Eulalio se casó con Berta por dinero. Chica
rica y poco agraciada, siendo benévolos, y ocho años mayor que él. Los
esponsales se celebraron en un tiempo récord. El suegro no regateó en gastos. Siendo
conservador hasta la médula, lo único que no quiso conservar fue a su Bertita
en casa. Aunque laboriosa y detallista, era un incordio, pues su mayor defecto
era criticarlo todo. Nada le parecía bien, se quejaba sin parar. Haberla podido
endosar a ese desaprensivo fue una gran suerte. ¿Que se casaba por su dinero?
Que más daba. Por muy manirroto que fuera su futuro yerno, el dinero seguiría
manando de sus arcas, que no paraban de llenarse gracias a sus negocios
inconfesables.
Eulalio era un joven
atractivo y ambicioso. Había tenido muchas novias a las que dejaba en cuanto
veía que no podían mantener sus caprichos. Las desplumaba y se largaba con
viento fresco. Si te he visto no me acuerdo. Y a pesar de su mala fama, no
dejaba de provocar suspiros entre las jóvenes. A estas, sus padres les tenían
prohibido acercarse a él, como el único antídoto contra la evidente decepción
que les ocasionaría semejante individuo.
La unión entre Eulalio
y Berta fue un éxito. Ella flotaba de alegría por haber cazado a un galán tan
apuesto y él por haber pillado un mirlo blanco o, menos poéticamente, la
gallina de los huevos de oro.
Todos los conocidos hacían
apuestas para ver cuánto duraba ese matrimonio. Si bien, tras la boda, todo
funcionaba, aparentemente, a la perfección, en la intimidad las cosas fluían de
modo muy distinto.
—Estoy harta de que
mires a todas las mujeres.
—Anda, no seas tonta,
que sabes que es a ti a quien quiero.
—¿De verdad? Entonces
¿quién era esa pelirroja con la que te vi ayer por la tarde?
—¿Ayer por la tarde,
dices? Mmm, ah, sí, era Milagros, una compañera de la oficina con la que me
encontré casualmente. —¿Cómo iba a decirle que, en realidad, era “la milagros”,
como así la conocían en el club de alterne que Eulalio solía frecuentar? No hace
falta decir por qué de ese apodo. Menos podía decirle que ahora ya no era su
cliente habitual sino su amante, que le había comprado un pisito en Barcelona capital
y la había retirado de su antiguo oficio.
—¿Acaso me tomas por
imbécil? No tenía pinta precisamente de oficinista —contraataca Berta.
—¿Y quién te ha dicho
que es oficinista? Además, ese término ya no se usa, en todo caso
administrativa. Se nota que no has trabajado en tu vida.
—No habré trabajado,
pero no tengo un pelo de tonta. La gente habla, y hace tiempo que me huelo que
me eres infiel.
—¿Infiel yo? Pero tú
estás mal de la cabeza.
—Entonces por qué no me
haces el amor desde…, desde ya ni me acuerdo, ¿eh? Ni me tratas con ternura, ni
me dices cosas bonitas, como cuando éramos novios.
—Es por culpa del estrés,
cariño. Tú no sabes lo que son estas cosas. Qué más quisiera yo que volver a
ser el de antes.
Berta queda pensativa.
Quizá tenga razón su marido y ha sido injusta con él. De hecho, pasa muchas
horas fuera de casa, seguro que trabajando sin cesar. Incluso los fines de
semana. No debe querer sentirse un mantenido. Pero no por ello quiere
resignarse a una convivencia sin pasión, sin sexo. Recuerda aquellos
consultorios radiofónicos de cuando era pequeña y los consejos que daban a las
mujeres en estos casos. Pero será más atrevida que las mujeres de antaño.
Mañana —piensa— irá a una tienda de lencería de Barcelona y se comprará la ropa
interior más sexy que encuentre.
Al día siguiente, en
Janine, una tienda barcelonesa de alta lencería, mientras Berta está intentando
probarse un tanga, oye una voz meliflua en el probador de enfrente.
—Pichurri, ¿quieres ver
cómo me queda?
—Pues claro, bomboncito.
Esa voz de hombre le
resulta familiar, pero que muy familiar. Decide salir de dudas y abre de un
tirón la cortina, sospechando y temiendo a la vez lo que va a encontrar al otro
lado.
—¡¡Eulalio!!, ¿qué coño
haces aquí? —pregunta retórica donde las haya, pues su marido está en medio del
pasillo, ante una pelirroja prácticamente en cueros, con un amplio surtido de
ropa interior en sus manos.
La tienda se convierte
en un campo de batalla, donde sostenes, bragas y tangas vuelan por los aires, mientras
una mujer morena, bajita y rellenita persigue a otra pelirroja y con un tipazo
de aúpa, volcando los expositores que encuentran a su paso. La trifulca llega a
su fin con la presencia de la policía municipal
Una vez en casa, por la
noche, Eulalio intenta resolver el entuerto.
—La pobre es nueva en
la ciudad, no tiene ninguna amiga que la acompañe de compras, sale con un chico
y quería impresionarlo con un conjunto de ropa interior sexy. Pensó que mi
experiencia le sería de utilidad y me pidió si podía aconsejarla. No podía
negarle ese favor.
—¡¡Eulaliooooo!!. ¿Tú
me has visto cara de gilipollas?
—Querida, sé
compresiva. ¿No prometimos sernos fieles en las alegrías y en las penas, en la
salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra vida? Pues si yo soy feliz
haciendo feliz a mis amigas, ¿por qué te pones así?
—Sí, hasta que la
muerte nos separe, cosa que va a pasar ahora mismo.
Pues ha de ser muy comprensiva, pero quien da con un tipejo así de corto de mochales, no puede esperar que cambie, son adúlteros por sistema.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Entre sus ganas por casarse con ese pillo guaperas y su padre que hizo todo lo posble para que así fuera, se metió en un barrizal de padre y señor mío.
EliminarUn abrazo.
Y efectivamente la muerte les separó jajaja. Creo que los padres de Berta no midieron bien las consecuencias de quitarse de encima a su querida hija con el especimen de Eulalio.
ResponderEliminarEstupendo aporte al concurso Josep. Un fuerte abrazo y suerte.
Desde que se casaron, la espada de Damocles revoloteaba sobre sus cabezas, hasta que ella decidió usarla para cortársela a su frívolo e infiel marido. LLegado a este punto, supongo que el padre de Berta reconocerá su error al haber echado a su hija en brazos de un desaprensivo.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Buen ritmo en el relato. Y si que fue hasta que la muerte los separe. Dos joyitas, el infiel ella protestona
ResponderEliminarSupongo que la fórmula utilizada en los votos matrimoniales se refiere a una muerte natural, no provocada por un asesinato, je,je.
EliminarEstos dos son la antítesis de los amantes de Teruel, tonta ella y listillo él, ja,ja,ja.
Un saludo.
Pues no me explico,... en vez de valorar el know-how que su querido esposo puso a disposición de la señorita,... eso si que es asesoramiento personalizado! jajaja
ResponderEliminarMuy divertida la situación!
Pues es verdad, aunque ella le hubiera hecho firmar un contrato de exclusividad a su marido, bien podía haberle pedido consejo, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep! Vaya pájaro nos has traído, jaja, y pensaba que el mío era retorcido. Tener una escusa para todo es casi una virtud, sobre todo tratando de mantener la supuesta integridad aunque su mentira no se sostenga por ningún lado. Muy bueno el haberlo narrado con un narrador omnisciente, así primero nos has contado lo de su amante para que al final sepamos que lo de que es su amiga es una milonga, porque si no, podríamos habérnoslo creído, yo por lo menos jaka.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Josep, una lectura ágil y fluida, y con unos diálogos creíbles y geniales.
Un abrazo y suerte!
Existe la creencia de que los hombres infieles son mucho más tontos que las mujeres que también lo son, ya que estas saben disimular muchísimo mejor sus faltas y tienen mucha más imaginación para inventarse excusas. No sé si ello se corresponde con la realidad. Por fortuna, no he vivido esta situacion, ja,ja,ja. En este caso, por lo menos, ha sido así, je,je.
EliminarMuchas gracias, Pepe.
Un abrazo y suerte también para tí.
Si la cabra siempre tira al monte, Josep. Muy ingeniosa la excusa de acompañarla a comprar la lencería porque la chica no tiene amigas, y él tiene experiencia. Buen aporte al reto del Tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por muy ingeniosa que fuera la excusa, no se sostenía por ninguna parte, pero algo tenía que probar, je,je.
EliminarY muy cierto es que la cabra siempre tira al monte, pero como a ella no le importó el curriculum de ese pimpollo, también tuvo parte de responsabilidad.
Un abrazo.
La verdad es que labia no le falta a él...pero me temo que ese día acabó con toda ella. ;))
ResponderEliminarUn beso.
Tendrá labia, pero no le ha servido de nada. Ha usado el método de los políticos: decir mentiras sin sonrojarse y esperar a que los demás se las crean, ja,ja,ja.
EliminarUn beso.
A esta pareja le quedan dos telediarios para que cada uno tome las de Villadiego, porque está claro que es insostenible una convivencia en tales condiciones.
ResponderEliminarLos personajes protagonistas resultan patéticos, pero al mismo tiempo muy divertidos por el juego que dan a la historia que con tanta gracia y buen hacer nos narras.
Me has hecho pasar un rato ameno y muy divertido. ¡Felicidades!
Un beso, amigo Josep.
El final estaba cantado, pero no ha llegado hasta que ella ha tomado riendas en el asunto. Eso de ser la mujer de un infiel redomado no iba con ella. Y una vez cometido el error de casarse con ese tipo, decidió cortar por lo sano, o por lo insano, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro, Estrella, haberte hecho pasar un rato agradable. Con eso es más que suficiente.
Un beso.
Lo que no puede ser, no puede ser... y además es imposible.
ResponderEliminarBuen relato. Suerte en El Tintero.
Un abrazo.
Era, efectivamete, imposible que esos dos vivieran en armonía. No eran almas gemelas, los mirases por donde los mirases.
EliminarUn abrazo.
Un relato genial, Josep. La excusa última del marido es el colmo del cinismo y no puede ser más divertida. También el personaje del suegro queriendo quitarse a la hija de en medio. Me ha encantado. Muy visual y con muy buen ritmo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta, por tu amable comentario. Me alegro que te hayas divertido con esta historieta de intereses inconfesables, mentiras y amor no correspondido.
EliminarUn abrazo.
Con lo bien que estaría soltera y disfrutando de la fortuna de papá. Ese empeño de algunas por casarse no es ni bueno ni normal.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un beso.
Pues sí, Berta es una mujer de las de antes, de las que casarse era su objetivo en esta vida. Desde luego es cierto eso de que más vale solo que mal acompañado, je,je.
EliminarUn beso.
Al final cortó pero para siempre, je je je no le dio tiempo a explicarse, es que ese tipo de matrimonios no suele acabar bien.
ResponderEliminarUn abrazo Josep
Puri
La verdad es que hasta a mí me ha sorprendido esa reacción tan súbita y extramista. La creía más paciente, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo, Puri,
Jajaja, pobre Bertita, menuda joya se llevó, el más vago y cara dura de la ciudad, y anda que el padre tantas ganas de deshacerse de la hija aunque fuera infeliz, también tenía delito.
ResponderEliminarUn tema estupendo para el concurso Josep, ¡suerte!. Me ha encantado.
Un abrazo y buena semana.
El padre tenía muchas ganas de sacársela de encima por pesada. Ahora tendrá que aguantar sus lamentos y lloriqueos a toda hora. Creo que habrá sido peor el remedio que la enfermedad, je,je.
EliminarUn abrazo, Elda.
El relato tiene ritmo y la escena de la ropa interior volando por los aires en la tienda de lencería queda muy visual y divertida. Solo me he quedado con ganas de saber algo más del suegro, porque para querer deshacerse de la hija tenía que ser un mal bicho también.
ResponderEliminarMucha suerte Josep
A los dueños de la lencería y a las clientas que estaban presentes no les debió hacer mucha gracia ese espectáculo. Bueno, a las clientas quizá sí, ja,ja,ja.
EliminarEl suegro tendrá que tragarse ahora el mal humor de su hija. Se lo tendré bien merecido.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
ResponderEliminarMenudo jeta tiene el tipo este, y caradura, así que tiene que ser feliz, vaya, vaya. Creo que no, que tu protagonista ha decidido que no lo sea más, ja, ja, ja.
Muy bueno, el primer error que tuvo fue el de subestimar a su víctima, ;)
Un beso, ¡y suerte!
Hola, Irene.
EliminarMi protagonista ha obrado en consecuencia, aunque quizá de una forma demasiado drástica. Al final no resultó ser tan boba como creía, je,je.
Un beso.
Aquí la culpa la tiene el padre, jejejeje.
ResponderEliminarMe gusta mucho la historia. Va in crescendo,empiezas describiendo a la muchacha, lo que piens el padre...y rematas muy bien con esa tienda(el nombre de Janine para una tienda de lencería me ha encantado)destrozada.
Pobrecito Eulalio, solo quería ayudar a una amiga.
Mucha suerte en el concurso.
Los padres siempre tienen la culpa de todo, ja,ja,ja. Pero es que este era un padre bastante egoísta, solo pensó en su bienestar y no en el de su hija.
EliminarEulalio, se pasó tres pueblos con eso de echarle una mano a la Milagros. Mucha mano veo yo, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Hola, Josep Mª. Pues en contra de lo que a primera vista parece, yo apuesto por que esta parejita va a seguir. Ya se encargará de ello el padre que hará lo posible para que no vuelva a casa. Ella espabilarla y se buscará un apaño porque parece que sus posibilidades son escasas. Buen relato. me ha gustado especialmente destaco lo del mirlo y la gallina. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, isan. Creo que tu apuesta es algo arriesgada, pues Bertita, cuando está hecha una furia no responde de sus actos, je,je. Por otro lado, tienes razón al pensar que su padre intentaré por todos los medios mediar para seguir teniéndola lo más lejos posible. Otra cosa es que consiga su propósito. Como no habrá un "continuará", nos quedaremos con la duda, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep Mª. ¿Todo bien? Espero que sí. Pues sí, a mí me gustan mucho historias como la tuya, frescas y que se leen de corrido. He pasado un buen rato, compañero. Felicidades y mucha suerte. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Beri. Me haces una pregunta difícil de contestar en pocas palabras y que me llega en un momento en el que sufro un problema serio de salud, así que no sé si es la típica pregunta de cortesía o bien has leído mi última entrada en mi blog Cuaderno de bitácora. Sea como sea, te diré que "voy tirando", que ya es mucho, je,je.
EliminarMe alegro que esta historia de humor te haya hecho pasar un buen rato. ¿Qué más puedo esperar?
Un abrazo.
Hola, Josep Mª. Lo siento, ignoraba que estás sufriendo un problema serio de salud. Espero que te recuperes lo antes posible. Un abrazo.
EliminarTe deseo lo mismo, Josep, que te recuperes prontito. Un beso.
Eliminar¡Vaya morro se gasta el Eulalio!, ¿para que quiere al lado a un hombre que pasa de ella?, debería de mandarlo a tomar por...
ResponderEliminarIndependiente y rica, con un asesor personal y un buen cirujano plástico seguro que se lo podría pasar dabuten :)
Un abrazo Josep Mª
Eulalio, como buen vividor, tiene una cara que se la pisa. Berta estará, sin duda, mucho mejor sin él y podrá pegarse la gran vida. Y puestos a elegir, yo le recomendaría, más que un asesor, un entrenador personal que esté cachas, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
La verdad que tonto por no decir otra cosa el marido pensado que su mujer era una ingenua e inocente que no se enteraba de nada jeje.
ResponderEliminarY si hasta que la muerte los separo pero porque ella dijo "hasta aquí hemos llegado" y muy bien que hizo, ya lo creo.
Buen relato, ameno, entrenido y con un buen final eso si la escena del probador con la pelirroja lo que más me ha gustado de todo el relato, olé por tu imaginación.
Un abrazo.
Berta fue, en realidad, una ingenua, al pensar que Eulalio se casaba con ella por amor, y más aun si, sabiendo cómo era, pensaba que lo cambiaría. La cabra siempre tira al monte y ese mujeriego no era una excepción.
EliminarLas batallas campales por celos siempre me han resultado divertidas y aquí hacía falta una, je,je.
Un abrazo.
Hola, Josep. Me ha resultado muy entretenido tu relato, con muy buen ritmo. Los diálogos son muy divertidos, caracterizando muy bien a la pareja. La escena de la tienda de lencería muy visual y graciosa. Intuyo que Eulalio tiene las horas contadas, pues Berta va a acabar con los problemas de celos de forma tajante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Carles. Cuando una mentira no es piadosa sino que esconde una veleidad como la de Eulalio, es lógico que la reacción de la persona engañada sea agresiva. Lo malo es que si Berta lleva a cabo su amenaza, acabará sola y en la cárcel.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. ¡Qué descaro el de este tipo! Ojalá ella lo ponga en su lugar.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Un caradura, era ese Eulalio y de algún modo tenía que pagarlo.
EliminarUn abrazo.
Hola,
ResponderEliminarQue relato más peculiar y divertido. A mi me encantan los diálogos hilarantes, pero lo que más me ha flipado es la labia y el descaro del marido. ¡Mucha suerte!
Abrazo
Hola,
EliminarUna historia peculiar sobre una pareja no menos peculiar, je,je.
Muchas gracias y un abrazo.
Gracias, Josep, por participar con este relato en la XXV edición del concurso dedicada a Tom Sharpe y Wilt. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarDe nada, David. Siempre a tu disposición y a la del Tintero, je,je.
EliminarUn abrazo.
¡Qué bueno! El Eulalio además de jeta tiene inventiva porque mira que se busca excusas para explicar lo que ya se explica por sí solo, ja, ja, ja.
ResponderEliminarY lo del apodo de Milagros con el significado sobre entendido... de traca.
Enhorabuena, Josep Mª, me ha encantado y me he reído mucho. Has perfilado los personajes estupendamente y las descripción de las escenas con esos diálogos tan naturales, también son muy buenos (he visualizado perfectamente la batalla campal en la tienda de lencería).
Suerte en el Tintero (al final a mí no me ha dado tiempo a participar y mira que tenía ganas y hasta un borrador, sniff).
Un besote.
Solo le faltó añadir eso tan manido de "no es lo que parece", je,je.
EliminarA mí me habría gustado presenciar la escena "in situ". Lo malo es que no frecuento las tiendas de lencería de lujo, ja,ja,ja.
Yo estuve a punto de no participar en esta convocatoria, pero me auto-prescribí una dosis de humor y aquí me tienes.
Un beso.
Jjajaj, hasta que la muerte los separe, esta bajita se carga al Eulalio, y tanto. Muy divertido compañero, y a lo esperaba, me dije Josep Mª la va armar con sus protagonistas. El barullo mercadillo flotante con los sujetadores y las bragas, lo siente pero es de escena de teatro jajaajaja. Gracias por el buen rato. Un abrazo amigo mío. Feliz tarde.
ResponderEliminarPequeña pero matona, je,je. Si las armas las carga el diablo, a esta mujer la ha cargado los celos provocados por la infidelidad de su queridísimo marido. Quizá, sin darme cuenta, al recrear esa escena de la tienda, me he sentido un poco Benny Hill, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Josep, Berta era fea pero no tonta. El Eulalio un vividor que se aprovecha bien de su mujer. Muy divertida pa pelea en la tienda. En si un divertido relato de principio a fin. El final de traca. Un abrazo.
ResponderEliminarSi encima de fea hubiera sido tonta, con el tiempo los cuernos le habrían impedido entrar en casa, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que esta historieta te haya divertido.
Un abrazo.
Estupendo relato. Desde luego Berta, es de armas tomar. Me la imagino en la tienda y es que veo que es totalmente yo, ja, ja, ja. El final, tremendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro, Mamen, que te haya gustado. Por los comentarios recibidos, parece que lo mejor de todo ha sido la trifulca montada en la tienda. Y no hay para menos, je,je.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. Menudo mirlo que con la urraca se casó para estar en nido bien cuidado, pero en cuanto podía se iba a volar con la esbelta petirroja. Se pasó de listo así que esa misma noche la pasará al sereno y abierto en canal que la urraca no mola pero tampoco perdona.
ResponderEliminarSaludos y suerte 🖐
Vaya par de dos, como diría uno que yo me sé. Pero si la cabra tira al monte, Berta no dudará en cargarse a ese animal que tenía por marido, je,je.
EliminarUn abrazo.
Qué tipo más listo y astuto. Sabe el punto débil de ella y lo exprime al máximo. Me ha entretenido y encantado tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy listo y astuto, pero le ha salido el tiro por la culata, je,je.
EliminarUn abrazo misterioso.
Desde luego entre el sinvergüenza y la mojigata hacen una pareja muy peculiar. Lo que nunca llegaré a comprender es como la realidad, en estos casos de cuernos e infidelidades supera a la ficción. Dándose historias rocambolescas.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte en el tintero.
El creía dominar la situación, pero ella acabó tomando las riendas. Si la escenita de la tienda fue bastante agresiva, más lo será lo que le espera a ese marido infiel, je,je.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep. No sé si Eulalio se merece llegar tan pronto al final del acuerdo matrimonial, pero una buena bofetada y un divorcio a juego no se lo ahorraría. El sinvergüenza se lo ha ganado a pulso.
ResponderEliminar+Un relato muy conseguido y bien escrito, como nos tienes acostumbrado. Te felicito.
Hola, Bruno. Quizá sí que Berta ha llegado demasiado lejos con esa amenaza. Espero que piense en otra solución ejemplar antes de terminar entre rejas.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Vaya con el Eulalio, Josep!!
ResponderEliminarVa a tener lo que se merece. Divertido y visual.
Saludos y abrazos
No sé si habrá muchos Eulalios en el mundo, pero supongo que son como la meigas, je,je.
EliminarMe alegro que te haya divertido esta pareja un tanto singular.
Un abrazo.
Hola Josep, este tío es un crack, pero claro me da que está a punto de jugar su ultimo partido, el tipo morro tiene, lo único que siento después de visualizar este relato, es no haber estado en esa tienda, viendo la persecución, jajajjaa me ha gustado Josep, una pareja también muy peculiar..Salut¡¡
ResponderEliminarEste tío no es consciente de que se ha pasado tres pueblos y que se le ha acabado el chollo, je,je.
EliminarYo estuve (virtualmente) en esa tienda y lo que vi (virtualmente también) fue para no olvidarlo, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Excelente relato Josep, tenias que haber escrito algun rengloncito más o una segunda parte para saber la manera en la que se le iba a acabar el chollo y la reacción del padre. Gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegro, Conchi, que ye haya gustado. No pude añadir ni una palabras más porque las bases del concurso indicaban que no se podían superar las 900 palabras, y en esas me quedé, je,je.
EliminarUna segunda parte sí que sería posible, pero mucho me temo que si Berta se carga a su Eulalio, no habría mucho que contar, excepto su entierro y funerales, ja,ja,ja.
Un abrazo.
La historia parece un clásico donde chica fea con dinero se casa con un don Juan mujeriego y vividor a costa del dinero ajeno. De entrada el ultra conservador padre de Berta se merece lo peor y espero que su hija cuando acabe con el don Juan siga con su padre conocedor de todo, hasta que su hija era criticona, dice; más bien me creo que le cantaba las verdades. Pensó que endosándola a ese golfo iba a perderla de vista. Ninguno de los dos había contado con el carácter de Berta y me alegro por ella. Se acabó el clásico de mujer sumisa y con ello la dolce vita de uno y los trapicheos del otro.
ResponderEliminarLa escena en la tienda de lencería es de traca. ¡Ja, ja, ja! La visualizas como en una pantalla de cine.
¡Felicidades y suerte en El tintero!
Al padre le salió el tiro por la culata, pues a partir de ahora, una vez despachado al marido vividor, tendrá que volver a soportar a su hija, y no solo por sus críticas sino además por su mala le..e, je,je.
EliminarMuchas gracias, María Pilar, por tu amable comentario y me alegro que te lo hayas pasado bien.
Un abrazo.
Me has hecho reír, Josep, con tan ocurrente relato. La verdad es que se agradece que haya quien escriba con esa soltura que tienes y esa imaginación para crear estas situaciones.
ResponderEliminar"Sarna con gusto no pica", dicen, aunque creo que a Berta le ha salido hasta urticaria a causa de ese marido.
Un abrazo fuerte.
Me alegro que haya logrado hacerte reír, Carla. La historia es un disparatada, pero bien podría ocurrir algo parecido en la realidad. Hay padres que quieren que sus hijos se vayan de casa y hay chicas que están tan enamoradas que no ven lo que se esconde detrás de un guaperas, je,je. El único punto discutible es si, al descubrir la cruda realidad serían capaces de cargárselo, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Estos matrimonios por conveniencia pueden ser el inicio de un gran amor en las novelas de época, pero acá es el ingrediente de una tragicomedia.
ResponderEliminarPobre Berta. Igual podría ser el castigo de casarse con alguien solo por su buena apariencia.
Ojalá le de su merecido al infiel y encuentre a otro mejor.
Buen relato, mucha suerte en el concurso.
Efectivamente, en el pasado se daban muchos casos en que una boda pactada entre dos famílias, sin contar con el beneplácito de uno o los dos contrayentes, acabada siendo un éxito, aunque solo fuera por efecto de la diosa Fortuna. Hoy día la cosa ha cambiado mucho y aunque una joven se case por amor con un caradura de cuidado, ya no es tan tonta como para aguantarlo hasta que la muerte (natural) los separe, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Otra asesina en ciernes. Es que a muchos da ganas de matarlos. Menuda cara la de Eulalio que intenta colársela de todos modos a su mujer. Y esta lo ha pillado in fraganti. La pelea con la ropa interior me ha encantado ¡buen trabajo!
ResponderEliminar¡Un saludo y suerte!
Me imagino que en un caso como este, hasta a la mujer más cuerda y sensata se le pueden cruzar los cables y hacer algo de lo que luego se arrepienta, o no, je,je.
EliminarUn saludo.
Hola,Josep. Muy divertido tu relato sobre esta pareja. Ella debería abandonar al vividor caradura de su marido y con sus posibles, seguro que no tiene problemas en encontrar alguien mejor. Relato ágil y con situaciones realmente hilarantes. Un abrazo y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarHola,Jose. Espero que si logra encontrar a alguien más que quiera compartir su vida con ella, no sea un caradura y vividor como Eulalio. Me imagino que habrá alguien por ahí que no se case solo por dinero, je,je.
EliminarUn abrazo y también te deseo suerte en el certamen.
Pues sí, aqui se han intercambiado los papeles. Y es que al autor se ha vuelto loco, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.