viernes, 29 de noviembre de 2013

Un viaje a Filipinas



Nunca hubiera podido imaginar que me metería en una aventura como ésta. ¡Quién me iba a decir a mí, hace tan sólo unos meses, que lo dejaría todo para venir hasta aquí! ¡Maldito el día en que acepté! Una decisión que me ha cambiado la vida, si es que no acaba con ella.

Me he quedado solo. He de salir de aquí como sea. Espero poder llegar al campamento base antes de que sea demasiado tarde. No tengo mucho tiempo. Me siento extraño, mareado, y me duele todo el cuerpo. ¿Qué me está pasando? Será la angustia de sentirme atrapado.

Se acercan. Los siento correr por las galerías. Ese sonido inconfundible de sus pasos, rápidos y sigilosos a la vez. Será mejor que me quede quieto, paralizado, hasta que se hayan alejado. Ya he tenido mucha suerte de escapar vivo de su emboscada, no es cuestión de que me vuelvan a atacar. Espero que aquí no me encuentren. ¿A quién se le ocurriría buscar precisamente donde tienen su nido? Pero debo abandonar este refugio antes de que vuelvan.

¿Por qué me dejaría convencer? Aun recuerdo aquellas palabras: “Se está organizando una expedición a Filipinas para estudiar una especie gigante de murciélago zorro-volador que se ha descubierto en una de sus selvas. ¡Venga, anímate y ven con nosotros!”

Comentaron que quienes lo habían visto decían que podía resultar un poco estremecedor. ¿Estremecedor? Se quedaron cortos; pero lo que nadie sabía era que esta criatura es mucho más que una especie mutante, es un monstruo.

Parece que ya no están. No se oye nada. No veo nada. Me moveré muy despacio, a tientas, hasta alcanzar la salida de esta cueva y luego sólo tendré que seguir por los pasadizos en sentido contrario al aire que fluye por ellos y entra desde el exterior. Si no recuerdo mal, la salida no debe estar muy lejos. Pero ¿y si se esconden al amparo de la oscuridad para atacarme? Tendré que arriesgarme, no tengo otra alternativa.

De momento todo está tranquilo, todo marcha bien. Me cuesta andar y me duelen las articulaciones pero eso debe ser por haber estado tanto tiempo en esa posición inhumana. Me ha parecido que algo se movía y me observaba pero deben haber sido figuraciones mías. Ya debo estar cerca, veo un poco de claridad. Debe ser de día y eso es bueno pues esas bestias rehúyen la luz, les ciega y no podrán salir al exterior. Un poco más y ya estaré fuera.

¡Por fin!

Pero… ¿qué… qué me ocurre? ¿Qué está sucediendo? No puedo ver nada, la luz me hiere. Pero ¿qué ha sido de mis manos?, ¿y de mis brazos? ¿Qué son estas membranas que recubren mi cuerpo?

Dios mío, ¡nooooooo!!!!!!

3 comentarios:

  1. Qué buen cuento y qué angustioso!! El final, inesperado: cuando creía que lo atraparía un murciélago-zorro en plan "La mosca", me encuentro con una mutación casi al estilo Gregorio Samsa. Me ha encantado.
    Un abrazo.

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  2. ANDA QUE COMO TE SALGAN TODOS LOS COMENTARIOS QUE HE PEGADO POR QUE NO ME DEJA PONERLOS, JAJAJA

    ¿Qué bueno!, el protagonista se ha vuelto murciélago, jajaja, me encanta, le has dado un final nada esperado, pero con la posibilidad de seguir la historia ¿no?...

    Había escrito un comentario, no sé donde se ha ido de repetente, lo mismo te sale doble.

    Me ha gustado mucho Josep.
    Un abrazo.

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  3. Queridas María y Elda: Muchas gracias por vuestros comentarios y me alegro haberos hecho pasar un buen rato pues ese es el objetivo. Espero no defraudaros en los siguientes relatos. Lo de la continuación es una idea pero no lo tenía contemplado. Un abrazo para las dos.

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