jueves, 21 de marzo de 2019

Sala de espera



Si normalmente el consultorio está prácticamente vacío los días, como hoy, de frío y lluvia, la sala de espera está en estos momentos abarrotada. Hoy se han producido muchas urgencias, lo que obliga a atender al público con bastante retraso, y eso se nota en el ambiente.

─Con lo bien que estaría en casa, tan a gusto, y tengo que estar aquí, soportando esta demora interminable. Ya llevamos un buen rato esperando, y total para qué. Yo no creo en las vacunas, pero es lo que recomiendan hoy en día. Hay que seguir los consejos sanitarios a rajatabla. Que yo sepa, a mis padres jamás les vacunaron de nada. Claro que, ahora que lo pienso, murieron jóvenes y nunca se supo de qué. Eran otros tiempos ─salta de pronto uno de los que esperan, que ya se está impacientando.
─Pues yo me encuentro la mar de bien y aquí me tenéis. Es ella ─y señala con la cabeza a la mujer que tiene sentada a su lado y que parece dormitar─ la que se empeña en que me hagan un reconocimiento rutinario, como le gusta llamarlo. “Ya tienes una edad y quiero estar segura de que estás bien de salud”, me repite cada dos por tres. No conozco a una mujer más pesada que ésta. A mis amigos no les incordian tanto como a mí con esto de la salud. Pero qué le vamos a hacer. Callo y así la tengo contenta ─tercia el que está sentado a su derecha.
─Pues yo creo que haces bien en hacerle caso. Más vale prevenir que curar. Yo no me pierdo ni una sola revisión ─asiente uno con aspecto de vagabundo que está a la izquierda del primero que habló.
─Sí, sí, más vale prevenir, pero cuando te detectan algo malo, si eres tan mayor como yo, ya no hay nada que hacer. Nosotros hemos venido porque hoy nos darán los resultados de las pruebas que me hicieron la semana pasada. Como confirmen lo que me temo, me queda poco tiempo en este mundo ─ comenta, suspirando, el que está sentado enfrente de los tres, aprovechando que la joven que lo acompaña ha ido al baño─. Aunque ya no oigo tan bien como antes, entiendo perfectamente lo que cuchichean a mis espaldas. “Un tumor que puede haberse extendido”. Eso es lo que dijeron. Y añadieron que según qué órganos estuvieran afectados, habría que decidir qué hacer. Yo preferiría dejar las cosas como están. Ya soy demasiado viejo. Pero, aunque quisiera, no puedo decírselo. No lo entenderían.
─Vaya, pues sí que lo siento ─dice quien inició la conversación.
─Y yo ─añade el que está a su derecha.
─Yo también soy de esa opinión ─afirma el que está a su izquierda. Cuando llegue a viejo, no quiero que me prolonguen la vida inútilmente.
─Joder, tíos, os he estado escuchando y me parecéis patéticos, tal cual. Que si vengo porque las normas sanitarias así lo exigen, que si estoy aquí porque hay que cuidarse y para no contrariar a la jefa, ¡calzonazos!, y el viejo contando sus penas de un modo tan melodramático que casi me da asco ─les escupe a la cara un cachas de pelo muy negro y aspecto peligroso, que está en un rincón, alejado del resto.
─¡Parece mentira que les hables así! ¿Tú crees que eso son modales? Pero ¿de qué vas? Chulo, que eres un chulo ─tercia una sílfide rubia con un flequillo que le oculta los ojos.
─Veo que no me conoces, guapa. Si supieras con quién hablas, ni te atreverías a dirigirme la palabra. Así que no me tientes, porque si no... ─le espeta el cachas con pinta de matón, irguiéndose amenazante.
─Como te acerques a mí, te dejo esa cara de mastín hecha una cuadrícula ─responde a gritos la rubiales.
─Oye, oye, qué te has creído tú para hablarle así a esta joven. Seré muy mayor pero todavía me quedan arrestos para darte un sopapo ─tercia el que espera el veredicto sobre su tumor, en defensa de la valiente rubia de larga melena.

De pronto, todo el personal allí presente, toma cartas en el asunto para evitar que la cosa se desmadre.

─Eeeehhhh, shhhh, pero ¿qué les pasa a estos? Que alguien les haga callar ─exige un hombre entrado en carnes, que no para de pasearse, nervioso por el retraso.
─Sí, no sé por qué se han puesto así de repente ─interviene una mujer de cierta edad que, por cómo va acicalada, pretende parecer mucho más joven.
─¿Qué mosca les habrá picado? ─se pregunta la recepcionista, con cara de pasmo.

De pronto se abre una puerta a sus espaldas y todos se giran expectantes.

─A ver, a ver, silencio por favor. Hagan callar a estos animales. ¿Quién es el siguiente? ─interroga una mujer que, ataviada con una bata verde, hace su aparición en la sala de espera.
─Nos toca a nosotros ─afirma una mujer alta y delgada, con aire refinado─. Vamos Black. Venga, no te hagas el remolón, que sabes que no hay para tanto. Siempre igual. Luego te daré un premio. Ay, qué perro más cobardica ─añade arrastrando a un gran mastín negro por la correa.


29 comentarios:

  1. ¡Qué bueno! Yo creí que era la consulta de un ambulatorio y resulta que era la de un veterinario. ¡Me la has colado!
    Por un momento, además, creí que todos pasarían de lo que yo creía era la sala de espera de Atención Primaria, a la de Urgencias de Traumatología por cómo se caldeaba el ambiente.
    Muy bueno, Josep Mª. ¡Me ha encantado!
    Un besote.

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    1. Bueno, Paloma, ambas consultas tienen cosas en común, como las que describo, jeje.
      Quién dice que los animales no tienen también sus quejas y comparten sus cuitas mientras esperan a que los visite su "médico".
      Me alegro que te haya engañado y divertido.
      Un beso.

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  2. Genial, amigo. Yo también pensé que eran humanos y me estaba pareciendo buenísima la presentación de los distintos personajes, pero ese final, con el giro que le has dado es fabuloso. He vuelto a leerlo, ya sabiendo y es perfecto.
    Como a Kirke, me ha encantado.
    Un beso.

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    1. Yo tuve que leerlo varias veces para asegurarme de que todo cuadraba y que el engaño tenía una base creíble, jajaja.
      Me alegro que te haya encantado.
      Un beso.

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  3. Muy bueno, No sé yo, pero las revisiones e humanos y mascotas son igual de importantes. Ese chulito, sea animal o humano, estaba con un mal día.

    Ingenioso texto. Me ha gustado. Un abrazo y feliz noche

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    1. Pues sí, humanos y mascotas debemos cuidarnos por igual, aunque ellos dependen de nosotros para hacerlo. Ese chulo, el mastín negro, resultó ser el cobardica; tanto alardear de bravura y solo era un recurso para disimular que estaba acojonado, jajaja.
      Me algero que te haya gustado el símil de esta historieta.
      Un abrazo.

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  4. Me había fijado en la imagen de la sala de espera tan mona, y pensaba yo: que bonita para ser de la Seguridad Social, jajaja. Osea que es una conversación de los animalitos, pues si fuera así, sería la misma que la que mantienen las personas al juntarse unas cuantas, siempre hablando de lo mismo cuando se tiene un carretón de años. Yo siempre suelo decir... por favor, hablemos de otra cosa, jajaja.
    Muy ingenioso Josep, toda la lectura pensé que era una consulta humana, :))).
    Un abrazo.

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    1. Es que las personas somos un poco animales, y a veces peor, jajaja.
      Si pudiéramos saber si se comunican entre ellos del modo en que lo describo, quizá descubriríamos más similitudes.
      No suele gustarme engañar, pero en esta ocasión celebro haberlo hecho y logrado, jeje.
      Un abrazo.

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  5. Así da gusto que lo engañen a uno, ja,ja,ja, me lo he creído desde el principio. Yo te digo una cosa Josep, casi prefiero pasar una noche aislado y en un calabozo, que en una consulta saturada de un centro de salud, y de urgencias ya ni te cuento. Claro que supongo que el nombre de pacientes viene como anillo al dedo :-). Ay madre lo que se dirán los perros, y los gatos en su idioma, desde luego que a veces parecen pacientes cabreados o funcionarios en crisis!!
    Un fuerte abrazo!!

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    1. Pues sí, Miguel, resulta una experiencia nada aconsejable pasarse horas en una sala de espera de urgencias. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Bueno sí, que ese se jorobe, jajaja.
      Cuando veo cómo interactúan los perros en la sala de espera de nuestro vererinario de cabecera, siempre pienso si, además de transmitirse el nerviosismo, se cuentan algo más. Ya se lo pregunto a mi perro, pero no suelta prenda, así que me lo he tenido de inventar, jajaja.
      Un fuerte abrazo.

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  6. Pobres perros. Los has tratado como si fueran personas.
    Divertido relato y sorprendente final.
    Un abrazo.

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    1. Espero que no se sientan ofendidos. Por si acaso, no se lo he dejado leer a mi perro.
      Me alegro que te haya resultado divertido a la par que sorprendente.
      Un abrazo.

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  7. ¡Qué vida de perros, Josep! Jajajaja

    Genial como lo has planteado todo; el ritmo, el planteamiento, los diálogos. Muy bueno, sí señor.

    Un abrazo.

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    1. Bueno, algunos perros viven como Reyes, jeje.
      Muchas gracias, Pedro, por tu elogioso comentario. Así da gusto escribir, jajaja.
      Un fuerte abrazo.

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  8. Apúntame en la lista de "sorprendidas".
    Me ha gustado.
    Un abrazo.

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    1. Apuntada estás, Ana, jeje.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un abrazo de vuelta.

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  9. Esta vez me has pillado completamente desprevenida, Josep, ¡muy bueno! Tal y como estoy segura de que era tu intención, pensaba que se trataba de una sala de espera para pacientes "humanos".
    La verdad es que sería muy interesante saber qué piensan y dirían nuestras mascotas en ésta u otras situaciones. Puede que con el tiempo lleguemos a entenderles pero, de momento, es una incógnita.

    Ocurrente e ingenioso, ¡me ha gustado mucho!

    Un abrazo y feliz viernes.

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    1. Pues sí, Julia, me declaro culpable de ocultamiento de la verdad, jajaja.
      Lo que piensan nuestras mascoras es un misterio, ya me gustaría a mí; solo podemos entender algunos de sus deseos e intenciones pero desconocemos sus pensamentos, de existir, sus diálogos, jeje.
      Me alegro que mi ocurrencia te haya gustado.
      Un abrazo y feliz finde.

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  10. Muy bueno. Pues yo creo que esto puede ser realidad, a veces vas con tu perrito y les dan a todos por ladrar en la sala de espera del veterinario, es su idioma y entre ellos se entienden. Lo que si te digo es que yo delante de mi perrito siempre me he guardado muy mucho de no hablar de ciertas cosas como que se hubiese muerto algún amiguito perrito, o por su puesto cuando él mismo enfermó. No, no estoy loca, simplemente quiero mucho a los animales y sé que sienten y entienden.
    SAludos.

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    1. Que los animales se comunican es obvio, solo hay que verlos cuando están juntos. Expresan sus sentimientos a su manera, solo es cuestión de saberlos interpretar. Mi perro y yo nos comunicamos aunque no del modo cómo me gustaría. Muchas veces le hablo como si esperara que me entendiera perfectamente. El caso es que se me queda mirando con una carita que daría cualquier cosa por saber qué estará pasando por su cerebro, jeje.
      Dicen que los perros son capaces de entender hasta 100 palabras. Yo no sé si serán tantas, pero lo qeu sí sé es que entienden tus sentimientos y tu estado de ánimo. Tienen una "inteligencia" superior a lo que muchos piensan. Y como prueba, solo hay que leer esta historia, jeje.
      Un abrazo.

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    2. Madre mía, he escrito: "por su puesto". Esta noche me fustigaré y me quedaré sin postre.

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    3. Jajaja. No te preocupes, Manuela, no te lo tendré en cuenta. A todos se nos puede colar un gazapo. No hace falta que te fustigues, y si he llegado tarde y ya lo has hecho, lo lamento, jeje.
      Otro abrazo.

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  11. Una disputa canina, de eso se trataba.
    Cuando vayas al veterinario con tus perros, fíjate bien en su comportamiento. Ya me dirás.
    Un abrazo.

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  12. Siempre consigues dar el giro y sorprendernos, BRAVO una vez más.
    Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Tere. Me encanta sorprender y, si lo he conseguido, más encantado estoy, jeje.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un abrazo.

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  13. Jajajaj, qué bueno y sorprendente. Aunqu e te diré una cosa, en la sala de espera d emi veterinario se comportan mejor, con diferencia, los animales qu esus dueños.
    Feliz martes.

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    1. Pues sí, muchas veces son más educadas las mascotas que sus dueños, jeje.
      Aun así, en el veterinario se les puede excusar si arman un poquitín de jaleo cuando esperan el la sala a ser atendidos, pues se ponen un pelín nerviosos pues saben lo que les espera y no les hace ninguna gracia que les exploren y les pongan un termómetro por el culo, jajaja.
      Feliz martes, Gemma.

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  14. Muy bueno Josep Mª, me has descolocado!! ... aunque lamentablemente esas "diferencias" entre los pacientes existen "también" cuando estos son humanos!!
    Feliz semana!

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    1. Muchas gracias, amigo. Me alegra haberte descolocado, jeje.
      Tienes razón. Esas diferencias entre canes de distintas razas también las hay entre humanos, incluso de la misma raza.
      Feliz semama!

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