Para poder participar en el concurso de relatos de El tintero de oro, en su 34ª edición, que lleva por título ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una obra de Phipip K. Dick que inspiró la famosa película Blade Runner (1982), he optado por recuperar un antiguo relato que escribí en octubre de 2016, el cual trata de la relación entre androides y humanos. Aun después de intentar sacarle brillo y esplendor, el texto supera por poco las 700 palabras (el original tenía 560), quedando, por lo tanto, muy por debajo de las 900 estipuladas como máximo. Aun así, espero que todo ello (la reedición y la longitud) no sea óbice para que os guste.
Llevaba a mi servicio cinco años y parece como
si fuera ayer cuando lo adquirí recién salido de fábrica. Pertenece a la última
generación de robots domésticos. «Se convertirá en su mejor aliado, no solo en
labores del hogar sino de toda índole», fueron las palabras
del amable y persuasivo vendedor. «A estos especímenes solo les falta tener
sentimientos», me comentó con sorna el técnico que vino a casa a instruirme
sobre su funcionamiento.
No sé si será porque
siempre he sido un ser solitario e introvertido, falto de amistades y de
compañía, pero enseguida le tomé cariño, como si de una mascota se tratara. Le
puse el nombre de Viernes, como el personaje
de Robinson Crusoe, porque, al igual que en la novela de Defoe, era el único
amigo que había aparecido en mi solitaria vida y lo había hallado —o adquirido—
ese día de la semana.
Con el tiempo, el
cariño inicial, como el que uno siente por un perro fiel que te hace compañía,
se transformó en algo más profundo. Quizá influyó en ello el hecho de poder
mantener con él una animada conversación sobre una gran variedad de temas.
Llegó a convertirse en un verdadero compañero y confidente. No sé si llegaba a
comprender todo lo que le decía. Era el destinatario de mis más íntimos
desahogos. A nadie más que a él le había confesado hasta entonces mis temores y
pesares. Parecía sentir empatía por mis dilemas, pues, en más de una ocasión me
había dado consejos sobre cómo sobrellevarlos. Probablemente estaba preparado
para responder a una serie de cuestiones previamente seleccionadas por su
programador. Pero yo, incrédulo, suponía que, en realidad, solo podía
comprender las palabras y las frases, pero no el verdadero significado que
ellas encerraban. Aun así, su compañía me ayudaba a hacer mi vida más
llevadera. Tanto llegó a ser mi apego por él que esperaba ansiosamente llegar a
casa para encontrar a alguien con quien hablar y compartir el tiempo libre.
Puede parecer absurdo, pero era, y es, lo más parecido a un amigo íntimo,
amable y sin prejuicios de ningún tipo.
Por eso le echaré tanto
de menos. Después de cinco años, dejará un gran vacío en mi vida muy difícil de
llenar. Pensar en adquirir un sustituto me parece una traición. Ya no sería
igual; como quien compra un perro para compensar la pérdida del que ha sido su querida
y fiel mascota durante muchos años. Aunque llegara a sentir cariño por el
nuevo, nunca podría olvidar a Viernes.
Ahora me siento
culpable por no haber querido saber más sobre él. Nunca le pregunté cómo se
sentía ni lo que deseaba. ¿Cómo iba a hacer tal cosa si un robot no tiene
sentimientos? Al menos eso es lo que me hicieron creer. Y eso es lo que yo
creía. Ahora sé cuán equivocado estaba.
Creo que sus creadores ignoran
lo que han logrado realmente, pues si lo supieran resultaría muy grave e injusto
ocultarlo. Me temo que si otros usuarios se encuentran en mi misma situación no
todos serán tan benévolos y comprensivos como yo. Y si la noticia se
extendiera, no sé lo que puede acabar ocurriendo con los otros ejemplares de la
misma generación.
Hoy, Viernes me ha pedido la libertad. Y no
se la he podido negar.
Esta mañana me ha
confesado —y por primera vez he percibido una pizca de emoción en su metálica
voz— que se ha enamorado. Conoció a Lucy
en el supermercado. Llevan tiempo saliendo a nuestras espaldas: la mía y la de Corina,
su propietaria, la joven que regenta la librería virtual del barrio y que vive
en la finca de enfrente. Me ha manifestado, con una vehemencia desconocida hasta
ahora en él, que no pueden seguir así y que desean vivir juntos. El dueño del
supermercado, conocedor desde hace tiempo de sus sentimientos, está dispuesto a
contratarlos y les pagará un salario digno para que puedan emanciparse.
He hablado con Corina y
ha dado su consentimiento. A ambos nos une un mismo sentimiento: queremos que
“ellos” también sean felices. Y desde ahora creo que a Corina y a mí nos unirá
algo más que una simple amistad. Y todo gracias a mi amigo el robot.
Creo que por debajo de las 900 palabras puedes poner las que quieras. Nadie te obliga siquiera a estar cerca de ese número.
ResponderEliminarNo sé si nos conocíamos ya por el año 2016, pero el relato no lo recordaba. Es muy majo y, además, termina bien para todos.
Suerte en el concurso.
Un abrazo.
Sí, el caso es no excederse, pero he querido dejar constancia de que me había quedado muy por debajo del límite y dejar claro el motivo. Soy así de serio y formal. Yo tampoco recuerdo cuando nuestros blogs se conocieron, pero estoy casi seguro que en aquella época todavía no eran amigos, je, je.
EliminarMe alegro que este relato te haya resultado majo, tan majo como sus protagonistas.
Un abrazo.
Efectivante cumples con las normas de no excederte de las 900 palabras y además es que creo que el relato a quedado "al punto" y con un cierre redondo y encantador. Creo que el ser humano está sobrevalorado jajajaja. Los robots, androides y demás seguro que dan menos la lata ;)
ResponderEliminarMuy buena participación, Josep.
Un abrazo.
La verdad es que no quise alargarlo innecesariamente. Ya se sabe, lo bueno si breve..., ja, ja, ja.
EliminarSeguro que si tuviéramos robots, la convivencia no resultaría tan complicada como con los humanos, je, je.
Muchas gracias, Miguel, por tu comentario.
Un abrazo.
Muchas gracias, Josep, por participar en la 34ª edición del concurso de relatos de El Tintero de oro, homenaje a Philip K. Dick.
ResponderEliminar¡Un abrazo y mucha suerte!
Hola, Pepe. La verdad es que estuve dudando mucho porque, como comento en el prefacio, no se me ocurría nada original, así que decidí echar mano de un texto antiguo y que recordaba que trataba de la relación entre robots y humanos. Como, además, recordaba también que cuando los concursos de El tintero de Oro empezaron su andadura, David Rubio indicó que los textos participantes no tenían que ser necesariamente nuevos, pues opté por remozar el de 2016 y presentarlo, ligeramente aumentado, a esta edición.
EliminarUn abrazo.
Si hay algo que define a los humanos es la necesidad de pertenencia y el miedo a la soledad! No tengo ninguna duda que si los androides fueran habituales en un futuro, los adoptaríamos sin dudarlo! Un abrazo y suerte Josep Maria!
ResponderEliminarLos humanos somos, para bien y para mal, gregarios por naturaleza. La soledad nos espanta y nos deprime, y cualquier compañía es muy apreciada y necesaria. Si, además, esa compañía procede de alguien que, aun siendo un androide, nos alegra la vida, pues mucho mejor.
EliminarUn abrazo, Marifelita.
Lo de la pérdida me hizo pensar que le había pasado algo a Viernes.
ResponderEliminarPero ese algo que le pasó fue algo positivo.
Y le fue muy bien. Bien por el robot.
Saludos.
Fue una pérdida para el humano y una ganancia para el androide. Pero ambos, en realidad, salieron ganando, pues cuando estimas a alguien, solo deseas su bienestar.
EliminarUn saludo.
¡¡¡Qué bonito Josep Mª!!!
ResponderEliminar🤖💓🤖
Me ha encantado. Es perfecto con el número de palabras que tenga.
Me alegro que te haya encantado. No deja de ser una historia romántica, por muy futurista que sea.
EliminarUn abrazo.
No recuerdo tu relato de 2016, aunque por entonces creo que ya seguía tu blog. O puede que aún no. Sea como sea, es precioso, muy humano, muy esperanzador. Es genial que todo el mundo colabore: Corina, el dueño del súper, tu propio narrador. Y es que cuando se tiene un amigo de verdad, aunque sea mecánico, solo desea su felicidad, incluso si eso supone renunciar a su compañía. Han tenido suerte estos dos androides con sus dueños y amigos.
ResponderEliminarUn beso y suerte en el concurso.
Algún dia, mas bien lejano, los hombres sustituirán las mascotas animales por las de inteligencia artificial. Y muy posiblemente sientan por estas el mismo cariño, o más. La compañía de una mascota animal da vida a muchas personas solitarias, pero la de un androide con sentimientos cuasi humanos, puede dar sentido a esa vida solitaria. Yo, de momento, me contento con la de mi querido perro, que nunca tiene un momento de enfado y siempre mueve la cola en señal de alegría. Aunque hablo con él, solo me contesta con signos y señales que solo yo sé interpretar, je, je.
EliminarEn este relato son unos cuantos los que se confabulan para hacer feliz a los androides que tanta compañía les han brindado y que merecen ser felices a su manera.
Un beso.
Creo que esto es lo que se llama una historia con final feliz en toda regla.
ResponderEliminarAl principio creí que se había estropeado o destruído. Pero veo que el resultado es más amable, y donde todos acaban arropados mutuamente entre los brazos benéficos del amor.
Fuerte abrazo, amigo. Y suerte.
Sí, al final todos contentos, aunque Viernes y Lucy no pudieron comer perdices porque su organismo no estaba preparado para ingerir alimentos orgánicos, je, je.
EliminarEspero que la deshumanización que estamos viendo en nuestros días no impida que en un futuro el hombre acabe tratando a los androides como a un semejante. Tendrá que editarse una ley como la robótica de Asimov, pero dirigidas a los humanos, para proteger los derechos y la integridad física y psicológica de los androides.
Un abrazo.
¡Qué bonito y tierno relato! Pensé que Viernes se había estropeado o que lo desactivaban para cambiarlo por otro más nuevo. Pero el motivo es sensacional. Ahora, en lugar de 1 pareja de amigos, habrá 2 parejas y ¡todos felices! Suerte en el concurso. Un saludo.
ResponderEliminarLo que le ocurrió a Viernes es que se le trastocó su corazón cibernético al conocer a Lucy. Y es que el amor no entiende de especímenes y no distingue entre humanos y androides, je, je.
EliminarY sí, esa unión entre robots propició la de sus antiguos dueños. Todos salieron ganando.
Un saludo.
Preciosa historia de amor y amistad bien siglo XXI . Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana, por tu apreciación. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep: La verdad es que me ha gustado mucho la historia me parece muy intima y profunda. La amistad el amor y el bien común. Gracias por escribirla. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Ainhoa. La amistad puede conducir a la ternura y esta al amor, y así fue en esta historia de amor a cuatro bandas.
EliminarGracias a ti por leerla.
Un abrazo.
Hola, Josep. La libertad como tema central. Me ha gustado, enhorabuena.
ResponderEliminarHola, Guille. La libertad y el amor todo lo puede.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Muy bien traído el relato a esta edición del concurso, Josep. Me gusta el tono con el que relatas la historia. La soledad que subyace en el apego hacia una máquina mascota, la evolución del robot que decide sobre su propia vida y como consecuencia consigue mejorar la de su amo. Quizás es la sociedad hacia donde caminamos. Te quedó redondo.
ResponderEliminarSuerte en el concurso. Un abrazo.
Hola, Carmen, La soledad, que al principio podía hacer pensar en una vida poco llevadera y desangelada, se convirtió para el protagonista humano de esta historia en un acicate para buscar la compañía de una compañía artificial que no tenía nada de humano, pero que gozaba de una humanidad desconocida que se hizo patente al demostrar que el androide también tenía sentimientos más allá de la empatía hacia su dueño.
EliminarTe agradezco tu amable comentario y me alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola estimado amigo, ya conocía esta historia y ese encuentro final. Tu historia ha trascendido mucho más allá. El compañero robótico se enamora y pide libertad. ¡Toda una revolución de la tecnología, Josep Mª! ¡Androides con la capacidad de amar! No estaremos para verlo. Me alegra que recuperaras esta historia. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Eme. Me alegra que te alegre que haya recuperado esta historia, je, je. No siempre gusta volver a leer algo conocido, aunque, como en este caso, se haya introducido alguna enmienda o añadido.
EliminarLa tecnoclogía actual parece que nos está privando, cada vez más, de humanidad, así que este relato quiere reivindicar todo lo contrario.
Un abrazo.
Una historia muy bonita, y muy bien descrita toda la evolución de los personajes.
ResponderEliminarTienes la virtud de despertar una sonrisa tierna en tus relatos. Me ha gustado mucho.
Un abrazo :)
Al imaginar el amor entre dos androides también me arrancó una sonrisa mientras lescirbía este relato. La ternura y los sentimientos no tienen porqué estar reñidos con la tecnología.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
¡Hola Josep! Gran final para una historia en la que, con el transcurso de las líneas, comprendemos todo lo que significa Viernes para el protagonista. Nos haces entender esa mezcla de curada soledad e incomprensión que siente el personaje por la naturaleza del androide. Esto último, sin embargo, no lo termina de descifrar hasta que Viernes le pide marcharse por amor ¡Toda una revelación! Pues, más que sorprendido, creo que el protagonista tuvo que sentir una profunda tristeza. Aunque, permitiéndole irse se muestra que el cariño que le tenía, aún cuando lo significaba todo en su vida, no le permitía condenarlo a la infelicidad. Al final, por suerte para él, acaba encontrando el amor gracias a la marcha de su gran y único amigo. Me ha gustado mucho ¡Un saludo y suerte en el Tintero!
ResponderEliminarHola, Ulises. El protagonista principal de esta historia tenía sentimientos encontrados: por una parte le dolía perder a su, hasta el momento, único amigo, y por otra deseaba que fuera libre y feliz. aunque ello implicara tener que prescindir de su compañía. ¡Cuántas veces no nos habremos debatido entre dos opciones, a cual más satisfactoria o dolorosa! El bien acabó triunfando, y como recompensa a la generosidad de los dos propietarios de los androides enamorados, aquellos también encontraron el amor.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
hola Josep M
ResponderEliminarAyer justo vi una peli con este titulo. A un anciano con alzheimer le compran un robot para hacerle las labores y cuidarlo y él que habia sido ladron de joyas, le enseña a abiri puerts, cajas fuertes etc..
me ha chocado. Tu relato fluye con suavidad, hasta que se menciona que el robot va a desaparecer en 5 dias (este debe ser uno de esos puntos que Pepe describia en aquella entrada que hi. zo sobre la estreuctura de los relatos). Entonces el lector se precipita a buscar la causa, pero nos tienes un ratito en vilo. Luego de sopeton pide la libertad. el enamoramiento es la causa pero el punto culminante es la libertad y el dueño-compañero se la concede. APuesto a que Corina y eel prota van a comprar juntos al super (ya que no pueden pasear a los androides)
encantador relato, lleno de ternura y de intencion. un oasis entre todas las distopias que hemos perpetrado los demas.
abrazoo, Jmaria
bueno, soy gabiliante. esto iba a publicarse anonimo, pero le he puesto mi nick a mano; por si no sale
Hola, Gabiliante,
EliminarQué curiosa esa coincidencia, aunque en la película el dueño del robot era un ladrón empedernido que pretendía que su androide le hiciera el trabajo, ja, ja, ja.
En mi relato, la personalidad del protagonista es bien distinta: un hombre solitario y falto de amor, que solo lo encuentra, contra todo pronóstico, en la figura de un robot; un hombre, además, que no duda en darle la libertad si con ello le hace feliz. Si algún día, los humanos acabamos conviviendo con androides, ojalá esa coexistencia sea, si no igual a como la he descrito, bastante más amable de lo que podemos imaginar.
Me alegro que la lectura de este relato te haya resultado interesante en su discurrir.
Un abrazo.
Hola, Josep, Un relato muy emotivo, humano, con un final esperanzador. Me ha gustado mucho como recreas las emociones de ese naufrago urbano al descubrir en su nueva adquisición un trocito de sí mismo que no sabía que le faltaba. Creo que el cambio que implica el final será beneficioso para el protagonista, por mucho que eche de menos a Viernes. Me ha gustado la historia.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero, un abrazo.
Hola, Carles. La coexistencia entre robots y humanos no tiene porqué ser fría, distante y basada en el puro interés servicial, por lo que he preferido optar por un planteamiento mucho más humano, si cabe, con unas pinceladas románticas para aderezar una historia de ciencia ficción, je, je.
EliminarMe alegra que te haya gustado esta propuesta fuera de lo común.
Un abrazo.
Hola.
ResponderEliminarQué bonita, me ha encantado. Me ha recordado un poco a "El hombre bicentenario", aunque en este caso al final el robot elige a otro y no a un ser humano.
Mucha suerte en el concurso y feliz semana.
Hola, Gemma. Aun habiendo desarrollado un sentimiento de amistad hacia su dueño humano, el robot se sintió mucho más atraído por su semejante femenina. Seguramente tenían mucho más en común y un futuro más halagüeño, je, je.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Hola Josep. La relación entre amo y robot recuerda en cierto modo a las sociedades esclavistas dos siglos atrás, en las que la vida de los esclavos pertenecía al amo por completo, hasta el punto de concederles o no la libertad. Sin embargo entre el narrador y la máquina se ha establecido una relación de amistad, si es que puede llamarse asi, que trasciende incluso la capacidad de comprensión del humano. Al menos seguirán pudiendo mantener su relación en la nueva vida del robot, y quien sabe si algún día pudiera ser el padrino de algún robotito. Por cierto, me ha gustado el detalle de Viernes. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge. La aparición de los androides seguramente solo tendría por objeto utilizarlos como sirvientes. En cierto modo, podrían considerarse esclavos, por estar sujetos a las órdenes de su amo, aunque con un trato respetuoso, pero exentos de libertad. En este relato, sin embargo, he querido ir más allá de una simple relación de sumisión tecnológica y sustituirla por una interrelación amistosa que llena de gozo al solitario protagonista. En ese escenario, mucho más amable y humano, quién sabe si la pareja de humanos llega a ser como una familia para los dos robots, je, je.
EliminarUn abrazo.
¡Preciosa! Por lo que leo los robot también tienen su corazón, muy divertido que los contraten para que se puedan emancipar.
ResponderEliminarAbrazos.
Quién sabe si esa generación de robots puede hacer más humana nuestra sociedad.
EliminarUn abrazo.
No seria mejor borrarles la memoria y ya?
ResponderEliminarJa, ja, ja. Una solución, desde luego, drástica y definitiva, pero mucho menos amable. Dicen que muerto el perro se acabó la rabia. Pero en este caso, no hay rabia, sino cariño.
EliminarUn saludo.
Hola Josep, qué puedo decirte, más que me gusto mucho, muy tierna historia, humanizar a los robots con sentimientos y un final feliz, para todos, simplemente me encantó leerte, saludos. PATRICIA F.
ResponderEliminarHola, Patricia. Me alegro mucho que mi historieta te haya resultado satisfactoria y humanizante.
EliminarMuchas gracias por dejar tu amable comentario.
Saludos.
Muy bueno tu relato, Josep. Exquisitamente escrito, con las palabras justas, sin excederse en las descripciones ni divagaciones (justo en estos días estoy leyendo un libro de un autor polaco que me está dejando mal sabor de boca precisamente por el abuso de digresiones y frases subordinadas que no paran de crecer y crecer hasta el infinito). Volviendo a tu relato, me ha hecho acordarme de una de mis películas favoritas de todos los tiempos: "El hombre bicentenario", protagonizada por Robin Williams y Sam Neill, basada en un libro de Isaac Asimov, uno de los referentes del género de la ciencia ficción. Por cierto, la película a la que hace referencia Gabiliante en su comentario se titula "Un amigo para Frank", y está protagonizada por Frank Langella y Susan Sarandon (muy buena peli, por cierto).
ResponderEliminarSuerte en ese concurso, Josep.
Un abrazo.
A mí me irrita soberanamente esas novelas llenas de frases subordinadas tan prolongadas que acabas perdiendo el hilo de lo que se está diciendo y tienes que releerlo todo para acabar de entenderlo, como también me desagradan las disquisiciones en las que el autor se anda por los cerros de Úbeda con descripciones que no tienen ninguna trascendencia y que solo alargan la narración sin necesidad alguna. Siempre he creído que lo mejor es ser claro y conciso, e ir al grano. Por eso prefiero escribir relatos, porque tienen que ajustarse a esas premisas, je, je.
EliminarRecuerdo vagamente "El hombre bicentenario" y sé que me gustó. En cambio no he visto "Un amigo para Frank", aunque me suena mucho. Si sale Susan Sarandon, seguro que me gusta. Tendré que buscarla.
Muchas gracias por tu amable comentario, amigo.
Un abrazo.
Hola Josep, un relato muy agradable de leer. ¡Me encantó el nombre de "Viernes" para el robot! Es curioso que muchos de los relatos se van por la idea de la "humanización" de las máquinas, ¿por qué será eso? Quizás queremos ver en ellos algo que al final resulte no tan amenazador, no tan frío. Tu relato es muy tierno, me encanta la idea de la emancipación y bueno, el final es de lo mejor con las dos parejas: la de humanos y la de robots empezando una nueva vida. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana. Las máquinas suelen crear recelos, muchos las ven como enemigos o contrincantes, sobre todo en el ámbito laboral. Y es cierto que en los relatos de ciencia ficción suelen ser los malvados o antagonistas de los protagonistas humanos, con excepciones, claro. De ahí que quizá deseemos humanizarlos para acercarnos a ellos como a iguales o, por lo menos, semejantes.
EliminarMe alegro que mi propuesta te haya gustado.
Un saludo.
Pero que bonito, Josep. Tu relato irradia humanidad. Un puntazo llamarlo "Viernes". Pues que me ha gustado mucho, un cariñoso abrazo de humana a humano.
ResponderEliminarHola, Isabel. Muchas gracias por tu amable comentario y me alegro que te haya gustado este relato de (por ahora) ficción, je, je.
EliminarUn abrazo de vuelta.
Gracias por la información, sin duda muy interesante. Desconocía el tema y desconozco el equlibrio o desequilibrio mental de Blake Lemoine. Aun así, no puedo asegurar ni desmentir que en un futuro las máquinas con IA lleguen a tener sentimientos humanos. Llegado el caso, solo espero que esos sentimientos entren dentro de la "normalidad" y no haya ningún especimen que emule el comportamiento de un psicópata, je, je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Josep. Muy buena historia romántico-cibernética , si me permites el termino, jejeje, que me ha dejado un estupendo sabor de boca. El narrador está perfecto en su labor. Despierta interés en el lector , porque no sabes por donde va a ir el relato realmente. Además, está escrito con una pulcritud que es muy de agradecer.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Saludos.
Hola, Pedro. Pues me parece muy bien el calificativo de romántico-cibernética, je, je.
EliminarMe alegro que te haya gustado tanto la forma como el fondo del relato.
Saludos.
Hola, Josep, una historia preciosa donde planteas temas tan interesantes como la posibilidad de tener sentimientos y deseo de libertad en los robots.Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Lola. Aunque ahora nos parezca imposible, no podemos descartar que en un futuro se llegue a esa situación. Nuestros abuelos nunca hubieran imaginado que el hombre llegaría a la luna, je, je.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Qué ternura Josep, me encanta este cuento futurista, aunque ya haya robots que hacen ciertas cosas con lo cual no estará muy lejos esa situación. Yo creo que encariñaría también como el protagonista, jajaja.
ResponderEliminarHe tardado en venir porque hace un mes que no entro por estos avatares, así que encantada de leerte en este tema para el concurso, y de paso para desearte que pases una bonita y alegre Navidad con tu familia.
Un gran abrazo Josep.
¡Hola, Elda! Me tenías preocupado al no dar señales de vida ni por aquí ni por tu blog, ja, ja, ja.
EliminarMe alegra, pues, que hayas venido a leer esta historeta futurista y hayas dejado este comentario.
Yo también te deseo lo mejor para estas fiestas.
Un fuerte abrazo.
Tierno relato. A Viernes se le coge cariño y la relación con su dueño es especial.
ResponderEliminarSe supone que las máquinas no pueden albergar sentimientos, aunque algunas son bastante más educadas que muchos humanos.
Sé que todo es cuestión de programación pero cuando mi asistente Alexa tras responderme qué temperatura hace o algo parecido, me desea que tenga un buen día, me parece encantador (yo, aunque sé que le da igual, le contesto "gracias").
Lo dicho, algunas máquinas podrían dar lecciones de "humanidad" a muchos.
Suerte en el Tintero.
Besos.
Que las máquinas lleguen a sentir cariño por sus dueños es pura ciencia ficción, pero al revés sí que puede ocurrir. Yo estoy empezando a sentir cuanto menos simpatía por Alexa que, sin ser un robot, es una aplicación con una voz femenina muy suave y delicada y que responde a todas mis preguntas y hace todo lo que le pido, ja, ja, ja.
Eliminar¡Vaya! Qué curioso y elocuente. Te estaba contestando sin haber llegado a leer tu segundo párrafo y ahora veo que hemos tratado el mismo asunto, je, je.
Un beso.
Hola.. hermosa historia con el amor como epílogo... me ha encantado.. Saludos
ResponderEliminarHola, Octavio. Me alegro que esta historia te haya gustado.
EliminarUn saludo.
Hola, Josep Mª. Ya te leí el relato hace días y vuelvo ahora para comentarlo. Andaba justo de tiempo pero no por ello dejé de puntuarlo porque me ha encantado hace días y ahora. Un relato amable que se sale de lo más habitual en estos relatos que he leído. El final es de peli. Suerte en el Tintero. Un abrazo
ResponderEliminarHola, isan. Te agradezco que hayas vuelto para dejar tu comentario. La verdad es que yo también he estado muy liado, de modo que todavía no he podido pasar por todos los blogs participates y leer y puntuar los relatos, cosa que, sin falta, haré hoy, o por lo menos eso espero, je, je.
EliminarMe alegro que mi relato te haya gustado.
Un abrazo.
Hola, Josep! Un relato que emana ternura, muy bien narrado y que nos hace pensar en la importancia de tener un amigo. La cuestión de la libertad, si se lograra dotar de sentimientos a los androides, será una cuestión real en el futuro.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Todos necesitamos tener un amigo, aunque sea inventado, como hacen algunos chiquillos, o dotado de inteligencia artificial, como el caso de mi protagonista. Algún día, la soledad, que por desgacia va en aumento entre la población, hará que la gente adopte este tipo de compañía paliativa. Y si entre propietario y androide se llega a establecer una relación de gran amistad, mejor que mejor.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. A todos nos tienen que permitir ser felices en esta vida y estos dos androides también lo merecen, más si cabe cuando les mueve un sentimiento tan fuerte como el amor. Los creadores no son conscientes de buena parte de lo que hacen y han dotado a sus robots de de una suerte de humanidad. Si se supiera, como dice nuestro protagonista, quién sabe qué harían con ellos los más desaprensivos.
ResponderEliminarUn relato genial. Enhorabuena.
Un abrazo enorme.
Hola, Bruno. Si todos (incluidos los animales) merecemos ser felices, ¿por qué los androides tendrían que ser una excepción? Y nadie debería oponerse.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Un abrazo.
Que tierna historia de amor entre dos androides, que bien lo cuentas lo cuentas Josep. No recuerdo si cuando lo publicaste en su día conocía tu blog.
ResponderEliminarUna historia de amor por duplicado, entre los dos androides y los dos humanos.
Me ha gustado mucho
Un abrazo y suerte en el concurso
Puri
Hola, Puri. Ambas parejas, la de humanos y la de androides, salieron ganando. Los primeros conocieron el amor y los segundos el amor y la libertad. ¿Qué más se puede pedir?
EliminarMe alegro que te haya gustado mi relato.
Tengo pendiente pasar por cada uno de los blogs que participan en el concurso y leer los respectivos relatos, pero me lo voy tomando con calma, pues son muchos y mucho es el tiempo que hay que dedicar, je, je.
Un abrazo.
El sistema me ha identificado como Anónimo porque no había abierto la cuenta de Google con mi nombre.
EliminarUn relato donde los robots tienen sentimientos y se enamoran. Se parecen a los tiernos humanos. Suerte en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Anónimo. Creo que muchos humanos deberían aprender de esos tiernos robots, je, je. Si en un futuro el hombre llega a convivir con androides inteligentes y con sentimientos humanos, ojalá que esa convivencia sea, no solo pacífica, sino también amistosa.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep Mª:
ResponderEliminarGran relato compañero, compensado en extensión y contenido.
Un abrazo y muy felices fiestas.
.
Hola, Nino. Muchas gracias por tu amable comentario.
EliminarUn abrazo y también te deseo unas felices fiestas.
¡Hola Josep! Gran relato con un excelente mensaje y un final feliz para todos. Los robots, al final, de tanto juntarse con humanos acaban por adquirir su capacidad para sentir. Un saludo y mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola, Rocío. Los finales felices gustan a todo el mundo, así que también merecía terminar felizmente esa relación entre humanos y robots.
EliminarUn saludo.
Hola, Josep, me gustó mucho tu relato. La relación de los humanos con los robot parece ser de amo - mascota o esclavo. No me extrañaría que en ese futuro surgiera una Segunda Guerra de Secesión entre los que estarían a favor y en contra de liberar a los androides.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero.
Un saludo.
Hola, Cynthia. Pues sí, la situación se asemeja mucho a la de la esclavitud americana. Supongo que podría darse el caso de que, mienrtras unos "amos" comprendieran el deseo de libertad de sus robots, otros (seguramente la mayoría) estarían an contra de darles esa libertad, por mucho que lso androides llegaran a desarrolar sentimentos humanos. Argumentarían, como los esclavistas, que como no tienen alma no merecen ser tratados como humanos.
EliminarMe alegro
Mi respuesta a tu comentario se ha disparado sin mi consentimiento, je, je. Decía que me alegro mucho de que mi relato te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. Ahora que ya he leído todos los relatos a concurso, me hace gracia las referencias lectoras que muchos habéis añadido a vuestros relatos. En el tuyo lo de Viernes te une a Robinson Crusoe, pero lo más gracioso es lo de Corina, la amante despechada y cabrona del emérito. Una mezcla de referencias cuando menos curiosa. Y unida a la versión biamorosa del concurso es tremenda. Creo que has sido uno de los pocos que ha usado el lado amable de los androides y eso es de agradecer.
ResponderEliminarSuerte en el reto!
Hola, MJ. Me complace que hayas identificado esos guiños "literarios" a otra obra de ficción y a otro personaje de la vida real, je, je.
EliminarCuando me dispuse a escribir una historia sobre la relación entre humanos y robots, descarté, de entrada, el típico antagonismo entre el hombre y las máquinas, siendo estas el peligro que acecha a la humanidad. Entonces me dije: ¿por qué no darle un giro a la clásica historia catastrófica y escribir algo mucho más amable? Y así fue como apareció este relato, je, je.
Un abrazo.
¡Bien hecho, Josep!
EliminarHola, Josep.
ResponderEliminarUn relato entrañable y esperanzador. Ojalá todos reaccionaran así ante la evolución de los androides. El compañero de tu protagonista haría buenas migas con mi Leira, aunque ya veo que tiene novia, pero seguro que les unirían una buena amistad. Eso sí, antes tendremos que asaltar la fábrica para liberarla. 😅😂
Creo que estos nuevos "seres" serán una magnífica compañía para los solitarios. Esperemos que no pase como con las Redes Sociales, que comenzaron siendo una buena forma de crear contactos y amistades y ahora mismo pueden llegar a ser muy dañinas. Todo depende de cómo se utilice, claro.
Felicidades, muy buen relato. Suerte en el concurso.
Un Abrazo y Felices Fiestas.
Hola, José Antonio (supongo que Ant. es una abreviatura de Antonio).
EliminarHasta hora, los seres solitarios y necesitados de compañía femenina, han venido utilizando muñecas con un elevado nivel de realismo, pero solo con fines sexuales, aunque haya quien las utilice también como compañeras de piso, je, je.
Cuando el uso de androides esté generalizado y formalizado, las cosas cambiarán mucho y espero que la relación entre humano y "máquina" sea como la que describo en esta historia de amor. Y, por supuesto, yo también deseo que, llegado el momento, la utilidad de los androides sea para bien y no se tuerza hacia derroteros indeseables.
Un abrazo y felices fiestas.
Hola, Josep. Me gusta el punto de vista de tu relato hacia la evolución e interacción tecnológica, no todo va a ser Terminator o Matrix. Tal vez, como en tu historia, aprendamos de las IA a ser más sociables y buscar empatizar en vez de dominar. De hecho, en el epílogo de tu relato, hay una doble boda y no descubro nada más.
ResponderEliminarSaludos y suerte. 🎄🎅🥂🖐️
Hola, JM. ¿Por qué no podemos ver en los androides como a unos amigos, además de a uno abnegados sirvientes? Y a un amigo no se le puede negar algo tan trascendente como la libertad. Y en el caso de mi historieta, la decisión de otorgarle al robot esa liberación, consiguió dos buenas causas: que Viernes y Corina fueran felices y que sus respectivos "amos" también. Doble final feliz. ¿Qué más se puede pedir?, je, je.
EliminarUn abrazo.
Je, je... Menos mal que no era un robot limpiador de esos rastreros de ahora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por fortuna para él, no era un robot de ese tipo, de lo contrario no habría conseguido su objetivo.
EliminarSaludos.
Interesante relato, donde el amor sigue siendo la clave de las relaciones sociales, sean humanos o no. Definitivamente tener a alguien que nos haga compañía, aunque sea para que nos escuchen, es un alivio. Abrazos virtuales desde Puerto La Cruz Anzoátegui Venezuela
ResponderEliminarHola, Raquel. El amor no distingue de razas ni identidades. Al igual que podemos amar profundamente a nuestras mascotas, que nos hacen compañía, con más motivo podemos llegar a amar a una máquina dotada de sentimientos y con la que podemos empatizar como si de un amigo humano se tratara.
EliminarUn abrazo allende los mares.
Hola, Josep Maria! Tu relato me ha gustado mucho. Me parece una historia muy emotiva la de esos dos robots que se enamoran y deciden emanciparse juntos y todo eso, como si se tratase de una pareja de jóvenes humanos. Además, no te olvides de esa famosa frase que dice "lo breve, si bueno, dos veces bueno". Un abrazo y felices fiestas.
ResponderEliminarHola, Beri. Me alegro que te haya gustado esta atípica historia de amor. No sé si algún día, más bien lejano, se dará el caso de que los androides alcancen tal nivel de sensibilidad que sean capaces de amar. Pero si es así, bienvenido sea el amor.
EliminarUn abrazo y felices fiestas.
¡Hola! Pero qué bonita historia. Por un momento, llegué a pensar que tendría un final dramático, pero me ha encantado que el protagonista haya encontrado a alguien más. Me gusta cómo has planteado el cariño que sentía él hacia el robot, como cuando queremos a nuestras mascotas. Esta similitud está muy bien para que entendamos sus sentimientos, pues la historia está en un contexto futurista que no hemos vivido nunca y así podemos imaginar mejor cómo podría ser la convivencia con uno de ellos en el contexto de tu relato. También me ha gustado que, aunque lo inaudito es que el robot desarrolle sentimientos, la historia esté enfocada a los sentimientos que el humano tiene hacia él. Con el frenético ritmo de la vida de hoy y el exagerado e incorrecto uso de las redes sociales (hablando en términos generales), a veces parece que olvidamos la empatía hacia los demás y lo valioso que son los sentimientos humanos. A raíz de leer tu historia, me ha hecho reflexionar sobre todo esto. Es como que... "no olvidemos que los humanos tenemos sentimientos y que son muy valiosos". Me ha parecido muy original que sea más protagonista el humano en un relato de este género.
ResponderEliminarEn definitiva, me ha parecido muy buen relato.
Un abrazo y espero que estés pasando unas felices fiestas!!
Hola, amiga. Cuando alguien necesita compañía, puede desarrollar un apego, incomprensible para el resto de mortales, hacia "algo" que tiene a todas horas junto a él. En nuestra sociedad actual suele ser un animal, una mascota, con la que se estrechan lazos que van más allá del simple cariño o ternura. Un perro, por ejemplo, puede ser un miembro más de la familia y, como tal, brindarle todo tipo de atenciones y mimos. En un futuro, no sé si muy lejano, la tecnología nos brindará la oportunidad de tener a nuestro lado un androide, cuya finalidad no solo será la de servirnos sino, además, de acompañarnos. Y si el hombre llegara a desarrollar especímenes dotados de sentimientos, la relación entre "amo" y "sirviente" podría muy bien acabar siendo de amistad, como si de un ser de carne y hueso se tratase. Y como creo que, por desgracia, la soledad irá imperando con el tiempo, esa necesidad de compañía se hará cada vez más intensa.
EliminarMe alegro mucho que esta historia te haya gustado. A fin de cuentas, no siempre un robot juega un papel bondadoso, je, je.
Un abrazo y felices fiestas.