Rodrigo se acababa de comprar un ático de lujo.
Solo había una pega: el ascensor. Nunca le habían agradado los ascensores, de
modo que siempre subía a pie. La verdadera causa, que no quería reconocer, era su
claustrofobia. Pero diez plantas eran muchas y sus cuarenta años empezaban a
pasarle factura. Así pues, tuvo que sobreponerse a su fobia y utilizar ese artilugio.
Era un ascensor en los que
una voz femenina indica si está subiendo o bajando y el número de la planta
donde se detiene. Rodrigo acabó creyendo que era una mujer real la que le
hablaba como si le conociera.
Sospechando que tras
aquella modernidad se escondía algo peligroso, decidió volver a usar las
escaleras. Así mantendría sanos tanto su cuerpo como su mente.
Pero un día que llegó a
casa agotado, decidió pulsar el botón de llamada.
Al cabo de escasos
segundos oyó el “cling” que indicaba que al aparato acababa de llegar a la
planta baja y acto seguido se abrieron sus puertas.
Rodrigo entró y pulsó
el botón de su planta. De pronto, oyó aquella voz sensual que le decía: «Hola
Rodrigo, me habías abandonado, pero has vuelto. Te he echado mucho de menos».
Los técnicos no pudieron
explicar lo ocurrido. Seguramente había fallado el ordenador de control. Cuando
por fin éstos lograron abrir las puertas, hallaron el cuerpo inánime de
Rodrigo.
La autopsia reveló un infarto
de miocardio sin causa aparente. Sus amigos están convencidos de que Rodrigo
falleció debido a su claustrofobia.
(250 palabras)
Si es que, con cuarenta años, más a mi favor para subir andando. Diez pisos diarios y mejor un par de veces al día es lo ideal para mantenerse en forma y ahorrarse sorpresas desagradables con voz de mujer.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso.
Es que, al no poder sobrepasar las 250 palabras, no tuve la posibilidad de añadir que el pobre Rodrigo tenía sobrepeso, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Rosa.
Un beso.
Pobre Rodrigo. Si hubiese hecho caso a su claustrofobia. Buen aporte, Josep, muy original.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una mala decisión, sin duda. Pero ¿quién se lo iba a imaginar?
EliminarUn abrazo.
Genial relato. Diría también impresionante sobre todo para el finado. Sí, sí, debido a la claustrofobia, ja. Se me ha ocurrido que la continuidad de este relato sería que uno de los amigos del muerto subiera al ascensor y oyera la voz de Rodrigo alternando con la de voz sensual con quien habría iniciado una idílica convivencia. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, isan. Todos sabemos que las apariencias engañan y aun así nos dejamos convencer por lo que parece más probable, je,je.
EliminarUn abrazo.
Opino com Isan...una conitnuació així sería de peli de terror ! hehehe....
ResponderEliminarMolt ben trobada aquesta història !.
Salut !.
PD....per cert , el meu navegador del cotxe, també diu "Hola!"(amb veu femenina )quan el poso en marxa..... alerta !!! :DD
Bueno, quizá sí que este ascensor daría para una saga de relatos, pero prefiero dejarlo aquí, ja,ja,ja.
EliminarSalut!
P.D.- La veu del meu navegador també és femenina, però resulta més aviat antipàtica, he, he.
Uy qué susto, pobre Rodrigo.
ResponderEliminarEstupendo relato Josep, al final le dio un soponcio aunque no fuera de la claustrofobia, :))).
Muy bueno para la cantidad de palabras del reto.
Un abrazo y buena semana.
Yo creo que Rodrigo no andaba muy fino de la cabeza, al creer que detrás de la voz femenina de la alocución programada había realmente una mujer sensual. La mente puede jugar muchas malas pasadas, sobre todo si uno se deja llevar por la fantasía irracional.
EliminarUn abrazo y que pases también una buena semana.
Josep, un poco rencoroso este ascensor y es que poco a poco vamos cayendo en manos de las maquinas, espero que no terminemos así todos. Inquietante historia, para noches de tormenta con apagón.
ResponderEliminarUn saludo.
Las máquinas acabarán suplantándonos en muchos aspectos, pero yo también espero que no llegue a este extremo, je,je.
EliminarUn saludo.
Ya echaba en falta tu escrito. Buena aportación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Más vale tarde que nunca.
EliminarLa verdad es que he esperado a que mis lectores se empacharan de ver mi entrada sobre mi nueva creación, je,je.
Un abrazo.
Has hecho bien. Yo la lo estoy terminando y me está gustando mucho.
EliminarCon esta serie de relatos en torno a los ascensores creo que lo mejor es vivir en un bajo je, je. De hecho, Rodrigo debió hacer caso a su intuición y a ese famoso dicho de no hablar -ni escuchar- a desconocidos :)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Josep.
Aunque vivo en un bajo, debo tomar el ascensor para bajar al parking. Pero como, por un lado, es un trayecto muy corto y, por otro, nuestro ascensor es mudo, nunca he tenido ningún percance de ese tipo, ja,ja,ja.
EliminarUn fuerte abrazo, Miguel.
Hola Josep , pues no es de extrañar ya que no era muy amigo de utilizar el ascensor ,y más siendo claustrofóbico , muy bueno tu relato , te deseo una feliz noche , besos de flor.
ResponderEliminarHola, Flor. Si ser clautrofóbico ya era de por sí un handicap, esa experiencia paranormal lo superó con creces.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno tu micro Josep
ResponderEliminarEse ascensor le echaba en falta y así se lo dijo , normal que le diera un infarto fulminante
Un abrazo
Puri
Muchas gracias, Puri. La voz femenina le turbó de tal modo que le hizo ver más allá de la realidad, y eso suele pasar factura.
EliminarUn abrazo.
Hay voces "que matan". Pobre Rodrigo. : ( Buen micro, por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Sobre todo si son voces incorpóreas, je,je.
EliminarMuchas gracias, Pedro.
Un abrazo.
Jajaja yo también tengo claustrofobia,pero como no tengo ascensor no hay problema. Que conste que no es por mí, que ya no sé qué proponer para que lo pongan, porque es necesario. Subo y bajo mis tres pisos una media de seis u ocho veces al día.
ResponderEliminarMuy feliz martes y enhorabuena, me ha encantado.
Por lo menos haces ejercicio y no te expones a sucesos paranormales, je,je.
EliminarUn abrazo.
Haber aprovechado para ligarse a la femenina voz del ascensor, en vez de asustarse, claro que si le da un infarto por oirla, no te digo lo que podría haber pasado si la cosa fuese a más jeje. Muy bueno Josep, un abrazo.
ResponderEliminarYo también creo que una relación entre la fémina incorpórea y Rodrigo habría acabado iguamente mal.
EliminarMuchas gracias, Jorge.
Un abrazo.
Atado y bien atado, si es que no se puede morir uno sin que digan cosas de él. En mi antiguo trabajo tambien había uno de esos ascensores, pero en la cuarta planta tenia el circuito malo y decia "cuarta la planta", mira que nos reíamos, je, je. Me has traído aquellos años tan lejanos, aunque si en vez de eso hubiera sido como en tu relato también me habría dado un infarto. Genial giro, Josep, muy Irreal como la vida misma, 😉.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hay ascensores sosos, simpáticos, antipáticos y, como este, siniestros. Lo malo es que no podemos elegir y toca el que nos toca.
EliminarUn abrazo, Pepe.
Hola, Josep. Skinet tomó conciencia de sí mismo en la saga Terminator y comenzó la guerra contra los hunanos. Este ascensor empezó por hablarle a su vecino favorito. Je, je, je.
ResponderEliminarUn relato muy bueno con un interesante giro final. Sorpresivo.
Un abrazo enorme, compañero.
Pues sí, supongo que este era el primer paso antes de iniciar una ofensiva en toda regla. Ese ascensor debía ser un prototipo puesto a prueba.
EliminarMuchas gracias, Bruno, por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
¡Vaya! ¡Pobre Rodrigo! Estupendo micro, Josep. Muy original y con un final abierto a la interpretación. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPobre Rodrigo, que no podrá contar lo realmente sucedido, je,je.
EliminarUn abrazo.
Si yo, subo a un ascensor y me llaman por mi nombre diciéndome que me han echado de menos seguro que me pasa como a Rodrigo. Me ha gustado.
ResponderEliminarAbrazos.
Y a mí. Por fortuna nunca me ha sucedido, je,je.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno y original Josep, entre la voz de mujer del ascensor y su claustrofobia, pintaba mal para Rodrigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Dakota. Creo que Rodrigo estaba predestinado a acabar mal. Si no por su clautrofobia, sí por esa "amiga" entrañable, je,je.
Eliminar¡Hola, Josep! ¡Qué bueno! Desde luego que nuestra relación con las máquinas va a cambiar en los próximos años con todo eso de la IA y el internet de las cosas. De hecho, esos asistentes virtuales son ya de por sí inquietantes y hasta tienen su punto al responder a tus preguntas. Pero en este caso, ese reconocimiento por parte del ascensor era como si de repente se encontrara en las tripas de algo, totalmente a su merced. Muy buen giro y final sorpresivo. Un abrazo!!
ResponderEliminar¡Hola, David! Si ya cuando veo esos robots que hablan y "hacen cosas", como los españoles (M.Rajoy dixit), siento un lligero escalofrío, no quiero pensar cómo acabarán las relaciones hombre-robot en un futuro no demasiado lejano.
EliminarMuchas gracias por tu comnetario.
Un abrazo.
Tuve una tía abuela que en las épocas en que se podía pedir la hora por teléfono, nunca se convenció de que fuera un disco sincronizado con la hora oficial. Marcaba el número y comenzaba: Por favor señorita, sería tan amable de...provocando siempre las carcajadas de toda la familia. No se rindió nunca. Para ella era imposible que una voz respondiera sin que hubiera alguien emitiéndola en el momento; también era imposible escuchar esa voz a la que había llamado y no saludarla primero. Las explicaciones familiares correspondían a la brujería de la época. Desde cierto punto de vista, no le faltaba razón. Creo que vamos camino a que esa voz pueda dialogar por sí misma. Me ha encantado. Un abrazo
ResponderEliminarJa,ja,ja. ¡Qué bueno! De hecho, algo parecido le sucedía a mi padre cuando llamaba, por ejemplo, a la Compañia del gas para dar la lectura del contador. Se peleaba a grito pelado cuando la máquina no le entendía y le hacía repetir algo. Pero por lo menos acabó aceptando que no era una persona de carne y hueso, je,je.
EliminarLlegará un día que absolutamente todo lo haremos a través de las máquinas (ya estamos en camino de ello). Miedo me da.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Que intriga.
ResponderEliminar¿Fue una mujer de su pasado y vengativa? ¿Fue una mujer de su pasado, que deseaba volver a ver, no soportó tanta emoción? ¿Fue una mujer fantasmal? ¿O fue la voz del ordenador de control, que falló en una forma letal para el personaje?
Bien contado.
Quizá una mujer mutada en ascensor, ja,ja,ja. Quién estaba detrás de esa voz y qué ocurrió exactamente, eso solo lo sabe Rodrigo y ya no está para contarlo, je,je.
EliminarUn abrazo.
Pues seguro que en muy poco tiempo, si es que no está ya inventado, se implantará un chip inteligente o como se llame en los ascensores, donde una voz nos dirá el estado del tiempo antes de salir a la calle, si estamos en condiciones de salud óptima, y si se nos ha olvidado el paraguas en casa entre otras muchas opciones.
ResponderEliminarTu Rodrigo lo que necesitaba a sus cuarenta jóvenes años era subir y bajar escaleras y hacer ejercicio más a menudo para que le aguantara el cuore los sustos :)
Josep, he terminado de leer tu recopilación de relatos, y hay una gran diferencia con el anterior, y ya el anterior era bueno, así que ENHORABUENA y a por el tercero, o bien, una novela. Tú puedes, compañero.
Pues sí, como esos relojes "inteligentes" que controlan el número de pasos andados, tu presión sanguínea, las pulsaciones, etc.
EliminarMi amigo Rodrigo, por cansado que estuviera, habría tenido que subir las escaleras. Ahora estaría vivito y coleando y el ascensor muy triste y echándole de menos, ja,ja,ja.
Me alegro que hayas notado una mejoría en esta nueva recopilación de relatos. Esto significa que voy por el buen camino, je,je. Muchas gracias, Isabel.
Un fuerte abrazo.
Este Rodrigo no estaba acostumbrado a las voces femeninas y amigables, y por ello el susto que le costó la vida. Yo me hubiera puesto a conversar con la susodicha. Incluso podría haber surgido una maravillosa relación. La claustrofobia es muy mala ¡Ya te digo!
ResponderEliminarUn abrazo.
Vivía solo y no debía de tener mucha vida social ni mucho contacto con mujeres de voz seductora, je,je.
EliminarAcabar loco pero enamorado es mucho mejor que llevar una vida anodina como la del pobre Rodrigo.
Un abrazo.
Siempre me ha sorprendido por inútil o poco práctico eso de "Ascensor subiendo" o "Ascensor bajando"; todavía que te avisen del piso al que has llegado, vale, pero decir que subes o bajas me parece pura redundancia.
ResponderEliminarEntiendo el infarto del pobre Rodrigo al dirigirse personalmente a él esa voz sensual. Qué no haría su propietaria con el enfermito del corazón durante el tiempo que las puertas del ascensor permanecieron bloqueadas, ¡no quiero ni imaginármelo! (ja, ja, ja...)
Un abrazo, Josep
Pues algún día los programadores darán un paso más y además de indicar al piso al que hemos llegado y que se están abriendo las puertas (como si no lo viéramos), esa voz enigmática añadirá "pero dese prisa en salir, caramba, que hay gente esperando", ja,ja,ja.
EliminarA mí tambiñen me habría gustado saber qué ocurrió exactamente allí dentro. Pero ¿cómo es que no había ninguna cámara?, je,je.
Un abrazo.
Hola, Josep. Me encanta lo del ascensor asesino. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Me alegro que te haya gustado esta historia ascensoril, je,je.
EliminarUn abrazo.
Siempre me he quejado de que la voz de mi ascensor es muy seca, no te dice ni los buenos días, ni nada, tan solo: planta tres, planta cero. Pero viendo lo que le ha pasado a tu protagonista, casi que prefiero que no se tome confianzas conmigo.
ResponderEliminarGenial e inquietante micro.
Un beso.
Generalmente las conversaciones de ascensor son muy monótonas y aburridas, de pura cortesía, esperando que nuestro acompañante se baje lo antes posible para no alargar demasiado la situación embarazosa. Si pudiéramos conversar con una voz amable y sensual la cosa cambiaría y quizá usaríamos el asensor con más frecuencia. Pero después de lo que le ocurrió a Rodrigo, quizá mejor usar las escaleras, je,je.
EliminarA mí es la voz femenina del GPS la que me resulta antipática, dando más bien órdenes que indicaciones.
Un beso.
Pobre Rodrigo, qué intrigas dejas ¿eh?
ResponderEliminarUn abrazo, y buen finde
Pues mira, las que pueden deducirse de un ascensor demasiado inteligente, ja,ja.
EliminarUn abrazo y buen finde.
Cuando alguien sufre una fobia le está avisando de algo, tal vez de algún trauma infantil, pero no es bueno hacer caso omiso de esas fobias si no estás debidamente tratadas. Me ha gustado la vida que le has dado al ascensor y la fantasía sobre su influencia en los humanos... (bueno, tal vez menos fantasía de lo que creemos). Buen relato y buen giro final.
ResponderEliminarSi el pobre Rodrigo padecía una fobia, quizás el ascensor padecía una filia, una atraccción irrefrenable hacia los hombres como él. Los técnicos seguramente se equivocaron al programarlo y metieron un microchip que le otorgó una feminidad descontrolada, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
En cuestiones de ascensores un experto ascensorista sólo puede dar buenos consejos a los usuarios, por eso he renunciado a intentar juzgarlo, y más si sufre de ciertas fobias.
ResponderEliminarSaludos.
Los técnicos ascensoristas podrán dar muchos consejos sobre cómo utilizar el aparato en cuestión, pero poco saben de la mente humana, je,je.
EliminarUn saludo.
Vaya susto se habrá dado el señor para terminar muerto.
ResponderEliminarBuen micro. Muy entretenido.
Un saludo.
Un susto como para que se le parara el corazón. ¿O fue su clautrofobia lo que le mató?, je,je.
EliminarMuchas gracias, Cynthia, por dejar tu comentario.
Un saludo.
Uffff, tremendo relato, Josep. El seductor ascesor se vengó del pobre Rodrigo ¿o no le habló de aquel modo con mala intención?. Me encantan las historias en las que las máquinas cobran voz propia. Me has recordado a los relatos de Isaac Asimov que estoy leyendo, aunque para Asimov los malvados son los humanos jajaja. Enhrabuena y un abrazo!!
ResponderEliminarHola, Cristina. Ese aparato actuó como un robot de última generación, que hasta fue capaz de desarrollar un sentimiento de apego hacia Rodrigo, una relación cibersentimental, si así se puede llamar, que acabó con él.
EliminarUn abrazo.
Esto retrotrae a una peli de terror donde había un ascensor asesino. Imagino que le has hecho un homenaje o algo parecido. Si no es así, has tenido la misma idea del guionista de la peli. ¿También se titulaba 'El ascensor'?
ResponderEliminarUn saludo.
Pues no conozco esa película que mencionas, así que habré tenido telepatía con su guionista, je,je.
EliminarDe todos modos, los ascensores no suelen inspirar mucha confianza, así que no es extraño que alguien piense en un ascensor con malas intenciones, ja,ja,ja.
Un saludo.
Pobre hombre terminó arrastrado a la muerte por un ascensor asesino. Buen relato. Saludos cordiales desde Venezuela. De Raquel Peña, de Perlas narrativas
ResponderEliminarEl pobre no sabía lo que le esperaba al decidirse a usar el ascensor para evitar subir por las escaleras.
EliminarMuchas gracias, Raquel, por dejar tu comentario desde Venezuela.
Un saludo.
Hay voces que matan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Voces y amores.
EliminarUn abrazo.
No me gustan mucho los ascensores. Mi padre sufría claustrofobia y usaba escaleras si tenía que bajar solo. De lo contrario conversabamos todo el viaje para que no pensara que estaba encerrado. Buen relato. Te espero por mi blog. Estamos propniendo desafíos domingueros. Me encantaría porder llerte en alguno de ellos. Te dejo un abrazo enorme. Susana
ResponderEliminarhttps://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/2022/03/desayunos-artesanos-volumen-iii.html
Tuve una compañera de trabajo que también tenía claustrofobia y terror a los ascesores, de ahí que cuando se alojaba en un hotel siempre pedía una habitación en la primera planta. Pero una vez, en París, tuvimos que asistir a una cena en el reataurante de la última planta de la torre Montmatre. Entramos en el ascensor un nutrido grupo de compañeros, situándola a ella en medio de todos nosostros, como para protegerla y distraerla con nuestras conversaciones, je,je. Aun así, lo pasó mal, la pobre.
EliminarMe acercaré, cómo no, a tu blog, pero no prometo participar en los desafíos, pues ya participo en unos cuantos, no solo en el espacio bloguero sino también en un grupo de escritura de mi población del que formo parte. Como no dispongo de mucho tiempo para la escritura, ha llegado un momento en que solo participo en retos si ya lo llevo haciendo desde tiempo atrás, pero ya no me apunto a ninguno nuevo. Espero tu comprensión.
Un abrazo.
Hola Josep. Pobre Rodrigo, con su claustrofobia debió comprarse un piso en la planta baja. A lo mejor tu relato tendría otro protagonista 😁 Un abrazo 🐾
ResponderEliminarHola, Rosa. Eso es lo que ocurre cuando uno compra un piso por su ubicación, estética y vistas sin tener en cuenta sus inconvenientes, je,je.
EliminarUn abrazo.
Me ha intrigado este relato y, después de recorrer por los recovecos de mi memoria cuantas historias de magia y espíritus he podido recordar, lo confieso he recuperado el mundo de la cordura y he llegado a la conclusión de las malas jugadas que puede causarnos nuestra mente. Lo importante es que he disfrutado con el relato y que me ha hecho pensar. Saludos cordiales.
ResponderEliminarLa mente puede llegar a ser nuestro peor enemigo, a menos que sepamos y podamos controlarla.
EliminarMe alegro que hayas disfrutado del relato.
Un saludo.
Un ascensor puede ser una caja de sorpresas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Thank you so much.
ResponderEliminarHola, Josep. Tu relato ha tenido un tinte a "Black Mirror" que me ha dejado con ganas de más. Me gustaría conocer en profundidad la autopsia, ja,ja. ¡Fantástico relato! Un abrazo desde la Buhardilla de Tristán.
ResponderEliminarHola, Javier. Me encantó la serie "Black Mirror", así que me halaga que mi relato te la haya recordado, je,je. Muchas gracias por pasarte y dejar tu amable comentario.
EliminarUn abrazo.