jueves, 15 de octubre de 2020

Mambrú se fue a la guerra

 


Su padre siempre quiso que siguiera su oficio de alfarero. «Los artesanos no se hacen ricos, pero son gente respetada y siempre tendrás un plato en la mesa», le repetía. El pequeño Humam, quería, en cambio, ser soldado.

—Pero, ¿por qué quieres ser soldado, hijo?

—¿Acaso mi nombre no significa “el valeroso”, padre?

—Sí, hijo, pero se puede ser valeroso de muchas formas, sin necesidad de empuñar un arma. Las armas solo traen dolor y muerte, recuérdalo siempre.

 

Ahora, diez años después, Humam recuerda, como si fuera ayer, esas palabras que pronunció su difunto padre cuando él todavía no había llegado a la adolescencia.

La noche es muy fría, está aterido y acurrucado en un rincón de un edificio medio derruido que huele a heces, orina y sudor. A lo lejos se oye el estruendo de las bombas. Por las rendijas de las contraventanas no se ve ni un alma. O todos han abandonado la ciudad o están, como él, agazapados en algún escondrijo invisible a ojos del enemigo.

Para mitigar el miedo y la soledad se pone a tararear aquella cancioncilla popular que tantas veces había cantado de niño y por la cual sus compañeros de escuela le habían puesto el apodo de Mambrú: «Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor qué pena…» Y ahí se detiene. Ya no le resulta tan grata esa canción que tiene un final tan triste. Él no quiere acabar como su protagonista.

¿Volveré algún día a casa o acabaré como Mambrú?, se pregunta.

Las pilas de su destartalada linterna flaquean arrojando una luz débil e intermitente sobre el ajado calendario, en el que ha ido tachando, uno a uno, los días de cautiverio, pues se siente cautivo por esa guerra indeseada e indeseable a la que le han forzado a participar. Ahora reniega de su deseo infantil.

Lleva seis meses en ese infierno y solo le falta una semana para cumplir los veintiún años. No tuvo ocasión de pedir la mano de Amina, cuyo nombre hace justicia a su forma de ser. Significa mujer calmada, leal, sincera y fiel, en la que se puede confiar. Seguro que le estará esperando, tal como le prometió la última vez que se vieron, él de uniforme y ella secándose las lágrimas. Todavía la recuerda de pie, diciéndole adiós con la mano y haciéndose cada vez más pequeña a sus ojos, mientras el camión se alejaba hacia la línea de fuego, dejando atrás una estela de polvo.

 A Humam, el frío y el cansancio le producen una somnolencia que le hace dar cabezadas. Tiene que dormir, no soportará otra noche en vela. Está solo y en cualquier momento puede aparecer un soldado enemigo y acabar con él y con todos sus sueños. Cierra los ojos intentando descansar y dejarse llevar por la ensoñación, que es el único recurso que tiene para no desesperar.

 

—¿Cómo te llamas? —le preguntó aquella chiquilla a la que solo conocía de vista, pero de la que se prendó desde el primer día que la vio llenando una jarra de agua en la fuente de la plaza donde él vivía.

—Mi nombre es Humam —le contestó, azorado, pues nunca una niña le había dirigido la palabra—. Y tú, ¿cómo te llamas?

—Me llamo Amina. ¿A que es bonito? Significa…

—Mujer bella de ojos claros —se adelantó el chico, sonriendo tímidamente y haciendo alarde de una osadía que no sentía.

—Pero ¿qué dices? No significa esto, significa que soy, hum… ¿cómo te lo diría?, una chica buena y formal, que se puede confiar en mí. Leal, ¡esa es la palabra! Mi padre dice que me pusieron ese nombre porque el nombre hace que una persona se convierta en lo que significa. Y el tuyo ¿Qué significado tiene?

—Humam quiere decir valeroso.

—¡Qué bien!, así, de mayor serás un hombre muy valiente. Yo quiero casarme con un guerrero fuerte y valeroso —le dijo la niña mientras se alejaba con la jarra apoyada en una de sus caderas, perdiendo agua a cada paso. Y así, siguiendo el rastro húmedo que Amina fue dejando en el suelo arenoso de aquel barrio de Alepo, supo donde vivía esa hermosura de tez morena y ojos claros.

 

El eco de una ametralladora devuelve a Humam a la realidad. Mira a través de la grieta de la pared que hace tan solo dos días un obús ha dejado, como cicatriz incurable. Huele a pólvora y la noche sigue siendo negra y fría. Calcula que los disparos se producen, por lo menos, a un kilómetro de distancia.

«¿Dónde estará mi destacamento?, se pregunta angustiado. Hace días que no sé nada de él. ¿Por qué se fueron sin avisarme? Me dejaron de guardia y me dormí. Debieron tener que marcharse rápida y sigilosamente y no repararon en mí o bien no tuvieron reparos en abandonarme por haber sido tan negligente. Por lo menos tengo un arma, aunque con escasa munición. Si los soldados del ejército rebelde llegaran a descubrirme sería mejor entregarme que luchar. Mientras tanto, sobrevivo milagrosamente al hambre y la sed sin salir de este agujero, como una rata asustada. No puedo engañarme, nunca he sido valiente, mi única heroicidad fue vencer mi terrible timidez para declararme a Amina. Su solo recuerdo llena mis horas de soledad y me anima a sobrevivir. Su fotografía dedicada que llevo en el bolsillo es como un bálsamo que me ayuda a superar estos momentos de angustia.  Sueño que regreso con vida y que me recibe con los brazos abiertos, llorando de alegría porque, por fin, seremos felices convertidos en marido y mujer, como nos prometimos antes de separarnos».

 

Cuando Amina cumplió la edad de ser entregada en matrimonio, su padre convino la boda con un tal Mahdi, que significa “el salvador”. Y, en efecto, casarse con ese hombre, veinte años mayor que ella, significaba la salvación de su familia, que estaba en la bancarrota. Los negocios del padre de Amina se fueron al traste. Con la guerra a las puertas. ¿quién quería comprar ropa, alfombras, cortinas y todo tipo de baratijas? Los campesinos, en cambio, se estaban enriqueciendo. La fruta y las verduras se habían convertido en un bien escaso. Los precios habían subido exageradamente, la gente no tenía más remedio que pagar lo que se les pedía. Solo los ricos podían permitirse el lujo de comer carne. Y Mahdi, no se sabía cómo, tenía ese privilegio. Nadaba en la abundancia. Nadie se atrevía a preguntar de dónde salía todo ese dinero que gastaba a espuertas, como ostentación ante su futura familia.

Cuando Humam se enteró, se quería morir. Todavía era aprendiz de alfarero en el taller de su padre y nunca podría aspirar a ser tan rico como aquel viejo. Amina, por su parte, no sabía el modo de impedirlo. Su madre hacía oídos sordos a sus súplicas y su padre le habría dado una paliza al mostrarse reacia a aceptar su mandato. La entregaría a un hombre desconocido, un viejo para ella, y que, con toda seguridad, la trataría como a una esclava. Amina llegó a rogarle a Humam que se la llevara lejos de Alepo, aunque tuvieran que vivir de la mendicidad, corriendo el riesgo de ser juzgados y castigados por haber faltado al dictado de las leyes, cuyo primer precepto es respetar a los progenitores.

 

        «Ojalá lo hubiera hecho. Ahora seguramente no estaría aquí, no me habrían arrastrado a esta guerra que no siento mía. Viviríamos muy lejos de este infierno que solo depara sufrimiento y muerte».

«Esta noche procuraré dormir, porque de seguir así, ni siquiera seré capaz de levantarme y andar cuando me tomen preso».

«O mis oídos me engañan o los disparos suenan cada vez más cercanos. Tengo que tomar una determinación por arriesgada que sea. No puedo seguir así, sin comida ni agua. Si no ha sido destruida por el último bombardeo, había una fuente junto a la vieja escuela. Comida, en cambio, no podré obtener si no logro llegar hasta donde estén las tropas, aunque sean las enemigas. Si es necesario, me entregaré, cambiaré de bando, a cambio de cobijo y alimentos. Cuando amanezca, saldré de aquí, a esas horas nunca se producen escaramuzas».

 

Entre el silencio y la oscuridad de una noche sin luna, a Humam le parece oír un silbido que va repitiendo el mismo estribillo una y otra vez. Poco a poco, se hace más perceptible, hasta que despierta al joven de su duermevela. Presta atención. Reconoce esa canción. «Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor qué pena», repite la melodía. ¿Quién puede ser? ¿Será casual? A fin de cuentas, es una canción muy antigua y tradicional, muchos la conocen. Pero a qué viene silbarla ahora, de noche, y aquí, en un lugar como este. ¿Y si es un compañero que le conoce y sabe que se ha escondido allí sin atreverse a salir? Quizá sea una llamada de alguien que quiere identificarse como amigo.

Humam se yergue y saca la cabeza hasta la nariz por el hueco de lo que queda de una ventana. Usa sus prismáticos de visión nocturna y los enfoca hacia donde cree que está el silbador. Ve un casco que se mueve. Es él, sin duda. Le devuelve el silbido de la cancioncilla. Ahora parecen dos aves nocturnas tratando de comunicarse y paliar así su desamparo y soledad. Pero ese soldado le conoce, sabe que es Mambrú y de ahí que silbe esa canción de su infancia. Ahora que ya se han identificado, su nuevo vecino le hace señales con una linterna. Por fortuna, Humam sabe leer morse. Entiende que le pide que vaya a su encuentro, que se halla malherido y casi no puede caminar. Pero dispone de agua y unos pocos víveres. Le dice que al día siguiente llegarán tropas de refuerzo. Humam le pregunta quién es. El desconocido se identifica como Marwan Eljal. ¡Marwan!, su mejor amigo de la escuela. ¡Qué sorpresa tan agradable! ¿Cómo y cuándo habrá llegado hasta allí?

Marwan fue quién le enseñó a usar el tirachinas y a pescar. Aún recuerda sus escapadas para avistar aves nocturnas y las correrías por las que Humam fue castigado por su madre en más de una ocasión. Fue él quien le bautizó como Mambrú para mofarse y que acabó siendo su apodo para siempre entre sus compañeros. No había sabido nada de él desde que se separaron al ser enrolados por el ejército gubernamental. Si todo iba bien regresarían juntos sanos y salvos.

Tras asegurarse de que la calle está desierta y que no se oyen disparos ni explosiones, Humam sale de su escondrijo. Antes de llegar al edificio en ruinas donde está su amigo, se oye un disparo. No se sabe de dónde ha salido el francotirador. Los debía de haber oído silbar y estaba esperando la ocasión. Humam cae tendido de espaldas sobre un montón de cascotes. Sangra abundantemente. Entre las sombras aparece un soldado, pero no es de los suyos. Es del ejército rebelde. Se acerca, se pone de cuclillas junto a él y se quita el casco, que deja en el suelo. Acerca su cara a la de Humam y parece que esboza una sonrisa irónica. Es Marwan. Si no fuera por esa sonrisa, parecería que siente la muerte de su antiguo amigo, pues menea la cabeza de derecha a izquierda, negando la evidencia. «¡Quién lo iba a decir!», parece dar a entender.

—¿Por qué no te pasaste al bando rebelde, Mambrú? ¿Ves lo que he tenido que hacer? Llevaba días acechándote. El viejo Mahdi murió en un bombardeo de la casa donde tenía su negocio. Ahora el camino ha quedado despejado. Cuando vuelva, le presentaré mis respetos a los padres de Amina y les pediré su mano. Ahora mi familia tiene mucho dinero. La guerra ha sido su mejor aliado. La suya está en la ruina, pues todo lo que poseía aquel viejo asqueroso desapareció pasto de las llamas. Ahora es mi turno. Siempre estuve enamorado de esa preciosidad de tez morena y ojos claros, como tú la llamabas. Lo siento, amigo. —Añadió algo más, pero fue enmudecido por una gran explosión.

Humam, o Mambrú, qué más da, antes de perder la consciencia esboza una sonrisa de pena y de satisfacción a la vez; pena al comprender que no volverá a ver a Amina, y satisfacción al ver cómo desde lo más alto caen sobre ellos grandes bloques de piedra que los sepultará para siempre.


38 comentarios:

  1. Wow, magnífico relato, Josep. Me has tenido en vilo todo el tiempo, disfrutando del viaje que propones. Los personajes, perfectamente definidos; y la historia, magníficamente hilada. Maravilloso.
    Si tuviese que poner un "pero", pero uno chiquitito, casi minúsculo, es el hecho de cambiar de narrador a lo largo del relato. Para paliar eso, en los pensamientos de Humam utiliza las comillas al inicio y al final de cada párrafo. Aunque ya te digo que es algo minúsculo. Por lo demás, ¡chapeau! Realmente conmovedora tu historia, Josep. Has conseguido emocionarme y mantener mi interés de principio a fin.

    Un abrazo, amigo.

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    1. Muchas gracias, Pedro, en primer lugar por su elogioso comentario, y en segundo lugar por hacerme notar esa carencia, que corrí a corregir tan pornto como lo leí en mi gmail, ja,ja,ja. Serías un gran corrector de estilo, pues no se te escapa ni una, como debe ser, je,je.
      Me alegro haber podido hacerte pasar un rato agradable.
      Gracias de nuevo y un fuerte abrazo.

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  2. Te ha quedado un relato fantástico Josep Mª, especialmente por ese hilo argumental que enlaza constantemente el presente y el pasado, desgranando la historia y paladeando ese final que se presume trágico,... como todos los finales de las guerras,... gane quien gane.
    Un abrazo!

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    1. Las guerras, por desgracia, dan mucho de sí a la hora de contar historias desgarradoras. En este relato he querido mezclar la desdicha de una guerra sin fin (la de Siria) y la de un amor frustrado.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un abrazo.

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  3. Qué bueno. Has sabido darle un final con varias vueltas de tuerca que dota al relato de mucha vida, muchos sentimientos, buenos y malos, y, en definitiva, precioso.
    Parece mentira la de cosas que se pueden escribir en unos pocos párrafos. Con algo más de desarrollo da para una novela fantástica, entre lo bélico, lo social y lo negro. Felicidades.
    Un beso.

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    1. En primer lugar, te agradezco tu opinión tan favorable sobre este relato que, como apuntas, podría haber dado mucho más de sí. De hecho, esta es una versión algo más reducida de la que escribí originalmente para que no resultara excesivamente larga para ser leída en este formato. El relato original lo escribí para un certamen de relatos breves y que no llegó a ser clasificado entre los finalistas. Yo sí que estoy en guerra con los concursos literarios, je,je.
      Un beso.

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  4. Tus relatos, más cortos o más largos, siempre se pasan en un suspiro. Mantienes la tensión de princio a fin, para acabar con esas sorpresas que tanto te gustan y les dan un final redondo.
    Este no es una excepción, sino todo lo contrario. Felicidades.
    Un abrazo.

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    1. Pues temía que se os hiciera muy largo, pero no me pareció oportuno dividirlo en dos episodios. Así que me alegro que lo hayas leído en un suspiro, o aunque hayan sido dos, je,je.
      Muchas gracias por tu amable opinión.
      Un abrazo.

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    2. Con las entradas que quedan un poco largas se tiene un dilema, a mi modo de ver. Si las dejas tal cual piensas que pueden resultar farragosas. Si las fraccionas en dos (o más) veces el lector pierde el hilo. No es el caso de esta, porque no es o no se hace demasiado extensa.
      Un abrazo.

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  5. Que bonito relato, me ha encantado la forma de llevarlo, me resultó muy apetecible de leer porque según iba llegando a la parte del final no lo podía dejar y se hacía más grande mi interés por ver como terminaba. Una triste realidad en la historia de tantos soldados en las guerras.
    Mis felicitaciones Josep, me ha gustado mucho.
    Un abrazo y buen fin de semana.

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    1. Que uno de mis relatos llegue a enganchar al lector es lo que más aprecio. Quizá sí que esta historia tiene su gancho desde un principio, pero, aun así, me congratula comprobarlo, je,je.
      Son muchísimas las historias de amor truncadas por una guerra. Y es que cualquier guerra, más corta o más larga, solo puede producir mucho dolor.
      Un abrazo y también te deseo un buen fin de semana.

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  6. Hola.
    Me ha gustado mucho el relato, y qué final. Me has atrapado en la narración y logra sorprender en las últimas líneas, así que muchas felicidades. Y me pasa como a Macondo, se me ha pasado en un suspiro.
    Feliz finde.

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    1. Hola, Gemma.
      Pues a mí me ha gustado que te haya gustado este relato, je,je. Es una historia triste desde el principio al fin.
      Un abrazo y feliz finde.

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  7. Hola, Josep, vaya historia, lo has narrado todo. Me hay atrapado a mí también y me encantó ese giro sobre giro final. Es lo que tienen las guerras, ese sálvese quién pueda, que al final todo vale para salirse con la suya e incluso labrarse un futuro.
    Por lo menos el prota se fue con cierta paz, je, je.
    Muy bueno.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Pepe, por tu valoración. Las guerras solo engendran odio y dolor. Muchas familias han sufrido la separación y el éxodo por su culpa. En este relato, la historia versa sobre una pareja de enamorados que no pueden ver cumplido su deseo de estar juntos. La típica historia de amor malogrado pero en plan bélico, je,je.
      Un abrazo.

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  8. Has retratado el horror de la guerra en forma de cuento universal con un resultado magnífico. El amor frustrado e incluso el alivio de la muerte ponen el contrapunto emocional necesario para que el texto enganche. Se nota, además, que has disfrutado al escribirlo de manera muy especial.
    Un fuerte abrazo, Josep.

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    1. Sí, Miguel, la guerra, por desgracia, es un cuento universal e inmortal, imperecedero. Estamos condenados a vivir siempre en guerra en distintas partes de este maldito planeta. Son muchas las historias reales de parejas separadas y jamás reencontradas por culpa de una contienda, porque una o ambas partes han sucumbido bajo las bombas.
      Muchas gracias por tu lectura y tu comentario.
      Un abrazo.

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  9. ¡Qué tremendo!¡Lo que puede traer la guerra y la pobreza! ¡Hasta qué punto puede cambiar una perdona! Me he quedado impresionada. Tus relatos nunca dejan indiferente, y lo más triste de éste es que puede ser realidad.
    Un abrazo, Josep

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    1. Las dos partes del relato tienen una base de realidad. Por un lado, las costumbres ancestrales de los matrimoniors de conveniencia orquestados por el padre, que no tiene ningún reparo en entregar a su hija a un desconocido al que no ama y que le aventaja en muchos años. Todo por intereses económicos. Y por otro lado, la guerra que rompe la vida de las personas y de sus seres queridos, negándoles la posibilidad de ser felices.
      Me alegro que esta triste historia te haya gustado.
      Un abrazo, Rita.

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  10. Magnífico relato. Esa relación imposible de los jóvenes, y esa decisión de ir al aguerra y no ser alfarero son el núcleo de tu historia. Pero la guerra juega con los destinos, el de los padres dé ella, y el su amigo de escuela. Qué final tan triste, qué pena que haya gente como ese Marwan. Y existen.

    Muy bien llevado, con esa primera persona y esa tercera. Muy bueno. Un abrazo

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    1. Esos jóvenes son una versión moderna de Romeo y Julieta, pero con una guerra de por medio. La oposición para que los dos jóvenes puedan swr felices está, por un lado, de la parte familiar de ella y, por otro, de la guerra que los aleja y de la que se aprovecha un amante celoso.
      Muchas gracias por tu tiempo y por tu amable comentario.
      Un abrazo.

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  11. Está claro que con amigos como Marwan, no se necesitan enemigos, o uno los tiene ya de todas formas.
    Bonita y dramática historia en una guerra que dura demasiado. Por cierto, dada mi ignorancia con los nombres propios, no sé, pero Human me sonó a alemán y creí que te estabas refiriendo a la primera o a la segunda guerra mundial, luego lo de Amina... ya me descolocó. Y lo de Alepo me llevó al lugar correcto.
    Creo que nunca te habías internado en zonas tan alejadas como Siria, ¿no? Me ha gustado mucho la recreación que has hecho. Enhorabuena.
    Un besote.

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    1. Hola, Paloma. Antes de bautizar a los personajes de mi historia consulté internet para hallar nombres musulmanes y comunes en Siria. Humam, no Human, Amina y el resto me aparecieron en una larga lista por orden alfabético. Entonces decidí elegir aquellos nombres que tuvieran un significado acorde con el tipo de personaje que quería definir.
      Enemigos los hay por todas partes y los peores, al menos en un relato que gira en torno al amor de una pareja, son esos celosos que llegan a odiar a un amigo por haber logrado enamorar a la misma mujer de la que está enamorado. Los celos hicieron que Caín matara a su propio hermano, así que..., je,je.
      Pues no, no recuerdo haber viajado con la imaginación a lugares tan lejanos como Siria. Siemrpe hay una primera vez, je,je.
      Muchas gracias, Paloma, por leerme y dejar tu comentario.
      Un beso.

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  12. Es una triste y dura historia pero muy bien narrada. Me has atrapado desde el principio al final y desde luego según iba leyendo sabía perfectamente que bien no iba acabar desde luego.
    Las guerras hacen muchísimo daño, no solo humano, si no social y económico, una guerra es devastadora a todos los niveles.
    Gracias por un muy buen relato.
    Un abrazo.

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    1. Sí, es una historia muy triste, una historia de amor en tiempos de guerra, y como muchas de esas historias, esta también acaba mal.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un abrazo.

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  13. ¡Hola, Miguel! Una historia que como se ha comentado daría para una novela y hasta para una serie de televisión. Una de esas historias universales en la que se entremezcla los conflictos personales con los globales. Recuerdo vagamente una frase que decía algo así como que cuando alguien mataba a alguien era un delito, cuando muchos mataban a muchos era conflicto bélico. Tú has mostrado perfectamente como aún en el caos de la guerra, siempre habrá quien encuentre beneficios, salvo que caiga una bomba encima claro está. Me encantó. Un fuerte abrazo!!

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  14. ¡Uy! ¡Hola, Josep! quería decir. Jo, estoy de ronda de blogs y se me cruzaron los cables. Un abrazo y disculpas, Josep.

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    1. Ja,ja,ja, no te preocupes, tanto monta, monta tanto. Lo importante es que tu comentario se refiera al relato correcto, es decir al mío, je,je.
      Cuánta verdad encierran esas palabras. Parece que "conflicto bélico" suena mucho mejor y esconde la miseria del hecho de tener que matar a un semejante.
      Me alegro de que te haya gustado esta historia.
      Un abrazo, David.

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  15. La guerra es un drama en sí mismo, pero lo que relatas es una tragedia dentro de otra; algo así como la de Romeo y Julieta en versión actualizada.
    Es desesperante notar como todos los sueños de juventud se van esfumando por las circunstancias y los avatares de la vida; que se ayuda de los desalmados para hundirnos en la miseria.
    Te quedo redondo el final pero con ese toque de desesperanza y tristeza de haber perdido lo más amado.
    Un abrazo.

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    1. Las guerras siempre acaban en drama, incluso para los supervivientes. Es lo suyo: robar o trastocar vidas e ilusiones.
      Cuántos soldados deben morir pensando en sus seres queridos y en sus ilusiones rotas.
      Un abrazo.

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  16. Ooooh Josep María, qué triste final, y mira que según el protagonista se metía en el sueño, más y más de esa chica, me venía una desolación, más que alegría, un esperanza de sobrevivir. Las guerras matasueños, matavidas, mata. Nunca lo he entendido, a veces piensa que es innato guerrear. Cuando eres niño como Mambrú, juegas con la guerra, quieres ser soldado, vestir un uniforme, y después te enfrentas con la otra cara, la cara de la muerte. Un relato, como simepre con esa delicadeza de andar por letras. Un abrazo compañero.

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    1. Hay niños que, de pequeños, no saben qué quieren ser de mayores, y los hay que lo tiene muy claro. A veces, los primeros acaban siendo más felices que los segundos. Elegir es arriegado cuando no se tienen las ideas claras y puede conllevar ua gran decepción y arrepentimiento. Mi protagonista se arrepintió de su sueños infantiles tan pronto vio la cruda realidad, esa realidad que roba vidas y esperanzas.
      Muchas gracias, Eme, por tu comentario. Lo de andar por letras me ha encantado, je,je.
      Un abrazo.

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  17. Wow que relato más emocionante y triste, y vaya final compañero. Aunque confieso que no soy yo muy lectora de temas bélicos, reconozco que tu relato me ha enganchado desde el principio. Fantástico todo él mi querido Josep, gracias por compartir, un abrazo y buen 'finde'.

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    1. A mí me gustan todos los géneros, aunque el bélico tampoco es santo de mi devoción. Este relato, o cuento breve, tiene como telón de fondo la guerra en Siria, pero más bien pretende mostrar cómo la guerra destruye vidas e ilusiones, usando una historia romántica que contiene dos tragedias: la de una joven entregada forzosamente a un hombre rico al que no ama y la imposibilidad de ver cumplidos los sueños de ella y los de su joven amante forzado a luchar en una guerra que ya no le importa. Me alegro, pues, que ye haya gustado.
      Gracias por acercarte a leerme y dejar tu comentario.
      Un abrazo.

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  18. Las guerras son muy crueles Josep y tú en este relato nos has descrito la desesperación de Humam y lo deshumanizado que se había vuelto su amigo Marwan Elja, un final muy triste.

    Abrazos.

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    1. Desde luego, Conchi, las guerras solo llevan al dolor y la desesperación, especialmntne para los que esperan el retorno de sus maridos, hermanos, hijos y parejas. Ya dice el refrán: en el amor y en la guerra todo vale.
      Un abrazo.

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  19. Un relato que atrapa de principio a fin, recreando un espacio con el que no solemos estar acostumbrados y mucho menos con la tensión que producen las guerras.
    Los personajes están muy logrados y se visualizan fácilmente a través de los diálogos dotados de naturalidad.
    También me ha parecido estupendo el doble giro de tuerca que conduce al desenlace y que nos hace reflexionar sobre hasta qué punto se puede ser confiado con los demás, incluso con aquellos que aparentemente fueron nuestros mejores amigos de la infancia. Como suele pasar, las apariencias acaban siempre por ser engañosas.

    Te felicito, estimado Josep, por este gran trabajo narrativo.
    Un abrazo.

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    1. Hay una película titulada "Querido John", basada en una novela homónima de Nicholas Sparks, el autor de El cuaderno de Noah (su novela más aclamada y también llevada al cine) que, aunque amilbarada (como casi todas las novelas de este autor), también trata de la guerra como una forma de romper una relación amorosa que parecía muy sólida.
      Yo solo he pretendido contar un cuento sobre este mismo tema, pero, a diferencia de la gran mayoría de cuentos, este no tiene un final feliz, como suele suceder en la vida real.
      Me alegro mucho que te haya gustado.
      Un abrazo, Estrella.

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