Cómo era, pues,
posible, que en una vida aparentemente perfecta aflorara, cada noche, esa
terrible pesadilla de su más tierna infancia?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Sus terrores nocturnos
(tenía que dormir con la luz de la mesilla de noche encendida) duraron desde
los diez a los catorce años. Cuatro años padeciendo un terror que la despertaba
sobresaltada y empapada en sudor y siempre con el mismo telón de fondo: un
horrible monstruo, al que no le veía la cara, solo su silueta, se abalanzaba
sobre ella para devorarla. Tan pronto como sentía sobre su cuerpo las zarpas de
ese engendro, se despertaba, ahogando un grito para no alertar a sus padres.
Durante esos largos cuatro años no contó ni una sola vez su tormento, ni a su
hermano mayor ni a sus progenitores, quienes seguramente se habrían burlado de
ella.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Viendo lo complicado
que me resultaba llegar a un diagnóstico, conseguí, después de varios intentos
infructuosos, que aceptara someterse a una hipnosis. Recelosa de lo que pudiera
descubrir (todos tenemos secretos inconfesables, decía), no quiso que nadie más
estuviera presente durante el proceso de regresión.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Llegado el momento, se
tendió en el diván donde suelo colocar a mis pacientes para que se sientan
cómodos y relajados antes de la sesión. Yo sigo la típica técnica de reducir la
luz ambiental al máximo y hacer bascular lentamente ante sus ojos un pequeño
péndulo al que sus ojos deben seguir en su movimiento de vaivén. Mi voz, tenue
y calmada, hace el resto, y en unos pocos segundos ya tengo al paciente en
trance. Y ahí empieza la parte más importante y a la vez más arriesgada del
proceso, pues no siempre sale como uno espera. Y eso fue precisamente lo que
ocurrió con Elsa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Todo iba bien al
principio, pues iba recordando los pasajes más importantes de su niñez con una
gran nitidez. Pero todo se torció cuando le pedí que rememorara una de esas
noches en las que esa maldita pesadilla la acosaba y la perturbaba de forma tan
alarmante.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Empezó a respirar de
forma muy agitada, a temblar y a sudar. Era, hasta cierto punto normal, pues estaba
reviviendo un episodio muy angustiante para ella, pero de pronto se puso muy
tensa, retorciéndose en el diván de una forma alarmante, como si estuviera
poseída. Pero antes de abortar el proceso intenté calmarla y que me contara lo
que estaba viendo. No hubo forma de tranquilizarla y antes de que aquello
desembocara en un fallo cardíaco, pues noté que su corazón latía a más de 120
pulsaciones por minuto, la desperté.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Como suele ser normal,
no recordaba nada de lo que había visto en su viaje al pasado, así que tuve que
contarle lo sucedido y le expresé la imposibilidad de volver a repetir la
experiencia por el riesgo que corría. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Aunque se fue
aparentemente resignada, pero atribulada, me llamó al cabo de una semana,
argumentando que no podía soportar por más tiempo aquellas pesadillas y que
quería someterse de nuevo a la hipnosis regresiva, aun resultando peligrosa. Me
rogó que llegara hasta el final, pues quería desvelar el origen de aquella
tortura, costara lo que costase.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Volví, pues, a
someterla a una nueva hipnosis, pero en esta ocasión acompañado por un
cardiólogo, por si se hacía necesaria su intervención, a lo que Elsa no se
negó, pues, aunque quería privacidad, aquel especialista era una persona
totalmente ajena a su círculo privado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">El proceso siguió la
misma pauta, hasta llegar a ese estado de paroxismo alarmante. Pero siguiendo
los deseos de mi paciente, seguí adelante, mientras el cardiólogo monitorizaba
sus constantes y su hiperventilación.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">En esta ocasión y
llegado a ese punto, yo también empecé a sudar y a punto estuve de interrumpir
la sesión, pero decidí seguir adelante a menos que mi acompañante médico me
indicara lo contrario.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: 12pt;">El momento del clímax
llegó a los pocos minutos. Elsa empezó a chillar como si se estuviera quemando
viva, revolviéndose sobre el diván. Y de pronto empezó a gritar «No, no, papá,
no, para, para, por favor</span><span style="font-size: 12pt;">»</span><span style="font-size: 12pt;"> y acto seguido se desplomó como si se hubiera desmayado.
Me costó dios y ayuda devolverla a su estado consciente, pero afortunadamente
lo logré. Todos suspiramos aliviados, incluso Elsa, pero yo me sentí
repentinamente indispuesto física y mentalmente por lo que había descubierto.
Le pregunté si recordaba algo y me dijo que no. ¿Cómo podía explicarle que ese
monstruo de su terrible pesadilla no era otro que su padre, que la violaba o
intentaba violar? ¿Por eso callaba lo que le ocurría cada noche a su familia?
Seguramente, con el tiempo acabó borrando ese recuerdo de su memoria. Pero ¿qué
le había provocado volver a revivirlo con las mismas pesadillas que en su
niñez?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Pedí al médico que nos
dejara solos. Tenía que hablar con ella a solas. Tenía que decirle algo que no
sabía cómo iba a reaccionar.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Cuando le referí lo
descubierto, lo asimiló mucho mejor de lo que suponía y me dijo que su padre
había fallecido hacía un mes. Supuse, entonces, que ello debió haberle
provocado una evocación de aquella traumática experiencia, que había
permanecido oculta en lo más profundo de su subconsciente durante tantos años.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Esa revelación produjo su efecto. Elsa se recuperó por
completo y no volvió a sufrir esas terribles pesadillas recurrentes.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Al cabo de unas
semanas, leí en el periódico, atónito, que una tal Elsa Gutiérrez —sin duda mi
paciente—, había asesinado a su marido. Al parecer, este quiso persuadirla para
mantener relaciones sexuales, a lo que ella se negó. Cuando él intentó tenerlas
sin su consentimiento (según declaraciones de la detenida), se abalanzó sobre
él agrediéndolo con un cuchillo de grandes dimensiones que guardaba en su
mesilla de noche, lo que le produjo la muerte instantánea. ¿Por qué guardaría
Elsa un cuchillo en un cajón de la mesilla de noche? ¿Qué era lo que temía?<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Hoy me han llamado de
la cárcel donde el juez la mandó al decretar prisión incondicional sin fianza, a
la espera de juicio. Un psicólogo forense ha considerado necesario someterla a
una evaluación de su estado mental. Ella ha aceptado, pero ha puesto como
condición que sea yo el que la realice.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">No sé qué hacer. Mi
deber como profesional y como terapeuta de Elsa me obliga a aceptarlo, pero
temo que en esta nueva evaluación descubra algo que no supe descubrir en mi
última sesión y tenga que reconocer mi incompetencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Y es que la mente es un
laberinto en el que se pueden ocultar las peores perversidades. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Me arrepiento de haber
aceptado tratar a Elsa, pues, desde que tuve conocimiento de lo ocurrido, ahora
soy yo quien tiene una pesadilla recurrente: un monstruo me persigue y yo
intento escapar sin lograrlo. Una vez me ha atrapado, veo su cara y no puedo
dar crédito a lo que ven mis ojos. Es la cara, horriblemente transfigurada de
Elsa la que me mira con un gesto de odio y aversión. Y entonces me despierto,
empapado en sudor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 12pt;"><span style="font-family: verdana;">Creo que ambos
tendremos que recurrir a un psicoterapeuta mejor capacitado que yo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt;"><br /></span></p><p></p>Josep Mª Panadéshttp://www.blogger.com/profile/11388413867273374250noreply@blogger.com24