Veinte años de servicio y un historial
impecable. No habría llegado a comisario de no haber demostrado mi valía. Desde
que entré en el cuerpo de policía quise formar parte del departamento de
homicidios. Enseguida vieron que tenía un ojo clínico para desenmascarar al más
escrupuloso de los asesinos. Mario, mi compañero de fatigas durante todos esos
años, me decía, con sorna, que, de haber vivido en el Londres de 1888, sin duda habría
descubierto la identidad de Jack el destripador. Pobre Mario. También prometía,
y mucho. Habría llegado muy lejos de no haber sido por aquel inesperado y desgraciado
incidente. Gajes del oficio. Es lo malo de meterse en asuntos turbios sin la
debida preparación y sin nadie que te cubra las espaldas. Quería hacer méritos muy
deprisa y eso le hizo demasiado intrépido y negligente. Ante los psicópatas,
toda precaución es poca, pues son astutos e inteligentes. Por mucho que se lo
repetí, no hubo forma de que me hiciera caso.
Mario y yo nos
disputábamos el honor de ser el policía con más casos resueltos. Pero siempre
le ganaba por goleada y creo que eso espoleó su ego y lo llevó a sentir una
evidente antipatía hacia mí. De colega amistoso se convirtió en mi peor
enemigo. Se convirtió en mi sombra, siempre buscando un fallo o desliz con el
que pudiera desprestigiarme.
No dejo de pensar en
él. Su muerte fue un daño colateral que nadie pudo evitar. No sabía a lo que se
enfrentaba. Pisó el acelerador demasiado a fondo y no pudo frenar a tiempo. El
hecho de actuar solo lo llevó a la tumba y a mí me dejó con un sentimiento de
culpabilidad que los años me han ayudado a superar.
Su envidia por mis
logros se disparó cuando empecé a gozar de la admiración de todo el
departamento. Había resuelto uno de los casos más complicados a los que
habíamos tenido que hacer frente. En una semana se habían cometido cuatro
asesinatos. Cuatro prostitutas habían aparecido degolladas en unos descampados
cercanos a la carretera donde ofrecían sus servicios. El modus operandi
era el mismo: un corte en el cuello producido por un cuchillo de filo serrado y
una carta del Tarot junto al cadáver, la carta de la Muerte. No había duda de
que se trataba del mismo autor. El comisario de entonces me había encargado el
caso, solo yo podía resolverlo, me dijo. Mi estimado predecesor confiaba mucho
en mis cualidades de sabueso. De él aprendí mucho, prácticamente todo lo que sé
sobre mentes criminales.
El caso es que a los pocos
días de iniciar la investigación di con el asesino. Mario lo achacó a un golpe
de suerte, pero fue en realidad mi astucia lo que me llevó al éxito. Mario no
supo digerirlo.
El asesino resultó ser
un alcohólico, un sintecho que había ido entrando y saliendo de varios centros
de rehabilitación que solo consiguieron convertirlo en un sociópata. Su cerebro
estaba tan trastornado que ni tan solo fue capaz de explicar por qué tenía en
su poder el cuchillo del crimen, con sus huellas, y cuatro barajas del Tarot, a
las que le faltaba la carta de la Muerte.
Aquello me valió mi
primer ascenso. Me nombraron inspector jefe.
Pero ahí no acabaron
mis hazañas. El siguiente caso fue todavía más llamativo. En esa ocasión, los
asesinados eran tres indigentes como el que había acabado con la vida de
aquellas cuatro mujeres de la calle. Habían sido quemados vivos mientras
dormían arrebujados entre cartones. Los habían rociado con gasolina y prendido
fuego. Mario se apresuró a conjeturar que se trataba de alguien que quiso
vengar la muerte de aquellas prostitutas, una compañera sin duda. Pero yo
demostré que estaba totalmente equivocado, lo cual exacerbó su inquina hacia mí.
En esta ocasión también
di en el clavo en menos que canta un gallo. Mis sospechas recayeron en un tipo
perteneciente a un grupo neonazi que hacía poco había protagonizado varias agresiones
a mendigos que también dormían al raso. Por la descripción que hicieron de él,
todo apuntaba a ese hijo de puta, pero el juez no quiso firmar una orden de
registro por falta de pruebas y porque —todo hay que decirlo— era el hijo de un
magistrado amigo suyo.
Pero para mí no había obstáculos
y me las ingenié para conseguir esa orden. Tuvimos que echar la puerta abajo. Cuando
entramos en su piso lo encontramos muerto. Sobredosis. Y también hallamos algunos
bidones de gasolina.
Gracias a ese nuevo
éxito, otro ascenso vino a recompensarme. Sucedí a mi jefe que, por un
desafortunado accidente automovilístico, dejó vacante el cargo.
Todo había resultado perfecto. Hasta que Mario se inmiscuyó. No sé cómo lo descubrió. Debió de seguir mis pasos, día y noche, sin que yo me percatara, algo muy extraño en mí. En eso debo reconocerle el mérito. No pude evitar eliminarlo. Sin duda me habría delatado. Después de lo que me había costado encontrar a aquellos dos chivos expiatorios y preparar las pruebas incriminatorias, por no mencionar mi perfecta imitación de la firma del juez. Manipular los frenos del coche de mi predecesor fue, en cambio, coser y cantar.
No podía permitir que todo se fuera
al garete. Mario no quiso atenerse a razones, por más que intenté convencerle
de lo correcto de mis actos.
Siempre he detestado la
prostitución y la mendicidad. Es cuestión de principios.
Impresionante relato! Se me han puesto los pelos de punta. Pobre Mario, acabar de esa manera. Eso demuestra que no te puedes fiar de nadie.
ResponderEliminarUn abrazo!
Me alegro que te haya impresionado, amiga lectora, je,je. Ya lo dice el refrán: la curiosidad mató al gato, aunque en este caso no fue un felino quien sucumbió a la curiosidad sino un sabueso tan bueno como el perverso protagonista.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno, te veía venir desde el principio con eso del desafortunado accidente. Menudo sociopata, nunca mejor dicho un lobo entre los perros pastores que son los que en principio defienden a las ovejas.
ResponderEliminarTu narrativa impecable nos ha llevado mediante una relación de hechos a un final que queda abierto a nuevos crímenes. Si no le gustan a este hombre ni lis mendigos ni las prostitutas tiene tajo para rato. Ya le podía haber dado por los políticos ¿No crees?
Suerte con el tintero compañero.
Un abrazo.
Hola, Javier. Si te refieres al desafortunado accidente automovilístico del anterior comisario, eso sale bastante al final, je,je. Supongo que te refieres a alguna otra pista suelta por ahí.
ResponderEliminarDe todos modos, también eres un sagaz sabueso acostumbrado al engaño, así que no me extraña que adivinaras el desenlace mucho antes de lo que yo habría preferido, ja,ja,ja. Mi mujer, siempre mi primera lectora, también lo vio venir pero, según me dijo (a menos que quisiera contentarme), hacia la mitad del relato, je,je.
Y sí, como no descubran pronto su perversión, a ese individuo le queda mucho trabajo por delante, aunque como comisario lo tendrá un poco más chungo, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Qué buen psicópata fue Hannibal Lecter y cuanto de su mirada se ve en algunos polític@s, ja, ja, ja. Estupendo tu relato, Josep. Además, nos lleva o me lleva a una reflexión. En la policía se supone que los inspectores deberían pasar revisiones de salud mental y aún así hay tipos como Villarejo. Pero en la política parece claro que entra gente muy mal que luego gestionan según como tengan la cocorota. En fin, que me voy por las ramas. Lo dicho, un relato que sabe enganchar al lector y que resulta una importante aportación para la temática exigida por El Tintero de Oro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, Miguel, los aspirante a policía, ya sea autonómica o nacional, y a guardo civil, deberian pasar un test psicológico que pudiera desvelar si sus mentes encierran a un psicópata, pero habría más de uno que superaría la prueba, je,je. Yo no sé como esa Villarejo llegó a comisario, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias por tus comnetarios.
Un abrazo.
Gracias, Josep Mª, por participar con este relato en el concurso. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarDe nada, David, ha sido un placer.
EliminarUn abrazo!
Qué bueno!, Jose Mª, me ha gustado mucho la historia y el desenlace final. La verdad es que no me lo esperaba. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues me alegro, no solo de que te haya gustado, sino de que haya podido sorprenderte.
EliminarUn abrazo.
Excelente, Josep! Muy bien escrito, muy bien graduada la información y ritmo aterrador. Por supuesto no hay sorpresa porque estamos leyendo a un psicópata, pero la tensión se mantiene de manera impecable. Felcitaciones. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Juana, me alegro que te haya gustado esta declaración de un psicópata al que todavía no le han dado caza.
EliminarUn abfrazo.
Vaya, qué sorpresa!. Aunque me ha sorprendido el final, el protagonista me estaba cayendo un poco mal por su presunción sobre como llevaba los casos. Pobre Mario y los demás, menuda pieza.
ResponderEliminarCreo que en realidad, psicópatas debe de haber a cientos.
Muy bien elegida la imagen de Anthony Hopkins, :))).
Me ha encantado el relato Josep. Un abrazo.
El hombre hacía trampa, jugando con la ventaja de ser quien era, saltándose la ley y cometiendo esos asesinatos que luego, lógicamente, sabía resolver a su favor. Es una versión, en plan perverso, de ese "yo me lo guiso y yo me lo como", je, je.
EliminarMuchas gracias, Elda, por tu amable comentario.
Un abrazo.
El título no puede ser más apropiado, Josep Mª, cuestión de principios, de los principios que le convengan a comisario, para quien la ambición no tiene límites, y si de paso limpia la ciudad de “indeseables” mata dos pájaros de un tiro.
ResponderEliminarBuen ritmo y buen desenlace.
Un fuerte abrazo, Josep Mª
Pues sí, con la excusa de limpiar la ciudad de delincuentes, muchos podrían emular a ese psicópata representante de la ley para ponerse medallas inmerecidas.
EliminarMuchas gracias por leerme y dejar tu comentario.
Un abrazo de vuelta, Isabel.
Se me olvidó comentarte que si al prota de tu relato le cuestionaran sus principios, seguro que contestaría al estilo Groucho Marx: "Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros"
EliminarA base de jugar al "gato y el ratón" con tus lectores, confieso que he mantenido la atención en alerta, de manera que ya en la introducción capté esa primera pista, de la que ya te ha hablado antes Francisco y seguí leyendo... hasta que continuaron las pistas, especialmente en el tercer párrafo, que viene a ser una confesión de los hechos.
ResponderEliminarHas reflejado muy bien la figura del sociópata atrapado en su locura, que no es otra que "limpiar" las calles de prostitución y mendicidad, es decir, cumplir con sus principios.
En general es un relato con unos tiempos bien distribuidos para evitar que el lector pierda el interés por la lectura y un ejercicio impecable desde lo narrativo.
Un abrazo.
Hola, Estrella. Prefiero decir que me gusta más jugar con la curiosidad e interés de mis lectores, je,je. Y, desde luego, me complace saber que he captado el tuyo.
EliminarNo tengo mucha idea de psiquiatría, pero me aventuro a afirmar que hay distintas tipologías de psicopatías. Hay psicópatas a los que se les descubre por un desliz, por un delito imposible de ocultar o por un comportamiento abiertamente anómalo. Y los hay concienzudos, que saben adoptar una personalidad impecable a ojos de los demás. Este sería el caso de "mi comisario", al que solo otro astuto y perseverante sabueso, movido por los celos y la intriga, puede llegar a descubrir la verdad, una verdad tan aterradora que le vale la vida. Aqui el gato se comió al ratón, je,je.
Muchas gracias por tus comentarios, compañera.
Un abrazo.
¡Hola!
ResponderEliminarQué buen relato. Es increíble lo que a veces hace la gente para progresar. Y aunque sea un relato inventado...si pudiéramos investigar un poco a esa gente qu eha prosperado demasiado rápido, a saber qué encontraríamos.
Enhorabuena y feliz día.
Hola, Gemma. Hay gente que para progresar es capaz de las peores veleidades, pero las que comete mi protagonista se lleva, desde luego, la palma, je,je.
EliminarMuchas gracias por tu visita.
Un abrazo.
Los principios son muy importantes. Tu protagonista es un hombre de principios y si no le gustan la prostitución ni la mendicidad...
ResponderEliminarMuy bueno tu relato. Un personaje que es todo un psicópata. Y desde luego, muy voluntarioso. Cuando algo se le pone delante de sus objetivos lo despacha sin problemas.
Mucha suerte con el concurso.
Un beso.
Visto así, desde luego es un hombre de principios y se rige por ellos. Si todos nos cargáramos a quienes no soportamos..., ja,ja,ja.
EliminarSon muchas las películas policíacas en las que un miembro corrupto del cuerpo traiciona los principios que deben mover a un defensor de la ley y el orden por codicia, por dinero. Y los hay quienes se pasan de la raya y, abusando de la autoridad, proporcionan una buena e inmerecida paliza a un sospechoso. Supongo que algo de eso puede llegar a suceder todavía hoy día, pero yo he querido ir más allá, qué caramba. Ya puestos a describir a un psicópata, un poli me servía perfectamente para cunpleir con el reto, je,je.
Muchas gracias, Rosa.
Un beso.
Realmente bueno tu relato. Y en un estilo que me encanta. Tras algunas carreras ascendentes, hay asesinatos, virtuales casi siempre ;-) Y es que tenemos la vertiente asesina latente, que puede salir a escena cuando se requiere. Aquí la verdad, necesario no era, pero hacer callar al compañero...era muy difícil.
ResponderEliminarBrillante. Un abrazo
Si nos ponemos en plan peliculero, seguro que detrás de algún que otro político o empresario millonario se esconde algún crimen. En la historia reciente, han habido muertes sospechosas cuyo motivo nunca se ha aclarado y han pasado por muertes naturales o accidentales. Vaya usted a saber, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, amiga.
Un abrazo.
Un relato magistral.Te lo digo de corazón. He disfrutado con él de principio a fin.Me encanta esa forma tan extraordinaria de meterse en la mente de un psicópata, y relatar los crímenes como si fuera lo más natural del mundo. No sé si ganarás el premio pero el relato es buenísimo.
ResponderEliminarMucha suerte
Me alegro mucho de haber sido capaz de deleitarte con este relato de ficción.
EliminarSupongo que un verdadero psicópata vive su vida con total normalidad. Mira, si no, a Normas Bates, el protagonista de Psicosis, je,je.
Un abrazo y gracias por tus buenos deseos.
Muy buen relato, Josep. Me ha encantado la ironía del personaje y el ritmo de la historia. La frase de conclusión, genial. Felicidades y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarMe alegro que ye haya encantado mi personaje en su faceta psicopática e irónica.
EliminarEn esta vida, si no nos ceñimos a nuestros principios e ideales, no tenemos nada que hacer, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Magnífico,Josep.
ResponderEliminarAunque las semillitas las has dejado bien visibles, y aunque desde el comienzo, incluso desde el mismo título, se entrevea que algo sospechoso encubría tu prosa, he de confesar que cualquier desenlace podría haber sido posible (por lo menos así lo he sentido). Solo ese giro, (yo ya lo tuve claro con lo del accidente del coche, demasiado casual, XD), casi al final encauza y engloba a tu psicópata, (porque si lo hubieses querido, también podrías haber atado cabos en consecuencia hacia Mario, si hubieses estimado darle a ese protagonista el papel de psicópata). Y eso es por el magnífico juego de mostrar y ocultar lo que te conviene en cada momento junto con esa picardía que tienes para narrar las historias más inverosímiles como si fueran una anécdota de partideta de domingo tarde. Me mantuviste atento en casa momento, y sin diálogos, solo pura narración con un balance de frases, para mí, perfecto.
En fin, la competencia no es algo positivo si se toma como lo has descrito, pero si es para compartir sanamente nuestras historias, es algo formidable y obligado.
Un abrazo y mucha suerte.
Muchas gracias, Pepe. La limitación a 900 palabras me contuvo la imaginación. je,je. Realmente, la historia daba para más, rizando el rizo. Las sospechas de Mario podrían haber dado lugar a una serie de desencuentros con su compañero y futuro comisario que hicieran dudar del desenlace. De hecho, mientras iba escribiendo, con una cierta dosis de guión y con otra de improvisación, se me iban ocurriendo distintos finales, pero creo que con este ya es suficiente para contentar al personal (a mí incluído) y cumplir con las bases del concurso, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Pepe, por tus detallados y halagadores comentarios.
Un abrazo.
¡Es genial tu relato Josep! ¡Menudo sicópata estaba hecho! Gracias por hacerme pasar un buen rato con tu lectura.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias a ti, Conchi, por tu visita y por dejar un comentario tan entusiasta.
EliminarMe alegro mucho que hayas disfrutado con esta historia.
Un abrazo.
Gran relato, acompañado por el factor sorpresa que te caracteriza. Has estado sembrado.
ResponderEliminarMucha suerte en El Tintero.
Un abrazo.
Dicen que quien siembra, luego recoge, o algo así. A ver si esta vez recojo algún premio, je,je.
EliminarMuchas gracias a ti por leerme.
Un abrazo.
Está claro que la ley y el orden a veces recaen en manos inadecuadas y es peor el remedio que la enfermedad.
ResponderEliminarBuen relato, ágil, entretenido y muy bien contado. Genial.
Un besote.
Cuando la mano que hace cumplir la ley es una mano envenenada, es como la mano que mece la cuna, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Paloma.
Un beso.
P.D.-Espero que conozcas la película "La mano que mece la cuna"; de lo contrario no tendrá gracia mi comentario. Va de una niñera aparentemente amorosa a la que le mueven muy malas intenciones.
Un buen relato y con un final que indica que no le gusta la gente indeseada. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mamen. Lo malo de esta historia es que si todos a los que no nos gusta la gente indeseable actuáramos del mismo modo, esto sería una selva, je,je.
EliminarUn abrazo.
Buena exposición, narrativa y mental, de un sujeto psicópata en toda regla. Personajes inventados para relatos que existen en cualquier sitio. Como es habitual nos recreas con un buen relato, Josep.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Carmen, por tu amable comentario. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn saludo.
Fantástico relato compañero, me ha gustado mucho, me encanta cuando nos mantienes en vilo, nos confundes, despistas,... todo un arte amigo. Llámame desconfiada o mentalista jajaja pero en la presentación del personaje ya se me encendió un recordatorio mental del tipo, ojo que : 'ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos'. Y así ha sido... pobre Mario, pobre jefe,... pobres mendigos y prostitutas...
ResponderEliminarGracias por compartir, un abrazo grande y sabático.
Las cosas no son siempre lo que parecen. Uno se confia demasiado y luego pasa lo que pasa, je,je. Siempre es mejor ser desconfiado, así nos adelantamos a los acontecimientos. Si tú tienes esa habilidad, estás mucho más a salvo, ja,ja,ja.
EliminarEl maldito bastardo no tuvo reparos en llevarse por delante a prostitutas, mendigos y a todo aquel que se interponía en sus planes.
Un abrazo.
Este relato te va como anillo al dedo,... jajaja, pero porque seas un psicópata!!
ResponderEliminarMe ha encantado. Mucha suerte!
Perdón, al releer el comentario me di cuenta de que me había comido un "no", por supuesto quise decir: "pero no porque seas un psicópata!!"
EliminarJa,ja,ja. Ya suponía que no me tenías por un psicópata. Lo que hace comerse una simple palabra, je,je.
EliminarMe alegro que te haya gustado el relato.
Un abrazo.
Uno de mis candidatos, Josep! Me ha gustado mucho! Enhorabuena! Saludos!
ResponderEliminarPues me alegro que opines así, María José.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Hola, Josep! Me ha encantado tu relato. El avance gradual y la sorpresa final. Traté de leerlo como si no supiera que el que hablaba era el psicópata. Así se puede apreciar mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Me alegro que disfrutaras del relato. Los psicópatas, en el fondo, resultan muy interesantes, je,je.
EliminarUn abrazo.
Saludos Josep
ResponderEliminarMe ocurrió lo contrario, muy pronto intuí cuál iba a ser el final, desde luego ayuda la premisa que se trata de un psicópata. N obstante disfrute la historia, porque figuras bien el perfil de tu protagonista, al grado de empezar a sentir desprecio por él. Sin duda sabes construir muy bien los protagonistas. Felicidades.
Saludos, Alfredo. Claro, tratándose de un relato sobre un psicópata, hay poco entre lo que elegir, je,je.
EliminarMe alegro que, aun sabiendo la malsana identidad del protagonista-narrador, te haya gustado la historia hasta el punto de disfrutarla. Muchas gracias por tu lectura y comentario.
He pasado toda la lectura pensando que algo encerraba y no sabía qué. Muy bien, como siempre nos intrigas hasta el mismo momento del final.
ResponderEliminarSAludos.
Me alegro haberte mantenido atenta hasta al final y que hayas disfrutado de la lectura.
EliminarMuchas gracias, Manuela, por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Hola Josep
ResponderEliminarMuy buen relato, para mí, uno de los mejores que has escrito.
El tono, el ritmo, los personajes y las convicciones, todo camina en el mismo rail.
Enhorabuena y mucha suerte
Hola, Palola,
EliminarNo sé si será mi mejor relato, pero sí en el que he puesto más empeño en describir a un psicópata, je,je.
Muchas gracias por tu valoración y tus buenos deseos.
Un abrazo.
Hola Josep. Tu protagonista es el perfecto psicópata. ¡Felicidades! No siente rencor hacia su compañero por estar a punto de descubrir su faceta oculta, sino que incluso siente pena por su triste destino. Un ser tan egoísta y falto de empatía, con esa fuerte y atractiva personalidad, bien se merece una obra mayor. ¿No te parece? Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte.
Hola, Bruno. Mi protagonista, como todo buen psicópata, procura no dejar pistas, pero no contaba con que los celos de su astuto compañero intentarían desbaratar sus planes. Por eso reconoce su valía como buen detective y siente que haya terminado de ese modo. Siempre hay el "si no fuera por..."
EliminarMe alegro que te haya gustado su personalidad y, por supuesto, la historia, je,je.
Un abrazo y también te deseo mucha suerte.
Asi es, hay gente que nunca entiende los buenos motivos de un bien mas grande. En este caso la Envidia, fue la perdicion del otro detective.
ResponderEliminarHola, Hugo.
EliminarEn efecto, hay quien todavía no entiende el sabio refrán que dice "a grandes males, grandes remedios", je,je. Y también es muy cierto que la envidia es muy mala compañera de viaje.
Un abrazo, compañero.
Hola, Josep Mª. No le gustan las prostitutas, ni los mendigos, pero tampoco los fachas y, casi de una tacada se los carga a todos. Se veía venir quien era la mano y se adivinaba el destino de su compañero, pero lo importante era el quién sino el cómo lo presentaría el autor. Subir en el escalafón parece un bien motivo que justifica la limpieza aún cuando en ella entre el jefe. Me ha parecido un relato magnífico.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Isan. Reconozco que la historia no encierra mucha sorpresa, pues ya se intuye quién es el malo de la película desde un buen inicio, je,je. Debo decir, sin embargo, que no era ese mi objetivo principal sino, como apuntas, describir la forma de actuar de un psicópata a quien nada ni nadie le impide salirse con la suya.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Muy buen relato, Josep.
ResponderEliminarUn psicópata "limpiador" de prostitutas e indigentes, que al final se sale con la suya. ¡Te quedó un relato muy ingenioso!
Abrazo
En todo caso, es un psicópata muy disciplinado que sabe lo que quiere y lo que quiere es llegar a lo más alto del escalafón, y para ello se sirve de su aversión hacia la prostitución y la mendicidad.
EliminarMenos mal que no hay muchos como él, ja,ja,ja.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Buen texto, amigo Josep Mª, me ha gustado mucho. ¡Menudo elemento el comisario! Nos has regalado un gran relato con tu elegante estilo, y que cumple a la perfección con los requerimientos del reto mensual, ¡enhorabuena!
ResponderEliminarTe envío un fuerte abrazo y el deseo de mucha suerte en "El Tintero".
Muchas gracias, Patxi, me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo y también te deseo suerte en El tintero de oro.
Hola Josep, me ha gustado tu relato. Asusta identificar al protagonista, ese personajillo, que casi se puede mimetizar exteriormente con los abundantes trepas que afloran por algunos ambientes laborales. Este no se conformó con matar emocionalmente, psicológicamente o laboralmente a sus víctimas, como buen psicópata llegó hasta el final.
ResponderEliminarUn saludo y suerte en El Tintero.
A mí los trepas siempre me han desagradado enormemente, pero los peores son los que actúan con sigilo, sin que nadie se dé cuenta, y esto lo saben hacer a la perfección los psicópatas, je,je.
EliminarMe alegro que te haya gustado este relato.
Un abrazo, Carles.
Como dicen por allí lo sospeche desde un principio. Buen relato, y gracias por visitarme. Saludos cordiales desde Venezuela.
ResponderEliminarHola, Raquel.
EliminarSi bien quería mantener un poco el suspense, tampoco se podía ocultar por mucho tiempo quién era el malo, je,je.
Muchas gracias por devolverme la visita y dejar tu comentario.
Un abrazo desde Barcelona.
¡Qué buen relato, Josep! Lo intuía desde el principio y me ha atrapado su lectura por ver cómo se resolvía el final. Sí, claro; el gran policía trepa, asesino en serie y sociópata queda suelto por ahí. Me temo que me lo puedo encontrar en cualquier esquinal. Cruzo los dedos.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en el Tintero!
En las películas, el asesino psicópata acaba siendo descubierto y atrapado. En mi relato no, esta es la gracia, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Pilar, por tu comnetario y me alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Sorprendente policía asesino nos dejas, Josep. Me resultó sospechoso que desde el principio le saliera todo tan bien y tan rápido al prota. Dudé mucho de que el primer autor fuese un indigente, me cuadró más el chico siguiente hijo del magistrado, aunque tampoco era y no lo supe ver hasta la aproximación al final. Muy buen escrito, Josep, como todo lo tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Sí, las cosas perfectas dan que pensar y sospechar. Y los perfeccionistas todavía más, je,je. Una persona tan meticulosa y triunfadora como esta debía tener un lado oscuro.
EliminarMuchas gracias, Carla, por tu comnetario.
Un abrazo.
Menudo angelito el susodicho policía, se cargaba todo lo que le molestaba incluido su compañero e incriminaba a los que no podían defenderse ya que también los mataba.
ResponderEliminarMuy buen relato Josep, un psicópata en toda regla.
Un abrazo y suerte
Puri
Pues mi "angelito" es como cualquier psicópata, que se lleva por delante a todo aquel que le molesta, le importuna o le hace sombra, je,je.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado.
Un abrazo, Puri.
Un relato genial, compañero. Me ha gustado mucho ese personaje tuyo que, cuando el lector no podría estar más asombrado con su profesionalidad, ve su trama descubierta. Ese final es muy bueno. ¿Qué acontecimientos en su vida le habrán hecho ser de esa manera? Felicidades y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ulises, por dejar tu comentario. Supongo que deberíamos remontarnos a su niñez para descubrir algún trauma que lo convirtió, con los años, en lo que acabó siendo, je,je.
EliminarTambién te deseo suerte en el certamen.
Un abrazo.
Un policia como Dios manda que hace falta hacer mucha limpieza en esta sociedad tan corrompida. Con tan buen trabajo un par de daños colaterales no son mancha para tan ejemplar expediente. Saludos y Suerte.
ResponderEliminarDesde luego, todo es cuestión de opiniones y de planteamientos. Ya se sabe, todo depende del color del cristal con que se mira, je,je.
EliminarMuchas gracias por venir y por tus deseos.
Saludos.
Muy buen relato, Josep M. Espero y deseo que no haya gente ocupando cargos de responsabilidad como el protagonista. Un psicópata integrado y condecorado, inteligente y manipulador, que se sirve de su oficio para "limpiar"la ciudad de mendigos y prostitutas. Con un estilo elegante y sutil nos conduces por sus
ResponderEliminar"hazañas"sin desvelar, aunque dejando pistas, su verdadera mente perturbada. Un abrazo y suerte en el Tintero.
Bueno, yo me sé de un comisario, que se ha hecho muy popular, que no es que haya estado precisamente muy fino en la realización sus funciones "oficiales", je,je.
EliminarMuchas gracias, compañero de letras y de tintero. Yo también te deseo la misma suerte.
Un abrazo.
Por cierto, ahora he caído en la cuenta de que estoy escribiendo un relato del género fantástico al que quería titular, si la cosa no se tuerce, "La mosca y la araña". Espero que no te importe.
EliminarOtro abrazo.
¡Me ha encantado tu relato Josep!
ResponderEliminarComo el protagonista cree que sus principios son más importantes que los que dicta la sociedad, teniendo su propia noción de lo que es la justicia. Te deseo mucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Muchas gracias, Mima, por abandonar tu habitación para venir a leerme, je,je.
EliminarGracias también por tu comentario.
Yo también te deseo suerte.
Un abrazo.
Lo de "estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros" parece que no va con tu protagonista. Tiene claro lo que quiere, lo que no y como cumplir sus objetivos.
ResponderEliminarMe ha gustado, buen relato.
Un abrazo virtual (por aquí todavía nos dejan)
Como buen psicópata, tiene unos principios inamovibles, je,je.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Otro abrazo virtual de vuelta, David.
Vaya con el comisario sin escrúpulos! Todo vale para quien debería aplicar la ley. Un psicópata ambicioso motivado por las ganas de progresar laboralmente.
ResponderEliminarMe ha gustado tu enfoque!
Un abrazo
Si a un psicópata le das un arma y un cargo policial, le pones las cosas muy fáciles para su "trabajo", je,je.
EliminarMuchas gracias, Araceli, por tu comentario.
Un abrazo.
Los testigos inoportunos, pobre Mario. Ni siquiera la policía está libre de psicópatas de la peor calaña. Muy buen relato, mucha suerte. Un saludo.
ResponderEliminarMario se metió, sin querer, en la boca del lobo, y todo por su rigurosidad policíaca.
EliminarMuchas gracias por tu visita, por tu comentario y por tus buenos deseos.
Un saludo.
Felicidades Josep, quedarse situado entre los diez primero es un puesto estupendo. Un abrazo, querido compañero.
ResponderEliminarPues muchas gracias, Isabel. Y felicidades también para tí, pues he visto que ocupas un no menos estupendo séptimo puesto.
EliminarUn abrazo, compañera de letras.
Enhorabuena, Josep. Tu relato tenía que estar entre los seleccionados, y bien arriba, un sexto puesto con buenas vistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enhorabuena a tí también, Carmen, por ese octavo puesto.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
No lo había leído y ¿cmo no lo iba a leer? a ver cuando leches te dan el tinterazo, ahora que nadie me va a leer, excepto tú jajaja. Tú buen hacer con la escritura, esa narrativa limpia que te va llevando a un final, en este caso.., se veía venir. ¡Es que el reto me lo ha puesto a huevo! Aún sabiendo que era el asesino, lo que no sabía es porque se lo había cargado, algún motivo negro tenía que tener. Y ahí, está la clave del mandarín. Muy bueno. Felicidades, yo me siento muy orgullosa de tus letras, finas y aderezadas de sutil inteligencia y un verbo que más de uno y una le gustaría tener. jejeje. Un abrazote y feliz fin de semana, compañero.
ResponderEliminarBueno, Eme, nunca es tarde si la dicha es buena, ja,ja,ja.
EliminarNo sé si mis letras son como las defines (Ojalá), pero si letras no me faltan sí que me has dejado sin palabras, je,je. Que seas tú, con esa prosa tan prodigiosa que te distingue, la que me eche ese piropo es para flipar. Ya lo creo que pasaré un buen fin de semana, ja,ja,ja.
Un fuerte abrazo.