—Uf, se nota que eres nuevo aquí; yo ha estoy
más que acostumbrado —afirma el que está más cerca de quien ha hablado.
—Lo peor de todo es que cada vez lo hace más a
menudo —dice otro.
—¿Sabéis a qué se dedica? —pregunta el que
primero habló.
—Pues no lo sé, pero el caso es que cada dos
por tres nos mete aquí, apretujados y de cualquier modo.
—Pues yo no me he acabado de acostumbrar, y eso que
hace unos cuantos años que viajo con él. Fui un regalo que le hizo su mujer por
Navidad.
—¿Su mujer te regaló por Navidad? ¿Un paraguas
plegable? Qué poca originalidad.
—Pues soy un artículo muy útil. ¿O acaso no te
va bien que te cubra cuándo llueve? Una americana mojada queda hecha una
piltrafa.
—Bueno, sí, claro, bien pensado…
—Su mujer sí que era apañada y sabía hacer una
maleta como Dios manda, no como este chapucero —se mete en la conversación una
corbata a rayas.
—Por lo menos que el viaje sea corto y nos
saque de aquí lo antes posible —dicen al unísono un par de calzoncillos.
—¡Y tanto!, porque este olor a sudado del
pijama no se puede aguantar.
—Eh, tía, ¿¡qué quieres que haga yo si solo me
lava una vez al mes!? —responde el aludido—. Tú, como eres una camisa blanca,
que se te ve a la legua, seguro que te lava a menudo. Pregúntale al traje cada
cuando lo lleva a la tintorería.
—¿A la tintorería, dices? Ya no me acuerdo
cuándo fue la última vez. Quizá hará dos o tres años, mira lo que te digo.
Afortunadamente soy de un color gris muy sufrido y apenas se me notan las
manchas. Peor lo debe llevar la corbata, a qué sí, chica.
—Sí, pero como tiene tantas, si me mancho me
cambia por otra y Santas Pascuas. A la tintorería me lleva muy de vez en cuando.
Y a mis compañeras igual.
De pronto se hace un silencio extraño en la
maleta.
—Eh, tú, ese que no dice nada —exclama el traje
gris.
—¿Quién?, ¿yo?
—Sí, tú.
—¿Qué pasa? ¿Qué quieres de mí?
—Que ¿quién eres?, nunca te había visto por
aquí.
—Es que dentro de la maleta viajo por primera
vez. Pero ese tipo y yo somos muy amigos, vamos juntos a todas partes. Hoy es
un día especial. Quiere que me mantenga oculto hasta que llegue el momento.
—Vaya, qué interesante. Y para qué le sirves,
si se puede saber —pregunta el paraguas.
—¿Lo preguntas de veras? ¿Acaso no has visto
nunca uno como yo?
—Ahora que lo pienso, me parece que te he visto
una o dos veces en uno de mis bolsillos —dice la americana.
—Pues nosotros no te habíamos visto nunca, la
verdad —afirman los demás.
—Pues sí que es extraño. ¿Y decís que lleváis
mucho tiempo con este hombre?
—Sí…, no…, hombre…, mucho tiempo quizás no…,
según cómo se mire —contestan, uno a uno, los inquilinos de la maleta.
—Pero seguro que habéis oído hablar de mí. Soy
muy conocido.
—Va, venga, no nos tengas intrigados. Para qué
sirves —insiste ahora el pijama.
—Soy un revólver.
—¡¡¿Un revólver?!!, gritan todas y todos, como
un coro de monaguillos aterrorizados.
—Creía que los revólveres hacíais olor a
pólvora, que lo he oído decir —afirma un zapato—. Hace tan solo unas semanas que
estalló un petardo muy cerca de mí y todavía tengo pegado ese olor nauseabundo.
—Y, según parece, es peor que el olor a sudor
—subraya el pijama, mirando de reojo a la camisa.
—Todavía no huelo a nada. Mi jefe me mantiene siempre muy limpio. En todo caso puedo oler un poco a la grasa con la que me adecenta. Y es que todavía no ha llegado mi momento. Ya veréis a la vuelta, cuando haya hecho mi trabajo…
Este relato, traducción del original en catalán, ha permanecido un tiempo en un cajón esperando a ser rescatado, y pretende ceñirse a la consigna acordada en un taller de escritura al que asisto con regularidad. El relato debía versar sobre un viaje (espacial o temporal) y una maleta.
Jopé con el revólver, nuevo en eso de viajar. Quién sabe su utilidad tendrá al fin ya al cabo. Una alucinada estupenda, a mí me encanta imaginar vida en los objetos, así que me ha resultado familiar y cercano tu texto.
ResponderEliminarUn abrazo, y por una feliz noche
A mí también me gustaría tener el don de poder escuchar lo que dicen y piensan determinados objetos, sobre todo a los que les tenemos cierto cariño. Quizá os llevaríamos un disgusto, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
¡Qué bueno!
ResponderEliminarMe encantan los diálogos, son frescos y nada forzados(suelo ser muy crítica con los diálogos porque a mí no me salen muy bien). Y el final, como siempre, estupendo.
M ehace gracia que uses la palabra sufrido, es muy de señora qu eva a comprar ropa paralos hijos revoltosos, jejeje.
Por cierto,espero no ofenderte, pero has puesto rayas con ll y creo que es con y. Por lo demás,una historia genial. Adoro el humor absurdo(soy muy fan de Jardiel POncela)y me gustan mucho las personificaciones bien hechas, como es el caso.
Muy feliz finde.
Bueno, he otorgado a esos objetos el mismo estilo de discurso que a un humano y eso quizá es lo que llama más la atención, a la vez que le da a la historia ese toque surrealista e irreal que pretendía, je,je.
EliminarPues vaya metedura de pata la mía, escribiendo rallas en lugar de rayas. En mi defensa puedo decir que habrá sido por influencia del catalán del que he traducido el texto, puesto que "raya", en catalán, es "ratlla". Gracias por advertírmelo. Corregido está. Espero que ello no haya desmerecido el resto del texto.
Un abrazo.
Obviamente sé que en tu caso es un gazapo de ese estilo, eres impecable escribiendo siempre. Parezco una meticona, lo sé, pero cuando yo tengo algo asíagradezco que me lo digan, así lo corregimos. Y no ha desmerecido en absoluto, me ha encantado.
EliminarMuy feliz día.
Y yo también te lo agradezco. Las cosas claras y el chocolate espeso, je,je.
EliminarOtro abrazo.
Genial, Josep! Original, divertido y con un giro final buenísimo. Me ha encantado.
ResponderEliminarPues me alegro mucho, Marta, que te haya divertido esta disparatada historieta.
EliminarUn abrazo.
Es genial, Josep Mª. Me ha encantado. Eso de que los objetos de una maleta se pongan a hablar entre ellos es una idea muy original y una forma precisa e inteligente de dar a conocer al personaje del dueño de los objetos. Quién lo va a conocer mejor que sus cosas de uso diario.
ResponderEliminarUn beso.
Me alegro, Rosa, que te haya encantado. En una ocasión hice hablar a los muebles y quizá en un futuro haga hablar a los animales, aunque para esto ya están las fábulas, je,je.
EliminarUn beso.
Muy divertido tu relato Josep, no quiero pensar a la vuelta lo que tendrá que contar el revolver a sus compañeros de viaje.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues creo que contará su hazaña en plan matón, como lo que es, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Me has hecho reír a carcajadas 😂😂 El revólver y su primer viaje, me ha encantado. Ahora me estoy imaginando la de conversaciones que tendrán mis calcetines con el resto de ropa interior y se me saltan las lágrimas jaja.
ResponderEliminarQue tengas un buen finde, Josep
Dicen que reír es muy saludale y alarga la vida, así que me debes unos cuantos años de existencia, je,je. Pues yo me imagino que no será igual la conversación que tengan en el cesto de la ropa sucia que en la lavadora, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo, Mamen.
Qué buen relato!! me ha encantado, eso sí prefiero no pensar que dirán de mí las prendas cada vez que las meto en la maleta jajajaaaa
ResponderEliminarBss
Pues sí, más vale no pensar en ello, porque quizá te llevarías un disgusto,je,je.
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
Un abrazo.
¡Qué lindo relato, Josep! Los diálogos son muy fluidos y creíbles. ¿Habrá vuelta del viaje?
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola, Mirna! Se agradece el comentario, pero no creo que haya viaje de vuelta. ¿O sí?, je,je.
EliminarUn abrazo.
Hola querido amigo, tanto tiempo, al no estar en el grupo compartimos poco, pero siempre te recuerdo con mucho afecto.
ResponderEliminarMe ha encantado este relato, muy original, divertido, chispeante y narrado a la perfección utilizando los diálogos como tú sabes.
¡Te felicito!
Un abrazo.
Tienes razón, Miry, hace tiempo que no nos conectamos. Habrá que rectificar, je,je.
EliminarMe alegro que te hayas acercado hasta aquí para hacerme saber que te ha gustado este relato tan atípico y que, además, te ha divertido.
Muchas gracias.
Otro abrazo.
Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Chema.
EliminarUn abrazo.
jajajaja que relato tan divertido, como te imaginas, me ha encantado compañero. Estoy convencida de que el propietario no iba a viajar en avión jajaja ... ni en AVE... ni en nada que implique un control de seguridad. Espero que 'el día D' no se ponga la camisa blanca jajaja. Gracias por la risa, un abrazote y buen finde!
ResponderEliminarNoooo, ese tipo no se fia de los aviones ni del AVE. No quiere sorpresas desagradables, je,je. Debe tener coche propio y por algún motivo inconfesable esta vez transporta su arma escondida en la maleta. Veo que estás en todo y no se te escapa ni una. Será porque eres una viajera incansable, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo y feliz domingo.
Josep! Qué intriga, y qué bien llevada la naturalidad de unas prendas dentro de una maleta, jajjaa, yo conozco a gente tiquismiquis a la hora de vestirse, pero nunca habría imaginado que pudiera ser al contrario también.
ResponderEliminarMuy bueno, me he reído a base bien.
Un abrazo.
A mí siempre me ha llamado la atención la forma en que "empacan la valija" los personajes de ciertas películas americanas, que lo meten todo a la fuerza y de cualquier modo. Camisas, trajes, jerséis, etc, etc, todo embutido en una maleta que apenas se puede cerrar. Vamos, como la de la ilustración. Y eso me inspiró esta historieta, je,je. También tuve como referencia, pero en sentido contrario, una película titulada "El turista accidental", protagonicada por William Hurts, que interpreta a un escritor de guías de viajes, que aconseja cómo hacer una maleta y qué cosas debe llevar un viajero en ella. Todo lo contrario al tipo de mi relato, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te lo hayas pasado bien con esta lectura.
Un abrazo.
Josep, que divertido el relato el diálogo muy fluido. Me gusta como has hecho hablar al contenido de la maleta. Cuando haga una maleta quizás mis ropas me hablen ja,ja,ja y no quieran viajar conmigo. Un abrazo.
ResponderEliminarPues ya sabes, Mamen, elige lo mejorcito de tu vestuario y trátalo con cariño, así las prendas no se rebelarán, je,je.
EliminarUn abrazo.
Original y divertido. Cuando vuelva a viajar meteré entre las prendas de mi maleta una cámara oculta. Muy bueno, Josep.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Carmen. Una gran idea eso de meter una cámara. No se me había ocurrido, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Que original este relato JOSEP. Me ha encantado la conversación y ese servicio que tiene el revolver que ha quedado en suspenso.
ResponderEliminarUn abrazo y buen domingo.
Desde luego el revólver desentona entre tanta ropa, pero al pobre le ha metido ahí su dueño y tiene que aguantarse. Mejor en una maleta que en un bolsillo o en una funda sobaquera, junto a una axila maloliente, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo y feliz domingo, Elda.
Esto es el arte de la escritura y del buen humor je, je. Me encanta la imaginación y el surrealismo expresado en el relato. Los diálogos también ayudan a la fluidez del texto que se lee en un suspiro. El caso es que me sonaba este tono y leyendo los comentarios me he acordado del relato de los muebles que parloteaban ;). Creo que tienes que aprovechar esta fluidez y hacer hablar a más cosas, bichos o incluso a los virus. A lo mejor estos también se quejan de las vacunas o de los anticuerpos generados ja, ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Supongo que se le puede dar voz a cualquier cosa, animal, vegeral o mineral; la cuestión está en que tengan algo interesante que decir, ja,ja,ja. Supongo que los animales son los que tendrían mucho que decir y de qué quejarse. Bueno, y las plantas también, je,je. Y ya puestos, el planeta entero, que se está cabreando de tanta insensatez humana. Esto es un filón, Miguel, ja,ja,ja.
EliminarUn fuerte abrazo y que pases una buena semana.
La resignación del pijama, ja, ja, ja Qué bueno. Entiendo las quejas de los otros, pero me ha dado hasta penilla trágica el pobre. Aunque al final todos han terminado oliendo a lo mismo, ¿miedo? :) Divertidísimo diálogo, Josep Maria.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, Irene, creo que al final todos olerán igual, como si se hubieran puesto un desodorante a base de dinamita, ja,ja,ja.
EliminarMe alegra que te haya divertido.
Un beso.
Me ha encantado. Un relato súper original. Nunca me hubiera podido imaginar la que se puede montar dentro de una maleta. Reflejas muy bien cómo lo que se guarda, y cómo se guarda, en una maleta dice mucho de su dueño. Esos diálogos me han parecido fantásticos, y ese nuevo inquilino... escalofriante.
ResponderEliminarEspero que nos cuentes en otro relato el resultado del viaje...
Un besote.
Cada vez que yo debía emprender un viaje de varios días me ponía malo solo con pensar que tenía que preparar la maleta. Aunque soy ordenado y meticuloso, eso de plegar bien las camisas y cuidar que el traje de repuesto no quede muy arrugado, me estresaba, je,je. Menos mal que casi siempre venía mi mujer a echarme una mano, que para eso de hacer una maleta es casi una profesional, ja,ja,ja.
EliminarEso me hizo imaginar el caso contrario, muy visto en las películas, en el que la ropa se apretuja de cualquire modo y sentí pena por ella. Así pues, en este relato les he dado voz para que se explayaran a sus anchas, je,je.
Me alegro que te haya gustado.
Un beso.
Divertidísima historia con este estilo surrealista que personaliza a todo este elenco de objetos que realizan el viaje dentro de una maleta y desde luego ¡menuda panda de qué cotillas y parlanchines!
ResponderEliminarEl surrealismo está presente con cada una de las intervenciones de los personajes con voz propia, plasmando un universo absurdo desde el subconsciente.
Un beso, amigo Josep.
Esa panda de cotillas parlanchines no han podido evitar desahogarse después del maltrato al que son repetidamente sometidos por su dueño, je,je.
EliminarMe alegro que te haya gustado esta historieta surrealista.
Un beso, Estrella.
Disculpa, ese "qué" es un intruso que se me coló en el comentario.
ResponderEliminarTengo un amigo que dice que la mayor parte de la gente llena su maleta de "por si acasos",... aunque visto lo visto en este relato, aquí hay premeditación,... y alevosía.
ResponderEliminarMuy bueno Josep Mª
Buf, si te contara lo que ocurre cada vez que salimos mi mujer y yo de puente o de vacaciones. Toda la maleta está repleta de por si acasos, ja,ja,ja.
EliminarEn efecto, en este caso, hay un elemento que no se ha colado por si las moscas, sino con un fin muy predeterminado, je,je.
Un abrazo.
No he leído los otros relatos más "trágicos" a los que aludes, Josep, pero éste, aunque de apariencia alegre y divertida, encierra un no sé qué trágico también. ¿No andarás muy molesto con nadie, verdad? jajajaja. Bueno, en cualquier caso has cumplido de sobra con las normas del taller y nos has hecho pasar un buen rato con este ocurrente texto. ¡Enhorabuena! :))
ResponderEliminarUn abrazo de jueves.
Los dos anteriores a este, "Oscuridad" y "Las estaciones" tenían mucho de trágico, llegando a pensar que mis lectores creerían que me había transformado en un ser oscuro, ja,ja,ja. De ahí que decidiera apostar por una historia mucho más distendida y llena de humor, aunque, como apuntas, algo de trágico sí que encierra, pero por lo menos no se describe, je,je.
EliminarMe alegro que hayas pasado un buen rato leyándola.
Un abrazo de viernes.
¡Hola, Josep! Buenísimo. Me encanta cuando conforme leo una historia no solo se me aparece la narrada, sino la oculta. En esta ocasión has planteado la historia de un tipo que parece que al fin se ha decidido a hacer uso de ese revólver, ¿tal vez su esposa? ¿algún conocido? Esa decisión trascendente y por fin tomada la sabes plasmar maravillosamente mediante la extrañeza del resto de usuarios de esa maleta. Nunca lo han visto, quizá un par de veces en el bolsillo, el no olor a pólvora por no haber sido usada hasta ese momento. Toda una serie de pistas que logra transmitir de una manera brillante en el formato de humor y con unos elementos tan peculiares como los ocupantes de la maleta. Sencillamente genial. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarHola, David. Pues me alegro mucho que una historia tan disparatada como esta te haya parecido genial. Los objetos que nos rodean y que forman parte de nuestra vida, nos conocen mucho mejor que cualquier otra persona de nuestro entorno, y era injusto no darles la oportunidad de desahogarse, ja,ja,ja. Aunque no le hayan visto la cara saben muy bien cómo es. Por sus actos les conoceréis, deben pensar, je,je.
EliminarUn fuerte abrazo.
Sabes que este tipo de historias me atrapan. Has conseguido al principio que el lector de siga como en una especie de narración sin trascendencia, en una conversación entre objetos personales; una especie de cuento de waltdisney. Después nos precipitas en una realidad brutal sin esperarlo. Has conseguido a mi entender, un efecto explosivo.
ResponderEliminarUn abrazo Josep.
Así que te gustas las historias surrealistas, je,je. Pues sí, que los objetos inenimados tengas voz es muy de Walt Disney, pero muchas de sus películas tenían un componente muy macabro (brujas perversas, la muerte de la mamá de Bamby, Cruella Deville y esos tipos secuestradores de perritos Dálmatas, etc, etc.) y que ahora las tachan de machistas y xenófobas, mientras que en mi historia todos los personajes, menos uno, solo uno, son inocentes hasta la médula, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.