viernes, 27 de diciembre de 2013

El día que nací



Recuerdo como si fuera hoy el día que nací. A las pocas horas de ver la luz, me separaron de mis hermanos y me trajeron aquí, donde me entregaron a gente desconocida. Desde entonces, he ido dando tumbos, de mano en mano, unas rudas y torpes, otras dulces y cuidadosas.

De todos modos, no me puedo quejar pues he llevado una buena  vida y sé que he sido querido. Cuando acabe mi existencia, que espero sea muy larga, creo que habré hecho un buen servicio a la sociedad. Ahora sólo pienso si, cuando sea viejo, alguien seguirá queriéndome y, de no ser así, qué será de mí.

El día en que nací, no sabía a qué venía a este mundo. Ahora sé que fue un acierto y, sea lo que sea que me depare el futuro, moriré feliz. Sólo pido pasar mis últimos días aquí, donde he vivido rodeado de amigos y de gente que me aprecia, en este lugar tan querido por mí y que, no sé por qué, llaman biblioteca.

El día que nací fue un gran día.

2 comentarios:

  1. Qué bonito texto, Josep Mª, y como me has engañado… Estoy de acuerdo contigo, la mayoría de los nacimientos son un acierto y un acto hermoso. ¿Hay algo más bello que dar concreción física a un pensamiento o un sueño?

    Besos y abrazos.

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    1. Muchas gracias Mari Carmen por tu comentario. Mi engaño es una travesura que sólo pretende mostrar las cosas desde otra perspectiva.
      Un abrazo.

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