Siempre que he contado esta historia a algún
amigo íntimo, no me ha creído. Así que he querido ponerla por escrito para contar
quién fui durante mi juventud.
Tenía treinta años
cuando entré al servicio de su Graciosa Majestad. Me sentía en la cresta de la
ola y no me desagradaba que no se conociera mi verdadera identidad. Cuando las
mujeres me preguntaban a qué me dedicaba, les decía que era detective privado.
Si eso ya las entusiasmaba, qué habrían dicho si les hubiera confesado la
verdad. En más de una ocasión estuve tentado de hacerlo, pero supe contenerme. Hasta
que conocí a Eva, una bellísima modelo de la que me enamoré locamente. Se lo
confesé al poco de trasladarse a vivir conmigo. Quería que me conociera tal
como era, sin tapujos ni secretos. Y eso posiblemente le costó la vida.
Debo decir, sin
embargo, que todo sucedió en parte por una indiscreción suya, a pesar de todas
mis advertencias. Nadie debía conocer donde vivíamos, no en balde los espías
cambiamos de morada con tanta frecuencia. Aun así, me siento culpable por haber
infringido la norma más elemental de todo espía: el secretismo absoluto.
La primera voz de
alarma tuvo lugar una noche, cuando volvíamos a pie de cenar en un restaurante
cercano. Enseguida noté que alguien nos seguía. Yo estaba entonces metido de
lleno en la caza de un oligarca ruso que había adoptado una identidad falsa. Disponer
de la información que, todo indicaba, poseía sobre los planes para un supuesto
ataque a la central nuclear de Zaporiyia por parte del ejército ruso era
crucial para evitar un desastre a gran escala.
No me cupo ninguna
duda, por lo tanto, que nos seguía alguno de sus guardaespaldas con objeto de
eliminarme.
Una vez en mi
apartamento, le conté toda la verdad. Cavilando sobre cómo ese sabueso conocía
mi identidad y paradero, Eva me confesó que quizá fuera debido a que se lo
contó a una amiga. Estaban tomando unas copas y le dijo que se había trasladado
a vivir conmigo, pero no a lo que me dedicaba. Recordaba haberle enseñado una
foto en la que salíamos los dos muy acaramelados. Sí le extrañó que pareciera reconocerme.
Habían entablado una
amistad desde hacía poco y desde el principio congeniaron. Es que la vida de
una modelo, aunque parezca mentira, es muy solitaria y aburrida—me dijo. En su profesión
no hay amigas, hay rivales. No era de extrañar, pues, que intimara tan pronto con
esa joven. De hecho —reconoció— sabía muy poco de ella, solo su nombre de pila,
Andrea, y que trabajaba en un banco de la City de Londres. Quise saber quién
era y si era cierta la impresión que le dio a Eva de que me conocía. ¿Sería
ella quien nos había seguido? ¿Qué interés podía tener hacia mí esa amiga?
Aquella noche transcurrió
normalmente. Quien fuera nuestro perseguidor, debía haber quedado satisfecho al
comprobar mi domicilio. Pero seguro que volvería al ataque y la próxima vez probablemente
no saliéramos ilesos. Así pues, conminé a Eva a que volviera a su antiguo
apartamento hasta que las aguas hubieran vuelto a su cauce.
Al día siguiente me puse
manos a la obra y por la tarde ya tenía todos los datos de aquella enigmática amiga.
Era rusa. Se llamaba Alina Ivanova y vivía en la Gran Bretaña desde hacía cinco
años.
Todo mi equipo se puso
en marcha para obtener la máxima información y hacer un seguimiento de sus
actividades. La extinta KGB era mucho más eficaz que los actuales servicios
secretos rusos, pues al poco ya supimos que estábamos ante una amante del
gerifalte ruso. Solo debíamos seguirla las veinticuatro horas del día para dar
con el paradero de aquel hombre. Montamos una estrecha vigilancia para, una vez
localizado su escondite, entrar y apresarlo. Alina no tardó mucho en llevarnos
hasta el escondrijo de su amante. Me resultó extraña tanta facilidad. ¿Podía
ser que la rusa hubiera adivinado nuestras intenciones y nos guiara hacia una trampa?
Cuando irrumpimos en el
piso, solo vimos a dos mujeres: Alina y Eva, esta última amordazada. Al verme,
no pudo contener el llanto. Pero su mirada también me advirtió que alguien
estaba a nuestras espaldas. Cuando me volví, había tres individuos, dos de
ellos fuertemente armados y flanqueando a otro que sin duda debía ser el ruso
al que queríamos apresar. Enseguida comprendí que su intención era acabar con
todos nosotros. Sabíamos demasiado como para dejarnos con vida.
Cuando ya me daba por
vencido, sucedió algo inesperado: Alina sacó un revólver del bolsillo trasero
de su pantalón y empezó a disparar. Mis hombres y yo nos echamos al suelo. Tras
un cruce de disparos atronador, se hizo el silencio. Una vez dispersado el humo
que la pólvora había esparcido, vi que tanto Alina como los tres rusos yacían
sin vida. Cuando dirigí la mirada a la silla donde habían atado a Eva, no pude
reprimir un grito de desesperación.
Alina era una agente que
trabajaba para el Kremlin, vigilando al oligarca para asegurar su lealtad y a
la vez neutralizar la operación en la que yo trabajaba. A Eva la debió utilizar
para intentar negociar.
Siempre supe que mi
profesión y mi vida sentimental tenían que estar totalmente separadas, pero el
amor me traicionó y acabó con mi amada.
Espero que algún día
alguien lea esta historia y saque sus conclusiones.
Menuda historia. Un poco más desarrollada da para una magnífica novela o una buena película. La he leído muy enganchada.
ResponderEliminarUn beso y suerte en el concurso.
Pues a ver si alguien me compra la idea, me paga derechos de autor y hace una película, je, je.
EliminarUn beso.
Todo un gran relato de espías con los elementos precisos y preciosos que tanto nos gustan a los amantes de este tipo de aventuras. Me ha gustado mucho la actualidad que presentas con la mención a Zaporiyia (¿Próximo desastre mundial?) y esa combinación de amores frustrados que dan morbo al relato.
ResponderEliminarExcelente aporte a la convocatoria, Josep.
Un abrazo.
Gracias, Miguel, por tu comentario. Me alegra que esta historieta te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno. Con una voz narrativa al estilo de la novela negra primigenia que tanto me gusta. Y la trama es estupenda, no le falta de nada al relato. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo, Josep.
ResponderEliminarHola, Pedro. Si hubiera podido extenderme más, habría incluido más elementos de intriga, je, je.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. Muchas gracias por participar.
ResponderEliminarQue tengas mucha suerte en el concurso!!
Hola, Bruno. Gracias tí por darnos esta oportunidad.
EliminarUn abrazo.
No tiene desperdicio el relato. Realmente te has lucido.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Un abrazo.
Muchas gracias, Chema. Solo con que os guste, ya me doy por satisfecho.
EliminarUn abrazo.
Una historia de espionaje con tragedia. Parece que no sólo murió Alina, quien inesperadamente atacó a los enemigos del protagonista. sino que también Eva. Un final amargo que pueden tener las historias de espionaje.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Sí, una historia con un final triste, no como las de James Bond que siempre acaban bien, je, je.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho. Se sale de lo usual, la originalidad es brillante. Suerte.
ResponderEliminarPues sí, desde un principio quise escribir algo menos habitual de a lo que estamos acostumbrados. Si me ha salido bien, lo celebro.
EliminarUn saludo.
La vida del espia es especialmente dura. No solo por los peligros que corre su vida constantemente, sino que además estan condenados a vivir en soledad. De no hacerlo, deben estar preparados en cualquier momento a la posible pérdida de su gente más cercana. Un abrazote y mucha suerte con el concurso Josep Maria!
ResponderEliminarPor eso jamás se me pasó por la cabeza hacerme espía. Me gusta la soledad pero solo hasta cierto punto y no me gustan los secretos, ja, ja, ja.
EliminarUn abrazo.
El precio de abrir apenas una rendija en la intimidad de un espía puede ser catastrófico para él y. hasta llegado un extremo rocambolesco, para la humanidad. Me ha resultado muy interesante, Josep. Suerte y un abrazo
ResponderEliminarHay que ser una tumba para no levantar ni la más mínima sospecha entre los que rodean al espía. Debe ser muy duro. Al menos deben estar muy bien pagados, je, je.
EliminarUn abrazo.
El espionaje y el amor verdadero no son compatibles, por eso James Bond y tantos otros solo tienen amantes, pues de lo contrario sería peligroso.
ResponderEliminarMuy buena historia me gusto mucho leerla, entretenida hasta el final a pesar de ser tantriste.
Saludos y mucha suerte,
PATRICIA F.
Hola, Patricia. Con lo enamoradizo que siempre he sido, no podría haber ejercido de espía. Además, mi espíritu monogámico me lo tendría prohibido, ja, ja, ja.
EliminarUn saludo.
Esa Eva no supo manetner el secreto, y el espionaje requiere de enormes dosis de silencio.
ResponderEliminarBuen relato. Un abrazo
Ya dicen que por la boca muere el pez, y en esta ocasión el pez se llamaba Eva.
EliminarUn abrazo.
Fantástico, Josep. Me ha gustado mucho el aire de fatalismo y desencanto que tiene el relato. La trama es muy amena y muy visual. Una historia estupenda. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta, por tu valoración. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Amor y espionaje no suelen "casar" demasiado bien. Se corre el riesgo de bajar la guardia en momentos de intimidad y luego pasa lo que pasa. Bien hilado tu relato, Josep. Amena lectura y muy visual.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un listillo hizo la siguiente versión del famaso refrán: "el hombre propone, dios dispone... y la mujer descompone", je, je. Aunque en esta historia los dos pecaron de imprudentes. Y es muy cierto que en los momentos de intimidad es cuando uno es más imprudente, y si no, que le pregunten a la difunta Mata Hari, ja, ja, ja.
EliminarUn abrazo.
Muy buen relato. Suerte en el concurso. Un saludo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn saludo.
Hola Josep una de espias diferente tiene todos los ingredientes de una buena historia y un poco de sentimiento que también le nieve bien, suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Ainhoa. Busqué algo ligeramente distinto a las historias clásicas de espías, je, je.
EliminarUn abrazo.
Que bonito y buen relato de espias, según iba leyendo he visto las escenas como si estuviera viendo una peli, y expectante para ver cómo terminaba.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y me parece un maravilloso aporte para el concurso.
Un abrazo Josep, y suerte para el concurso, bueno, y para todo 😀
Una historia con un final trágico en la que nuestra Julieta deja solo y tremendamente afligido a nuestro Romeo. Y es que no todas las historias de espías tienen que terminar bien.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado.
Un abrazo, Elda, y que a tí también te sonría la fortuna y te inspire esos maravillosos poemas a los que nos tienes acostumbrados.
Hola Josep, nos muestras la vida de los espías y las reglas que deben regir su vida si no quieren que sus seres queridos salgan lastimados. Un relato con mucha acción e intriga, como deben ser los relatos de espías. Creo que te quedó algo muy bueno. Suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola, Ana. La vida de los espías es muy complicada. Lo mejor es que se mantengan solteros si no quieren comprometer la vida de sus mujeres, hijos y demás parentela.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un saludo.
Hola Josep, buen relato con triste final, está visto que los espías no se pueden enamorar o, como mucho, estar con varias, para que así no se queden solos. Buen aporte para el reto.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche. Un espía como dios manda debería seguir los consejos de James Bond: tener muchas amantes pero ninguna fija, ja, ja, ja.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josel! Me engañaste con Eva, pensé que era la mala, la espía que traicionaría al prota y que se la jugaría, pero la tenías otro final para la modelo, uno más duro aún. Los relatos policiales te suelen gustar, o por lo menos te he leído unos cuantos y te veo como pez en el agua con ellos, dan para mucho juego si sabes retorcer sus premisas. Este no es policial pero parecido, son espías y juegos sucios con finales que anhelan ser desvelados.
ResponderEliminarUn trabajo brillante, Josep, de los que apunta bien alto.
Un abrazo y mucha suerte
Hola, Pepe. Pues sí, me gustan los relatos policiales y eso que nunca he ejercido de policía y mucho menos de espía, ja, ja, ja.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Un fuerte abrazo.
Hola, Josep. Muy buen relato. Y, como soy La Pluma del este, me coge de cerca esta historia. El KGB, ahora FSB, está en todas partes. La guerra fría 2.0 está en pleno apogeo. La central nuclear de Zaporizhzhya sigue en peligro, ya que se quedó sin el agua del pantano. Aunque, parece que el plan B funciona. Por ahora. Me encantó el tema de tu relato. Un abrazo y mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola, Pluma del Este. Pues si eres mínimamente conocedora de los entresijos de la agencia soviética y de cómo actuaba (no de forma muy distinta a la de otras agencias de espionaje, por cierto), no es de extrañar que te haya resultato en cierto modo familiar esta historia.
EliminarMe alegro que te haya gustado y gracias por desearme suerte.
Un abrazo.
Creo que por regla los espias solo se casan o toman por pareja a otra persona de la misma profesion, ahora bien ... la KGB.... era cosa de temer, aunque a veces un tanto brutales en sus maneras. Supongo misiones contra los rusos no eran las mejores a aceptar. Buen relato que a la vez nos involucra en estos graves hechos ocurridos en el pasado.
ResponderEliminarAun casándose con una persona de su misma profesión, no creo que estén exentos de riesgos laborales y matrimoniales, a menos que trabajen juntos en los mismos casos, je, je.
EliminarEn el mundo del espionaje, puede resultar difícil distinguir entre el espía bueno y el espía malo, todo depende de quién lo mira, ja, ja, ja.
Un abrazo.
Opino que la culpa es enteramente suya y que Eva no tuvo ninguna culpa. Enseñar una foto a una amiga, no es una indiscrecion, y menos si no le dijo qué se dedicaba, que aun no lo sabia. Fue casualidad , mala suerte. él no debía llevara a vivir con él. Y si el amor es irresisitible, que cambie de faena.
ResponderEliminarla escaramuza final, tambien esta muy bien planteada y resuelta. el final trágicoes positiva para el relato; asi no acaba comoa mayoria de peliculas, aunque seguramente sí, como la mayoria de realidades.
abrazo y suerte en el concurso Jose m.
Creo que fue una concurrencia de despropósitos. Está claro que quien más faltó a la norma del buen espía fue él, pues aunque ella tampoco actuó con el absoluto secretismo necesario, lo que hizo lo hizo sin intención de poner en peligro a nadie.
EliminarAunque se dice que la realidad supera a la ficción, no sé yo si en este caso esa suposición se cumpliría en la realidad, je, je.
Un abrazo.
Si es que el mejor secreto es el que se guarda u olvida. En cuanto lo aireas deja de ser secreto. Y cuando te juegas la vida, ola de los demás la cosa es seria.
ResponderEliminarMuy buena historia. Que por cierto, yo me creo ;)
Un abrazo.
Cuando uno quiere guardar un secreto de verdad lo mejor es no contárselo ni a tu pareja ni a tu mejor amigo, ni siquiera a tu confesor, de lo contrario acaba siendo un secreto a voces. Y cuando la vida está en juego, ya ni te cuento, je, je.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y tu credibilidad, ja, ja, ja.
Un abrazo.
Seguro que aprendió de ese craso error, pues tengo entenido que desde ese lamentable suceso, abandonó el trabajo de espionaje, je, je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Josep. Ha vuelto la guerra fría y con ella los relatos de espías rusos y anglosajones, en los tiempos que corren James Bond tendría innumerables aventuras que correr. El amor, o la atracción física, es una de las pasiones humanas capaces de acabar con el más meticuloso de los espías y suele ser un talón de Aquiles al que apuntar. Tu protagonista no fue lo suficientemente discreto, pero te dio pie a crear una historia digna del género. Suerte en el tintero y un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Con la guerra de Ucrania ha vuelto a emerger el espionaje, aunque nunca ha desaparecido, solo que ahora se ha hecho más patente. ¿Qué haríamos sin los espías? La paz mundial muchas veces depende de ellos. Pero para que ello dé sus frutos deben llevar una vida anónima y procurar que nadie conozca su identidad. Como bien dices, el amor y la pasión humana puede dar al traste con todo ello.
EliminarUn abrazo.
Este es un relato de espías con todas las de la ley no le falta detalle, el ser un espía tiene su lado malo y se ve que tu protagonista no lo entendió y las cosas no le salieron del todo bien.
ResponderEliminarUn abrazo Josep y suerte en el concurso
Puri
Hola, Puri. A pesar de ser un buen espía (de lo contrario no le habría fichado el MI6, je, je) no tuvo la precaución de mantener en el más absoluto secreto su trabajo y su misión, y todo por culpa del amor.
EliminarUn abrazo.
¡Hola Josep Mª! Los dos hemos optados por el amor entre espías y como llevan el secretismo en pareja. Esta historia atrapa desde principio. Ni imaginas como va a ser el final. Una buena narrativa de un buen relato. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola, Eme! Pues mira qué coincidencia más interesante. Ahora mismo voy a leerte.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Un abrazo.
Un gran relato de espías que, con ese tono narrativo tan personal, logra engancharte como si solo te lo contara a ti. Me parece el argumento de una película, con todos los ingredientes del género y en vigente actualidad por la referencia a Zaporiyia.
ResponderEliminarFelicidades y suerte en el concurso.
¡Un abrazo!
Muchas gracias, María Pilar, por tu amable y alentador comentario. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Estupendo relato, Josep, con todos los elementos de una novela negra. Una pena la limitación del número de palabras, me hubiera gustado leer más. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Lola. Pues sí, la limitación de palabras supuso tener que cortar bastantes párrafos y no resulta fácil hacerlo, pues a uno le gusta como ha quedado la versión original y no sabe por dónde cortar, je, je.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep. Es interesante que la cuarta aventura de mi agente secreto, Diego Leal, se asemeje tanto a este relato tuyo. Una relación sentimental es un exceso de equipaje peligroso para ciertas profesiones.
ResponderEliminarUn trabajo estupendo. Que tengas mucha suerte en el concurso.
P. D. : Tu agente se merece más aventuras.
Hola, Bruno. A pesar de que los agentes secretos comparten un protocolo al que deben ceñirse, siempre hay excepciones a la regla y el amor, o las relaciones sentimentales, son probablemente las culpables de esa transgresión.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
P.D.- No sé yo si después de ese fracaso querrá volver a la línea de fuego, je, je.
Holam Josep. En ese mundillo donde lo primordial es ganar al rival a cualquier costa, las traiciones son plato diario de desayuno, comida y cena; como tú en tu historia tan bien nos muestras. Así que la reflexión final del exagente es sentencia firme. Ahora que lo ha hecho público no me extrañaría que cualquier día apareciera ahogado en el Támesis o aplastado bajo las vías de un suburbano, bien por tendencias suicidas o accidente; pero, nunca ayudado, claro está.
ResponderEliminarSaludos y suerte. 😎👍
Hola, Compañero. Si las mentiras, o engaños, están al orden del día en nuestro quehacer diario y social, no es de extrañar que en ese mundillo eñl espionaje, en el que los secretos son primordiales para matenerse vivo, haya quien desee llevarse el gato al agua traicionando hasta a su madre.
EliminarSi la vida del espía es dura, me imagino que no deja de serlo aun cuando haya dejado el trabajo y colgado la pistola. Siempre será un ex espía y sus antiguos enemigos no se olvirdarán de él.
Un saludo.
Hola, Josep. Nos traes un relato muy humano, que muestra el trasfondo de soledad y peligro que acarrea tener sentimientos en ese mundillo. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. A fin de cuentas, los espías también son humanos y tienen su corazoncito, ja, ja.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola, Josep. Me ha gustado ese detalle de meter a la Central Nuclear de Zaporiya en el meollo. Una profesión —la del espía— que debe mantener el anonimato o la tapadera ante todo. Lástima que al tuyo no le fuera posible. Un relato muy visual.
ResponderEliminarUn saludo y suerte en el concurso!
Hola, compañera de letras. Bueno, quería poner al día la ambientación y el objeto del trabajillo que le habían encomentado a mi espía, y si los rusos andaban de por medio, pues se me ocurrió poner en el centro de la historia a esa central que no deja de ser un fruto deseado por ambas partes en el conflicto, aunque por motivos distintos y contrapuestos.
EliminarUn saludo y gracias por pasarte.
Es un acierto hacer que un espía sienta remordimientos. Rompe el estereotipo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, acostumbrados como estamos a ver cómo se comportan como si no fueran de carne y hueso. Será que en su vida no caben los sentimientos, unos semtimientos que he querido dotar a mi protagonista.
EliminarUn abrazo.
Hola.. Grave error de un espìa el que querer una vida normal con una familia y tiempo para el amor... excelente relato.. ¡saludos!
ResponderEliminarHola, Octavio. El amor, o el enamoramiento, era su punto débil y el pobre pagó por ello.
EliminarGracias por tu comentario.
Un saludo.
Ayayayayayay si es que no hay que hablar tanto con "amistades" tan recientes.
ResponderEliminarTriste por la parte que le toca al protagonista pero muy buena historia.
Las indiscreciones a veces se pagan caras. Hay secretos a voces que solo deparan desgracias.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Saludos.
Es que cuando eres espia no puedes confiar ni en tu sombra. Muy buen relato Josep. Suerte.
ResponderEliminarAbrazos.
Hola, Conchi. Mi espía se saltó la madre de las normas. Merecía una colleja, no lo que sucedió, pero ya se sabe que la vida del espía está llena de hechos inesperados.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep Mª. Un relato para muchas más palabras que 900. Enhorabuena, me ha gustado mucho!! Suerte!!
ResponderEliminarHola, María José. Mi protagonista me dijo lo mismo, pues lo que quería contarme era mucho más largo y habría ocupado muchas más palabras, je, je.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Saludos.
Hola, Josep. Queria felicitarte otra vez por tu relato. Para mi era un clarísimo aspirante a tintero. Me ha sorprendido no verlo en el podio, pero las votaciones a veces no coinciden con nuestros gustos (bueno , casi nunca en mi caso, jejeje). Me parece un excelente trabajo y una historia redonda , por trama, por tono y por todo en general. Pues nada más, solo queria que lo supieras. Un abrazo y buen verano.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro, por tu felicitación, aunque mi contribución no haya sido premiada ni tan solo con um premio de consolación, je, je. Si te soy sincero, y perdona la inmodestia, esta vez yo sí que creía que mi relato se encontraría entre los primeros, pero no es la primera vez que me llevo una decepción. Así son los concursos y siempre me digo que no volveré a caer en la tentación, pero luego me animo y repito, ja, ja, ja.
EliminarUn abrazo y que pases también un buen verano.
Siempre he sentido curiosidad por saber cómo es la vida real de un espía, me da que la mayoría no viven experiencias tan llamativas como la de tu protagonista, pero sí que debe de ser muy estresante por eso de que no te descubran.
ResponderEliminarMenuda "película" tan entretenida te has montado a cuenta de rusos y británicos. ¡Bravo!
Un beso.
Era de suponer que la vida de un espía no es exactamnete igual a la que nos pintan en el cine, ni en las novelas, ni en los relatos de ficción, je, je.
EliminarSi te ha gustado y entretenido, ya me doy por satisfecho, aunque el resto de participantes en el concurso que han votado no hayan sentido lo mismo. Y es que los espías, además, son unos incomprendidos, ja, ja, ja.
Un beso.