Soy invidente de nacimiento. Prefiero este
término al de ciego, que me recuerda las burlas que he tenido que soportar.
Desde que mi madre me
abandonó, fui de una casa de acogida a otra, pero nadie quiso adoptarme. El
dinero que recibían esos padres ficticios les resultaba más que suficiente. Hasta
que se cansaban de mi ceguera. Para qué complicarse la vida con un niño con un
futuro tan negro como la oscuridad que me envolvía. Al cumplir los dieciocho
años, tuve que buscarme la vida. Me dejaron tirado a mi suerte, o mejor debería
decir a mi desgracia. Sobrevivía gracias a lo que recogía en un bote de
hojalata, que apenas me llegaba para una comida diaria. En verano mi vida era
más soportable, pero en los crudos inviernos me decía que no pasaría un año más
viviendo en esas condiciones.
Hasta que una mano
caritativa me llevó a una Organización benéfica. Pasé de pedir a vender cupones
y a compartir piso con otros compañeros de infortunio.
Al poco conocí a Laura,
invidente como yo. Nos enamoramos. Con el tiempo decidimos irnos a vivir juntos
a un piso tutelado.
Llegó el día en que
debíamos ir a verlo cuando terminara su turno de trabajo. Pero no se
presentó. La llamé al móvil repetidas veces. Estaba desconectado.
Hasta la noche no tuve
noticias suyas. La habían encontrado sin vida tirada en una cuneta. Y todo para
robarla.
Ahora sigo viviendo en
el piso compartido y en la oscuridad más absoluta.
Nos has descrito con suficiente habilidad y conocimiento de la marginación social que sufre el protagonista, cuyo único "delito" es su invidencia natural, por lo que has descrito perfectamente la falta de sensibilidad y el egoísmo feroz que predomina en las personas con las que desgraciadamente se relaciona.
ResponderEliminarMe ha encantado la crítica social que subyace tras la interesante narrativa de esta historia tan demoledora.
Un beso.
Nuestra sociedad todavía no está preparada para proteger y asegurar las necesidades de cualquier minusvalía y, aunque hayamos progresado mucho, los invidentes todavía tienen que hacer frente a muchos obstáculos para adaptarse a una vida normalizada.
EliminarEsta historia es especialmente trágica porque dicha discapacidad arrojó a quien la sufre a la indigencia y cuando logró salir de ella otra desgracia vino a darle la estocada.
Un beso, Estrella.
¡Vaya drama! Ojalá que después de este relato al personaje le vaya mejor. Excelente historia, me ha encantado.
ResponderEliminarDicen que el tiempo todo lo cura, así que cabe esperar que, de ser cierta esta historia, el personaje pudiera volver a sentirse mínimamente feliz y rehacer su vida.
EliminarUn abrazo.
¡Por Dios! si no tenía suficiente desgracia este hombre se le juntaron otras cuantas. Una historia negra, oscura con más de un mensaje para los que quieran verlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
También se dice que las desgracias nunca vienen solas y hay quien parece que nace para vivirlas todas. Unos nacen con estrella y otros estrellados.
EliminarUn abrazo.
Por dios qué triste historia. A la oscuridad física ahora se le une la oscuridad de la soledad. Le cayeron todas las desgracias al pobre. Hasta lo abandonó su madre.
ResponderEliminarPero triste o no, me ha gustado como se va planteando la historia y lo bien escrita que está.
Un beso.
El reto no me resultaba fácil y no pensaba participar, pues, a priori, se me antojaba un tema bastante triste y anímicamente no estaba para tristeza, aunque fuera de ficción. Pero al final me decidí y creo que mi estado anímico influyó en el cariz trágico de este relato, je,je.
EliminarPor lo tanto, me alegro que te haya gustado.
Un beso.
Me ha dejado una tristeza tremenda. ¡Qué mala suerte!¡Cuántas desgracias! Es un relato impresionante y muy bien escrito. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo
Aunque sea un relato de ficción, entiendo que deje mal cuerpo a quien lo lee y se imagine un hecho así en la vida real. Siento haberte enristecido, pero espero que se te pase muy pronto, je,je.
EliminarUn abrazo.
Hay vidas en las que parece que las desgracias se ensañaran y apenas les dan respiro. Esta es la historia de una de ellas, pero como en la brevedad obligad el personaje vuelve a vivir con sus compañeros, yo me permito desear que vuelva a abrirse una puerta o aunque fuere una ventana de aire. Como dice Estrella, también nos interpela como sociedad. Pasamos "ciegos", sin ver la desgracia ajena.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues sí, hay desgracias encadenadas que hunden en la miseria a quienes las sufren. En situaciones así siempre queda la esperanza de que algún día las cosas mejoren y todo vuelva a la mormalidad, aunque en este caso el joven seguirá siendo invidente de por vida.
EliminarUn saludo.
Recordé la frase de que unos nacen con estrella y otros estrellados. No sé si es cosa del destino o si nos dejamos envolver por lo que nos contamos que es nuestro destino. En cualquier caso, hay vidas así de trágicas e incluso más, y me resulta difícil de aceptar. Es difícil desde ahí creer que hay un ser superior que nos cuide...
ResponderEliminarUn abrazo grande, Josep Mª
Que este año pinte de sonrisas tu vida
Pues mira, he utilizado esta frase más arriba, sin saber que tú también la ibas a referir, je,je.
EliminarYo no creo en la mala suerte "per se" ni en los gafes, pero sí que hay casos en que la desgracia parece quedarse anclada en algunas personas.
Un abrazo, Alís, y también te deseo un buen año, aunque parece haber empezado con mal pie.
Hay gente cuyo infortunio te obliga a considerar hasta de mal gusto quejarte de nada.
ResponderEliminarImpresionante relato.
Un abrazo.
Siempre hay casos mucho peores que cualquier adversidad que nos pueda afectar. Cómo podemos, por ejemplo, quejarnos de que en el supermercado no quedaban ciruelas cuando hay quien no tiene ni un mendrugo de pan que llevarse a la boca.
EliminarUn abrazo.
Hola, Pepe. Ya de entrada nos metes en un clima de pesadumbre. Imposible no empatizar con este invidente que tuvo que soportar tanto abandono, tanta miseria. El final nos termina de rematar. Ojalá que luego de esa pérdida encuentre una salida.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Siento haber sido tan negativo, pero es que el tema del reto no era para tirar cohetes, je,je.
EliminarSolo con meternos en la piel de ese joven, podemos comprender su gran pesar. A la oscuridad física se le ha sumado la anímica. Peor no puede estar, el pobre. Ojalá pudiera hallar una salida a tanto dolor.
Un abrazo.
Pienso que no hay nada más cruel para el ser humano que el perder la vista o nacer sin ella. El relato refleja la doble desgracia o la pura tragedia de una manera muy eficaz y realista.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Cuesta imaginar lo que debe sentir u invidente de nacimiento. Por una parte está acostumbrado a la oscuridad, pues no ha conocido otra cosa, y acaba desenvolviéndose relativamente bien en ella. Pero si a ello le añadimos la discriminación, la soledad y el desamparo, tanto físico como emocional, el resultado es descorazonador.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Que relato más bonito y triste, y es que la vida es así de cruel y se ceba con muchas personas, lo mismo en la ficción que en la realidad.
ResponderEliminarCuando se lee algo así o se tiene información de alguna persona que tiene dificultades, nos damos cuenta de lo afortunados que somos, y lo que nos quejamos.
Un abrazo Josep, y que tengas un buen año.
Cuántas veces hemos pasado por delante de un minusválido, invidente o no, sin pensar cómo es su vida. Generalmente pasamos de largo, aceptando que la vida es así, pero solo sabe y siente lo penoso de su existencia quien sufre esa invalidez.
EliminarUn abrazo, Elda, y que también tengas un buen año.
Una tragedia sin paliativos y además de la minusvalía y desgracia personal del ciego, se une la ceguera social.
ResponderEliminarUn relato desolador.
Un fuerte abrazo, Josep.
Ciertamente es tan grave la ceguera social como la física. La física solo afecta a quien la padece, pero la social nos afecta a todos, por acción u omisión.
EliminarUn fuerte abrazo, Isabel.
El mundo que rodea a tu protagonista no solo es desalmado sino que además parece estar diseñado en círculo, de modo que el invidente siempre se mueve por los mismos escenarios infernales. Un personaje con verdadera mala suerte, no por no ver (exclusivamente), sino por ese destino tan macabro.
ResponderEliminarEl pobre nació ciego, morirá ciego y, por si eso fuera poco, tiene que sufrir la incomprensión de quienes le rodean y finalmente la gran pérdida del único amor que ha tenido en su triste vida.
EliminarUn saludo.
Una minusvalía (cualquiera que sea) representa un duro handicap para quién lo padece,... pero es que la ceguera debe ser terrible,... no me imagino la vida sin la vista, así que compadezco a tu personaje,... y es que cuando todo parecía que podría ser feliz al lado de su pareja,...
ResponderEliminarUn abrazo!
La ceguera, por terrible que sea, puede neutralizarse con sistemas de apoyo, tanto físicos como sociales, pero la oscuridad anímica y la soledad hace que cualquier ayuda externa resulte insuficiente, si no inútil.
EliminarUn abrazo.
¡Uf! Tremenda tu historia, Josep. Las desgracias de la infancia me han llevado a pensar en el Lazarillo. Consigues luego muy bien abrir una ventanita de esperanza para cerrarla de golpe cuando ya no esperábamos ese final. Muy buen micro.
ResponderEliminarReconozco que he sido, inconscientemente, bastante sádico a la hora de escribir este relato. Como bien dices, despuás de abrir una ventana de esperanza, acabo atormentando a mi personaje con una desgracia peor, si cabe, que la ceguera fisica.
EliminarAun así, me alegro que te haya gustado, je,je.
Un abrazo.
Demasiados infortunios para salir adelante aunque parece que ay un punto de esperanza con los compañeros del piso y del trabajo.
ResponderEliminarBuen relato. Un abrazo.
hay con hache.
EliminarSiempre hay un resquicio de esperanza, por imposible que parezca, cuando alguien como mi personaje, tiene la compañía y el apoyo de unos amigos. De tratarse de un hecho real, desearía que esos compañeros de piso fueran su punto de apoyo tras la desgracia de perder a su amada.
EliminarUn abrazo.
P.D.- Ya vi que era un gazapo tipográfico, je,je.
Ese infortunio final será otro punto y aparte. Magníficamente narrado. Por los invidentes, y sus necesidades.
ResponderEliminarUn abrazo
El microrrelato acaba aquí y, por lo tanto, es imposible saber si cabe la posibilidad de un nuevo infortuno en la vida de ese pobre invidente, pues es pura ficción.
EliminarEn la vida real, sin embargo, la ceguera y cualquier otro tipo de minuvalía no ayuda para nada a que quien la sufre pueda llevar una vida normal. Solo los afortunados económicamente pueden lograr algo parecido.
Un abrazo.
Que historia mas triste, cuanta desolación y soledad le queda ahora a tu protagonista.
ResponderEliminarEn los tiempos que corren los invidentes suelen llevar una vida relativamente normal, conozco algunos casos y se defienden a la perfección.
Un abrazo Josep
Puri
No sé si muchos, pero sí bastante minusválidos pueden llevar una vida relativamente normal, pero siempre hay algún caso de desamparo, generalmente motivado por la falta de recursos económicos y ayudas sociales. En mi historia, por desgracia para el protagonista, los acontecimientos que han rodeado su vida, tanto en cuanto a necesidades materiales como sentimentales, le han amargado la existencia, como se la amargarían a cualquiera.
EliminarUn abrazo, Puri.
¡Hola, Josep! Un relato que me lleva un tanto al Naturalismo de finales del s.XIX donde se muestra la vida de personajes marginados y el círculo de podredumbre del que no pueden escapar. En esta ocasión el elemento clave de esta jungla urbana es el atraco y asesinato de Laura. Una historia que conmueve y nos hace pensar en que la sociedad no solo tiene que ser igualitaria en oportunidades, sino equitativa para apoyar que nadie quede al margen por su origen o circunstancias. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminar¡Hola, David!
EliminarAunque ya no se llevan las historias trágicas sobre marginados sociales, viviendo en la miseria y sufriendo la injusticia social, desheredados o perseguidos injustamente, al estilo de Los Miserables, sin querer he llevado a mi personaje a un terreno parecido, je,je. Lo siento por él, pero es lo que me ha salido, ja,ja,ja.
Mucha gracias, amigo, por este pormenorizado y halagador comentario. Solo por eso, ha merecido la pena haber participado en este microrreto, je,je.
Un fuerte abrazo.
Jooooo, Josep Mª que forma de cargarte al pobre protagonista, bueno la vida de este infeliz. Desde la cuna, la calle, la novia, menos mal que son doscientas cincuenta palabras, sino al pobre. Has cargado con todas tus ansias sobre sus espaldas la maldición de la Col Chicina. Jeje. Y yo que pensé, ¡guau la novia le va a dar un punto de luz! mira que arrepentirse con el piso ya "visto". Esta historia se agarra a la entrañas. Un abrazo amigo mío.
ResponderEliminarHe sido malo, muy malo, con el personaje que yo mismo he parido, qué le vamos a hacer, me pilló en un mal momento, je,je.
EliminarMuchas gracias por venir a leerme y dejar tu comentario.
Un abrazo, Eme.
Joer Josep, la vida te da sorpresas y sorpresas te da la vida, podía cantar el protagonista de tu historia. Como dices al final, tal vez la soledad sea una oscuridad peor que la ceguera. Saludos 🖐
ResponderEliminarEl pobre, cuando parece que ha salido del pozo, va y cae en otro más profundo. Yo creo (por fortuna no sé lo que es ser invidente) que la soledad es la peor enfermedad que uno puede sufrir, porque afecta al corazón y no a los ojos.
EliminarUn saludo.
Un hombre nacido por y para la desgracia. Me ha parecido una paradoja, siempre que había algo de luz en su vida esta se extinguía antes de que pudiera verla, como si fuera un doble juego de la ceguera.
ResponderEliminarMuy bien descrita, las acogidas ficticias, el mendigueo, los cupones... Y la desolación final con la consiguiente y perdida esperanza de poder ver de alguna maldita vez la luz al final del túnel.
Muy bueno, me encantó.
Un abrazo!
Nació con mala estrella y donde no debería haber nacido, en una familia que lo abandona y que le obliga a pasar por hogares de acogida que solo pretenden sacar provecho económico de su desgracia, para acabar en la indigencia. Hasta aquí sería una historia triste, como muchas que hay a nuestro alrededor. La puntilla que le he clavado deliberadamente ya la convierte en una tragedia. Así pues, el verdadero malo de la historia soy yo, je,je.
EliminarMe alegro que te haya encantado.
Un abrazo.
Siempre he pensado que de todos los problemas físicos que se pueden tener, el ser invidente es el más grave, siempre he admirado a las personas ciegas que van solos por la calle. Tu texto es tan real que podría ser un artículo periodístico en un periódico cualquiera. Sí, hay vidas que son muy duras. Qué pena, qué horror.
ResponderEliminarSAludos.
Vivir en la más completa oscuridad se nos antoja lo peor de todo, pero supongo que es peor perder la vista que nacer siendo invidente. Eso no lo podemos saber. Lo que sí sabemos es que la vista nos proporciona un conocimiento de nuestro entorno del que nos costaría mucho prescindir.
EliminarEfectivamente, hay vidas muy duras y personas que salen de una desgracia para caer en otra.
Un abrazo.
Fotografías perfecto el mundo de las personas que sufren este tipo de discriminación. Hay sin embargo un párrafo que me costó un poco entender, el quinto, donde hablas de un tercero que tenían que ver, y ella no llegó (así lo entendí al final, que era "la mano caritativa") pero me resultó confuso. Primero pensé que podía tratarse de algún error y el había quedado de verla a ella. Pero bueno, no me hagas caso. Cuando uno piensa que una persona con capacidades físicas diferentes tiene aún más problemas que uno del" montón" resulta abrumador. Vivimos en un mundo demasiado injusto.
ResponderEliminar"Llegó el día en que debíamos ir a verlo cuando terminara su turno de trabajo. Pero no se presentó".
EliminarEstá hablando de Laura, su enamorada, con quien ha decido irse a vivir a un piso, los dos juntos, un piso que tenían que ir a ver (es una forma de hablar, porque siendo invidentes...) cuando ella terminara su turno de trabajo. Pero no se presentó por el motivo que luego se explica.
Piensa que 250 palabras no dan para muchas explicaciones y el autor (yo, en este caso) tiene que dar las pistas suficientes para que el lector capte el significado de lo que expone en pocas palabras. Siento que no hayas captado quién era esa persona que debía acudir a la cita con el protagonista, pues el relato pierde su fuerza y sentido. Creí que estaba suficientemente claro.
Aun así, espero que te haya gustado la historia.
Un abrazo.
Hola Josep. Nos dejas mal cuerpo con tu relato. Pero es una gran verdad la que nos cuentas y la vida está llena de oscuridad que nada tiene que ver con la ceguera. Individuos que se meten con un niño ciego, padres adoptivos que sólo lo son por un fajo de dinero, ladrones sin escrúpulos,...
ResponderEliminarMe ha gustado un montón a pesar de la desazón que me ha producido. Perfecto como siempre en estructura y escritura.
Un abrazo enorme.
No menos triste es el tuyo, Bruno, je,je.
EliminarLa vida de un invidente puede ser muy dura si no está rodeada de un cierto bienestar que le permita desenvolverse con naturalidad. Pero si las circunstancias que le rodean son desfavorables, por no decir trágicas, su vida puede convertirse en un infierno.
Me alegro que te haya gustado, a pesar de la desazón que te ha provocado, je,je.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
ResponderEliminarQué vida más dura ha tenido tu personaje, es desalentador y muy trágico. Una historia tristísima, con una crítica social de lo más acertada. Hay veces que parece que cuando algo va mal, peor se puede poner, como un tu relato, que esperemos que en algún momento perciba un poquito de luz en su camino.
Un beso.
Hola, Irene.
EliminarPues sí, amiga, parece como si la Ley de Murphy se haya cebado en este pobre chico. Si algo le podía salir mal, le salió peor. Hay seres que parece que solo han venido a este mundo a sufrir.
Un beso.
Que tiste es la oscuridad social. El invidente de tu historia le pasó de lo malo, lo peor. Hay muchas desgracias en la vida.Un abrazo.
ResponderEliminarLa vida está llena de infortunios; la cuestión es procurar que no nos toquen, pero eso, por desgracia, no está en nuestras manos.
EliminarUn abrazo.
Admiro tu precisión y brevedad, Josep, pero qué duro el relato. Al lector le ibas haciendo concebir esperanzas y de pronto, ¡zas! Lo inesperado (aunque en el contexto vital sea lo esperable, más allá de la forma que adquiera) Muchas gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Fackel, por tu amable comentario. Me alegro que te haya gustado este relato.
EliminarSaludos.
Es tan, tan triste que debería encontrar otra palabra para expresarlo mejor.
ResponderEliminarCon qué ternura has creado la soledad que está en tantas partes y que se suele ver tan poco.
No se puede hacer el comentario sin lágrimas.
Excesivamente triste para ser real, pero ya sabes lo que se dice, que la realidad muchas veces supera a la ficción.
EliminarMe alegro que, a pesar de esa tristeza, te haga gustado.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn relato impecable en su fluidez, tremendo en la temática que creo mas habitual de lo que podemos pensar.
ResponderEliminarInvidente o no, los niños y adolescentes en casas de acogida son muchos, algunos tienen una oportunidad, otros nada mas que lo que ofrecen las calles, o sea, seguir con sus infortunios.
Un muy triste destino de esa oscuridad que marca la vida de este joven del relato..
A veces la vida es asi.. parece ensañarse con una tragedia y se repite..
Un abrazo y un placer leerlo. Muy buen año 2021!!
Sí, Eli, a este joven se le suma la penalidad propia de haber vivido con unas familias de acogida que no hicieron nada para allanar el difícil camino de un invidente, a la de perder la única luz que entró en su triste vida, la del amor.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo y que el 2012 te sea propicio.
Oh, qué desgracia, cuánto infortunio para este personaje. Me conmovió mucho, pero así es la vida a veces. Muy bien relatado. Un abrazo.
ResponderEliminarLa vida no es un camino de rosas, y para algunos solo hay espinas.
EliminarTe agradezco tu comentario.
Un abrazo.
Siempre existe algo peor aunque no lo creamos. Dar la culpa de todo lo malo que ocurre en nuestra sociedad a Dios es la forma más cómoda de exculparnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato muy triste, Josep. A veces la vida es demasiado dura con algunas personas.
ResponderEliminarUn abrazo
El dolor debería estar mejor repartido y no recaer todo en unos cuantos.
EliminarUn abrazo.
Bueno Josep, creo que este relato se merece una segunda parte, al menos, por el protagonista. A ver si se lleva alguna alegría el pobre que le dure unos añitos. Me ha gustado el relato, crudo, apunta y muestra lo que siempre se esconde y se calla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uf, a una segunda parte sería complicado darle un toque menos trágico, a no ser que el protagonista resucitara, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
!Hola Josep!
ResponderEliminarValiente propuesta nos regalas, enseñarnos un mundo tan real como la vida misma, es osadía hoy día, pues la gente prefiere marearse con engaños y mirar hacia otro lado.
Una narrativa potente, poderosa en si misma, un alma que se regodea en sus infortunios, las perdidas son su plato fuerte, llegará el momento en que libre de ataduras mentales, sociales y emocionales, se encuentre con su propia verdad, y deje de victimizarse, que es la actitud que lo lleva a sufrir una y otra vez y a no salir del pozo.
A veces hay personas trágicas, y otras veces hay personas que atraen la tragedia, sea cual sea la realidad de tu personaje, has logrado que sintamos su dolor y le deseemos mejores días. También nos haces conscientes de el grado de ambición, indolencia y maldad que se ha desplegado en la humanidad...
Bravo Josep, un relato impactante. Agradable domingo.
Tratar sobre el mundo de los invidentes es siempre delicado, pues lo hacemos desde una perspectiva subjetiva, de quien no vive esa condición. Pero como se trataba de escribir un texto que no tenía que ceñirse forzosamente a hechos reales, uno ha dejado volar la imaginación por derroteros ajenos a la realidad. De todos modos, no resulta para nada increíble que algo así pueda suceder en la vida real.
EliminarMuchas gracias, Harolina, por tu pormenorizado y amable comentario. Como acabo de ver que tú también has participado en este reto, voy para allá a leer tu contribución.
Un abrazo.
Una vida de lo más desafortunada el de tu protagonista, y en ella nos muestras lo cruel que puede llegar a ser mucha gente ante algo tan natural como nacer ciego para lo cual es inocente. Nos muestras los intereses mundanos y el peso que lleva él sobre sí mismo dado lo acontecido, incluso con su novia.
ResponderEliminarUn relato concienciador.
Muy bueno, Josep.
Abrazos;)
La vida de mi protagonista está, primero, en manos de una sociedad que le da la espalda, y luego en manos de la mala fortuna. A un mal se le suma el otro. Siento haber sido tan trágico, pero si la ceguera ya es de por sí una condición lastimosa, más lo es la soledad.
EliminarUn abrazo, Mila.