Es increíble el poder de la mente. De niño estaba convencido de que con sólo desear algo muy intensamente se hacía, tarde o temprano, realidad. Era un niño con una fe imperturbable. Era de rezos diarios o, mejor dicho, nocturnos. Todas las noches, junto a mi cama, rezaba mis oraciones arrodillado ante una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. No os podéis imaginar con cuanta fe le pedía que se cumplieran mis deseos.
Ya convertido en adolescente, comprendí que rezar a una imagen no tenía sentido y, vistos los resultados, me volví escéptico. Pero, aun así, seguí creyendo en la fuerza de la mente, convencido de que si uno pide algo con todas sus fuerzas acaba cumpliéndose. Pero, desgraciadamente, nunca llegué a confirmarlo. Hasta que al cabo de unos años leí “El secreto”, tras lo cual mi fe, otrora dirigida a un ser Supremo, viró hacia el Universo y su ley de la atracción. Según las enseñanzas del libro, sólo debían seguirse tres pasos para que nuestros deseos se hicieran realidad: pedir, creer y recibir. Su autora incluso aludía a la cita bíblica que dice así: “todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22).
Entonces elegí aquello que siempre, desde que tuve uso de razón, había deseado, aquello por lo que hubiera dado cualquier cosa, ese don aparentemente inalcanzable para cualquier mortal. Pedí poder convertirme en invisible. Os parecerá una locura, cosa de niños. Pero en el libro se describían casos de personas que, siguiendo sus consejos, habían obtenido cosas increíbles. ¿Acaso no resulta increíble que a alguien con graves problemas económicos le aparezca en su buzón un cheque al portador por la cantidad que necesita para resolverlos? ¿O aquel otro caso de un individuo que, tras visualizar mentalmente una pluma estilográfica de un diseño exclusivo imaginado por él, la encuentra a sus pies al cabo de unos minutos de deambular por una estación de tren? Así pues, pensé que mi petición bien podría servirme como experimento para comprobar la veracidad de aquellas afirmaciones. Era, eso sí, fundamental hacerla de forma correcta, sin ambigüedades y sin utilizar jamás el “no” en su formulación. En lugar de pensar, por ejemplo, “que no pierda el trabajo”, debía mentalizarse como “que conserve el trabajo”, pues, según había leído, el Universo no capta el significado negativo de una oración y podía confundirse materializando lo contrario a lo deseado al entender erróneamente “que pierda el trabajo”. En mi caso no habría confusión posible pues, lógicamente, no iba a decir “no quiero ser visible” sino “quiero ser invisible” y, además, aun utilizando erróneamente la forma negativa, en el peor de los casos, me quedaría igual.
De eso hace diez años y mi petición se vio finalmente cumplida, fruto de mi insistencia casi obsesiva. El efecto, sin embargo, no fue inmediato, sino que se produjo al cabo de un tiempo, tal como ya advertía el libro. La clave para acelerar el proceso residía en visualizar lo pedido como si ya se hubiese concedido. Y así lo hice, repitiéndome hasta la saciedad “soy invisible, soy invisible, soy invisible”. Lo malo es que, en el camino hasta verse cumplido mi deseo, sufrí varios contratiempos, episodios inesperados e indeseables: mi mujer me abandonó, llevándose con ella a mis dos hijos de corta edad, mis amigos dejaron de hablarme y se fueron distanciando de mí, los vecinos dejaron de saludarme, y hasta acabé perdiendo el trabajo. Todo ello por querer ser invisible. Además, debo reconocer que no ha resultado como yo esperaba. Yo quería ser invisible a voluntad, no a perpetuidad. Decididamente, no supe formular correctamente mi deseo. Ahora soy invisible, pues nadie repara en mí, pero resulta algo extraño. A veces me da la impresión de que, en realidad, me ven, pero hacen como si no me vieran.
Nota: "El secreto" es un superventas publicado en 2006, escrito por Rhonda Byrne y basado en la escuela de pensamiento y trabajos previos de William Walker Atkinson.
Me gusta tu forma de redcción
ResponderEliminarMuchas gracias, Dayana, y bienvenida a este rincón dedicado a la ficción y la fantasía.
EliminarUn saludo.
Vaya convertirse en invisible, pero después de leerte llego a la conclusión de que se pierden muchas cosas mas que se ganan de modo que me mejor pedir trabajo salud y esas cosas que algo que no me va a producir beneficio alguno a todos los niveles. un abrazo. TERE.
ResponderEliminarSi, creo que mi buen amigo hubiera debido reflexionar antes de lanzarse a esa aventura y no creerse todo lo que algunos "gurús" preconizan. Ese libro trastornó su mente y su concepto de realidad.
EliminarUn abrazo.
Pues yo siempre he querido ser invisible, pero no así, solo en sentido literal, jejejeje.
ResponderEliminarUn abrazo y muy feliz finde.
Yo también, Marigem, pero sólo para divertirme, hacer alguna tratada a los amigos y espiar sin ser visto, jajaja. Creo que quién más quién menos se ha sentido atraído por esa fantasía.
EliminarUn abrazo y que también pases un buen finde :)
Claro, es que lo bueno es ser invisible cuando uno quiere, a mi me encantaría también, aunque creo que ya soy invisible a muchas personas porque ni me miran, será por la edad, jajaja.
ResponderEliminarPobre hombre al final lo perdió todo.
Un relato muy entretenido, y además creo que cuando piensa uno en positivo, las cosas salen mejor, seguro tiene que ver con la poderosa mente, lo que pasa es que la usamos poco...
Me ha gustado mucho Josep.
Un abrazo y buen finde.
Pues hay que hacerse notar, Elda. Sólo con una sonrisa, que a bien seguro se te da bien practicar, harías que muchos repararan en ti. Y si no, les recitas uno de tus bellos poemas y ya verás cómo se les abren los ojos, jeje.
EliminarSi, el pobre protagonsita, en su empeño por ser invisible, lo perdió todo porque, poco a poco y sin darse cuenta, se fue haciendo invisible ante los demás.
Desde luego, lo verdaderamente cierto en esta historia es que nuestra mente tiene mucho más poder del que muchos se imaginan, pero este poder, mal utilizado, puede tener resultados indeseados.
Pensar en positivo genera energía positiva y ésta ayuda a que las cosas se hagan -y nos salgan- mejor.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Una relato con varios frentes, a mi modo de ver. Por un lado, percibo, y comparto, cierta crítica irónica a todos esos panfletos tipo "ser feliz está en la mente", "pensamientos positivos para vida plena", etc.. que están tan de moda. Eso de que el universo no capta el significado negativo me ha encantado. Por otro lado tenemos una metáfora de la vida o cómo quieres que sea. Si optas por la introversión, por pasar inadvertido, debes asumir las consecuencias. Si buscas la soledad no te quejes por encontrarla. Creo que el pobre personaje no tenía claro desde un principio sus deseos y le pasó lo que le pasó.
ResponderEliminarHuelga decir que es un relato fantástico, Josep. Un abrazo!
Cierto, David. Este relato encierra varias lecturas, como muy bien has sabido interpretar.
EliminarDebo decir que hace años que leí ese libro (su existencia es real, quizá lo único del relato) y quedé impresionado -y no gratamente- al ver hasta dónde puede llegar unos "iluminado" -o debería decir unos farsantes- para, a partir de unas ideas hasta cierto punto aceptables y bastante extendidas, llegar a "comer el coco" a la gente. Los ejemplos que pongo en el relato (lo del cheque en el buzón y la pluma estilográfica) son casos contados por la autora como verídicos para demostrar el poder de la mente para hacer realidad nuestros deseos. Lo más curioso y contradictorio es que en el preámbulo insiste en que el "sistema" no funciona para cosas materiales, pero luego cita repetidamente casos prácticos puramente crematísticos.
Luego está la obsesión e incluso la sugestión. Todos conocemos hasta dónde nos puede llevar la sugestión, pudiendo llegar a creer en verdaderas locuras.
Si uno quiere ser invisible de cara a la sociedad sólo tiene que proponérselo. Por desgracia, muchas gente -especialmente los que pasan penurias- se han vuelto invisibles ante el mundo.
Muchas gracias por tu reflexión.
Un abrazo.
Que bueno Josep!,... debe ser un deseo muy común e incluso sin pedirlo expresamente, porqué a veces lo deben realizar de "oficio", a mí me ocurre jajaja... no hace falta más que caminar por una calle concurrida o hablar con algunas personas, para darte cuenta de que no existes para la mayoría de la gente!
ResponderEliminarEstupendo relato Josep,
Un abrazo
La verdad es que no hace falta proponérselo mucho para acabar siendo invisible. La sociedad ya se encarga de hacer este prodigio sin necesidad de pedirlo. Sí me gustaría, en cambio, tener el poder para hacer invisible a según quien, jajaja
EliminarMuchas gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Holaaa Josep M. Qué relato más oportuno para este sábado. Pero me has creado una duda 😎 no será que tú lo que quieres es irte con el hombre araña o super Man ?😉 A mi me encantaría ser invisible mientras ruedan una película. Un buen relato con todos los ingredientes para comenzar un buen día 😚😚😚. Gracias ,, abrazote
ResponderEliminarJajaja. Pues no vas muy desencaminada. De niño (y todavía hoy, pero no tanto) era muy fantasioso, como el niño que era nuestro personaje. De hecho, el episodio de los rezos está inspirado en mi persona, incluida la imagen del Sagrado Corazón. Y también soñaba que podía ser invisible y me colaba en las casas de mis vecinos a espiarles, jeje.
EliminarPero, a diferencia del protagonista, nunca me he obsesionado por cosas inaccesibles y mucho menos irreales.
A todos nos gusta ser invisibles a los demás de vez en cuando y en ciertos momentos, digo yo.
Gracias a ti por tus comentarios.
Un abrazo de fin de semana.
¡Vaya amigo! de esos hombres invisibles hay muchos por desgracia en nuestra sociedad. seguro que sin haberlo deseado.
ResponderEliminarYo me quedo con esa forma en la que ya los más antiguos pedían a seres supremos llamada oración. La fe es algo que nunca se ha de perder pero con la aclaración perentoria de: "A dios rogando y con el mazo dando" y siempre aclarando eso de "Que reciba aquello que necesito y no se pedir"
Una narración impecable como todas las tuyas que nos muestra una triste realidad.
Un abrazo Josep. Un placer leerte.
Ciertamente, el hombre siempre ha sentido la necesidad de pedir y la esperanza de ver atendidas sus plegarias. Una de las metáforas de esta historia que he querido plasmar, es que hay quien abandona una creencia, por considerarla absurda, para lanzarse en brazos de otra tanto o más absurda que la anterior. Cuando leí el libreo que menciono, no podía creer que hubiera gente que preconizara una teoría tan ridícula y, lo peor de todo, que tuviera tantos sequidores y adeptos (el libro dio lugar a un documental y muchos debates en programas de televisión en los EEUU).
EliminarMuchas gracias, Francisco, por tu aportación.
Un abrazo.
¡Qué bueno! A tu personaje no le falta fe y no deja flecos sueltos (me ha gustado eso de "aún utilizando erróneamente la forma negativa, en el peor de los casos, me quedaría igual), pero me pregunto yo y te lanzo la pregunta a ti, Josep Mª, ¿fue su deseo el que ocasionó esos avatares con familiares y amigos, hasta convertirse en "invisible" para todos, o fue porque él les empezó a ignorar? ;-)
ResponderEliminar¡Besos, feliz tarde!
Esa, Chelo, es otra de las metáforas que he pretendido "colar" en este relato. Hay personas que, obsesionadas por conseguir lo imposible, una quimera inalcanzable, deja de lado lo realmente importante, desatendiendo aquello y a aquellos que son lo realmente importante en su vida y, sin darse cuenta, va creando un gran vacío entre ellos hasta perderlos y volverse invisible a los ojos de los demás.
EliminarUn abrazo.
Un buen relato Josep, a quien no se le ocurrió de niño alguna vez ser invisible. A mi si y ideaba cada cosa, pero claro siempre me encontraban jajajja. Un abrazo
ResponderEliminarYo solía soñar que volaba y que me volvía invisible. Pero no he conseguido ninguna de las dos cosas. Ahora, si quiero ser invisible sólo tengo que encerrarme en mi despacho a escribir y no dejarme ver en unas horas, y si quiero volar no me queda más remedio que tomar un avión, jajaja
EliminarUn abrazo.
Hay mucho/as Rhonda Byrne por ahí, vendiendo humo y dando falsas esperanzas a gente crédula y necesitada de creer en algo que les haga la vida más llevadera. Y ello/as haciéndose rico/as a su costa. También es cierto que hay mucho incauto que se deja atrapar por las redes de eso/as estafador/as sin dedicarse a pensar en lo absurdo de sus discursos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Julio David, por tu encendido comentario, que yo también suscribo.
Abrazos.
El protagonista consiguió su deseo y, supongo, que habrá hecho su trabajo para conseguirlo, probablemente para llegar a ser invisible, ha convertido su entorno en "no visible". Creo que el resultado que ha conseguido realmente estaba en su cabeza, en algún lugar del que él no era consciente. En fin, que esto nos demuestra algo que nuestros mayores nos repetían, con esfuerzo se puede conseguir, y este hombre invisible, se ha esforzado. Los que se aprovechan de las necesidades ajenas... es otra historia. Muy bueno Josep.
ResponderEliminarAbrazo!!!!
Hola Mª Jesús, cuánto tiempo sin saber de ti!
EliminarYo creo que el protagonista buscaba evadirse de la realidad y poder desaparecer cuando le viniera en gana, obsesión ésta que le llevó, sin darse cuenta, por otros derroteros. Consiguió lo que quería y había pedido con tanto empeño pero fue perdiendo por el camino cosas mucho mejores. Lo peor de todo es que no es consciente de ello.
Muchas gracias por volver a visitarme y acabo de ver que has vuelto a abrir las puertas de tu blog.
Un abrazo.
Es curioso, a mí también me gustaría hacerme invisible pero me mueven motivos menos altruistas que los de tu protagonista. Generalmente el uso que haría de esa invisibilidad se basa en poder hacer desde el anonimato más absoluto alguna que otra fechoría, o realizar tareas de puro y simple cotilleo.
ResponderEliminarNo obstante, algo de invisibilidad debo de tener, aunque no en el sentido que a mí me gustaría, porque muchas veces es tal el ninguneo que padezo que tengo que mirarme en el espejo para comprobar si se me ve o no.
Me gusta el relato, me ha recordado a los cuentos donde un individuo se encuentra con el genio de los tres deseos y acaba desperdiciando todos por no saber formularlos correctamente (y por la mala baba del genio en cuestión).
Un abrazo.
Intenté leer "El secreto" ante la insistencia de varios amigos que me lo recomendaron y fui incapaz de pasar de las treinta páginas.
EliminarA mucho/as periodistas de las revistas del corazón también les gustaría hacerse invisibles para curiosear en casa de lo/as famoso/as y así obtener información privilegiada de primera mano, jaja
EliminarY en cuanto al otro tipo de invisibilidad, que es la que acaba sufriendo el protagonista de este relato, todos pasamos por rachas de "no visibilidad" a los ojos de según quien. En ciertos ambientes y circunstancias, sin embargo, es preferible así, pasar desapercibido y no hacerse notar. Otra cosa muy distinta es que pasen de ti sin quererlo ni merecerlo.
Y desde luego es muy importante saber formular, sea lo que sea, jeje.
Pues yo sí leí el libro de cabo a rabo y acabé indignado de tanta inverosimilitud, que parece que te estén tomando el pelo. Sólo con pensar que pueda haber gente incauta que se lo crea... Aunque eso tiene solución: a la primera de cambio se darán cuenta del engaño al comprobar que no funcionan las técnicas que el libro preconiza para alcanzar lo que uno desea. Aunque, entre nosotros, mi mujer practica algo de lo que en él se asegura. Cuando buscamos plaza para aparcar dice eso de "Santa Elena, Santa Elena, que la plaza sea buena", y desde que lo viene haciendo, funciona!!!
Un abrazo.
De ser invisible mejor solo un ratito para vigiar a la gente,pero el problema viene cuando eres tan invisible que nadie te echa en falta y te dan la espalda por aquello de que no te ven.
ResponderEliminarUna historia cargada de moraleja,no todo lo que desees es lo mejor.
Un abrazo Josep
Puri
Hola Puri. Ahí reside el problema. Nuestro amigo se pasó de la raya o, como también se dice, se pasó diez pueblos, llegando al pueblo de la invisibilidad y de la indiferencia.
EliminarA todos nos gustaría ser invisibles por un rato, del mismo modo que a todos nos gustaría poder volar, pero hay cosas que más vale no intentar porque el resultado puede ser muy distinto a lo que pretendíamos.
Muchas gracias por venir a leerme y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Josep. Te he leído por primera vez y me gusta mucho tu estilo. La historia tiene ese tono de comicidad que suaviza un tema profundo. A veces uno quisiera desaparecer, pero no definitivamente, claro, como decía tu personaje. A voluntad. El tema es que no pensamos las consecuencias y esa es la principal cuestión. Cuando se encuentra con los resultados de su deseo cumplido se da cuenta de que no podemos vivir aislados. Chan
ResponderEliminarGran relato Josep. Un abrazo
Hola Mirna. Bienvenida a este blog dedicado a los relatos de ficción y fantasía. Me alegra que me hayas encontrado y espero que repitas si lo que lees sigue siendo de tu agrado. En justa correspondencia, acabo de entrar en tu "isla de los vientos" y me ha gustado lo que he visto y leído. Así que me pasaré por tu casa, pues veo que te dejaste la puerta abierta, :)
EliminarMuchas situaciones de la vida tienen su lado risible, según cómo se interpreten. Y, efectivamente, la moraleja de este relato es esa: que cuando nos obsesionamos por un deseo inalcanzable olvidamos lo que tenemos y podemos acabar perdiéndolo todo. Hay que ser consecuente y saber cuáles son nuestras limitaciones. A quién no le gustaría ser invisible por unos instantes, para hacer una travesura o lo que le plazca, pero cuando son los demás los que te convierten en un ser invisible, estás anulado como persona y condenado al ostracismo.
Muchas gracias por tu visita y por dejar tu comentario. Nos leemos.
Un abrazo.
Me ha encantado el relato, Josep Mª! Capto una crítica a muchos niveles, sobre los libros de ese tipo y sobre la situación del pobre y confuso protagonista, que acaba por perderlo todo gracias a su deseo. Tal y como dices, cuando alguien acaba siendo invisible a nivel social se convierte en un fantasma hasta el infinito. Y por desgracia, en nuestra sociedad no hace falta que se pida para convertirse en una triste realidad. Un abrazo! ; )
ResponderEliminarMuchas gracias, Ramón, por tu comentario y tu acertada critica de la situación que he pretendido exponer. Ciertamente, en la sociedad actual es muy fácil acabar siendo invisible a los ojos del prójimo, si bien es cierto que hay quien tiene muchos más boletos que otros para conseguirlo. Mi protagonista pierde demasiado tiempo centrándose en algo totalmente secundario para acabar siendo quien no era y perdiendo lo que realmente tenía de valor.
EliminarUn abrazo.
Una cosa es cierta, invisible se volvió, no como esperaba pero sí en cierto modo. Rara vez (dejemos un beneficio a la duda) una obsesión enfermiza trae algo bueno, quizás a corto plazo sí, pero a la larga no. La obsesión del protagonista, unida al hecho de que se creyese el contenido del libro como un devoto cristiano los textos de la Biblia, hizo que el tren del desastre aumentase su velocidad, terminando por descarrilar. Un texto breve pero cargado de interesantes reflexiones, críticas y moralejas. ¡Gran trabajo, un abrazo!
ResponderEliminarYo también creo que las obsesiones traen, a la larga, malas consecuencias o, en el mejor de los casos, grandes decepciones. Si a eso le sumamos creencias absurdas, el resultado puede ser catastrófico, sobre todo para la mente. Efectivamente, el protagonista de esta, digamos, parábola, consiguió lo que quería -o lo que se merecía- pues el poder de la mente tergiversó su verdadero deseo.
EliminarMuchas gracias, compañero de letras, por tu amable comentario.
Un abrazo.