He visto pocos casos en que la
cárcel sirva para rehabilitar al preso. Mi caso, sin embargo, es distinto. En
primer lugar, tuve la suerte de ver reducida mi condena por buena conduta y por
rendición de pena por el trabajo, un trabajo que desarrollé en la biblioteca.
Haber cursado bachillerato tuvo mucho que ver con que el director del Centro aceptara
mi petición. Aparte de mi servicio como bibliotecario, aproveché para estudiar
enfermería a distancia, algo que siempre había querido hacer antes de perder mi
libertad. Luego, la concesión del tercer grado penitenciario me facilitó mucho
las cosas, pues pude asistir tanto a las clases teóricas como a las prácticas.
Ya había quedado en libertad cuando obtuve mi licenciatura en enfermería. Lo
más difícil fue conseguir trabajo. Mis antecedentes penales eran suficientes
para disuadir a mis posibles contratantes. Solo podía recurrir a los centros de
salud privados. Finalmente, conseguí un puesto de trabajo, gracias a la
mediación de los servicios sociales, en una clínica de cirugía estética, como
ayudante.
Pero mis planes no acabaron
ahí, no iba a estar toda mi vida trabajando de instrumentista para un cirujano
plástico, un trabajo tedioso y mal remunerado. Se me ocurrió entonces que podía
convertirme en funcionario de prisiones. Un trabajo vitalicio sin demasiadas
complicaciones. Me veía perfectamente capacitado para desempeñar ese cargo. Cumplía
con todos los requisitos oficiales para optar a ese puesto. Tenía una titulación
académica universitaria y mis antecedentes penales no se referían a delitos
graves ni había sido inhabilitado para el ejercicio de un empleo público.
Una vez tomada la decisión, me
presenté a las pruebas de selección y saqué una nota media excelente. Al cabo
de cuatro años de haber salido de la cárcel entraba de nuevo en ella como
funcionario. Tuve la gran suerte de poder optar por el mismo centro
penitenciario donde había permanecido recluido seis años de mi vida, dos de
ellos en semilibertad. Si solicité ese destino fue porque allí seguía
encarcelado mi antiguo compañero de celda, con quien tenía un asunto pendiente.
¡Es tan fácil fingir un suicidio!
Cumplido mi primer objetivo, solo me quedan algunos casos por resolver. De un modo u otro, esos bastardos pagarán por lo que hicieron conmigo. Solo es cuestión de astucia y paciencia. Trabajar desde el otro lado de las rejas proporciona grandes oportunidades y ventajas. Mis conocimientos de cirugía me serán, además, de gran utilidad.
Lo que va a disfrutar el hombre con su venganza. Casi le envidio, ja, ja. Muy bueno el relato. Siempre he pensado que la venganza está infravalorada. Desde luego, no lo está literariamente, da muy buenos resultados y es uno de los temas que más me gusta.
ResponderEliminarEl personaje es genial. Va dando una idea de sí mismo que nada tiene que ver con lo que termina siendo en realidad, un psicópata (¿o simplemente tiene mucho que vengar?)
Un beso.
¿Cómo es esa famosa frase? ¿Que la venganza es un plato que se sirve frío? Pues eso. El protagonista de esta historia tuvo que esperar mucho antes de que apareciera la oportunidad de hacer su especial justicia vengadora.
EliminarSospecho que en la vida real más de un excarcelado habrá deseado vengarse de los abusos a los que fue sometido durante años por parte de otros reclusos.
Un beso.
Un trama muy vengativa, qué le haría su compañero de celda para querer vengarse. Un buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarEn la cárcel todo es posible y, aunque pueda haber compañerismo, también hay muchos abusos por parte de los matones de turno. Así que puedes imaginarte lo que quieras.
EliminarUn abrazo.
Esta vez sí que me has pillado. He bajado la guardia y me he tragado que de verdad era un caso distinto.
ResponderEliminarMuy buen relato. Y sorprendente.
Un abrazo.
Me alegro de haberte pillado desprevenido y haberte complacido. Así he matado dos pájaros de un tiro, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Vaja ! M'avia fet il·lusions de que anava per bon camí... penso que la tercera part , la continuarà altre cop des de "dins" de la presó, segurament !.
ResponderEliminarMolt bon any ;)
Al principi anava per bon camí, però després, ben pensat, decideix cambiar el rumb de la seva vida. Crec que a dins de la presó tindrà molta feina, he, he.
EliminarMolt bon any!
Vaya, que sorpresa , un preso que parecía rehabilitado y lo que guardaba, un gran resentimiento con el que actuar tan cómodamente.
ResponderEliminarEstupendo relato Josep, con una buena trama que se descubre en un final inesperado.
Me encantó.
Un abrazo y buen domingo.
Hay cosas que no se olvidan y la cárcel es un caldo de cultivo para el resentimiento. Aunque mi protagonista pensava reinsertarse, acabó optando por la venganza.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Un caso distinto. Muy buen texto. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra, por dejar tu comentario.
EliminarUn saludo.
Guau, cuando has dicho que volvía a su antigua cárcel he pensado que estaba loco, que sus antiguos compañeros, al verlo ahora de carcelero, se lo iban a comer, pero es que en realidad está como una cabra, jajaja. Qué bueno, Josep, todo encajó de la manera más macabra posible, y de qué manera, ¡se va a poner las botas!
ResponderEliminarUn abrazo, Josep!
La sorpresa inicial de sus antiguos compañeros al verle regresar se verá pronto sustituida por el terror ante lo que les espera, je,je.
EliminarUn abrazo, Pepe.
Josep Mª, el que explicas, es autobiografía?. Ho dic perque jo em considero un amic teu i no sé si hauré de pendre percaucions....jo era bo amb tu oi?
ResponderEliminarJo, de moment, no tinc aquests plans. Així que pots estar tranquil, he, he.
EliminarUna abraçada.
Un relato redondo, Josep.
ResponderEliminarHas sabido unir tres elementos que funcionan como un tiro en la narrativa: cárceles, psicópata, y la venganza. La suerte está echada para los casos pendientes je, je.
Abrazos.
Pues sí que conforman un triángulo, aunque nada amoroso, ja,ja,ja.
EliminarLo que no sé es que hará mi prota una vez haya cumplido con su venganza. ¿La hará expensiva al resto de presos malos?, je,je.
Un abrazo.
Excelente, una venganza en toda regla. Qué bueno, amigo, me pareció brillante, y da para una novela.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz semana
Muchas gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Menudo personaje te has sacado de la chistera, amigo Josep. A perseverante no le gana nadie. Se empeñó en invertir sus buenos años en dar forma al plan y seguirlo al pie de la letra y poco a poco lo va consiguiendo. Ojalá yo tuviese la misma perseverancia para acabar las cosas que empiezo. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Paso a paso y con paciencia, se consigue casi todo en esta vida, incluso autoeditar un libro, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Pedro, por tu visita.
Un abrazo.
Un individuo que roza la psicopatía. Movido por el afán de venganza será capaz de lo que se proponga. ¡Valgamé Dios! con lo de la reinserción social.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ojalá la cárcel sirviera para rehabilitar a los estafadores, ladrones, violadores y asesinaos. Pero, desgraciadamente, se ve que esto solo ocurre en muy pocas ocasiones. Hay incluso quien entra por un pequeño delito y sale con intención de cometer uno mayor, y todo por culpa del ambiente en el que se han visto sumergido. Mi protagonista debió de pasarlo muy mal entre rejas para querer tomarse la justicia por su mano. Si al entrar ya era un psicópata, eso ya no lo sé, je,je.
EliminarUn abrazo.
Vivimos en peligro constante, no sabemos quien nos rodea. Lo mejor es llevarse bien con todo el mundo y discutir lo meos posible, no vaya a ser alguien como tu protagonista de más acción que palabras.
ResponderEliminarUn relato muy bien llevado de un tema que da para pensar.
SAludos.
Pues sí, Manuela, muchas veces se ha dado el caso de que por intervenir en defensa de alguien, ese buen ciudadano ha salido mal parado. Esta agresividad nos obliga muchas veces a mirar hacia otro lado, lo cual no es bueno para la sociedad. Pero hay casos, quizá como el de esta historia, que el agredido se lo tiene merecido, je,je.
EliminarUn abrazo.
Jobar, qué retorcido tu protagonista, y cómo lo ha ido planeando todo. Se ve que en la cárcel, más que rehabilitarse, tiene uno demasiado tiempo para pensar en la venganza.
ResponderEliminarMuy buen relato, sí señor.
Un beso.
No sé cómo sería cuando entró en la cárcel, pero cuando salió y tuvo tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido allí dentro, planificó, sin prisas pero sin pausa, una venganza en toda regla.
EliminarUn beso.
¡Hola, Josep! La venganza mejor si se sirve fría... Para mí no hay mejor tema literario que este, es sin duda el que más aristas contiene, el que más nos permite indagar en el alma humana porque ¿quién no ha sido tentado por ella en alguna ocasión? Y si además lo aderezamos con un personaje con rasgos psicopáticos desde luego el lector queda atrapado sin remedio. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola, David! En este mundo hay gente rencorosa (hasta cierto punto aceptable) y vengativa (eso sí que es peligroso) de la que más vale alejarse. Que alguien te guarde rencor por algo que hiciste y que le perjudicó, es entendible. Pero lo de este individuo va mucho más lejos y su venganza, tejida con tiempo y calma, seguro que desencadenará una serie de actos criminales que ignoro cómo va a poder justificar. Pero, como se suele decir en estos casos, esa ya es otra historia, je,je.
EliminarUn abrazo.
Inquietante por el planteamiento biográfico, lo que esconde y en qué podría desembocar el fragmento final del tercer párrafo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Ana, por tu apreciación. Nunca se sabe cómo reaccionará un ex preso por venganza.
EliminarUn saludo.
¡Hola, Julio David! Cuánto tiempo sin saber de tí. Me alegro que hayas resurgido de donde te hubieras refugiado, je,je. Acabo de ver que has publicado una nueva entrada en tu blog, así que voy para allá.
ResponderEliminarY hablando de venganzas, todos hemos sentido alguna vez unas ganas irresistibles de hacer justicia, aunque al final nos quedemos de brazos cruzados.
Un abrazo.
Wonderful post
ResponderEliminarThanks