La historia que os voy a referir la contó un
compañero durante la sobremesa de una comida de Navidad de la Editorial en la
que trabajo; por lo tanto, no puedo asegurar su veracidad, más bien dudo de
ella, pero me causó tal impacto que no he podido evitar contárosla. De eso hace
algo más de dos años.
El caso es que un
escritor novel, al que llamaré en lo sucesivo Gabriel, no lograba darse a
conocer por mucho que lo intentaba. Las Editoriales a las que acudía con sus
manuscritos los rechazaban sin contemplaciones. Cuando ya se daba por vencido,
después de varios años en el dique seco de los escritores fracasados, se le
presentó una oportunidad única, que no dejó escapar sin pensar en las
consecuencias de su acto.
Un día, navegando por
la blogosfera, dio con un blog de relatos titulado Relatos inimaginables,
cuyo propietario se identificaba como El Relator. La última
publicación databa de cinco años atrás. El blog estaba, por lo tanto, inactivo.
No hubo forma de identificar al autor. En Google, ese
nombre le llevó a un perfil en Facebook que pertenecía, sin duda, a ese
escritor, pues todas sus publicaciones eran relatos compartidos del blog que
Gabriel acababa de descubrir. La última compartición llevaba la misma fecha que
el último relato publicado en el blog. Así pues, ambas plataformas habían
quedado congeladas al mismo tiempo. Cinco años era mucho tiempo. ¿Qué le había
pasado a El Relator para que hubiera enmudecido de ese modo? Los datos en
su perfil de Facebook solo indicaban su sexo, Varón, y su fecha de nacimiento,
1950. Tendría, pues, setenta años.
Gabriel se planteó dos
posibilidades: que, por su edad, no estuviera en condiciones físicas o mentales
para seguir escribiendo, o que hubiera fallecido, y su esposa o hijos, si los
tenía, no habían pensado o sabido cerrar el blog y su cuenta en Facebook. Por
si acaso, le envió un mensaje por Messenger y también dejó un comentario en su
último relato publicado. Si en un plazo razonable no recibía respuesta por
ninguno de esos dos medios, daría por sentado que ese hombre ya no existía, por
lo menos públicamente.
Sus relatos eran maravillosos, realmente inimaginables, como los había bautizado en su blog. Lo más increíble era que sus seguidores eran muy escasos y los comentarios que habían dejado todavía más. ¿Cómo, un escritor de ese talento era tan ignorado? Debió haberse sentido tan frustrado como él —pensó Gabriel. O más, pues él, en comparación, era un simple aprendiz.
Leyó y releyó sus
relatos y cada vez se sentía más maravillado. Había oído hablar de autores que
solo lograron ser reconocidos tras su muerte, cuando alguien había descubierto casualmente
sus escritos y su gran calidad literaria. Y Gabriel era uno de esos descubridores.
Si El Relator, o como se llamara en realidad, tenía familia, también era
posible que desconocieran su afición escritora. Quizá era una persona
solitaria e introvertida que mantenía su afición en secreto. Y de haber
fallecido, después de cinco años sin que nadie hubiera prestado atención a sus
publicaciones, sus escritos estaban ahora al alcance de cualquiera.
Tras darle muchas
vueltas al asunto, la codicia de Gabriel hizo que viera en esos textos,
prácticamente anónimos, un botín precioso que le podía abrir las puertas a la
fama. ¿Qué Editorial podría negarse a publicar una recopilación de relatos tan
extraordinarios como aquellos?
Durante los siguientes
días, se dedicó a copiar, uno por uno, todos los relatos de aquel blog caído
del cielo, e hizo una selección de los que, a su juicio, eran los mejores.
Los treinta relatos
elegidos eran realmente espeluznantes. Nunca antes había leído algo igual.
El caso es que, al cabo
de un año —no le resultó difícil convencer a una Editorial de cierto prestigio
especializada en el género fantástico— su libro salió a la venta. Fue un éxito
rotundo, como era de esperar. Si la Editorial le pedía una nueva entrega,
Gabriel no tendría problema alguno en seleccionar otros treinta relatos de
entre los más de ciento cincuenta que había copiado.
Aunque Gabriel hubiera alcanzado el éxito de una forma inmoral e ilegal, no sentía remordimientos ni temor a ser descubierto. ¡Si casi nadie había leído sus relatos cuando, supuestamente, estaba vivo! ¿Quién podía descubrirlo?
La primera tirada se
agotó más rápidamente de lo esperado. Todos sus amigos y conocidos le
felicitaban y alardeaban de conocerle. Se sentía, por fin, feliz.
Pero esa felicidad se
tornó en angustia tan pronto como empezó a tener unas horribles pesadillas. Unos
seres horripilantes le querían dar caza, los mismos que formaban parte de los
relatos publicados. Pensó que esas pesadillas eran fruto de un remordimiento
inconsciente y que desaparecerían con el tiempo. Pero persistían y cada vez
eran más intensas. Por fortuna duraban muy poco, pues despertaba casi de
inmediato. Entonces empezó a padecer insomnio. No podía, o no quería, dormirse
por temor a esas pesadillas recurrentes. Acudió al médico y este le recetó un potente
sedante. Contrariamente a lo esperado, ello fue su perdición. Como el sueño
inducido fue tan profundo, no logró despertarse en el momento más álgido, como solía ocurrirle, acabando
siendo presa de aquellos seres.
Cuando despertó, a la
mañana siguiente, se sintió malherido. Las sábanas estaban revueltas y
cubiertas de sangre. Corrió al baño. La imagen que le devolvió el espejo le
sobrecogió; era la de alguien que parecía haber sufrido un ataque despiadado. Grandes
moretones, multitud de arañazos, cortes profundos, mordiscos, y desgarros
cubrían todo su cuerpo. La sangre manaba profusamente. Se desvaneció,
golpeándose fuertemente la cabeza. Estuvo inconsciente varias horas.
Su psiquiatra le dio una explicación muy
distinta a la que él le había ofrecido. ¿Cómo podían haberle hecho eso unos
seres que no estaban más que en su imaginación? Probablemente había sufrido un brote
psicótico. ¿Había antecedentes en su familia? ¿No?
Gabriel estaba convencido
de que aquello había sido real, una venganza en toda regla. Los seres que había
engendrado la mente del escritor plagiado, se habían conjurado para hacerle
justicia.
Acabó contándoselo todo
a su terapeuta. ¿Pero de qué blog y de qué escritor me está usted hablando?
Todo está en su mente, créame.
Tan pronto como llegó a
casa, Gabriel buscó a El Relator, tanto en su blog de relatos como en su
perfil de Facebook. Desde el plagio, no había vuelto a hacerlo, por vergüenza o
por aprensión. No obtuvo ningún resultado. Había desaparecido sin dejar rastro.
No era posible. Mientras insistía, una y otra vez, perplejo, en esa infructuosa
búsqueda, sintió un escalofrío en la nuca y oyó a sus espaldas una voz ronca
que le decía: «¿De verdad creías que esto quedaría impune? A mí nadie me roba
nada, ni vivo ni muerto». Acto seguido, una garra le oprimió la garganta con tal
fuerza que perdió el sentido.
Ahora se dedica a escribir relatos fantásticos
en su habitación del psiquiátrico donde lleva ingresado un año. Sus escritos,
en opinión de quienes los han leído, tanto residentes, celadores y médicos, son
excelentes y merecedores de ser publicados. Cuando se lo comentan, Gabriel sonríe
maliciosamente y dice que una voz en su interior se los dicta. Es El Relator,
afirma. Nadie sabe quién es ese, pero le devuelven la sonrisa,
condescendientes.
Creo que le haré una
visita. Podría escribir una historia sobre él y lo que le ocurrió. Si resulta ser
como la contó mi compañero, espero que la Editorial me la publique. Y si no, la
publicaré en mi blog.
Que historia más fantástica, fantástica de buena quiero decir, la otra fantasía era un poco peligrosa para no creer en ella, no sea que tus personajes me ataquen a mi, :)))).
ResponderEliminarGabriel se metió en camisas de once varas y así le resultó.
Muy interesante toda la lectura Josep, me ha encantado porque me he fundido en ella.
Siempre es un placer leer tus relatos.
Un abrazo y feliz puente.
La fantasía es la puerta de la imaginación, de lo fantasioso e increíble. ¿Verdad o mentira? ¿Realidad o invención? Me gusta jugar con esto, y si el resutado te ha resultafo fantástico, en el sentido de bueno, pues me alegro mucho, je,je.
EliminarUn abrazo y feliz puente, Elda.
Ufff! Josep Mª, como te gusta tensar la cuerda,... has manejado los argumentos para esconder hasta el final el verdadero desenlace,... te aseguro que me llevé una sorpresa.
ResponderEliminarMe ha encantado!
Un abrazo!
A veces me gusta marear la perdiz, je, je.
EliminarLa salud mental del protagonista es el centro alrededor del cual gira la historia, o por lo menos la parte más importante de ella. ¿Todo ha sido un sueño? ¿Existieron realmente esos seres deseosos de vengar a su creador? ¿Toda la historia, desde el principio, sucedió tal como se cuenta? ¿Gabriel dio con ese blog o fue parte de una ilusión mental? Yo no lo sé. A mí me lo contaron así, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Genial, Josep.
ResponderEliminarHas sabido aunar actualidad con las redes sociales, otorgar cuerpo narrativo al relato y finalizar con ese guiño del "Y si no, la publicaré en mi blog" ja, ja, ja. Además, esas historias que bordean la locura con la realidad del personaje, consiguen atrapar y más con esa parte final tan potente que nos regalas.
Un gran abrazo.
Las redes sociales dan para mucho, o ¿acaso no recuerdas la película Searching?, je,je.
EliminarEn casi todas mis historias hay una migaja de mí, y en esta me identifico plenamente con ese autor novel que, ante la imposibilidad de publicar en una Editorial, tiene que echar mano de su blog, ja,ja,ja.
Es muy cierto que las historias en las que hay un delgada línea que separa la cordura de la insania logran atraer más al lector, o por lo menos a mí, como autor, je,je.
Un fuerte abrazo, Miguel.
A mí lo de plagiar algo me parece mucho más repugnante que atracar un banco.
ResponderEliminarMuy buen relato, sí señor.
Un abrazo.
Pues eso de plagiar parece ser más habitual de lo que parece. Unos plagian y otros copian, pero es más o menos lo mismo. Incluso existe un portal en internet que se conoce como "El rincón del vago", al que recurren muchos estudiantes para copiar las respuestas a un tema sobre el que deben presentar un informe. Por no hablar de los plagios musicales.
EliminarUn abrazo, Chema.
Me ha gustado mucho la historia que tan bien relatas, Josep. Lo de plagiar es algo que me repugna, la verdad, creo que nunca debería hacerse y por ningún motivo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Carmela,
EliminarMe alegro que te haya gustado esta historia. Aunque la originalidad sea cada vez más difícil de lograr, tanto en la música como en la literatura, el plagio debería estar desterrado para cualquier autor que se precie y castigado contundentemente. Pero, claro, mi protagonista estaba pasando por unos momentos de desequilibrio emocional, je,je.
Un beso.
Josep Mª, me has hecho pensar en muchas cosas, en las editoriales que rechazan textos, en los buenos textos que jamás leeremos...pero me ha impactado cómo el escritor loco, Gabriel, fabricó a El relator. Tu historia está perfectamente escrita y me dan ganas de copiarla, que lo sepas :-).
ResponderEliminarUn lujazo hoy, es especial este relato. Yo publicaré a primeros de enero un ramillete de relatos largos que no caben en formato de blog, y espero que nada ni nadie me moleste en las noches :-). Un abrazo
Ni se te ocurra plagiarme, pues ya sabes cómo las gasto, ja,ja,ja.
EliminarNo hay nada como tener la conciencia tranquila para poder dormir de un tirón por las noches.
Te deseo que tengas éxito en tu empresa y que tu esfuerzo se vea recompensado.
No he leído ningún relato largo de tu autoría, pero sí he podico comprobar tu extraordinaria calidad narrativa. Espero que los lecgtores de tu libro también la sepan apreciar. Ya informarás de la fecha de lanzamiento, pues me gustará hacerme con un ejemplar. Y ten en cuenta que yo cumplo mis promesas, je,je.
Un abrazo.
Qué relato más espeluznante. Y qué bien terminado. Me ha encantado la forma de enlazarlo con quien puedes ser tú mismo y tu blog. Has hecho un juego de espejos muy interesante... porque a ti no te dicta tus relatos una voz de tu interior ¿verdad?
ResponderEliminarMuy bueno, de verdad.
Un beso.
El protagonista de esta historia no es exactamente mi alter ego, pero casi, je,je.
EliminarNo, tranquila, mis relatos me los dicta mi..., bueno no sé exactamente qué es, pero sea lo que sea, no tiene nada de malignidad. Al menos eso creo, ja,ja,ja.
Me alegro, Rosa, que te haya gustado.
Un beso.
Jobar, vaya historia. Ojalá todos los que plagian por la red, que hay unos cuantos, sufrieran el mismo castigo, y ojalá cundiera el ejemplo y así se les quitaba las ganas de apropiarse del trabajo ajeno.
ResponderEliminarEspero que el narrador sea un personaje de ficción, porque de lo contrario yo te aconsejaría que ni te acerques al psiquiátrico ese, que las apariciones y las posesiones se supone que no existen, pero haberlas haylas.
Un besote.
Pues ojalá pudieran leer esta historia muchos de los que van por el mundo plagiando por culpa de su falta de imaginación, destreza o ingenio y tomaran debida nota de lo que les puede ocurrir, ja,ja,ja.
EliminarCreo que el narrador es un amigo de un amigo de un amigo mío, je,je.
Un beso, Paloma.
P.D.- Me alegro mucho que te hayan desconfinado y puedas, por fin, alzar el vuelo, aunque no puedas volar muy lejos.
Eso es como sacar a la luz esas voces internas que a todos nos amargan la vida muchas veces. Y en este caso literal, pero por otro lado consiguió su propósito, aunque el precio fuera alto. Muy bueno ese juego, entre onírico y real. He ido haciendo y deshaciendo teorías hasta que nos has presentado la verdadera, aunque esta también da mucho qué pensar.
ResponderEliminarMe gusta mucho cómo empiezas, como si fuera una vivencia personal, y eso es porque le imprimes mucha credibilidad, casi parece un relato autobiográfico. La narración en primera persona la bordas.
Solo espero que tu amigo no te haya pegado alguno de sus males internos, jaja.
Un abrazo, Josep.
Muchas gracias, Pepe, por tu amable comentario y me alegro que te haya gustado esta historia que de autobiográfica tiene lo justito, je,je.
EliminarAlgún día probaré a escribir en segunda persona, pues se me antoja mucho más difícil.
De momento, que yo sepa, no oigo voces, excepto la de mi mujer cuando me llama para que ponga la mesa, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Ten cuidado Josep. Yo que tú no iría a hacer ninguna visita y menos a un psiquiátrico. yo una vez estuve en uno, no como paciente ¡líbreme Dios! sino como visitante, y pude estar entre los internos. Y ya te digo yo que es difícil de digerir.
ResponderEliminarPrefiero que mis voces internas procedan de mi imaginación antes que soportar y sufrir algunas voces externas que nos atosigan, amenazan y asustan.
Un relato que da miedo ¡ya te digo!
Un abrazo.
Nunca he estado en un psiquiátrico, pero sí estuve, con el colegio, en un cotolengo, que viene a ser algo parecido pero mucho más horripilante. Supongo que los curas pretendían concienciarnos de las penurias de esos infelices enfermos mentales profundos.
EliminarPues mira, si para ser un escritor brillante y famoso tuviera que sufrir de esquizofrenia, no sé, no sé...,ja,ja,ja.
Un abrazo, amigo.
He vivido tan intensamente la lectura que me ha parecido que una garra me agarraba del cuello por detrás. Es muy poco ético plagiar cualquier publicación.
ResponderEliminarUn abrazo.
El subconsciente puede jugarnos muy malas pasadas, ja,ja,ja.
EliminarEl plagio debería estar más castigado, pues es un robo de una propiedad intelectual con fines lucrativos.
Un abrazo.
Los plagiadores se pierden algo muy importante y es el hecho de tener la satisfacción de ver compensado su esfuerzo a la hora de superar los incontables desafíos con los que se enfrenta alguien que coquetea con las letras.
ResponderEliminarMe ha gustado tu estrategia de la distracción al lector llevándole por mil vericuetos para que no encontrara la "salida" o quien estaba detrás, en realidad, de este escritor novel, hasta llegar al desenlace y comprender este juego entre la ficción y la realidad con el que supiste atrapar nuestra atención.
Muy buen relato, Josep, me tuviste en vilo hasta el final.
Un beso.
Me imagino que los plagiadores empezaron copiando los exámenes en la escuela, je,je.
EliminarHay ocasiones en la vida en las que resulta difícil distinguir entre la verdad y la mentira, entre la realidad y la ficción, pero en esta historia espero que haya quedado clara esta distinción, aunque el escritor no supo hallarla. Las mentes perturbadas viven en una constante irrealidad y muchas son felices así.
Me alegro mucho que este relato te haya atrapado.
Un beso, Estrella.
Magnífico relato, Josep. Lo has narrado con tanta precisión que he sentido la misma angustia que atormentaba al protagonista de tu historia. Aunque vagamente, me has recordado una peli que vi hace tiempo titulada "El ladrón de palabras", protagonizada por Bradley Cooper y Jeremy Irons. Si no la has visto, te la recomiendo. Enhorabuena, Josep.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡El ladrón de palabras! Una película excelente, que he visto dos o tres veces. Pero en ese caso el plagiador reconoce su falta ante el plagiado y quiere recompensarle por ello de algún modo. Un plagiador hasta cierto punto honesto y con remordimientos. Otro en su lugar habría dicho "Santa Rita, Rita, Rita, lo que se encuentra no se quita", ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo, Pedro.
Hola.çQué buen relato, está muy muy bien hilado.
ResponderEliminarAy el plagio, mejor no digo nada porque me daría para un post.
Feliz día.
Muchas gracias, Gemma. Ya en la escuela no soportaba a los copiones. No daban golpe en todo el curso y luego se aprovechaban del que había estudiado para copiarle el examen, je,je.
EliminarUn abrazo.
He leído tu relato y pone los pelos de punta que los personajes de los relatos ataquen aunque sea solo en sueños al plagiador. Será como castigo por plagiar. Y si visitas un psiquiátrico quizás de allí saques mas historias terribles. Un abrazo.
ResponderEliminarLos remordimientos pueden provocar pesadillas. Solo el que tiene la conciencia tranquila puede dormir sin sobresaltos. Y a veces esas pesadillas son tan reales que resulta muy difícil distinguirlas de la realidad, sobre todo cuando el que las sufre no está muy cuerdo.
EliminarUn abrazo.
¡Hola, Josep! Jo, justo al terminar de leerte he buscado el blog en Google, ja, ja, ja... Muy buen relato, muy a lo Stephen King y sus escritores en dique seco que se ven entremezclados en lo misterioso. Me gusto mucho ese tono cómplice del narrador con el lector, ello hace que te quedes clavado como sucedería si alguien te confesara un secreto terrible. Sin duda, el plagio es el mayor absurdo dado que no tiene ningún sentido, ni te diviertes creando, ni te va a llevar demasiado lejos en la literatura. A ti desde luego, no te hace ninguna falta, ¡vas sobrado de ideas! Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminar¡Hola, David! Mira que si lo hubieras encontrado, sería lo más, ja,ja,ja.
EliminarEl plagio o, mejor dicho, la suplantacion de la autoría ha dado lugar a más de una película. Además de El ladrón de palabras, mencionada por Pedro Fabelo más arriba, tenemos a otra, cuyo título no recuerdo y que me gustó mucho, en la que un escritor fracasado le roba un manuscrito a un amigo que está en coma, pensando que no se recuperará y podrá así lograr el éxito que a él le ha sido negado. Cuando el amigo se recupera inesperadamente, empiezan las penurias para el plagiador.
En mi historia he añadido un toque paranormal, con ese origen misterioso del escritor plagiado, je,je.
Me alegro que te haya gustado. Y, bueno, no siempre me sobran las ideas, ja,ja,ja.
Un abrazo.
jo, jo, jo qué pasada, me encantó la historia. No se si trabajas en una editorial jeje, pero la historia es carne de cañón para desarrollarla. Te animo a hacerlo. Cuando comienza me estaba imaginando algo que me pasó y conocí bastante bien (ahora te cuento después) pero según avanza ese Relator y su venganza... Es un claro ejemplo del "castigo" por copiar "si incumples este mandamiento sagrado de la literatura....te va a pasar esto". Hay que reconocer que cuando leemos nos inspiramos los unos en los otros, puedes copiar frases o expresiones, pero claro de ahí a copiar un texto entero, eso se notaaaaaa, vaya si se nota. Bueno, te cuento. Antes de estar en el Tintero, participé en otro grupo y el chaval que lideraba el cotarro literario,(creo que sigue el grupo e incluso con más miembros) no era muy bueno con las letras, pero de vez en cuando nos sorprendía. En una de esas alguien dejó caer un comentario que más o menos decía Que lo había copiado de una chica y una serie de datos. Yo fui una de las primeras en leer la historia y claro, vi el comentario. Mi curiosidad me puede. Y efectivamente, calcado, no se había entretenido en cambiar nada o casi nada, creo que los nombres de los protagonistas. Cuando volví a la página del ladrón de relatos vi que ya no estaba el comentario. Yo andaba muy involucrada en el grupo, pues tienes la ilusión de llevar a cabo el proyecto y colaborar en la medida, vamos hasta el tuétano (más o menos como me pasó con Madame S.) hasta que descubres personas tras los personajes. Bueno pues me despedí sin decir nada a los compañeros, solo a él. Creo que seguirá haciendo lo mismo. Porque efectivamente, descubre blog litearios que ya nadie activa y se adueña de los relatos. Puaf, yo esto como no lo veo. Porque no estás engaándo a nadie, con un poquito de idea de escribir descubres que eso no lo ha escrito. QUién realmente se engañan son los plagiadores. Recuerdo una película que un joven escritor le pasa eso mismo. Encuentra un manuscrito y lo hace suyo, con la mala suerte que el autor estaba vivo. "El ladrón de palabras" seguro que las visto, y si no hazlo, merece la pena. Jo que buena historia nos has traído. Como siemrpe un placer leerte. Un abrazo fuerte
ResponderEliminarLos plagios suelen acabar descubriéndose, aunque no siempre sancionándose. Yo conocí a un escritor en sus ratos libres que ha ganado muchos premios en certémenes literarios y que en más de una ocasión ha visto sus relatos plagiados, solo con algunos retoques minúsculos. Aunque lo ha denunciado (no a la policía, je,je) a los organizadores y públicamente, para que se conociera el nombre del plagiador, no ha logrado gran cosa. No sé si estos individiuos sienten en algún momento vergüenza o culpabilidad. Supongo que no. Deben ser casi unos profesionales de la copia. Supongo que si alguien plagiara a un escritor famoso, al igual que ha ocurrido alguna vez en el mundo de la música, el plagiador pagaría daños y perjuicios o vete tú a saber qué penas existen para este delito.
EliminarEn mi relato nadie puede acusar a nadie, porque no sabemos si ha exitido realmente ese autor, ese blog y esa identidad bajo un pseudónimo.
La mente puede jugar muchas malas pasadas y ser nuestro peor enemigo cuando está enferma.
Sí he visto "El ladrón de palabras" y más de una vez. Me gustó muchísimo. Pero en ese caso más bien se trata de una apropiación indebida, una suplantación, al creer muerto o en paradero desconocido al verdadero autor.
Un fuerte abrazo.
Que espeluznante e interesante relato compañero, me ha gustado mucho... aunque me quedo con dudas. Son taaan delgadas las líneas que usas, tan delgadas que son vertiginosas... el sueño versus realidad, locura versus cordura...da miedito.
ResponderEliminarEn los blogs de viajes se da mucho el plagio,... el mío es tan personal que no creo que interese ni a los plagiadores jajaja... Pero una vez sí me plagiaron alguna ilustración 'en toda mi cara' y Grrrrr ... (no sé si recuerdas que compartí la fea experiencia en mi blog, fue en el post que con ironía y humor titulé 'la magia de mi melena' jajajaja).
Gracias por compartir, un abrazo grande y buen finde.
La línea que separa lo real de lo imaginario, la lucidez de la locura, la verdad de la mnetira es muchas veces tan fina que no logramos distinguirlas entre sí. Ahí lo dejo, je,je.
EliminarLo único bueno que entraña ser plagiado es que solo se plagia a los mejores. Así que puedes consolarte con esto. Yo puedo, en cambio, estar tranquilo, porque nadie me va a plagiar, ja,ja,ja.
Un fuerte abrazo, compañera.