viernes, 7 de febrero de 2020

La caja fuerte


Cuando el vendedor nos enseñó la casa, estaba tan oculta que no me percaté de su existencia. Cuando semanas más tarde, ya convertidos en propietarios, volvimos para tomar medidas y hacer los preparativos para su decoración, entonces la vi. Estaba en el fondo del armario del dormitorio principal. Cerrada a cal y canto. Al no conocer la combinación, lógicamente no pudimos abrirla. Pero ¿para qué? si no teníamos nada de valor para proteger de manos ajenas y, por otro lado, seguro que estaba vacía. ¿Quién en su sano juicio vendería su casa dejando objetos de valor en su caja fuerte?
Pero como soy, por naturaleza, muy curioso, no pude evitar sentir un deseo irrefrenable de abrirla. Y así, día tras día, le estuve dando el coñazo a Marta, mi mujer.
—Si no contuviera nada de valor, ¿tú crees que el anterior propietario la habría dejado cerrada sin darnos la combinación? —le argumentaba una y otra vez.
—No seas borrico. Si hubiera alguna cosa de valor, ¿tú crees que se habría marchado sin vaciarla?
—¿Acaso no viste, cuando firmamos la escritura, que es un hombre muy mayor? Si debe rondar los noventa. Ya le debe fallar la memoria.
—Los ancianos no tienen memoria según para qué, pero en cuestión de dinero ya te digo yo que están muy lúcidos. Mira, si no, a mi abuelo.
—Pues a mí me pareció que tenía Alzheimer. El notario le tenía que explicar las cosas como si se tratara de un niño de cinco años.
Y aunque así fuera, ¿qué quieres hacer exactamente? —concedió finalmente, harta de dar tantas vueltas al asunto.
—Pues ir a verle y pedirle la combinación. Le diría simplemente que necesitamos guardar documentos y joyas de valor. ¿Qué sino?
Dicho y hecho, me presenté en el piso del Eixample donde ahora vivía el señor Dalmau.
—Pues lamento mucho decirle que el señor Dalmau, mi tío, falleció de un ataque al corazón el pasado sábado por la noche —me informó un joven bien parecido y vestido elegantemente como si fuera a un bodorrio.
—Vaya, pues sí que lo lamento. Yo soy el nuevo propietario de la casa de Valldoreix que su tío, en paz descanse, nos vendió —me presenté—. Es que verá, hemos encontrado una caja fuerte dentro del armario del dormitorio principal y, como no sabemos la combinación, no podemos abrirla. Si usted fuera tan amable de facilitárnosla, le quedaríamos muy agradecidos. Mi mujer y yo desearíamos poder guardar en ella algunos objetos de valor y sin conocerla, ya me dirá usted de qué sirve tenerla.
Hecha esta aclaración, me pareció notar por un instante un amago de sorpresa en su cara, tras lo cual dijo:
—Pues lo siento, pero no tengo ahora mismo esa información. Pero no se preocupe, precisamente me he instalado aquí por unos días para poner un poco de orden y recoger algunas pertenencias de mi difunto tío. Ya sabe, cosas de la familia y recuerdos que uno quiere conservar. Así pues, si encuentro algún papel en el que figure la combinación que necesita, le llamaré.
Pasaban los días y no tenía noticia alguna de aquel joven, y cuanto más tiempo pasaba más intrigado estaba.
—Marta, ¿no ha llamado nadie preguntando por mí?
—Te he dicho mil veces que no, No seas pesado.
—Es que me extraña mucho que con lo formal que parecía ese joven, no haya llamado, aunque sea para decir que no ha encontrado nada. Y en el contestador tampoco hay ningún mensaje suyo. Qué idiota fui al no pedirle su número de teléfono o haberle dado también el de mi móvil. Quizá ha perdido el papelito que le di con nuestro número fijo. Desde luego…
—¿Quieres olvidarte del tema, de una vez, por favor? Si no podemos abrir esa dichosa caja fuerte, pues no pasa nada, la dejamos como está y santas pascuas. ¿Verdad que no molesta? Total, está empotrada en el fondo del armario y no nos quita espacio.
—Pero es que…
—¡Es que nada, jolines! Mira que eres pesado. Olvídalo ya, ¿quieres hacer el favor?
—¿Sabes que haré? Que iré a verle de nuevo.
—Haz lo que te dé la real gana, pero si hubiera encontrado el número de la combinación nos habría llamado. Si no lo ha hecho es porque no lo tiene. Y aunque hubiera perdido nuestro número de teléfono, sabe dónde vivimos, ¿no?
—Vale, pero por probar…
Y probé, pero esta vez nadie abrió la puerta. El conserje me dijo que el sobrino del señor Dalmau hacia días que no aparecía por ese domicilio. Solo sabía que el piso se había puesto a la venta.
—Si el sobrino, que seguramente es el heredero, ha puesto el piso a la venta, puedo llamar a la inmobiliaria y contactar con él.
—Me vas a volver loca, carajo. Esto acabará conmigo y contigo. Esa obsesión por esta maldita caja fuerte ya es enfermiza. O dejas el tema en paz o tendremos un disgusto.
Y vaya si tenía razón, pero el disgusto me lo llevé yo.
Al cabo de un par de días de haber dejado ese maldito asunto definitivamente zanjado, ocurrió algo inesperado. Llevaba un rato durmiendo cuando me despertó un ruido. Presté atención. ¡Un intruso había entrado en casa! Solo podía ser alguien que tuviera las llaves. ¡Qué imbéciles fuimos al no cambiar la cerradura! El único que podía tener un duplicado era aquel individuo, el guapo sobrino del anterior propietario. Debió encontrar otro llavero entre las cosas del viejo. Ahora entendía su expresión de sorpresa cuando le conté que su tío había dejado en la casa que nos vendió una caja fuerte cerrada. Debía saber que el hombre poseía objetos, del tipo de fuera, de mucho valor y al no hallarlos en el piso en el que su tío se había instalado, dedujo que los teníamos nosotros sin saberlo. Y ahora venía a por el botín.
Pero cuando iba a encender la luz de la mesilla de noche para alertar a Marta, noté un golpe violento y muy doloroso en la cabeza que me nubló la vista y me hizo perder el conocimiento.
Y ahora estoy en un hospital, con una buena brecha en la cabeza que ha precisado de un número indeterminado de puntos. Lo peor es que no sé qué ha sido de Marta. Parece como si se la hubiera llevado el diablo. La policía me ha dicho que alguien debió entrar a robar, pues han encontrado, dentro de un armario, una caja fuerte abierta y completamente vacía. «¿Recuera usted lo que contenía?» —me ha preguntado. «¿Encontrarán a quién lo ha hecho?» —le he preguntado a mi vez. Por toda respuesta se ha encogido de hombros. ¡Porca miseria!


43 comentarios:

  1. Me ha hecho mucha gracia este relato, he sonreído con la matraca del hombre a su esposa, jajaja.
    Me ha encantado y además como digo siempre (y me voy a parecer al protagonista jjj), el final que has dejado es para seguir.
    Que tengas un fin de semana. Un abrazo.

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    1. Me alegro que te lo hays pasado bien. A quien lo le hizo ninguna gracia fue al protagonista, je,je.
      Difícil sería buscar una continuación, pues mucho me temo que los pájaros han volado muy lejos, ja,ja,ja.
      Que también tengas un BUEN fin de semana, jjj.

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  2. Que tengas un fin de semana... bueno, jajaja, que se me lo he comido.

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  3. Supongo que la mujer se le ha largado con el sobrino, pero no por lo guapo sino por tener un marido tan coñazo y tan corto. Ya solo le faltó poner un anuncio en el periódico diciendo que tenía una caja fuerte cerrada en casa.
    Un abrazo.

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    1. E irlo contando por todo el vecindario, ja,ja,ja.
      Y ya se sabe, quien no corre vuela.
      Un abrazo.

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  4. Muy bueno. Esas casas un misterio, aquí en form de caja fuerte, que alguien, el intruso, consigue abrir y vaciar.

    Buen ritmo narrativo, me encantó. Un abrazo

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    1. Yo creo que todas las casas de segunda mano encierran algún misterio. A veces se trata de un fantasma y otras de una caja fuerte, je,je.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un abrazo.

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  5. ¡Hola!
    Qué buen relato, me has enganchado desde el principio. Opino como Macondo, imagino que Marta se habrá ido con el guapo sobrino, que su marido es un poco pesado. Aunque te confieso qu eyo también sentiría mucha curosidad por el contenido de la caja.
    Muy feliz finde.

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    1. Hola, Gemma.
      Siempre he creído que las mujeres aparentemente más conservadores y sensatas, e incluso mosquitas muertas, son las peores, je,je.
      Algo muy bueno debía contener esa caja cuando valió la pena dejar al marido KO, ja,ja,ja.
      Un abrazo y feliz finde.

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  6. Finalmente el pobre hombre tenía algo de razón al desconfiar,... y es que sorpresas te da la vida.
    PD.- No se lo digas a nadie, pero yo creo que hubiese llamado a un cerrajero.
    Buen fin de semana Josep Mª!

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    1. Es que el pobre hombre era más bien cortito y súper legal. Todo lo quería hacer por las buenas, miemtras que en esta vida hay que echarle morro a las cosas si quieres salirte con la tuya, je,je. Mira lo que le acabó pasando de tan cándido como era. Para muchos, ser bueno es sinónimo de tonto, y creo que este es un buen ejemplo de ello, ja,ja,ja.
      Un abrazo y buen finde.

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  7. Me parece que los pájaros volaron con ese contenido de la caja fuerte. Ella le deja al marido por pesado. ¿Le vas a dar continuación? Un abrazo.

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    1. La continuación sería demasiado dura y posiblemente trágica. POr ingenuo que sea el marido, siendo aquellos unos pájaros de cuidado, quizá, sintiéndose despechado y timado, los mataría a perdigonazos, je,je.
      Un abrazo, Mamen.

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  8. Ja ja. Está visto que no puede uno fiarse de nadie. Ni de los más cercanos. Lo peor es que todos nos hemos quedado sin saber qué era lo que había en la caja fuerte. ¡Porca miseria!
    Un beso.

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    1. Ni de los más cercanos ni de tu propia sombra, je,je. Yo tampoco sé qué contenía esa caja, pero seguro que algo muy bueno. Mejor habría sido que el marido se hubiera resignado a no saber si contenía algo o no. ¡Porca curiosidad!, ja,ja,ja.
      Un beso.

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  9. Sorpresa!!! Si es que calladito se está mejor... La curiosidad de los gatos nunca fue buena.
    Un abrazo

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    1. Ya lo dice el refrán: por la boca muere el pez. Y el que sugieres también viene de perlas.
      Un abrazo, David.

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  10. Ahhhhhhh!!!
    Me he quedado sin saber que había en la caja; pero por el trompazo propinado al buen prójimo supongo que el botín ha tenido que ser suculento. ¿Qué habría que hacer en una caso semejante? ja, ja, ja. Abrir o no abrir, esa es la cuestión...pero ante la duda...mejor me callo que iba a decir algo inapropiado ;)
    Buen relato Josep. Abrazos.

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    1. Observo, divertido, que el común denominador de la gran mayoría de los comentarios es la curiosidad por saber qué coñe contenía esa dichosa caja fuerte, ja,ja,ja. Yo me inclino por pensar que algo muy suculento, qué si no, je,je.
      Muchas gracias, Miguel, por dejar tu comentario. Me has ayudado a aumentar la casuística de lo que acabo de comentar yo, ja,ja,ja.
      Un fuerte abrazo.

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  11. De tan cándido y parlanchín se quedó sin el botín de esa misteriosa caja de caudales. Lo que está clarísimo es que nos has dejado muy, pero que muy intrigados con el contenido misterioso de esa caja, que además ha sustituido en importancia al protagonista (supongo que de ahí el título).
    Como siempre haciéndonos reír con tus estupendas ocurrencias, amigo Josep.
    Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.

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    1. En este asunto compruebo que no hay diferencias de género. Hombres y mujeres somos iguales ante la curiosidad. Tanto lectores como lectoras os habéis sentido tremendamente interesados por el contenido de la caja, por otra parte motivo de angustia y dolor para el protagonista. Y que conste que este relato no se gestó pensando en hacer una prueba a este respecto, ja,ja,ja.
      Efectivamente, el relato gira en torno a esa misteriosa caja, objeto del deseo de tres personas, empezando por el nuevo propietario, siguiendo por el supuesto heredero guaperas y terminando por la mujer que desde un principio se mostró desinteresada e incluso reacia a saber qué había en su interior, pero que acabó rindiéndose a la evidencia.
      Un fuerte abrazo y feliz domingo.

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  12. Osease, el hombre perdió a su mujer junto con el contenido de la caja. da que pensar esta historia dado que has dejado un final tan abierto y sin aparente continuación.
    Un abrazo.

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    1. Los finales abiertos, como bien sabes, están para estimular la imaginación del lector, pero siempre debe contener pistas que cada uno interpetará a su manera. Aun así, creo que "mis pistas" son bastante elocuentes, je,je. Osease, hay una caja cerrada a cal y canto que puede contener algo muy valioso o nada en absoluto; hay un tipo, el sobrino del fallecido, que busca entre las pertenencias de su tio algo que le interesa mucho (el viejo era rico y vivía solo), pero que no encuentra en su nueva residencia. ¿Dónde estará? El viejo es tan viejo que ya no sabe qué hace de las cosas y a su edad ni recuerda ni le interesa; ¿Dónde habrá dejado guardado ese supuesto tesoro? ¿Cómo abrir la caja sin que se entere el nuevo e interesado propietario para que no pueda exigir su parte (o una buena compensación) por haberse hallado en su propiedad? A un joven más joven y mucho más guapo que ese tío tan pesado, no le resultará muy difíl ligarse y aliarse con la sufridora en casa para hacerse con el botín y desaparecer para siempre. Toma el dinero y corre. Qué ocurrirá luego con esa extraña pareja ya no es de nuestra incumbencia, ja,ja,ja.
      Como me imagino que nadie empieza leyendo un relato por los comentarios, supongo que no habré destripado la trama (y si lo he hecho, tú eres el único culpable). Pero como sí sé que muchos comentaristas leen los comentarios que han dejado otros lectores, espero que esta interpretación sirva para dejaros el camino expedito hacia la revelación final, la epifanía del desenlace, je,je.
      Un abrazo, Javier.

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    2. Lo pillé a la primera, las pistas son suficientes querido Josep. por ello lo de comentar la desaparición de la mujer y el contenido de la caja no como pura casualidad. Poca prudencia por parte del hombre que lo perdió todo por bocazas.
      No obstante agradezco tu aclaración.
      Otro abrazo, amigo.

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    3. Ah, vale, entonces no supe interpretar tu cometario. Ya me parecía a mí..., ja,ja,ja.
      Y otro abrazo, Javier.

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  13. ¡¡¡Nooooo!!! ¿no nos vas a decir qué contenía la caja?, ¡hombre por Dios! cómo nos haces esto jajaja. Debía ser la releche para que la esposa volara... o al menos desde aquí parece que la susodicha vuela y acompañada jeje.
    Gracias por la risa compañero, un abrazo y buen finde!

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    1. Ja,ja,ja. De nuevo el contenido de la caja. Al final me obligaréis a escribir una continuación, cosa que no me pone, je,je. Si lo que puede contener esa caja misteriosa es lo suficientmente valioso como para, harta del peñazo de su marido, dejarse seducir por un guapo y joven heredero y fugarse con él, traicionando a su plomizo cónyuge, es que vale mucho la pena. El unico obstáculo a salvar para salir de dudas era el marido, pero bien valía un buen porrazo en la cabeza y enviarlo a soñar por unas horas para lograr ese objetivo. Y parece que funcionó, pues esa pareja de nuevos delincuentes se largó volando hacia una nueva vida en común, que preveo más bien corta. Siempre lo de dicho: los guapos no son de fiar, ja,ja,ja.
      Un fuerte abrazo.

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  14. Imagino que la mujer se larga con el guapo y joven sobrino. ¡Pero qué marido más tonto! ¿Cómo se puede ser tan confiado? No sabemos qué había en la caja, pero imagino que algo de muchísimo valor o dinero a mogollón, je, je.
    Un gusto leerte, como siempre. Abrazos.

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    1. ¡Bingo! Lástima que en este juego no hay premio. Lo siento.
      Breve, conciso y acertado.
      Me alegro que la lectura de esta historieta intrigante te haya gustado.
      Un abrazo.

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  15. Dicen que la curiosidad mato al gato y a tu protagonista lo dejan con una brecha que un poco mas y lo remata por curioso, ains, si se no hubiera tenido tanta curiosidad, no hubiera acabado en un hospital y sin mujer, jeje.
    Eso si, me quedo yo también sin saber que había en esa caja,curiosa que es una jejeje.
    Un abrazo.

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    1. Pues sí, no sé de qué gato se trataría, pero el pobre lo pagó con una de sus vidas, supongo que la última, je,je. Aquí el marido no es una gato, porque de astuto no tiene nada, más bien es un ratón que no para de intentar comerse un sabroso queso, que se lo acaba llevando una rata traidora e infiel, con la ayuda de un apuesto y astuto gato que la engatusa (¿engatusar vendrá de gato?). La gatita presumida acaba fungándose con el lindo gatito que, presumiblemente, se la acabará comiendo. Fin del cuento. Que cada uno saque su moraleja, je,je.
      Si quieres saber qué podía contener la caja, te aconsejo que leas uno de los comentarios de más arriba, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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  16. La verdad, me he reído por ser un "bocazas" y es que en situaciones hay que tener la boca cerrada a cal y canto. ¿Qué pasó? Poco importa el final, el caso que nos ha hecho pasar un buen rato, y se tienen diversas hipótesis como si la mujer se fugó con el sobrino, guapo, feo pero seguro con pasta a más no poder, o joyas, o cualquier cosa de incalculable valor.

    Agradecer su entrevista en mi humilde blog, estaría bien que sus lectores habituales leyeran algunas cuestiones que sin duda no saben de usted. Un abrazo literario.

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    1. El "pecado" de ese hombre fue confiar en dos personas aparentemente legales y fiables. El guapo heredero era de los que quieren conseguir algo de la forma que sea, o sea muy legal no fue, y su mujer no resultó ser fiable tan pronto previó hacerse rica al lado de un adonis, je,je.
      Te agradezco a tí la entrevista y la publicación de mis libros. A mí también me gustaría que hubieran muchos más lectores que quisiran conocer las dos cosas.
      Un abrazo.

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  17. Veo que tu imaginación es brillante, Julio, je,je. Sobre lo que afirmas en la primera parte de tu comentario, solo aclarar que Marta y ese guaperas no se conocían antes de salir a colación la dichosa caja y su posible contenido, es decir se hicieron amantes tan pronto como acabaron concluyendo que el pobre y pánfilo marido podía tener razón. Una alianza entre un vividor y una presunta aventurera infiel, je,je.
    En cuanto a la segunda parte, tu propuesta me encanta. Que la relación entre esos dos acabrá pronto es algo seguro, pero no por obra de una maldición, sino porque el guapo galán ya ha obtenido de Marta lo que quería (que le facilitara la entrada a su casa) y acaba deshaciéndose de ella. Lo de la venganza del marido despechado me parece genial. Pero, claro, si te tomara la idea ya no tendría gracia. Los lectores ya conocerían por dónde irían los tiros, ja,ja,ja.
    Un abrazo.

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  18. Nos dejas en ascuas sin saber qué había en la caja, si la esposa no aparece, pienso que junto con el contenido y un chico guapo andan por ahí.

    Abrazos.

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    1. Y yo creo que andan muy pero que muy lejos, ja,ja,ja.
      Un abrazo, Conchi-

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  19. Menuda incógnita, me has tenido todo el relato pensando en dos cosas: En qué habría en la caja y en qué hubiese hecho yo si soy quien compra el piso.
    SAludos.

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    1. Y supongo que te has quedado sin conocer la respuesta a ambas cuestiones, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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  20. Si es que no se puede ser tan curioso, luego te enteras de cosas que preferirías no saber, como que tu mujer te la ha dado con queso.
    Genial, Josep Mª, unos personajes muy bien perfilados a través de los diálogos fluidos y descriptivos.
    Un beso.

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    1. Sí, a veces uno se arrepiente de haber querido descubrir algo, porque la respuesta a la incógnita te lleva a un disgusto de padre y señor mío, je,je. De todos modos, me da que ese podre diablo sigue estando más intrigado en saber qué había en la caja que dónde está su mujer, ja,ja,ja.
      Gracias, Paloma, por tu amable comentario.
      Un beso.

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  21. ¡Qué bueno, Josep! Me encantan esas cajas fuertes, maletines, sobres y demás objetos cuyo contenido jamás se desvela, pero que son el centro de la acción. Creo que podríamos hablar de un McGuffin en toda regla. También me ha hecho mucha gracia ese final en el que el protagonista parece echar más en falta lo que hubiera en esa caja fuerte que el hecho de que su mujer haya desaparecido. Le da mucha frescura al relato y, además, nos ofrece a los lectores el regalo de divagar en la historia que pudiera haber detrás. ¡Fantástico, Josep! Un abrazo!!

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    2. Pues sí, David. Aunque no sea el Santo Grial, esa caja fuerte desata, no solo la curiosidad del marido sino de todos mis lectores, ja,ja,ja. Y como le decía a Paloma, yo también creo que el tipo está más intrigado en saber qué c... contenía la caja de sus desvelos que adónde ha ido a parar su mujer, je,je.
      Muchas gracias, amigo, por tu generoso comentario.
      Un fuerte abrazo.
      P.D.- El comentario anterior ha sido eliminado porque contenía demasiados gazapos tipográficos, je,je.

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