Muchos años de experimentación, mucho esfuerzo y mucho dinero invertido hasta llegar a este momento tan esperado y decisivo. No ha sido tarea fácil conseguir el permiso de las autoridades sanitarias y reunir al mejor equipo de especialistas en la materia pero ha valido la pena esperar. Hace años que habría dado mi alma al diablo por conseguir lo que estoy a punto de conseguir. Este ensayo pasará sin duda a la historia por ser la primera vez que alguien se somete a esta experiencia, pero yo no busco fama ni reconocimiento sino una nueva vida que valga la pena vivir.
Será el primer trasplante de este tipo y soy consciente del gran riesgo que entraña pero tengo fe en que será todo un éxito. Además, preferiría dejar de existir que seguir viviendo como he vivido hasta ahora.
Nací con estas limitaciones y veo en este ensayo la única forma de librarme de ellas. Mi débil cerebro no puede dar más de sí y no responde a mis deseos y necesidades más básicas. Ni las últimas intervenciones a la que me han sometido han logrado mejorar mis escasas facultades. Por eso es vital para mí disponer de un nuevo cerebro.
Llegados a este tercer milenio que acabamos de estrenar, la ciencia ha conseguido, por fin, crear un cerebro humano a partir de células madre. Cuando el Dr. Hoffman, sin duda el mejor neurocientífico de la historia, me comunicó que lo había logrado, no podía creerlo. Por fin vería satisfechos mis deseos tanto tiempo reclamados.
A él le cedo toda la fama pues él es el verdadero artífice. Yo seré, como me han dicho algunos, su conejillo de Indias, su cobaya, pero por lo menos seré un cobaya feliz y eternamente agradecido. Él pasará a la historia como quien dio una vida humana y digna a algo más parecido a un autómata de feria.
Por fin ha llegado el momento de la verdad, voy camino del quirófano donde el Dr. Hoffman almacenará primero mi memoria en un mega-disco duro para luego transferirla al nuevo cerebro que, acto seguido, me trasplantará y todo en cuestión de pocas horas. Me ha dicho, eso sí, que aunque todo resulte como es de esperar, deberé aprender muchas cosas que mi cerebro actual no podía procesar y que será una tarea larga y difícil, pero estoy dispuesto a lo que sea con tal de ser normal.
Ya estoy en la mesa de operaciones, en pocos minutos habré perdido el conocimiento y lo siguiente que experimentaré al despertar será esa nueva vida, lúcida y comunicativa, que tanto anhelo. Podré reír, llorar, sentir, amar, compartir mis pensamientos con los que me rodean. Podré, en definitiva, ser feliz.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, och…
-Bueno, la intervención ha sido un éxito. Las constantes vitales se han estabilizado y son correctas. Pronto abrirá los ojos. A ver cómo responde.
-¿Cuánto tiempo cree que va a necesitar para que el nuevo cerebro empiece a dictar órdenes a su cuerpo, Dr. Hoffman?
-Es demasiado pronto para saberlo Dra. Chapman. Debemos esperar a que el cerebro que le acabamos de implantar se adapte correctamente al receptáculo de titanio y a las conexiones neuronales poliméricas y que estos materiales experimenten la misma buena biointegración que han demostrado en los estudios in vitro.
-Sin duda será un proceso largo. ¿Un mes quizá?
-Yo diría que más, pues las fibras nerviosas de poliéster que hemos acoplado a sus órganos y extremidades requerirán un largo periodo de fusión. Iremos observando la evolución poco a poco.
-Claro, claro, esperemos que todo se desarrolle correctamente. Ya veo los titulares de los periódicos: trasplantado con éxito un cerebro humano a un androide. Será, su duda, la noticia del siglo.
-Lo crea o no, Dra. Chapman, ahora lo que más me preocupa es el futuro comportamiento nuestro querido Gorky; él, que, en sus delirios, ya se consideraba humano. Espero no pasar a la historia por haber creado un monstruo.
Muy interesante Josep, Me asombra la facilidad que tienes para hacer este tipos de relatos en los cuales luces tu riqueza literaria, y parece según se va leyendo, como si explicara la situación un cirujano.
ResponderEliminarMe encantó leerlo.
Felices días...
Muchas gracias Elda por pasar por este solitario rincón. Siempre son de agradecer tus amables comentarios, que me animan pero no por ello te sientas obligada a hacerlos. Felices días también para ti.
EliminarUn abrazo.