martes, 12 de noviembre de 2019

El indiano



Me llamo Felip Pujol y nací en Barcelona un 12 de octubre de 1950, el llamado día de la Hispanidad. En casa siempre lo celebrábamos porque, me decían, mi bisabuelo, Ramón Pujol, había hecho las américas. Le llamaban “el indiano”, como a todos los que volvían a su tierra después de haber amasado una fortuna en las colonias españolas. De él heredamos esta mansión, que mi abuelo primero y mi padre después conservaron como el primer día. Yo la heredé al fallecer mi progenitor, hace ya siete años. Sin embargo, no he podido disfrutarla, como propietario, hasta que no me he jubilado. No podía dejar mis negocios en manos de mis dos hijas hasta que no hubieran demostrado verdaderas dotes de liderazgo, cosa que no se aprende de un día para otro.
Elisa, mi mujer, falleció poco después que mi padre, por lo que el trabajo ha sido hasta hace poco mi única ocupación y consuelo. Ahora, ya liberado de penas y obligaciones, puedo dedicar mi tiempo libre a hacer lo que me plazca, y lo primero que me vino a la mente fue hurgar en el árbol genealógico familiar.
La historia de mis padres y abuelos era bien sabida y datos no me faltaron para reconstruirla en poco tiempo, no así la rama anterior a la de mi abuelo paterno. De la vida de mi bisabuelo, su padre, no había constancia más que lo que todos sabíamos. Hombre emprendedor, viajero, aventurero y mujeriego ─se decía que había tenido algún hijo bastardo fruto de un amor prohibido con una negra en Cuba. Eso ya lo indagaría más tarde—, pero solo me interesaba conocer la vida como comerciante en aquella isla caribeña y cómo amasó su fortuna. ¿Una plantación, quizá? ¿Cacao, azúcar de caña, café, tabaco? ¿Con qué comerciaba Ramón Pujol que le reportó tantos beneficios?
Lo único claro y constatable era que fue un hombre de gran reputación entre la burguesía catalana y que llegó a ocupar varios cargos municipales de relevancia. Incluso se le concedió una medalla por su filantropía.
Después de varias semanas de constante estudio de los papeles familiares y de los archivos del ayuntamiento, seguía sin obtener resultados.
Visto lo visto, como tiempo me sobra y dinero también, sea dicho de paso, y además soy una persona que no se arruga frente a los obstáculos y que cuando empieza una cosa no la deja a medias, decidí trasladarme a la isla de Cuba. Me dije que si al cabo de dos semanas no obtenía ningún resultado entonces sí tiraría la toalla, pues seré terco, pero no insensato. Siempre he calibrado la eficiencia en todo lo que he hecho. Si algo no da el fruto esperado tras invertir el tiempo y dinero necesarios, hay que abandonarlo.
Una vez en Cuba, toda mi actividad se desarrolló en las dependencias del Archivo Nacional, en la Habana Vieja. Con la debida autorización expedida a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, pude hacerme con abundante material de la época en que mi bisabuelo estuvo comerciando en ese país, entre 1880 y 1900, aproximadamente.
Cuando casi estaba a punto de expirar el plazo que me había marcado, encontré lo que buscaba, pero nuca me imaginé lo que encontraría. Bajo el nombre de Ramón Pujol y Muntaner, figuraba una larga exposición de hechos y fechas, con la descripción de una única actividad comercial: esclavista. No lo podía creer. ¡Mi abuelo traficó con esclavos! Durante casi veinte años. Él era uno más de la extensa lista de esclavistas catalanes. Había oido hablar de ello, pero nunca me imaginé que aconteciera en el seno de mi familia, la honorable familia Pujol. También había leído sobre famosos esclavistas españoles que luego acabaron formando parte de la élite aristocrática, como Antonio López, el Marqués de Comillas. Pero uno nunca piensa que algo tan deleznable pueda haber anidado en su propia familia y, aun menos, que haya sido el origen de todos sus bienes, pasados y presentes.
Una vez de nuevo en casa, me asaltó una terrible duda: ¿debía informar de mi hallazgo a mis hijas o sería mejor enterrar el secreto conmigo?
Contrariado como estaba, llegué a pensar en vender todas nuestras propiedades y donar el dinero resultante a los más necesitados. Pero ¿de qué vivirían mis hijas? ¿Y mis nietos? ¿Qué culpa tenían de lo que había hecho uno de sus antepasados? Y yo ¿qué culpa tenía? Otra de las preguntas que me hice fue si mi padre supo de las andanzas de su abuelo allende los mares. Mi abuelo sí debió saberlo. O no. Nació un año después de volver su padre de Cuba. Muy probablemente nunca se habló del tema en su presencia. Pero ¿nunca se lo preguntó mientras vivía? ¿Nunca le picó la curiosidad por saber qué había hecho su padre para hacerse tan rico?
En fin, quizá le dijeron lo que yo creí, que comerció con frutas y especias y ahí quedó la cosa. Y si llegó a descubrirlo, quizá prefirió correr un tupido velo y olvidarse del tema.

***

Acabo de encargar en el Centro de Estudios Genealógicos un documento sobre el árbol genealógico familiar. Va a costar mucho dinero, pero vale la pena el dispendio a cambio de limpiar la imagen de mi ancestro. Ha costado mucho convencerles, pero finalmente han aceptado. No puedo permitir que un periodista metomentodo investigue mi pasado familiar, ahora que me acabo de meter en política, y arruine mi incipiente carrera en el Parlament. Una vez disponga del documento, ya me encargaré de hacerlo llegar a las manos adecuadas. No sé en qué estaría pensando cuando me planteé tirarlo todo por la borda. Hay que pensar en la familia y mirar al frente, nunca al pasado.



* Casa de indiano en Begur (Girona). Imagen obtenida de internet.
** Estatua de Antonio López López en Barcelona


42 comentarios:

  1. Muy buen texto. Encontrar un ancestro esclavista hecha por tierra toda actividad público relevante, así que el protagonista debe saber pactar con todo periodista incisivo para que el pasado no salga a la luz. Como relato es excelente. Como realidad, si se ha querido a un abuelo, saber de un pasado inmoral, nazi o esclavista, da igual, ha de ser un dilema personal, y seguro que lo es.

    Un abrazo y feliz día

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    1. El pasado suele ser un arma arrojadiza que utlizan los oponentes para descalificar a una persona de vida pública, ya sea un político o un empresario famoso.
      Efectivamente, el dilema moral está servido. Descubrir que un antepasado ha realizado actos inmorales debe provocar un shock, pero no necesariamente uno debe asumir lo hecho por él. La verdadera cuestión ética es el uso de todos los bienes que se han heredado gracias a ese comportamiento inhumano. Y, al margen de todo ello, aceptar lo inevitable no es óbice para no abominar de su ancestro. Algunos nietos de dictador deberían tenerlo en cuenta, en lugar de ensalzar la vida y milagros de su abuelo.
      Un abrazo.

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  2. Perdona, se escapó una Hache en "echa". Un abrazo nuevamente.

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  3. A través de tu relato expones un tema muy complejo. Y es que no se puede hacer responsable a una persona de los hechos que acometieron sus antepasados ya fueran estos esclavistas, nazis o franquistas por poner un ejemplo de actualidad. Lo que lógicamente no me parece tan bien es que estos herederos se aprovechen de los recursos mirando para otro lado. Supongo que es una cuestión de conciencia. Con independencia a esto, esa arquitectura indiana que he visto en algunos de mis viajes por la zona Norte ibérica me ha parecido una mezcla entre lo bello y lo curioso.

    Abrazos Josep.

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    1. Efectivamente, no tenemos porqué culpabilizarnos de lo hecho por uno de nuestros antepasados, pero no por ello deberíamos ocultarlo y mucho menos defenderlo con argucias del tipo "es lo que se hacía en aquella época" o similar. Y, efectivamente, en la actualidad tenenos algún que otro ejemplo de quienes intentan limpiar la imagen de un abuelo dictador. Quien defiende a un inmoral es tan inmoral como él.
      Un abrazo, Miguel.

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  4. El pasado y sus secretos... Qué buena historia, Josep! Qué bien ambientada y qué bien reflejado ese mundo de los indianos al que nos llevas. El final buenísimo: lo primero es lo primero... Me ha encantado.

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    1. Descubrir los secretos familiares del pasado no siempre produce buenas noticias y sensaciones. En este caso en concreto aflora una oscura y vergonzosa historia.
      Muchas gracias, Marta, por tu apreciación tan positiva.
      Un abrazo.

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  5. Además de muy interesante y ameno, es un relato de los que te deja pensando.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, amigo.
      De esta historia podrían sacar un refranuevo, je,je.
      Un abrazo.

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  6. Según lo leía me preguntaba qué haría yo en el caso de ser un familiar mío antepasado, de nada vale pensar lo que se haría, pienso que son de las cosas que si no te pasa, es imposible saber cómo vas a reaccionar.
    Genial tu texto.
    SAludos.

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    1. Es una buena pregunta con una respuesta muy incierta. El "qué haría yo en las mismas circunstancias" es algo que solemos plantearnos y difícilmente podemos contestar. Solo hallándonos en una situacion idéntica, podríamos saber la respuesta. De lo contrario, todo son especulaciones.
      Muchas gracias, Manuela, por tu comentario.
      Un abrazo.

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  7. ¡Uf, es algo tremendo descubrir que tienes esa mancha en el pasado familiar y que los bienes de los que disfrutas vienen precisamente de algo tan repulsivo. Ciertamente el protagonista no tenía culpa de ello pero si al decidir disfrutar de esa fortuna conociendo su procedencia.Lo más justo hubiera sido reparar el daño donando los bienes a personas necesitadas, como fue su primera intención, pero...entiendo también que es muy difícil dar ese paso, porque una cosa es lo que se piensa que se debe hacer y otra muy distinta, lo que se hace. Es un relato que hace pensar ¿qué hubiera hecho yo en esa situación?
    Como siempre ha sido un placer leerte. Feliz noche, Josep

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    1. Cuando el dinero que uno maneja y los bienes que uno disfruta están manchados de sangre y de deshonra, la conciencia debe jugar muy malas pasadas. ¿Qué hacer? ¿Desprenderse de todo quedándone en la miseria pero con la conciencia tranquila o pasar página, ocultando la verdad, y seguir con la vida como si nada? Difícil decisión. Yo no querría encnotrarme en esa tesitura por nada en el mundo.
      Feliz semana, Puri.
      Un abrazo.

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  8. Una buena historia, nunca se sabe de donde venimos si indagamos nuestro pasado. Da que pensar este caso del indiano. Yo indague de mis apellidos y me encontré que mi abuela era prima hermana de Concha Piquer, la del baúl, jajaja. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Cuando he visto alguna de esas casas de indianos en la Costa Brava siempre me he preguntado cómo pudieron hacerse ricos en ultramar. Obviamente muchos lo consiguieron de forma honrada y trabajando duro pero, según la historia y la literatura, no fueron pocos los que recurrieron al esclavismo.
      Buscando en la historia familiar uno siempre puede hallar cosas sorprendentes. Algún día indagaré yo en la mía, a ver si descubro algo bueno. Aunque quizá será mejor no tentar a la suerte, je,je.
      Un abrazo.

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  9. Ay, madre. Durante la lectura me preguntaba si sería casualidad que el prota se apellidara Pujol, como los Pujol que todos conocemos. Y al final me vienes con que se mete en política. Yo no estoy muy puesta en los chanchullos de los políticos, pero esta historia... ¿es inventada o está basada en hechos reales? Flipando me has dejado.
    Invención o no, casi es mejor no escarbar en las genealogías para no llevarse sorpresas. Aunque no es comparable a "tu" Pujol, un primo mío anduvo haciendo averiguaciones sobre la familia y resulta que mi abuelo materno y el padre del cardenal Rouco Varela eran hermanos, desde que me enteré, tengo un disgusto...
    Un relato estupendo y con tintes históricos que siempre vienen bien para agrandar conocimientos.
    Un besote.

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    1. A veces, Paloma, me gusta hacer algún guiño cómplice. Ese apellido es relativamente común en Cataluña, pero, efectivamente, tiene en este texto una connotación particularmente traviesa, je,je. Ahora mismo, en el Parlament, tenenos a otro Pujol que tanbién es de armas tomar. En todo caso, yo prefiero el Ron Pujol; este nunca engaña, ja,ja,ja.
      Caramba, ser pariente de tal Cardenal no es moco de pavo, je,je. Las sorpresas que da la vida. Por eso, como decía más arriba, yo, por si acaso, no indagaré en mi árbol genealógico. No quiero tener pesadillas.
      Muchas gracias, amiga, por tu valoración.
      Un beso.

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  10. Que historia más buena, La verdad es que a saber de donde descendemos y que habrán hecho nuestros antepasados, así que mejor no saberlo, aunque a nadie le iba a interesar una familia de una clase normal entre tantas, pero la sorpresa desde luego sería monumental en el caso de tu relato.
    Al nombrar La Habana, me ha traído recuerdo porque mis abuelos paternos se fueron a Cuba, y allí nacieron mi padre y mis tíos, en Camagüey, pero se vinieron para España cuando mi padre tenía ocho años porque mi abuela enfermó allí, y le recomendó el médico que se volvieran par acá si quería curarse, y así fue.
    Disfruté leyéndote Josep.
    Un abrazo

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    1. Si todos indagáramos en nuestro pasado, igual decubriríamos lazos de unión entre todos nosotros, pero, claro, deberíamos retroceder mucho en el tiempo, hasta llegar a Adán y Eva, ja,ja,ja.
      Mira por dónde, este relato tiene una -aunque mínima- relación con tu familia, je,je. Fueron muchos los que emigraron a Cuba en busca de fortuna. Cuando visité la isla, hace unos cuantos años, conocí a mucha gente que tenía antepasados españoles.
      Me alegro que la lectura te haya resultado agradable.
      Un abrazo, Elda.

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  11. Cuando he llegado al párrafo donde mencionas: "─se decía que había tenido algún hijo bastardo fruto de un amor prohibido con una negra en Cuba", no he podido reprimir la sonrisa, puesto que si hiciesen una encuesta sobre estos indianos, creo que ninguno se salvaría de no haber tenido hijos/as bastard@s.
    Menudo negocio tan pingüe el del indiano y qué poca vergüenza la suya ¡negociando con esclavos! y para colmo en ese seno familiar de supuesta honorabilidad. ¡Qué paradoja! Aunque como suele ocurrir, lamentablemente la apariencia nunca se corresponde con la realidad.

    El final que le has dado, Josep, es fantástico, al dejar tan evidente ese pozo oscuro donde la gran parte de "prohombres" representantes de partidos políticos, sean del color que sean, lanzan al fondo sus miserias y tratan de enterrarlas con las mismas aguas fecales de las que proceden.
    Además con ese apellido del protagonista todo cuanto relatas no tendría nada de extraño si pudiésemos escarbar en las podridas raíces de su árbol familiar.
    ¡Me ha encantado la crítica subyacente de tu relato!

    Un fuerte abrazo.

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    1. La carne es débil, Estrella, sobre todo entre los latinos de sangre caliente, pero también entre los esclavistas, tanto traficantes como compradores. Cuántos hombres blancos, ultra racistas, que consideraban a los negros como un animal, negándoles incluso el alma, no tenían, en cambio, nigún reparo en acostarse con la negrita más apetecible del rebaño. Mulatos correteando por la hacienda era algo común. Como lo era utilizar amas negras, sin ningún prejicio racista, para que amamantaran a sus hijos blancos.
      Todo ello forma arte de la historia más negra (nunca mejor dicho) y ruín de este planeta.
      Si Sir Francis Drake llegó a ser Vicealmirante de la Armada Británica, habiendo sido mercenario, pirata y comerciante de esclavos, qué menos que un tal Ramón Pujol pudiera llegar a ser un prohombre barcelonés y su bisnieto un parlamentario de la Generalitat, je,je.
      Muchas gracias, amiga, por tu tiempo y por tus comentarios.
      Un fuerte abrazo de vuelta.

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  12. Tras el susto inicial y los remordimientos adecuados para limpiar la mala conciencia, enseguida se reacciona y se decide que más vale pensar en el futuro y no en el pasado. Es lógico el sobresalto al descubrir que el origen de la fortuna de uno no es tan limpio como se creía, pero, efectivamente, ¿qué culpa tienen los descendientes? Y más si en el horizonte se vislumbra todo un futuro político.
    Un relato fantástico y tan bien escrito que se lee sin sentir.
    Un beso.

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    1. ¿Qué culpa tiene alguien de que un antepasado suyo tuviera una conducta moralmente censurable? Eso seria como lo que siempre ha dicho la Iglesia sobre nuestros primeros padres, Adán y Eva, por culpa de los cuales heredamos y nacimos con el "pecado original, ja,ja,ja.
      Hablando en serio, debe ser un trauma descubrir que el origen familiar de tu fortuna es tan sucio y deleznable. Pero ¿qué hacer con esa fortuna después de tantos años? Por un lado, éticamente hablando, no debería tocarse un dinero conseguido de una forma tan imnoral, pero, por otro, ese dinero inicial se ha visto acrecentado por el esfuerzo, el tesón y el trabajo de unas manos inocentes. ¿Cómo separar el dinero manchado de sangre del limpio? Un dilema, sin duda.
      Me alegro que hayas disfrutado del relato.
      Un beso.

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  13. Qué buen relato, Josep, o más bien debería decir reflexión :)) El caso es que aparte de disfrutar con la historia, tan bien contada, creo que has conseguido que todos tus lectores se planteen qué harían ellos en un caso similar. Tiene que ser muy duro haber querido a alguien de tu familia y descubrir que, en otras vertientes fuera de la familiar, ha cometido acciones terribles. ¿Cómo conciliar ambas perspectivas de esa persona? Yo no quisiera verme en la situación. Si además hay un legado económico como consecuencia de esas acciones, qué hacer con él, se suma a la cuestión. Lo dicho, nos has puesto a pensar y que cada uno en conciencia llegue a sus conclusiones.

    Un abrazo.

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    1. Si solo se tratara de reconocer el pasado inmoral de un bisabuelo, yo no le vería más inconveniente, habida cuenta que su descendencia ha tenido un comportamiento intachable. Pero la cosa cambia cuando se trata de la herencia recibida, el dinero usado para, aunque sea sin saberlo, blanquear las actividades que lo originó. Si uno reniega del pasado de un ancestro, debería también renegar de los bienes que aquel cedió a sus descendientes. ¿Que haríamos nosotros en esa situación? Pensemos en ello, je,je.
      Muchas gracias, Julia, por lerme y dejar tu comentario.
      Un abrazo.

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  14. ¡Hola, Josep! Compruebo que sigues con tus interesantes historias que siempre me dejan con la sonrisa puesta.
    Como creo que a ninguno de los que por aquí andamos nos sobra ni el tiempo ni el dinero como al señor Pujol, sería harto difícil embarcarse en una aventura semejante pero desde luego, la curiosidad nos picaría.
    Hay un actor americano que se llama José Ferrer que mi padre siempre dice que es su primo (vete tú a saber...), y a mí me has recordado con tu post la de veces que hemos hablado de él.
    Un placer, como siempre, venir hasta aquí.
    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Chelo! Yo solo me gasté una vez unos 25 euros de ná para tener un estudio heráldico (que me ofrecieron en una propaganda por correo) en el que me decían la procedencia de mi apellido y el linaje al que pertenecía. Fue más bien un divertimento como otro. Pero nunca ahondaría en el árbol genealógico familiar a menos que supiera a ciencia cierta que mis antepasados fueron buena gente, ja,ja,ja.
      Pues vete tú a saber si tu padre tiene razón y sois parientes de José Ferrer. El apellido, por lo menos, es el mismo, je,je.
      El placer es mío por tenerte por aquí, amiga.
      Un beso.

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  15. Qué buen relato, Josep Maria.
    No podemos hacernos responsables de las decisiones que tomaron otros, sean familia o no, pero tampoco tenemos derecho a esconder esas faltas. Al final el poder manda más que lo correcto, lo justo. Y el dinero, pues eso… Un relato que abre conciencia y debate.
    Un beso, y feliz tarde noche.

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    1. Todos deberíamos decir la verdad y, de salir a la luz, no ocultar datos de nuestros antepasados. Ellos tomaron sus decisiones, acertadas o no, y nosotros nos podemos desmarcar perfectamente de ellas, pues no somos responsables de nada. Pero, claro, cuando la imagen cuenta y de ella depende nuestro presente y futuro, la cosa cambia. Ahí es donde se demuestra la valentía de cada uno.
      Un beso y feliz semana (lo que queda de ella).

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  16. A la pregunta sobre qué hacer cuando descubres que tu fortuna creció a través del esclavismo. Bueno, siendo honesto, creo que el 100% de los que se han encontrado en esa situación no han devuelto ni media perra gorda que se decía antes. Así que no creo que el resto fuéramos una excepción.
    También es verdad que no soy muy de juzgar el pasado, digamos a cuatro generaciones vista. Cada época tiene sus códigos y lo que hoy nos parece un horror, en otro tiempo nos hubiera parecido algo normal. Por ejemplo, observamos maravillados las pirámides de Egipto, pero no reparamos en todos los esclavos que murieron construyéndolas. Si esas pirámides se hubieran edificado hoy de la misma manera, diríamos que son un aberrante atentado contra los derechos humanos, y con razón.
    ¡Vete a saber qué se dirá de nuestras ideas de hoy dentro de 150 años!
    Un muy buen relato con esa pimienta en forma de qué haríamos en esa situación. Un abrazo!!

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    1. Sí, David: Santa Rita, Rita, Rita, lo que se obtiene no se quita, ja,ja,ja.
      Restituir lo ganado fraudulentamente, inmoralmente e injustamente por nuetros padres, abuelos y demás, no es tarea fácil. Siempre encontraremos una justificación para no hacerlo. Pero, hay que reconocer que no es por falta de escrúpulos, sino porque cuesta mucho deshacerse de los bienes de los que estamos disfrutando. Esa explicacián que das sería una de las factibles, y hasta cierto punto válidas, para ello. Aunque hay quien la usa de forma más que interesada. Plácido Domingo, sin ir más lejos, acusado de abusos sexuales, también afirmó que lo que se le atribuye debería ser visto desde la perspectiva que marca el tiempo, como si en los años setenta u ochenta fuera bastante normal que los hombres se aprovecharan de su fama para someter a las mujeres jóvenes que querían triunfar. Pero, claro, no es lo mismo algo que ocurrió hace cuarenta años que un siglo.
      Seguro que dentro de 150 años la gente, en Marte, pensará que éramos unos jodidos egoístas e imbéciles por no haber hecho nada por salvar el planeta Tierra, je,je.
      Un abrazo.

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  17. Uich que descubrimiento más feo y triste. No me gustaría estar en su incómoda piel de rico. En Cádiz capital quedan muchas huellas y genes de indianos... Don dinero siempre ha sido Don dinero... y la Historia se repite más de lo que imaginamos, ahí, aquí, en Portugal,...
    Fantástico relato del complejo mundo de la conciencia y del alma humana, gracias por compartir. Un abrazo grande y viajero.

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    1. Sí, Cristina, los indianos volvieron a su patria chica de allende los mares con las alforjas llenas. Hay muchas casas de indianos esparcidas por el territorio, aunque es de suponer que la mayoría se construyeron con dinero ganado honradamente.
      Me alegra que te haya gustado este relato totalmente inventado, no vayas a creer que tengo algo que bver con esa familia, ja,ja,ja.
      Un fuerte abrazo.

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  18. Hola Josep!! Alguna cosa he leido sobre los Indianos, que la mayoría se enrriquecieron traficando con esclavos que era una de las cosas que más dinero daba ¡Así volvieron!. Me ha encantado tu entrada.

    Un abrazo.

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    1. Hola, Conhi.
      En la historia de la humanidad hay muchos casos en que la avaricia se ha llevado por delante la honestidad, Todo por el dinero. Y esos traficantes luego volvían convertidos en hombres ricos y respetables.
      Un abrazo.

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  19. Menudo artista... y es que todos (en distinta medida) tenemos una personalidad oculta. A simple vista la mayoría de nosotros aparentamos (y nos percibimos) como seres buenos y nobles. Sin embargo, en nuestro interior hay ciertas dimensiones reprimidas, ... y en este caso parece que este señor tiene cuajo...
    Me ha encantado la historia y tu relato!

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    1. Muchas veces vemos o leemos historias en las que el protagonista o protagonistas tienen un comportamiento inmoral y no dudamos en censurarlos, sin pensar quá habríamos hecho nosotros en idéntica situación. Y es que, quién más quién menos, adopta una actitud más bien hipócrita. Preferimos criticar que ponernos en su piel.
      Me alegro que este relato te haya resultado interesante.
      Un abrazo.

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  20. El dinero fácil es sospechoso de provenir de chanchullos y añagazas. Ser fruto de engaño de latrocinio con guante blanco, o de explotación del prójimo.
    No hace falta indagar en genealogías, solamente hace falta leer historia, y ahí nos damos cuenta de todos los trapos sucios de la alta nobleza,la pequeña burguesía, de realezas y clase política. Ese apellido que utilizas para el personaje ya nos da una pista de por donde van los tiros.
    No es ficción totalmente lo que cuentas, cuantos indianos no se enriquecerían a costa del sudor de otros.
    Como siempre un buen relato Josep.
    Un abrazo.

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    1. Siempre he oído que uno no se hace rico trabajando de forma honrada. Como no lo soy, no puedo afirmarlo y si lo fuera quizá mentiría, je,je. Mira algunos de esos millonarios, que usan a niños y pobres de países del tercer mundo como mano de obra barata y prácticamente esclava.
      Aquí se presentan como grandes empresarios y benefactores de la sociedad, pero nadie se atreve a denunciar su cara oculta, a acusarlos de exploradores y quien lo hace es tachado de antipatriota.
      Y, efectivamente, muchos son los que todavía hoy se enriquecen a costa de la sangre, sudor y lágrimas de otros.
      Un abrazo, Javier.

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  21. Ay que yo tengo tíos abuelos indianos, qué miedo...bueno, ellos millonarios no volvieron(con dinero sí, pero en estas generaciones poco queda) y lo bueno es que sé que ninguno hizo nada como lo que cuentas.

    Me ha encantado leerte, me has recordado una excursión que hacemos de vez en cuando a la casa de indianos de Colombres, relativamente cerca de mi pueblo.

    Muy feliz martes y me encanta disfrutar de tus historias.

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  22. Pues yo no tengo ningún antepasado indiano. Mi abuelo paterno fue a la guerra de Cuba pero no se quedó, je,je. Quizá si hubiera intentado hacer fortuna allí habría vuelto rico y ahora todos gozaríamos de una buena herencia. Lo importante, sin embargo, es cómo se consigue ser rico. Siempre he creído que el fin no justifica los medios.
    Me alegro que mis historias te hagan disfrutar.
    Un abrazo y que también pases un feliz martes, Gemma.

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