viernes, 30 de enero de 2015

La sospecha


 
Llevaba días sospechando. Su comportamiento la delataba. Esas miradas furtivas y las sonrisas reprimidas la hacían culpable, de eso estaba seguro. Ella estaba radiante, pletórica, como hacía años no la veía, y él cada vez más convencido de su infidelidad. Desde hacía unos días se la veía más nerviosa si cabe, como si quisiera confesarle algo y finalmente desistiera. Esas señales eran inequívocas, tenía un amante y los desenmascararía. Hoy había salido tras ella decidido a pillarlos in fraganti. Verían de lo que era capaz. De él no se reía nadie. Cuando, al cabo de una hora, se halló frente a la puerta por la que ella acababa de entrar, salió por fin de dudas. Una placa dorada rezaba: Consultorio del Dr. J. Beltrán - Obstetricia y Ginecología.
 
 

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola Verónica. Me alegro de tenerte cono nueva visitante de este blog.
      Aquí tienes, si no tu casa, sí al menos un rinconcito donde recalar cuando te apetezca.
      En correspondencia, tengo ahora un nuevo blog al que visitar.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Muy sugerente y breve;por lo que puede calificarse este microrrelato de muy bueno.
    ¡Ay, ese marido malpensado! ¿Tendrá mala conciencia nuestro protagonista?...

    Me ha encantado.
    Un abrazo y buen fin de semana. (yo me voy a la montaña)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En este caso no se cumple el refrán que dice "piensa mal y acertarás" pero quizá sí ese otro de "el ladrón cree que todos son de su misma condición". Si su mujer se enterara, seguro que pide el divorcio, jaja
      Un abrazo y un buen fin de semana también para ti.

      Eliminar
  3. Siempre tendemos a desconfiar de los que más queremos, el miedo a perderlos y nuestras mentes imaginativas y perversas que no nos lo ponen nada fácil.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las sospechas infundadas y los celos no son más que resultado de la inseguridad. Cuando se sospecha algo, no hay nada mejor que exponerlo abiertamente en lugar de ir por detrás espiando.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Una desconfianza que a mi no se me antoja tal... también se podría interpretar que se veía con su médico para otras cosas ¿no?, jajaja.
    Un estupendo relato que se puede interpretar según le apetezca al lector, y tachar de ingenuo al marido.
    Un gusto leerte Josep y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y todo por no hablar las cosas (tanto él como ella). Ya dijo alguien que hablando se entiende la gente. Pero es que, además, nuestro sujeto no fue capaz de entender por qué su mujer se sentía tan feliz e imaginó lo peor.
      Un gusto encontrarte por aquí, Elda.
      Un abrazo.

      Eliminar