viernes, 22 de septiembre de 2017

El escritor (cuarta y última parte)


─Lamento que se lo haya tomado usted así, señor Martínez ─le dice don Julíán al terminar aquél su alegato, con más temor que aplomo─, pero es lo que hay. Lo toma o lo deja ─añade sin tenerlas tampoco todas consigo. 
─Joven, no sabe usted la suerte que tiene de que una editorial como la nuestra le haya ofrecido esta gran oportunidad ─añade don Manuel, cuya presencia ha sido esta vez reclamada por don Julián tan pronto como ha sabido de la inesperada visita del escritor por boca de Marisa que, por cierto, hoy va ataviada con una minifalda que si no fuera porque…─. Vaya, vaya a otra editorial, a ver si estarían dispuestos a publicarle su manuscrito tal como llegó a nuestras manos. ¿Le ofrecemos saltar a la fama y se niega a aceptar unos pequeños retoques que no han hecho más que mejorar el original? ─remata, enojado, el viejo destroza-manuscritos.
─Véalo de este modo, señor Martínez ─interviene de nuevo don Julián─. La gente quiere algo digerible, ameno, algo con lo que pasar el rato. Sí, sí, no me mire con esa cara. Usted desconoce el mundo editorial. La publicación de libros no es más que un negocio y no se me escandalice usted que ya es mayorcito. Vivimos en un país en el cual la gente no quiere pensar, a quien hay que darle todo mascado, y si no, vea qué tipo de cine es el más taquillero. Por no citar los programas de televisión de mayor audiencia. Sí, sí, hay excepciones, por supuesto, pero déjeme terminar. Lo que quiero darle a entender es que…
─Que debe tener paciencia. Una vez haya usted publicado esta novela y haya sido un éxito, que lo será, podrá usted escribir lo que le dé la gana, pues ya tendrá un nombre, será conocido, quizá incluso famoso ─le interrumpe don Manuel, pretendiendo echar un cable a su jefe y así acabar de engatusar al pardillo que tienen delante.
─Eso es. Y nosotros nos comprometemos a publicarle sus próximas novelas ─afirma don Julián, viendo, por el semblante del interfecto, que casi le tienen en el bote.
─Don Julián (transige don Manuel en este trato por un momento) quiere decir que Ediciones Valverde se comprometerá a publicarle sus próximas novelas ─aclara, pues eso del plural parece que le incluya a él, algo que casi le repugna─. ¿No es así, don Julián? ─concluye don Manuel, con un tono de ironía que le pasa desapercibido al escritor.
─Si claro. Ediciones Valverde, por supuesto. Era una forma de hablar ─se ve obligado a aclarar don Julián, acribillando con la mirada al viejo carcamal.

A Pedro, le acaban de tomar nuevamente con las defensas bajas. ¿Adónde fueron sus arrestos desde que salió de casa y apareció en las dependencias de la editorial? Genaro, Genaro, ayúdame, repite mentalmente como un mantra, Si recordara alguna plegaria, se la dedicaría a San Francisco de Sales, patrón de los escritores. La carne es débil, yo soy débil, piensa avergonzado y confuso. ¿Qué hago? ¡Qué dilema el mío! Publicar o no publicar, esa es la cuestión. Y no una cuestión cualquiera.

******

─¡Vete a la mierda, tú y tu jodida novela! ─ni siquiera parece la voz de Genaro la que profiere tales improperios─ Nunca hubiera imaginado que te comportaras de tal forma. Vete al carajo y olvídate de mí. 
─Pero, hombre. Solo debo ceder en esta primera ocasión. Luego…
─¿Luego? No habrá luego, tío. Que no te enteras. Una vez accedas a esto, luego accederás a aquello y a lo de más allá. Te tendrán pillado por las pelotas. Promesas y más promesas. ¡Ja! Te obligarán a publicar porquerías. Si no, al tiempo. Esa gente es así. Te has dejado engatusar como un idiota ─le espeta mientras se levanta y se dirige a la puerta sin siquiera despedirse.
─¡Genaro, Genaro, espera! ─la voz de Pedro tampoco suena como antes. ¿Qué coño les está pasando a sus cuerdas vocales?

******

Nunca, antes, el equipo de Marketing de Ediciones Valverde, S.L. se había esforzado tanto en una campaña de lanzamiento de una novela, teniendo en cuenta que su autor era un perfecto desconocido en el mundo editorial.

“Todos estamos locos” se presentó, a bombo y platillo, como una novela de un autor-revelación, como un gran descubrimiento literario que marcaría un antes y un después en la literatura moderna en lengua castellana. Definieron a Pedro Martínez López, PML a partir de ahora, como un visionario, como lo fue en su día Julio Verne pero en versión “friki”. A don Manuel se le pusieron los pelos de punta por tal calificativo, pero en su fuero interno se alegraba de tantos fuegos de artificio que no harían más que explotarle a la cara de Maldonado (ya ni siquiera merecía el apelativo de “señor” por haberle obligado a llegar a esta situación).

PML estaba exultante. Su foto en la solapa del libro había quedado muy bien. Estaba favorecido, tanto que no parecía él. Así no le podrían reconocer en la calle, pero qué le vamos a hacer. Además, estaba muy satisfecho por la agilidad de la editorial en culminar todo el proceso creativo y promocional y por la prontitud en poner su novela en el mercado, justo antes de Navidad, una fecha muy propicia para las compras. A fin de cuentas, un libro es un muy buen regalo cuando no se sabe qué regalar y en tal caso el comprador se inclina por los más vendidos o por los más recomendados. Ese sería su libro.

Y por una vez PML no se equivocó. Gracias al gran despliegue publicitario de la que fue objeto, su novela fue un rotundo éxito de ventas. Todo el mundo quería hacerse con un ejemplar. Ya al primer mes se hicieron tres ediciones. Al cabo de tres meses ocupaba el segundo puesto en el ranking de libros más vendidos en el primer trimestre del año, después de “Mi vida solo es mía”, de esa celebérrima e incultísima tertuliana de cuyo nombre no puedo acordarme.

A pesar de que las condiciones económicas pactadas con la editorial no fueron muy generosas ─eso lo supo PML después, gracias a (o debería decir por culpa de) su vecino escritor─, llevaba ganado más dinero del que cobraba al año en su último empleo. Y eso iría en aumento, según le vaticinó don Julián, quien se frotaba las manos por el acierto conseguido con esa publicación, a la par que don Manuel se abofeteaba por el estrepitoso éxito de ventas, que equivalía a un no menos estrepitoso fracaso en sus planes de dejar en ridículo a su todavía jefe.

Pero ese camino de rosas le duró a PML y a don Julián lo que tardó “Todos estamos locos” en llegar a las manos de un renombrado crítico literario, un tal Roberto Alcázar (nada que ver con el personaje del cómic “Roberto Alcázar y Pedrín” de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, aunque se le parece un poco). 

A Pedrín, digo a Pedro, se le borró la sonrisa idiota que llevaba prendida de los labios desde que vio la luz su Opera prima. Hasta se había olvidado de que llevaba mucho tiempo en mente escribir su segunda novela, la que con toda seguridad le afianzaría como uno de los mejores novelistas contemporáneos. Cuando leyó la crítica de su novela en uno de los periódicos más leídos del país, se le vino el mundo abajo. Un acaloramiento hasta entonces jamás experimentado le sobrevino de repente, al cual le siguió una lividez y un frío marmóreos. Sudaba hielo.

La crítica no podía ser más feroz. Dejaba a la novela, al autor y a la editorial que había tenido el mal gusto de publicar semejante bazofia, a la altura del betún más roñoso. Un insulto a la inteligencia. Una noverlucha de la peor calidad, indigna de ser publicada por una editorial con un mínimo de escrúpulos. 

A PML todavía le temblaban las manos, que apenas sujetaban el periódico en cuestión, cuando le sobresaltó una llamada al teléfono fijo. “Será Genaro”, pensó Pedro, que llama para decirme “ya te lo dije”. Pero no, no era su amigo.

Era un periodista del mismo periódico donde le dejaban como una piltrafa humana, marcado para siempre y expulsado del Paraíso de los novelistas al poco de haber entrado. A todo le contestaba que sí sin saber muy bien qué decía. ¿Es usted Pedro Martínez López? Si. ¿Es usted el autor de “Todos estamos locos”? Si. ¿Ha leído la crítica de su novela en el número de hoy de este periódico? Si. ¿Podría usted concederme una entrevista? Si. ¡Mierda! ¡¿Y ahora qué?!

No quería, pero tenía que hacerlo. Necesitaba su ayuda o, por lo menos, un hombro sobre el que llorar. Y llamó a su fiel amigo. ¡¡¡¡¡Genarooooo!!!!! Y el bueno de Genaro acudió en su ayuda.

─Di la verdad. Cuéntalo todo. Todo lo que ocurrió y cómo ocurrió. De cabo a rabo. De cómo te convencieron esos dos. Confesar la verdad es terapéutico. Caiga quien caiga.

Y así lo hizo. Pedro Martínez López, PML y PMG hablaron por una misma boca, que vomitó atropelladamente sus cuitas y vicisitudes desde que recibiera la amable llamada de aquella guapa y atenta secretaria que dijo llamarse Marisa.

Una página entera de la sección dominical dedicada normalmente a cine y literatura ocupó la entrevista al ahora malogrado escritor. Su primera obra, la que debía ser un gran éxito que le catapultara a la fama, ─que lo fue, aunque efímeramente─ lo precipitó al averno de los escritores malditos. Ante las preguntas del periodista, se declaró culpable de haberse vendido, o mejor dicho de haber vendido su obra al enemigo, de haber claudicado ante las horribles exigencias de aquella maldita editorial, de haberse traicionado, de haberse prostituido ─cuánta razón tuvo Genaro─, de haber permitido que su maravillosa obra fuera mutilada hasta el punto de haberse convertido en un engendro. Ahora lo comprendía con amargura, pesar y vergüenza. Acababa la entrevista pidiendo disculpas a los lectores a quienes había impedido poder disfrutar de “Tierra de locos” y se disculpó también ante los miles de lectores y lectoras que habían comprado “Todos estamos locos”, por si se sentían ofendidos con esta declaración. Lo lamentaba, pero reconocía que lo que había salido al mercado era, parafraseando a su crítico, “peor que una mierda pinchada en un palo”.

Muchos fueron, sin duda, los lectores de ese artículo, pero hubo uno especialmente interesado en esta rocambolesca historia y que no pudo evitar carcajearse y frotarse las manos. Era Valentín Cifuentes, actual director general de Editorial Universo, S.L. y antiguo empleado y enemigo acérrimo de Ediciones Valverde, S.L. Que esa maldita editorial ─a la que siempre guardará inquina por haberle puesto de patitas en la calle por atreverse a contradecir a aquel mamarracho y carcamal corrector literario, ese don Manuel de los cojones─ hubiera quedado con el culo al aire, le complacía tanto que tenía que celebrarlo de algún modo. Lástima que su última novia le había dejado, porque si no, lo empezaría a celebrar con un buen revolcón, pero ya pensaría en otra cosa.

Y pensando, pensando, se le ocurrió que quizá esa novela, “Tierra de locos”, o mejor dicho su manuscrito, hubiera llegado tiempo atrás a la editorial que ahora dirigía y pasara desapercibida. En su editorial se reciben tantos manuscritos…

Al día siguiente, lunes, pidió a Ángela, su secretaria, que buscara por donde hiciera falta, hasta en la trituradora de papeles y en el contenedor de papel para reciclar, un manuscrito titulado “Tierra de locos”. 

─Vaya, vaya, mujer, no se quede ahí parada. 
─¿Y cuánto hace que recibimos ese manuscrito? ─inquirió la pánfila pero agraciada secretaria, que tanto le recuerda a Marisa, lo único bueno de Ediciones Valverde, que si no fuera por…
─Y yo qué sé. Ni tan solo sé si lo recibimos. Pregunte, pregunte. Si nos llegó, alguien tendrá que saberlo, digo yo.

Y alguien lo supo. 

─Mira a ver si todavía sigue en el montón de manuscritos que guardo en el cuartito de material de oficina ─le comenta Juanjo, uno de los correctores, y ante la cara incrédula de Ángela, se explica─. Es que a veces, cuando no tengo nada que leer me llevo a casa alguno de los manuscritos que descartamos. Alguna vez he descubierto algo bueno, pero, claro, si se trata de autores totalmente desconocidos, pues ya sabes…

Al cabo de una hora de ardua búsqueda entre montañas de papeles, Ángela, con una sonrisa de triunfo en sus carnosos labios, deja sobre la mesa del señor Cifuentes (aquí no están por los tratamientos de protocolo) un polvoriento manuscrito firmado por un tal Peter McGregor. Y tras un intenso palmoteo para librarse del polvo acumulado en sus delicadas manos, da media vuelta y regresa a su cubículo. “Madre de Dios hermoso”, piensa Valentín, echándole un vistazo a su trasero, quien tras un profundo suspiro se pone manos a la obra.

******

Han transcurrido unos meses y tanto don Juián, ahora en paro, como don Manuel, recién jubilado ─los muy ingratos no supieron valorar que todo lo había hecho por la empresa, esa que ya no es su casa─, leen el mismo artículo del respetado Roberto Alcázar, una elogiosísima crítica sobre una novela recién publicada, titulada “Tierra de locos”, cuyo autor es un escritor novel que, los lectores recordarán, tuvo un serio traspiés al confiar su manuscrito original a Ediciones Valverde, S.L. y que gracias a la mano tendida ahora por Editorial Universo, S.L., su obra ha visto la luz tal como fue engendrada por la maravillosa mente de este genio de la literatura contemporánea, que firma la obra con el pseudónimo de Peter McGregor, algo innecesario, según el crítico, pero ante lo que no tiene nada que objetar.

Dicha crónica termina pronosticando un éxito de ventas para esta obra tan original y un futuro muy prometedor para este escritor-revelación.

******

PMG (ha decidido conservar el pseudónimo que le ha llevado a la fama) tiene a punto de publicar su segunda novela. Editorial Universo, S.L. se jacta públicamente de saber valorar a las jóvenes ─y no tan jóvenes─ promesas, no como la gran mayoría de las editoriales españolas.

Ediciones Valverde, S.L., por su parte, dispone de dos nuevos correctores de estilo. Los ha elegido personalmente el señor Valverde hijo, pensando en el futuro de la empresa. Savia nueva. Estrictos pero condescendientes con los escritores noveles. Lo malo es que, después de aquel incidente con un tal PML, no les llega ningún manuscrito.

FIN


22 comentarios:

  1. Bueno, al final al pobre Pedro le salió bien la jugada, aunque de chiripa y siempre bajo el designio que nos caracteriza: los enemigos de mis enemigos, son mis amigos. Qué pena.
    Genial historia que nos desvela los entresijos del mundo editorial, tú que se ve los has conocido bastante bien.
    Ahora, tengo más claro que no quiero dedicarme a esto de escribir en serio y publicar. ¡Menudas mafias!
    Un abrazo.

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    1. Hola Paloma. Me harás sentir culpable si por mi culpa no te decides a probar suerte en el mundo de la publicación, jajaja.
      Solo es cuestión de hallar a alguien con contactos que te apadrine, jeje
      Un abrazo.

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  2. Una maravilla lo que escribes.Tendrías que hacer un libro
    saludo desde
    Miami

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    1. Jajaja. Ya he escrito dos (los que puedes ver al margen de esta página) y, por cierto, con muy poca fortuna.
      De todos modos, muchas gracias por tu halago.
      Saludos desde Barcelona.

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  3. ¡Las vueltas que da la vida! Al final ha resultado que casi todo se ha resuelto de la forma más inesperada para todos. Y es que los enemmigos del pasado, cuando menos te lo esperas, se hacen rabiosa actualidad y presente. Con razón dicen que la venganza es un plato que se sirve frío...

    Un relato genial, Josep. El argumento está muy bien hilado, resulta del todo cercano y creíble, pero no por eso deja de ser un gran entretenimiento que te mantiene atento a ver qué sigue. Enhorabuena, puedes hacer una muesca más en tu revólver de escritor :))

    ¡Un abrazo y feliz finde!

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    1. Todos contentos menos dos (don Julián y don Manuel, por distintos motivos). El que más ha salido ganando es, por supuesto, nuestro protagonista, pero lo mejor es que ha aprendido la lección: ser fiel a sí mismo.
      Muchas gracias, Julia, por tu elogioso comentario, pero, sobre todo, me alegro que te haya hecho pasar un ratito agardable.
      Bueno, lo de la muesca, la haría gustoso en la empuñadura de mi revólver (de tenerlo) después de haberme cargado a más de un editor, jajaja.
      Otro abrazo!!

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  4. Se dice que lo importante hoy día es que se hable de uno, que el nombre suene. En este caso, Pedro salió del anonimato con su novela "revisada" pero quizá su espaldarazo lo recibió con la entrevista. Desde luego, si alguna editorial lee este relato seguro que tomarán buena nota para futuras campañas de marquetin, je, je, je... Al final todo terminó bien lo que siempre nos deja un buen sabor de boca a quienes aspiramos a ello algún día. Un fuerte abrazo!!

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    1. Tenía en mente dos finales. Al final pudo más el feliz, para dejaros, como bien dices, con buen sabor de boca.
      Hay quien cree que, efectivamente, lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal. Yo más bien me quedaría en el anonimato, jeje.
      Un abrazo!

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  5. Aquí no se puede aplicar lo que bien empieza, bien acaba, pero lo importante es que después de tantas vicisitudes acabo de maravilla. Al final era un genio el escritor novel, pero tuvo la gran suerte de que alguien odiara a la editorial que le publico su novela recortada, y aprendería a ser fiel a sus siguientes obras.
    Felicitaciones por tu relato extenso, vas camino de una novela, jeje.
    Un abrazo Josep y buen fin de semana.

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    1. Estuve a punto de poner "y colorín, colorado, este cuento se ha acabado", jajaja
      El bueno de Pedro se lo merecía, digo yo. Decidí darle un empujoncito pues se lo merecía. Como dice el narrador al principio (o sea yo), había leído su obra y la consideraba muy buena. Pero, a falta de hadas madrinas, tuve que hacer intervenir a una editorial enemiga que enmendara la plana a Ediciones Valverde e hiciera justicia con el escritor, aunque solo fuera por venganza. A río revuelto...
      Muchas gracias, Elda, por tu siempre elogiosa crítica.
      Un abrazo.

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  6. Hola Josep, paso a saludarte y ya más detenidamente leeré los cuatro capítulos, ya que, estaba de vacaciones y los anteriores ni los había visto.

    Un abrazo.

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    1. Pues como le decía a Mª Jesús, tómatelo con calma, pues son 4 episodios que me han salido un poquito largos, jeje. Espero que disfrutes de su lectura.
      Un abrazo.
      Es lo que ocurre con las vacaciones, que cuando uno vuelve se encuentra con trabajo pendiente, jajaja
      Un abrazo.

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  7. Me alegro al leer esta última parte que todo le salio bien a Pedro, menos mal, porque el anterior relato me había dejado con mal sabor de boca, en fin celebro que haya tenido un buen final. Un abrazo. TERE.

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    1. Y yo me alegro que te haya parecido bien este final feliz. Le tendré que pedir a Pedro que me invite a algo, pues en realidad es a mí a quien le debe la victoria, jeje
      Un abrazo.

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  8. El final de justicia. Se ha terminado valorando la obra de un escritor desconocido y vilipendiado.
    Si todo en esta vida se resolviese de esta manera tan positiva otro gallo nos cantaría en el mundo editorial y en todos los demás. Porque hay de cada bazofia publicada por ahí...
    Saludos señor JMP (Josep Mac Paterson)

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    1. Segura.mente, mi inconsciente me ha traicionado y he trasladado al papel lo que aparece en mis sueños de escritor frustrado, jeje.
      Y sí, hay mucha bazofia inundando los estantes de las librerías.
      Un abrazo!!

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  9. Bueno finalmente, y quién lo iba a decir, la historia acaba bien para Pedro. Aunque por carambolas del destino y "gracias" a un crítico literario (no podía faltar en la historia, jeje). Al final, otra editorial que se frota las manos, pero al menos se mantiene el manuscrito original. Por cierto, me ha encantado el personaje de Genaro.
    Me ha gustado mucho este relato en cuatro partes, con todo el humor y la crítica que tiene detrás. ¡Enhorabuena Josep!
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. A pesar de que en una de mis entradas en "Cuaderno de bitácora" no dejé muy bien a los críticos, en esta ocasión que querido darles una oportunidad y que fueran los buenos de la película.
      Genaro encarna al amigo leal que no alaga por compasión, no usa la mentira piadosa, sino que dice las cosas como las ve por el bien de su amigo.
      Me alegro que te haya gustado esta historia tan "irreal como la vida misma", :)
      Un fuerte abrazo!

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  10. Hola Josep Maria,
    Mira que esperaba lo peor, por eso me alegro muchísimo de este final, que lo encuentro súper justo y hasta necesario. Aunque toda la trama ha sido como una red de araña y nuestro querido PMG, el monigote.
    Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Hola Irene.
      Jeje, al final quise ser benévolo con el pobre monigote. No solo se lo merecía (aunque también se mereció los insultos que le profirió su buen amigo), sino que he pretendido insuflar confianza a todos los que pretendemos ver publicado nuestro libro, jajaja
      Me alegro que te haya encantado.
      Un abrazo.

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  11. Saludos Josep.

    Me he leído el relato completo (las cuatro partes) de un tirón. Y, al hacerlo, he llegado a dos interesantes conclusiones que comparto contigo y con tus lectores:

    1 ) Tengo claro que si insisto en que alguna editorial me haga caso debo cambiar mi nombre artístico por el de Peter McGregor ; )

    2 ) Según se desprende de tu relato (ignoro si por experiencia propia): ¡Qué buenas están las secretarias de las editoriales, por Dios! : ))

    Muy buen relato, Josep. Entretenido, ameno y muy revelador. No creo que en este caso concreto la realidad difiera mucho de la ficción. ¿O sí?

    Un abrazo, amigo.

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    1. Saludos, Pedro,
      Se me había pasado este comentario tuyo. Menos mal que acabo de entrar en tu blog y decías haber volado para acá para hacer acto de presencia con estas líneas que te agradezco.
      En cuanto a las secretarias de las editoriales, mi experiencia no me permite certificar su estado físico, pero sí que (por lo menos las que me cayeron en suerte) tenían una voz muy sensual. Como nunca me citaron para una entrevista personal, como en el caso de tu tocayo, me he tenido que quedar con su voz.

      Muchas gracias, Pedro, por acercarte para dejar este simpático y amable comentario.
      Un abrazo, amigo.

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