En esta ocasión, la consigna consistió en escribir un relato corto que empezara con la frase “El día era perfecto” y que contuviera (en mi caso) las siguientes palabras: éxtasis, diablo, pintor, Edén y nubes. El que aquí publico es la primera versión que salió de mi pluma virtual. No me gustó y lo rechacé. No me parecía serio. Así que escribí otra versión, con los mismos personajes, que sí me satisfizo. Luego me arrepentí de haber aniquilado a mi primera “obra” y la rescaté de la papelera de reciclaje. Y aquí está viva y coleando. Espero que me haya perdonado por el intento de filicidio.
La semana próxima publicaré la segunda versión, con otro título, y cuyo género está en las antípodas del de este relato.
La semana próxima publicaré la segunda versión, con otro título, y cuyo género está en las antípodas del de este relato.
El día era perfecto. Estaba seguro de que todo iría bien. Por mucho que sus amigos se lo habían desaconsejado, él haría lo que se había propuesto.
Charles Parker se había trasladado a la residencia de estudiantes para estar más cerca de Christine, que residía en la de chicas. Desde entonces vivía en un constate éxtasis. Ni el mismísimo diablo podría arruinarle un curso que prometía ser el mejor de todos. En primer lugar porque iba a ser el último y en segundo lugar porque había logrado ligarse a la más guapa, adorable y deseada cheerleader del equipo de básquet.
Era sábado. El día había amanecido encapotado pero a media mañana las nubes se habían retirado para dejar paso a un sol radiante. En Carolina del Sur el otoño es muy cálido. El estanque del campus y sus alrededores se asemejaban al mismísimo Edén. La única pega era que su Eva todavía no le había dado a probar la manzana. Pero de hoy no pasaba. Habían quedado a la siete. La pasaría a buscar a casa de sus padres, con quien pasaba los fines de semana.
Vivían en una casa a las afueras de Charleston. Hoy se conocerían. Esperaba causarles buena impresión. Iría con su Ford Mustang de 1966, de color rojo con una franja blanca que un pintor planchista amigo suyo había estampado a lo largo del capó y del techo.
La prueba del algodón la pasó con nota. Al menos esa fue su impresión. Los padres de Chris no pudieron observar en él ni un atisbo de “suciedad” que pudiera contaminar a su querida hija y a una familia tan distinguida como la suya. Le acribillaron a preguntas pero de todas salió airoso.
―A las doce la queremos en casa –fue lo último que dijeron antes de cerrar la puerta y desearles que lo pasaran bien.
Eran las siete en punto. No sabía dónde consumarían su primer lance amoroso. No sabía si en casa de la amiga de Chris, donde se celebraba la fiesta, habría alguna habitación disponible. Aunque al cabo de unas copas ya poco importaría dónde lo hicieran. El asiento trasero del coche podría un lugar perfecto, no era la primera vez que lo usaba para ese fin.
Estaba hecho un manojo de nervios. Le preocupaba que ella fuera mucho más experta que él e hiciera el ridículo. Durante toda la carrera siempre la había visto acompañada de tíos macizos. Claro que eso no significa nada. En la cama, en el sofá o en el asiento trasero de un coche, no solo contaban los músculos.
Todo iba sobre ruedas, y nunca mejor dicho. Cuando la fiesta llegó a su apogeo alcohólico, la llevó con el Mustang hasta “el mirador de los enamorados”, que en el argot popular se conocía como “la explanada de los condones”, de tantos que había esparcidos por doquier.
Detuvo el coche bajo un árbol. Estaban solos, algo extraño un sábado por la noche. Chris se mostraba extrañamente cohibida. Cada vez que él introducía su mano bajo la falda, le detenía justo antes del fin de trayecto ascendente.
―Todavía no, Charlie, todavía es demasiado pronto –le soltó, atribulada.
¿Cómo era posible que se resistiera? Seguro que le sobraba experiencia. No era una mojigata. Había estado con muchos antes que él. Claro que, por lo que había visto, le duraban muy poco. Quizá la dejaban por hacerse la estrecha.
A Charles le pasó eso y muchas cosas más por la cabeza en cuestión de segundos. No sabía qué hacer ni qué decir. Si no lo intentaba de nuevo, todo se iría al traste. Tan bien que había empezado el día… ¿Y si solo se trataba del típico rollo de resistirse para que no creyera que era una chica fácil? Todavía seguía allí, recostada, con las mejillas encendidas de deseo y mirándole fijamente. Seguro que esperaba que insistiera.
―Chris, te deseo y sé que tú me deseas. Hagámoslo. Hagamos que ésta sea una noche inolvidable. Que por muchos meses, estaciones y años que pasen recordemos este momento como el más hermoso de nuestra vida –le declaró en un arrebato de pasión y de una locuacidad inusitada en él. Todo por la causa.
―Es que tengo miedo de que luego me dejes, como los demás –le dijo con voz melosa y casi inaudible.
―¿Dejarte yo? ¡Jamás! –le espetó Charles, animado al ver que la resistencia se venía abajo.
―¿Me juras que, pase lo que pase, no me dejarás?
―Pues claro, cariño.
―!Júralo!
―Lo juro, lo juro –afirmó.
―No, así no. Di lo que has dicho antes. Di “juro por lo más sagrado que por muchos meses, estaciones y años que pasen, no te dejaré”.
Eso ya estaba tomando un cariz preocupante. ¿A qué venía ese juramento a perpetuidad? ¡Ni que se estuvieran casando! Pero, qué más daba. Si su relación funcionaba, no tenía ningún inconveniente en hacer aquel juramento por extraño que le pareciera. Y si no funcionaba, en unos meses estaría lejos de allí, dejaría la Facultad y volvería a casa.
Hizo el juramento. Solo le faltó levantar la mano derecha mientras que posaba la izquierda sobre la Biblia.
Ya más relajada, Chris se tumbó boca arriba sobre el asiento trasero del coche, en actitud de esperar que fuera él quien tomara la iniciativa. Cuando Charles continuó la maniobra que momentos antes había interrumpido, se dio cuenta que aquella noche iba a ser, como había predicho, memorable. Se había producido en Chris un cambio inesperado. Ya no era la misma. No era la Chris que Charles conocía. En unos segundos una Christine se había convertido en un Christopher.
―No se lo dirás a nadie ¿verdad? Cuando terminemos los estudios nos iremos lejos. Me someteré a una intervención, nos casaremos y seremos una pareja normal y feliz. No podremos tener hijos pero los adoptaremos –y viendo la cara de estupefacción de Charles, añadió- ¡Lo has jurado!
¿Que no te pareció seria esta primera parte salida de tu pluma virtual? es lo más serio y preocupante que he leído en mucho tiempo, vaya fiasco el de Charles. Eso le pasa por pensar con los testículos en vez de con el corazón y la cabeza.
ResponderEliminarUn buen relato Josep, pura inspiración.El segundo debe de ser la bomba.
Un abrazo.
Hola Francisco. De preocupante lo es, y mucho, no te lo discuto.
EliminarMe pareció un relato un tanto "frívolo", por definirlo de algún modo. Para el taller de escritura me pareció bien (y de hecho les gustó porque también quise compartir con mis compañero/as esta versión) pero para publicarlo en el blog, tenía serias dudas. Pero, al parecer, mis reservas no tenían razón de ser.
Me alegro, pues, que el relato te haya parecido inspirado. Debo confesar que me lo pasé muy bien mientras lo "concebía", imaginándome la cara del pobre y atribulado Charles.
Quizá después de todo, esté equivocado y guste más éste que el segundo. Como digo en el preámbulo, son polos opuestos.
Un abrazo, compañero.
¡¡Me ha parecido estupendo, Josep!! Me alegra que le dieras una segunda oportunidad y lo rescataras de la papelera, vale la pena. Pobres Charlie y Christopher, menudo chasco el del primero y qué situación la del segundo... Muy inspirado, me ha encantado el sorprendente final. Un beso enorme
ResponderEliminarGracias, Chari. Ahora soy yo quien se alegra de haberlo "resucitado". Ahora mismo me está diciendo "¿lo ves, lo ves?", jajaja.
EliminarLa verdad es que, aunque el día pareciera perfecto, acabó más bien mal para Charlie. Y todo por no seguir los consejos de sus amigos, que debían olerse (o saber) algo.
Pero, claro, era un secreto muy bien guardado... Quién se lo iba a imaginar.
Otro beso enorme para ti y que el fin de semana sí sea perfecto.
Jajajaj, en cuanto le obligó a hacer el juramento me imaginé que era un chico!!!!! Me ha encantado, está muy bien descrito todo y avanza de una forma que engancha.
ResponderEliminarGenial, muy entretenido.
Es que no hay nada como ser astuta y perspicaz. Por lo menos he logrado guardar la sorpresa hasta bastante al final, jeje.
EliminarMe alegra que te haya gustado e incluso enganchado. A veces uno juzga sus escritos erróneamente. Cuando crees que gustará, pasa sin pena ni gloria, y cuando crees que no agradará, pues resulta que sí. Uno no siempre es buen crítico de sí mismo.
Un abrazo.
Jajaja me alegro del final, por mentir como un bellaco, jajaja.
ResponderEliminarPues menos mal que lo has rescatado porque me ha parecido un relato muy entretenido y desde luego me ha encantado, me fuera mucho cuando los relatos llevan un reto como el de emplear ciertas palabras. En la página que participo, hubo una temporada que lo hacían como juego, y me encantaba participar' pero claro, lo mío era una patata, jajaja, pero me lo pasaba muy entretenido.
En espera del otro me quedo.
Un abrazo Josep.
Pues yo me alegro también de haberle salvado la vida, jaja.
EliminarAl pobre Charlie toda la ilusión se le vino abajo, se le desinfló tan pronto Chris se materializó en Christopher. De todos modos tendré que seguirles la pista. Quién sabe, a lo mejor acaban haciendo buena pareja.
A mí no me entusiasman estos juegos porque encorsetan el relato pero, bien mirado, no están mal para agudizar el ingenio y eso es de lo que se trata.
Ahora puede ocurrir como cuando uno elogia una película a una amistad , que cuando ésta va a verla se lleva una desilusión porque se imaginaba algo mejor. A ver, pues, qué ocurre con la segunda versión de este relato. La tengo al lado y no para de darme la lata, que quiere salir a la luz, que quiere que la dé a conocer. Y ésta que si es la que nació primero, que es la auténtica, "la renacida" (como Leonardo di Caprio pero en femenino y en relato). Vamos, que la he liado bien. Ahora se pelearán por ser la mejor. Lo dejaremos en vuestras manos.
Un fuerte abrazo, Elda.
Hola Josep María. También me alegro de que no desapareciera tan buen relato. Es ameno e intrigante, y, como tú dices, sí que las apariencias engañan; pobre Charles, vaya chasco. En la segunda parte imagino nos contarás que pasó con el juramento. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Carmen. Pues no, siento decepcionarte. El otro relato no es una segunda arte de éste. Es una versión totalmente distinta. Los mismos nombres de los personajes protagonistas, la misma frase de inicio, las mismas cinco palabras elegidas al azar, pero una historia distinta, tanto en su contenido como en su género.
EliminarEspero publicarla antes del jueves santo, que es cuando me marcho se vacaciones, jeje
Un abrazo.
A mí me parece un buen relato, Josep, ameno y con un final inesperado y jocoso. Menos mal que existen las papeleras de reciclaje para darnos una segunda oportunidad después de los "arrebatos filicidas" jajajaja. Estoy deseando leer la siguiente versión ;)
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde!!
Los arrebatos son malos y, a veces, injustos. Pero, claro, como dicen que la primera impresión es a que cuenta... pues me dejé llevar por una mala impresión. Reconozco ahora que me precipité.
EliminarMe alegro, pues, que te haya gustado este relato. Veremos que opináis de la segunda versión.
Un abrazo.
A mí no me ha convencido. Todo el relato está muy bien, pero la resolución es demasiado tópica. Yo me esperaba una solución más sorprendente e imaginativa. Has creado mucha tensión que se diluye en una solución demasiado fácil y esperable.
ResponderEliminarEs difícil comprender el encuentro con los padres que le someten a un interrogatorio sobre sus intenciones. Ellos tienen que tener conciencia del terrible conflicto de su hijo/a y le dicen que "la" quieren a las doce en casa. La tratan como una chica cuando saben la situación dramática de "ella" ante un chico. Has tratado con demasiada liviandad el tema que debería revestir mayor complejidad si esa era la solución.
Espero la siguiente versión.
Un abrazo.
Hola Joselu,
EliminarPodría aludir a las pistas falsas, esas que intentan engañar al lector, conduciéndolo por un derrotero equivocado, para justificar la actitud de los padres de Chris, pero no tendría sentido porque las pistas falsas hacne sospechar algo en otra dirección pero no son incongruentes. Bueno, a veces sí que hay novelas policiacas o de suspense -y qué decir de ciertas películas- que, una vez leídas -o vistas-, descubres tonterías que no venían al caso y que solo pretendían engañar.
En este caso, fui escribiendo el relato bajo pura improvisación, casi a vuelapluma, a ver qué salía y luego pulirlo. Así pues, cuando describí la escena de presentación de Charles a los padres de Chris, no tenía ni idea de cómo sería el desenlace, solo que debía sorprender.
Al llegar al final, no me gustó dicho desenlace pues un tema con una carga dramática se había convertido en algo frívolo. De ahí que lo rechazara.
Luego, en el taller de escritura creativa al que asisto, la opinión general fue totalmente contraria. Viéndolo desde un punto de vista "informal" consideraron que tenía su gracia el "chasco" que se lleva el protagonista.
Como ves, hay gustos para todo y, debo reconocer que yo también acabé viendo el lado positivo del relato. El verdadero fallo fue no volverlo a repasar de forma más crítica para que todas las piezas encajaran.
También podría alegar que los padres estaban conchabados con su hija/hijo y participaron en el engaño. Pero eso ya sería rizar el rizo y pura excusa. Aunque cosas peores he visto, jeje.
Un saludo.
Hola, Josep Mª, vengo a felicitarte aunque con retraso, pero ayer me detuve a pensar en los Joseps Mª que quería felicitar y apareciste tú, pero tuve un día muy ajetreado y no pude pasarme por tu blog.
ResponderEliminarEl relato me ha gustado y el traer al blog este tema me parece que responde perfectamente a la ausencia de prejuicios condenatorios que hoy día tiene la sociedad.Aunque lo tratas de forma anecdótica y con sentido del humor, creo que no pretendías otra cosa sino llegar a un final con una sorpresa que frustra los planes del hombre.
Un abrazo, amigo.
Muchas gracias, Fanny por la felicitación y por venir a leerme.
EliminarEfectivamente, como le decía a Joselu, no era mi intención plasmar en el relato una situación tan delicada como la transexualidad y sus repercusiones sociales.
El tema, tal como lo "diseñé" al inicio era cómo un día que empieza, o parece empezar, con buenos augurios, puede torcerse estrepitosamente y acabar en un fiasco total.
Me complace que lo hayas visto de este modo.
Un abrazo.