viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Dónde están mis recuerdos? (primer acto)



Los médicos dicen que se debe a un shock postraumático a raíz del accidente. Yo no recuerdo nada en absoluto. Al parecer, salvé la vida milagrosamente. El coche se empotró contra unas rocas al borde de un acantilado, en las costas del Garraf. De no ser por ellas me hubiera precipitado al mar desde casi cien metros de altitud. Supongo que el cinturón de seguridad y el airbag hicieron su labor, aunque resulté con un traumatismo cráneo-encefálico, varias costillas rotas y abrasiones en la cara. Eso me han contado porque cuando desperté llevaba diez días en coma y las lesiones faciales ya habían sanado. Todavía me duelen, eso sí, las costillas, al igual que la cabeza y el cuerpo entero.

¿Qué hacía yo en ese coche y en ese lugar? ¿Adónde iría? Y lo peor de todo es que ni siquiera recuerdo quién soy ni pueden asegurarme cuándo recobraré la memoria, si es que la recobro. Insisten que debo tener paciencia, que seguramente iré recordando cosas paulatinamente, pero que puede ser un proceso muy lento.

Nadie ha llamado preguntando por mí. ¿Acaso nadie ha notado mi ausencia? Amigos, familiares, compañeros del trabajo, qué se yo. Alguien a quien le extrañe mi repentina desaparición del ámbito en el que solía moverme.

La policía trabaja en ello pero, de momento, sin resultado alguno. No encontraron ningún documento que me identificara. El coche está a nombre de una empresa. De momento no me han querido decir nada más para, según el médico, no estresarme. Si sigo así, cuando me den el alta no sabré adonde ir. No sé dónde vivo. Suponen que debo ser una persona de buena posición económica. El coche de alta gama y mi ropa apuntan en esa dirección. Lo único que saben a ciencia cierta es que no estoy fichado, lo cual es todo un alivio. Han llevado a cabo un reconocimiento facial mediante un programa informático, comparando mis rasgos físicos con los de todos los delincuentes fichados. No ha habido ninguna coincidencia. Así que estoy limpio. Algo es algo. Me han dicho que han publicado mi fotografía en todos los medios, recabando información sobre mi persona. A ver si alguien me reconoce y puede decir quién soy.

Llevo ya ingresado dos semanas y no me viene nada a la memoria. Empiezo a estar muy preocupado. El hecho de que no hallaran marcas de frenazo indica que me precipité hacia el acantilado sin percatarme de ello. Quizá me desvanecí. Todo es  muy extraño, tanto como el hecho de que nadie me haya reconocido por la fotografía que han distribuido de mí. Quizá sea un individuo solitario, sin amigos ni familia. Pero en alguna parte debo haber estado trabajando y mi ausencia debería haber llamado la atención a mis colaboradores o subordinados, en caso de que sea un empresario. A menos que trabaje por cuenta propia como freelance. Pero ¿y los vecinos? Claro que si soy un hombre adinerado quizá viva en un chalé a las afueras y, en tal caso, no sea una persona muy conocida y mi ausencia haya pasado inadvertida. Demasiados interrogantes. Por no decir de lo sospechoso que resulta que fuera indocumentado. Le he estado dando muchas vueltas y, a menos que me esté volviendo paranoico, cabe la posibilidad de que alguien me sustrajera la documentación a propósito, para que no fuera reconocido. De ser así, no se trataría de un accidente fortuito sino provocado. Entonces, si el autor del mismo sabe, por los medios, que sigo con vida y con amnesia postraumática, intentará acabar conmigo antes de que recobre la memoria. Me voy a volver loco. Si no fuera por el ansiolítico que me administran, estaría al borde de la histeria.
 
 
 
Esta mañana el médico que me atiende ha entrado seguido de un individuo con cara de malas pulgas y ambos se han parado al pie de mi cama.

―Querido amigo –no sé por qué ese doctor se toma siempre tanta familiaridad llamándome amigo cuando no me conoce de nada- le presento al inspector Giráldez, que quiere hacerle algunas preguntas –y dicho esto me ha dejado a solas con el susodicho inspector, que me miraba como quien observa a un bicho raro y que, tras un  ligero carraspeo introductorio, ha intentado ponerme en antecedentes.

―Supongo que le habrán referido que le encontramos, inconsciente, en un Audi A6 gris plata que, por fortuna, se había empotrado contra unas rocas en las costas del Garraf. Digo por fortuna porque de no haber estado ahí esas rocas se hubiera precipitado al mar y en ese trecho la altura es considerable. Ni el airbag le hubiera salvado la vida. Pero hay tres cosas que nos llaman la atención: iba usted indocumentado, no llevaba puesto el cinturón de seguridad y en el pavimento no había señales de frenada. Me ha dicho el doctor que sigue sin recordar quién es, pero ¿no recuerda usted nada de lo sucedido?

Desconcertado como estaba, solo negué con la cabeza. El hombre prosiguió refiriéndome lo poco que sabían.

―Desde que le ingresaron en este hospital, hace de eso dos semanas, hemos intentado esclarecer los hechos que rodean a este aparente enigma. El vehículo está a nombre de una empresa, Asesoría Utiel, S.L., con sede social en la calle Pelayo, 22, 3º 2ª, de Barcelona. Cuando nos personamos en esa dirección allí no había nadie. Se trata de un piso cuyo propietario se halla actualmente en “chirona”, a la espera de juicio por... bueno, eso es lo de menos. Su nombre completo es… -y tras leer en una pequeña libreta que se sacó del interior de su chaqueta continuó- Francisco Utiel Arroyo. ¿Le suena este nombre?

¿Asesoría Utiel?, ¿Francisco Utiel no sé qué? No tenía ni idea de lo que me estaba hablando aquel individuo. Así que negué de nuevo, aunque sin demasiada convicción dado mi estado amnésico.

―No, señor, digo inspector- acerté a decir-. No me suenan de nada esos nombres.
―Además –prosiguió el inspector-, en el coche hemos hallado tres tipos de huellas: unas pertenecen al mencionado Utiel, cosa que no es de extrañar si, según parece, era el propietario; otras son suyas, como es lógico, pues le encontraron sentado al volante; y las restantes todavía no lo sabemos. Todas estaban en lugares que solo un conductor puede dejarlas. En otras palabras, usted, el señor Utiel y esa tercera persona habían conducido el coche en alguna ocasión. Pero vayamos por partes.

Entonces, sin dejar de dirigirme una mirada escrutadora, de uno de los bolsillos de su abrigo sacó un periódico, lo desdobló y me lo tendió. Estaba abierto por lo que parecía ser la página de sucesos.

―Vamos a intentar refrescarle la memoria. ¿Le dice algo lo que pone ahí y esa fotografía? –me preguntó señalándome un artículo firmado por un tal A. Nieto.

Tomé el periódico no sin cierta aprensión por lo que pudiera descubrir. Leí la noticia que el inspector no cesaba de señalarme con su hirsuto dedo índice. Decía así: “Ayer, a las siete de la mañana, fue hallado muerto, en su celda de la prisión de Cuatro Caminos, Francisco Utiel Arroyo, que llevaba ingresado en ese centro penitenciario desde principios de año, a la espera de juicio, por su implicación en negocios turbios, y acusado de actuar como intermediario en la evasión fiscal y el blanqueo de capitales en paraísos fiscales. El cuerpo del finado apareció, en su cama, con indicios de haber sido estrangulado, según la información preliminar a la que hemos podido tener acceso en tanto no se dispone de los resultados de la autopsia. Utiel era el propietario de una asesoría fiscal y financiera que llevaba su nombre. Se sospecha que se trata de un asesinato por encargo, seguramente por parte de algún cliente que temía ser delatado. La policía está llevando a cabo una intensa investigación para esclarecer los hechos y encontrar al culpable o culpables, tanto dentro como fuera de la cárcel”.

―¿Sigue sin recordar nada, señor Latorre? –me espetó aquel hombre que, arrebatándome el periódico de las manos, me sonrió sardónicamente,  como si desconfiara de la veracidad de mi amnesia.
―¿Latorre? ¿Por qué me llama así? ¿Es ese mi nombre? ¿Acaso sabe quién soy? ¿No decía que no conocían mi identidad? –balbucí, atónito, tras lo cual el inspector se despidió con un leve movimiento de la cabeza mientras mantenía aquella enigmática sonrisa en los labios.
―Tranquilo, ahora descanse. Volveré mañana para ver cómo se encuentra y si ha recordado algo. Quién sabe, a lo mejor en sueños tiene una revelación –y sin más, dio media vuelta y desapareció por donde había venido.


CONTINUARÁ...
 


18 comentarios:

  1. Maravilloso escrito
    realidad o Ficcion
    no importa Yo viví una realidad parecida de la cual nunca escribi
    beso

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    1. Vaya, pues debió ser un a experiencia tremenda. Pudiste haber hecho un relato de intriga.
      Muchas gracias por tu visita.
      Un abrazo.

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  2. UY Josep, que buena pinta tiene esto, jajaja.
    Me ha encantado, tiene mucho misterio y además es de los temas que me absorben, y más si están escritos con la claridad y la buena pluma que tu tienes.
    Esperando me quedo.
    Un abrazo y buen finde.

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    1. Hola, Elda. Me gusta la intriga e intrigar, jaja.
      Me alegro que te haya gustado y que te hayas quedado con ganas de más.
      Un abrazo.

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  3. Me gusta mucho, tiene intriga y suspense y da mucho juego, enhorabuena porque est amuy pero que muy bien, esperando la segunda parte. un abrazo. TERE.

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    1. Muchas gracias, Teresa, por venir a leerme y por interesarte por la continuación. Espero, como siempre me ha ocurrido cuando he publicado una historia por entregas, no defraudaros con el desenlace.
      Un abrazo.

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  4. Hala, ya me tienes de nuevo enganchada a una de tus historias. Qué bien se te da la intriga, dejas información con cuentagotas para aumentar el suspense.
    Me armaré de paciencia en espera de la siguiente entrega.
    Un abrazo.

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    1. Soy un intrigante, jaja. Espero que sepa mantener esta intriga hasta el final.
      Deberéis ser muy pacientes pues son varios los episodios que conforman esta historia. De todos modos, los iré publicando con celeridad.
      Un abrazo.

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  5. ¡Pero Josep, no nos puedes dejar así!qué bien descrita la situación de tensión y angustia de ¿Latorre?
    Desde luego, desconcertante que algo así te pueda suceder y bien triste que nadie note nuestra ausencia.

    Brillante primer acto; esperaré con ansias el próximo.
    ¡Besos!

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    1. A mí siempre me gustaron esas historias de suspense que se emitían por television cuando era un chaval y acababan con un Continuará... Así que yo no podia ser menos, jeje
      Me alegra que te haya gustado tanto.
      Un abrazo.

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  6. Me gustan las historias que empiezan con tanta incertidumbre y misterio.
    La amnesia de este individuo da mucho juego para sospechar sobre su pasado, ya veremos la de sorpresas a parte de las que han ido surgiendo en esta primera parte, vamos descubriendo en la siguiente entrega. De todas formas, ya intuyo que este personaje no es trigo limpio, o hay un complot de terceros que todavía no han enseñado la patita.
    Un abrazo y espero con interés la próxima entrega.

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    1. Sé que tienes buen ojo para esto. Así que me gustaría mantenerte intrigado un poco más. Déjate engañar solo un poco y déjate llevar por la engañosa trama. ¿Quién es, en realidad, el tal Latorre? Él todavía no lo sabe. Yo sí. Veremos si tú lo descubres. Pero no divulgues tus sospechas, no hagas de spoiler, please. Que pueda seguir manteniendo en vilo al resto de lector/as por un tiempo más, jeje
      Un abrazo.

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  7. La falta de memoria abre ente el individuo que la padece un abismo que le deja sin pasado y le enfrenta a una incertidumbre tremenda. Yo no soportaría algo así por mucho tiempo. Veremos que le ocurre al supuesto Sr. Latorre.
    Un abrazo.

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  8. Muy buen inicio, la intriga envuelve la lectura, te atrapa. La amnesia siempre es un gran recurso para situar al lector en igualdad de condiciones con el protagonista y abre un gran abanico de posibilidades. Saludos!!!

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    1. Hola de nuevo, David. Efectivamente, ni el protagonista ni el lector sabe, por ahora, lo realmente ocurrido. Poco a poco se irá desvelando el misterio. O eso espero.
      Te agradezco tu presencia y tu comentario.
      Un abrazo.

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  9. Josep Ma se te da de fábula el misterio, consigues enganchar desde la primera línea, así que aunque llego tarde voy llegando a este misterio y encima ya tengo la segunda parte, voy a por la lectura.

    Un saludo

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    1. Muchas gracias, Conxita, por apresurarte a leer esta historia en entregas, jeje
      Podemos decir aquello de que nunca es tarde si la dicha es buena.
      Espero que sigas pensando igual a medida que avancemos en el desarrollo de los hechos.
      Un abrazo.

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  10. Me sucede como a Conxita. Me alegro de tener ya la continuación, porque me has dejado completamente enganchada. ;)

    Un abrazo. =)

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