A las seis y seis de la tarde, el tren iniciaba su recorrido por la playa de vías de la estación de Francia de Barcelona. Éste era el origen del trayecto pero el final todavía estaba por ver. Quién sabe lo que le depararía ese viaje que acababa de iniciar.
Arturo deseaba escapar del peso que había tenido que soportar siguiendo los deseos de su padre, quien le había marcado el camino a seguir sin dejarle ninguna posibilidad para decidir por sí mismo. De este modo, se había visto obligado a cursar la carrera de medicina en aras de la tradición familiar. ¿Por qué le habría hecho caso?
Pero Arturo no ejercería la medicina. Había tomado esta decisión y ya no había vuelta atrás. La única persona capaz de recriminárselo ya no estaba. La reciente muerte de sus padres había sido el detonante para cambiar de rumbo, dejarlo todo, echar a volar hacia la aventura y renegar de su pasado. Así pues, no habría una dinastía de médicos en la familia como le hubiera gustado a su progenitor. Ahora le correspondía a él tomar el timón de su vida. Aún así, sentía un miedo terrible.
Sentado en su asiento de segunda clase, Arturo contemplaba el cambiante paisaje crepuscular que desfilaba ante sus ojos. En Portbou se apearía y tomaría el primer tren nocturno hacia Francia, su próximo destino.
El cansancio por la tensión acumulada las últimas semanas había hecho mella en Arturo, quien, arropado por el agradable traqueteo del tren, cayó vencido por el sueño mientras su mente volaba más allá de la frontera que estaba a punto de cruzar.
El chirrido de las ruedas y las sacudidas del convoy le sobresaltaron. Había llegado a Portbou, el punto de partida de su periplo.
En la taquilla, un somnoliento empleado le informó que el primer tren hacia Francia tenía como destino Estrasburgo y que todavía tardaría dos horas en partir. Eran las nueve y a Arturo el rugido de sus tripas le recordaron que llevaba más de ocho horas sin probar bocado. Así que compró el billete y se dirigió al bar de la estación para comer algo.
Desde la barra, vio a un hombre delgado, de cabello ralo y canoso que le observaba y quien, al verse descubierto, ocultó su cara tras un periódico para volver, al cabo de unos segundos, a espiarle con disimulo.
Arturo, alertado por aquella extraña conducta, se dirigió, con paso decidido, hacia el desconocido para interrogarle acerca de su interés por él.
Cuando estuvo de pie ante el sujeto quedó desconcertado al comprobar que su cara le era muy familiar. El hombre, una vez descubierto, le sonrió como un niño a quien han pillado haciendo una travesura. De pronto, se hizo la luz en la mente del joven y desfilaron ante él una serie de acontecimientos que le dejaron perplejo y desorientado. Se trataba del Dr. Segura, su psicoanalista, quien días atrás le había sugerido realizar un viaje como método para superar su problema. Arturo recordó, de repente, las palabras del terapeuta antes de dar por concluida la última sesión: “Arturo, hágame caso, un viaje a Estrasburgo le ayudará a vencer ese trauma.
Como si de un revulsivo se tratara, a este recuerdo le siguieron otros muchos, que afloraban ahora agolpados en su mente enturbiada y febril. Y oía nuevamente la voz, suave y calmada, del Dr. Segura:
“En Estrasburgo revivirá su etapa de doctorando en medicina”…
“Deje de engañarse. Usted fue quien eligió la carrera de medicina para complacer a su padre, que no pudo ser médico por culpa de la guerra”…
“No debe atormentarse. Usted no fue responsable de la muerte de sus padres en aquel accidente de tren cuando iban a asistir a la lectura de su tesis”…
“Enfrentarse a sus fobias le ayudará a aceptar la realidad y a recuperarse”…
Antes de que Arturo pudiera articular una sola palabra, el hombre le dijo: “Le he seguido hasta aquí solo para cerciorarme de que seguía mi consejo”.
Espectacular!
ResponderEliminarMuchas gracias, Rocío. Me alegro que lo hayas disfrutado.
EliminarVuelve cuando quieras.
Saludos.
Enganchada, quiero más de Arturo y su viaje.
ResponderEliminarSaludos amigo
Enganchada, quiero más de Arturo y su viaje.
ResponderEliminarSaludos amigo
Veremos qué hace Arturo con su viaje y su vida. Estaré al tanto.
EliminarMuchas gracias, Mily, por venir a leerme y dejar tu amable comentario.
Besos.
Un interesante y ameno relato, Josep. Es curioso cómo la mente puede transformar u olvidar la realidad a conveniencia para evitarnos males mayores...
ResponderEliminarUn abrazo!!
La mente es, a veces, nuestro peor enemigo, torturándonos y no dejándonos ser felices. En tras ocasiones, como en el caso de un trauma, puede llegar a hacernos vivir en una irrealidad constante.
EliminarMuchas gracias, amiga Julia, por tu lectura y comentario.
Un abrazo.
Muy cierto, para terminar con las fobias hay que enfrentarse a ellas en algún momento, pero también hay que tener mucho valor. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que armarse de valor para enfrentarte a los miedos pero es la única forma de vencerlos. De lo contrario, te conviertes en su esclavo.
EliminarMuchas gracias por tu visita y por tus comentarios.
Un abrazo.
Hola, Josep Mª. No creas que te tengo olvidado; me tomé unos días de vacaciones por el 1º de mayo y, a la vuelta se me habían acumulado bastantes comentarios y me ha llevado tiempo ponerme al día. Bueno, ya llegué hasta aquí.
ResponderEliminarLa historia que relatas, es muy realista. Conozco gente que ha estudiado Medicina por orden familiar, para seguir la tradición, y no han podido dedicarse a lo que realmente les gustaba.
En cuanto a los viajes como remedio para superar los traumas, estoy de acuerdo; salir hacia otros ambientes y organizar la vida propia sin el amparo familiar, es necesario.
He pasado un buen rato leyéndote, porque se te da bien la narrativa.
Un abrazo.
Hola Fanny. No te sientas obligada a leer todo lo que escribo. Es de agradecer que te hayas tomado tiempo para visitarme y me alegro que te sigan gustando mis historias.
EliminarLos viajes pueden ser un bálsamo contra los miedos, las renuncias y la nostalgia.
Un abrazo.
Muy interesante el relato Josep, me encanta el tema y como lo desarrollas de bien.
ResponderEliminarMuy entretenido y ameno me ha resultado.
Un abrazo.
Hola Elda. Gracias por tu presencia y por dedicar tu tiempo a dejar tu amable comentario. Me alegro que te haya gustado la historia del pobre y torturado Arturo.
EliminarUn abrazo.