─Yo soy la mayor y cuidé a
madre hasta que murió y ahora a padre.
─¿Y eso qué tiene que ver?
Eres mujer y no tienes ningún derecho.
─Esto ya no vale. Estamos en
el siglo XX.
─Ana, Juan tiene razón. Solo
el primogénito puede heredar.
─¿Ah, sí? ¿Y quién va a ser el
heredero de vosotros dos, si sois gemelos?
─Yo, pues nací el primero.
─Pero ¿qué dices, Ramón? El
primero en nacer fui yo. Recuerdo que madre lo dijo en más de una ocasión.
─Qué va, Juan. Ella me dijo
que el primero fui yo. Así que soy el mayor. ¿A qué sí, Ana?
─Yo no me acuerdo.
─¡Anda ya! Eso lo dices para
fastidiar.
─Pensad lo que queráis. El
caso es que madre ya no está para preguntárselo.
─Pero padre tiene que saberlo.
─Padre hace tiempo que perdió
la memoria.
─Pues tenemos que saberlo de
algún modo.
─Tengo una idea.
─No me fío de ti, Ana. Seguro
que tiene truco.
─Tú, Ramón, siempre tan
desconfiado.
─Muy bien, ¿qué propones?
─Que le preguntemos a quién de
los tres quiere más. El preferido será el heredero.
─Um, no sé. ¿Tú qué opinas,
Juan.
─Por mí, de acuerdo.
─Padre, padre, ¿a quién de los
tres quieres más?
─Parece que vuelve en sí.
─¿Quie nes sois?
─Padre. Responda. No nos deje
así.
─Está moribundo. No hay nada
qué hacer.
─¿Ves lo que has logrado, Ana?
─¿Y ahora qué hacemos?
─¿Por qué no lo echamos a
suertes? Ana, trae unas pajitas.
¡Vaya Josep! Somos los primeros de la lista ;)
ResponderEliminarTu relato me recuerda a aquellos tradicionales cuentos que el padre moría y la herencia se la quedaba el que lograra los retos propuestos. A veces era un rey que daba la mano de la princesa a quien consiguiera el reto. Casi siempre ganaba o el más valiente, o el más humilde de los hermanos.
En tu cuento no tan cuento no gana nadie, salvo el egoísmo.
Se distinguen bien las voces de todos los aspirantes a la herencia, los vocativos bien currados.
Y nada más Josep. Buen finde.
Pues sí, hemos sido los primeros en aventurarnos. Eso ya debería tener un premio, ja,ja.
EliminarEn cierto modo me he basado en una historia real, allá por los años sesenta en un pueblo de Lérida, donde todavía se seguía la tradición de que el primogénito se quedaba con todo. En ese caso, eran dos hermanos, hombre y mujer, y el varón heredó todo (que fue mucho), mientras que su hermana tuvo que emigrar con su esposo a Lérida capital en busca de trabajo y de un futuro mejor. El egoísmo y la avaricia son males mayores que, por desgracia, siguen estando muy extendidos.
Muchas gracias, Tara, por leerme y dejar tu comentario.
UN abrazo.
Qué bueno, el abuelo haciendo que los hijos se hagan unas pajitas jajaja. Qué malas son las herencias compañero. Como la vida misma. Yo no tengo problema, única, prima, génita y con pajita jeje. Perdona, pero hoy me levante humorosa. Un abrazo Josep Mª.
ResponderEliminarNunca he entendido cómo unos hermanos pueden enemistarse por culpa de una herencia. Lo ideal sería repartise los bienes a partes iguales, pero siempre hay quien considera que el otro se queda con más de lo que merece. A falta de entendimiento, las pajitas siempre son un buen método para calmar los ánimos, je,je.
EliminarSiempre es mucho mejor levantarse humorosa que quejumbrosa, ja,ja,ja.
Un abrazo, Eme.
Genial! Un diálogo que muestra perfectamente el egoísmo y la dureza de la relación entre esos tres hermanos. Me ha encantado, Josep.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado esta historia de egoísmo entre hermanos.
EliminarMuchas gracias por pasarte y dejar tu comentario, Marta.
Un abrazo.
Pues muy bien narrado un problema de herencia que dejaba fuera a la mujer.
ResponderEliminarUn abrazo
Se agradece tu presencia y tu comentario, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Mira que pronto has hecho los deberes de David. Y bien chulo que te ha quedado. Diálogo puro y duro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que soy muy disciplinado. Yo era de esos alumnos aplicados que no esperaban a hacer los deberes el domingo por la noche, je,je.
EliminarUn abrazo.
Muy buen diálogo. Ese inicio afirmando que las mujeres no tienen derechos ya pone los pelos de punta. No sé yo si se van a conformar con lo que digan las pajitas, sobre todo como sea Ana la elegida.
ResponderEliminarUn beso.
Siendo como son esos gemelos, seguro que no se van a contentar con lo que salga. Todavía no entiendo cómo han accedido a la propouesta de su hermana, je,je.
EliminarEsa costumbre ancestral del heredero primogénito se ha venido aplicando hasta hace muy poco en la Cataluña rural. Las tierras debían heredarlas una sola persona (en este caso el hijo mayor) para que no se fueran particionando generación tras generación.
Un beso.
Me gustó mucho, Josep, con qué rapidez lo escribiste y con varios personajes, que es más difícil.
ResponderEliminarLo narraste muy bien, porque no se creó confusión con quién es cada uno y mostraste perfectamente, a través de los diálogos, lo poco que les importa el padre, lo único que cuenta es la herencia.
Un abrazo.
Tengo que contarte un secreto, pero no se lo digas a nadie: Tenía escrito un texto sobre este mismo tema, pero solo contenía unos pocos diálogos al final del relato, que era bastante más largo. Lo que he hecho ha sido recortarlo y reconvertirlo en diálogos de principio a fin. No es haya sido como coser y cantar, pero, por lo menos, tenía hecho el guión, je,je.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo, Mirella.
Un buen micro Josep, ajustándote a las palabras requeridas, y justo lo que parece antes pasaba con la herencias. Yo no habría tenido problema en aquellos tiempo al ser única, pero cierto es que todavía hoy en algunas familias, sigue siendo un asunto peliagudo. Decía una amiga mía que las herencias tenían que ser de cristal, y cuando murieran los padres se rompieran.
ResponderEliminarUn abrazo y buen domingo.
Veo, pues, que el problema de la herencia no era exclusivo de mi tierra. Hay qué ver cómo la gente se complicaba la vida por cuestiones materiales.
EliminarMe alegro que te haya gustado el micro. Casi lo más difícil ha sido ceñirme al número máximo de palabras.
Un abrazo, Elda, y feliz domingo.
Buena técnica esa de las pajitas, tan válida como cualquier otra. Hay que ver a lo que llegan algunos para dirimir una herencia.
ResponderEliminarGenial diálogo, ágil y ameno. A pesar de no tener acotaciones y ser tres personajes, no hay duda de quién habla, eso indica una gran pericia.
Un besote.
El sistema de las pajitas es tan válido como el de tirar una moneda al aire, pero siendo tres los hermanos en disputa, es el idóneo. Otra cosa es que todos respeten el resultado, pues hay quien no sabe perder y más cuando hay dinero de por medio.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un beso.
Diálogo ágil en el que se reconoce a todos los personajes,... yo solo noto en falta una cosa,... ¿Cuál fue el resultado de las pajitas? jajaja
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo, pero me quedé sin más palabras para usar y el resultado de las pajitas daba para mucho, jajaja.
EliminarUn abrazo.
Estupenda oda al diálogo en una narración Josep. Un texto ágil, hábil y de una frescura lectora muy de agradecer. Y además, la historia tiene mucho fondo. La herencias, por desgracia, han roto y seguirán rompiendo familias aunque todo que perfectamente estipulado un un testamento. Rencores, injusticias, envidias...o sea como la vida misma :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Don dinero manda por encima de cualqueir amistad, incluso en las relaciones familiares que es donde máa se dan esas disputas.
EliminarMuchas gracias, Miguel, por tu comentario.
Un abrazo.
El comienzo hablando de la falta de derechos de la mujer ya es impactante. Lo malo es que antiguamente era cierto, no es ninguna ficción. Y por otro lado lo de las herencias...¡ojo lo que trae!Conozco más de una familia que han dejado de hablarse por ese motivo, y es realidad, no ficción. Feliz domingo, Josep
ResponderEliminarAunque cada vez se da menos, pues un testamento deja las cosas bien claras, todavía hay rencillas entre los herederos que no están de acuerdo.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Menuda forma de hacer "desempate" la de tus protas, Josep. No sé porqué me da que no se hubieran conformado con la respuesta del padre, fuese la que fuese. Habiendo dinero de por medio ya se sabe...
ResponderEliminarHas planteado un tema interesante para aquellos tiempos en los que solo heredaba el mayor. Supongo que ya se cuidarían muy bien de tener claro quién de los dos vino antes al mundo en el caso de mellizos y gemelos. ¡Muy ocurrente!
Un abrazo.
Una forma muy primitiva de desempatar, je,je, pero no deja de ser útil. Lo malo es que, según a quién beneficie, yo diría que seguirá la pelea entre hermanos.
EliminarMuchas gracias, Julia, por pasar a leerme. Espero poder ver pronto alguno de tus escritos, pues se te echa a faltar.
Un abrazo.
Los cuestionables métodos y tradiciones llevados hasta lo absurdo. Muy bueno.
ResponderEliminarSiempre he consideradoe absurdo y totalmente injusto ese sistema arcaico de tratar las herencias familiares.
EliminarMuchas gracias Mari Carmen, por tu comentario.
Un abrazo.
Josep menuda riña familiar, y eso que el padre aún vive, ja, ja.
ResponderEliminarAqui se ven casos así, no en ese contexto de que herede el primogénito mayor, si no que se fajen a discutir encima del ataúd, como decimos, con el muerto aún tibio, que es mas triste aún.
Muy bueno el diálogo, fluido e impactante.
Feliz semana Josep.
Muchas de esas riñas se producían antes del fallecimiento, durante el entierro y tras la lectura del testamento, si existía, y si no durante mucho tiempo después de que el progenitor estuviera criando malvas. Una pena.
EliminarMuchas gracias, Harolina, por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Sobresale tu dominio de los vocativos y la crítica a la desigualdad de género en esta arraigada costumbre de no muy lejanos tiempos, mostrando la injusta discriminación de la mujer por parte del hombre, por lo que el reto ampliamente lo has superado.
ResponderEliminarEn mi familia, siendo yo heredera, no por discriminación, sino por codicia, he sufrido este tipo de experiencia.
Lo de las pajitas también le ha impregnado de ese sello tuyo particular, para provocarnos más de una sonrisa. Con lo que también he disfrutado mucho con la lectura.
Un abrazo.
Me alegro mucho, Estrella, que te haya gustado e incluso divertido. Ese final viene a ser un modo de romper con la seriedad del relato que muestra esa desigualdad que existía entre hombres y mujeres en cuestiones de herencia. Aunque ya no se use, al menos de forma mayoritaria, la figura del primogénito, siguen existiendo disputas de lo más desagradable entre los posibles herederos.
EliminarUn abrazo.
Desde luego que la herencia es un móvil fantástico para el asesinato, je, je, je. Aquella figura del "hereu" seguro que desencadenó alguna situación parecida. Al menos, el padre no ha sobrevivido para ver cuanta verdad se esconde tras aquel "cría cuervos que te sacarán los ojos". Un excelente manejo de los diálogos con un desarrollo de inicio-nudo-desenlace. Has clavado el reto.
ResponderEliminarLo que no sé es si esas pajitas acabarán por ser la solución, je, je, je... Un fuerte abrazo!
Sí, el padre se ahorró presenciar la disputa entre hermanos, lo peor que puede suceder tras la muerte de un progenitor. Y no creo que el sistema de las pajitas acabe con la controversia, je,je.
EliminarMuchas gracias, David, por tus comentarios.
Un fuerte abrazo.
Cuántas disputas y enemistades por una herencia. Los padres no dejan hecha bien las cosas y eso es lo que pasa. Un buen diálogo entre los tres se respira ambición. Un abrazo
ResponderEliminarLa envidia y la ambición mal llevada es el origen de muschas disputas, tanto entre familiares como entre amigos.
EliminarMuchas gracias, Mamen, por dejar tu comentario.
Se lo pueden jugar también a los chinos, total. Estos personajes harán lo que sea con tal de heredar sin importarles pasar por encima del cadáver del padre desmemoriado y moribundo. Esto es real en muchos casos, ya te digo.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Tanto con las pajitas como jugándoselo a los chinos, seguro que intentan hacer trampa. La avaricia desmedida no tiene en cuenta ni los sentimientos ni las circuntancias ajenas.
EliminarUn abrazo, Javier.
Bien resuelto y con claridad el reto, Josep. En cuanto al fondo, es oportuno el planteamiento de los herederos con el azar, pero me temo que acabaría chocando con la legislación y el Código Civil, sobre todo si era el de Cataluña, vigente en algunos aspectos. La figura del "hereu" aún se lleva las tres cuartas partes de la herencia jeje..
ResponderEliminarEn resumen, un trabajo limpio y entretenido
A esos no les importa ni la ley ni la ética, je,je. A veces incluso, con un testamento de por medio, los herederos litigan aduciendo cualquier injusticia o anomalía, incluso intentando invalidar la voluntad del finado alegando una enajenacion mental. La pela es la pela, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias, Javier, por venir y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Antes en las herencias, muchas veces, priorizaba las costumbres, que si el primogénito, que si la mujer se quedaba soltera para cuidar de los padres pero heredaba la casa... ahora es la ley (afortunadamente) pero de ahí a que lo importante en tus protagonistas sea la herencia, cuando el padre aún estaba con vida... cuántas veces se da esta circunstancia, esto no ha cambiado, eso se sigue dando. Qué pena.
ResponderEliminarSAludos.
Hoy día los padres ya se cuidan mucho de dejar las cosas atadas y bien atadas, je,je. Hay quien ya hace testamento aun siendo muy joven. Pero, a pesar de todo, siguen habiendo querellas y disputas entre hermanos. Realmente es una pena.
EliminarUn abrazo.
Un relato de lo más real y triste, Josep. El pobre hombre moribundo y a sus hijos lo único que les interesa es la herencia.
ResponderEliminarUn abrazo compañero.
Pues sí, los intereses materiales están muchas veces por encima de los morales.
EliminarMuchas gracias, Bruno, por tu comentario.
Un abrazo.
Seguro que el padre no fue trigo limpio. En aquellas épocas (este relato está escrito pensando en los años sesenta del siglo pasado) los padres, en el ambiente rural, no solían ser tan cariñosos con sus hijos como ahora. Así que seguramente tengas razón y hay que repartir las culpas a medias, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las herencias si son un pelin jugosas y no hay testamento casi siempre traen conflictos, menos mal que ha cambiado el concepto de que la mujer no tenía derecho, que desverguenza tienen los hijos de jugarse la herencia a las pajitas. Me ha gustado Josep.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estos hijos no tienen ningún miramiento a la hora de sortearse la herencia paterna y todo por las desavenencias provocadas por una costumbre injusta y absurda. Si se hubieran repartido los bienes del padre difunto a partes iguales, como buenos hermanos, no habría ocurrido lo que les ocurrió, je,je.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Hola Josep, menudo relato nos has regalado. Un diálogo puro y muy bien llevado, y eso que, nada más y nada menos, cuenta con cuatro personajes. Mis felicitaciones, si ya es complicado hacerlo solo con dos, qué te digo con más. En cuanto a la trama, me ha parecido absorbente, ¿quién será el que herede? jajaja, menos mal que algunos tenemos pocas cosas que heredar y discutir.
ResponderEliminarHa sido un placer leerte, Josep.
Un saludo.
Hola, Pepe. Un largo diálogo a cuatro bandas pero con final abierto para que os chinchéis, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Yo acabo de leer el tuyo y no es para menos.
Sí, mejor no tener mucho que heredar y así evitar rencillas, je,je.
El placer ha sido mío por venirme a visitar.
Un saludo.
Hola Joseph
ResponderEliminarLa herencia y los primogénitos, menuda puesta en diálogos, con disputa y desigualdad de género que, espero las pajitas puedan resolver sin más prejuicios.
!Me encantaron esas pinceladas de humor!
Saluditos!
Hola, yessykan.
ResponderEliminarSalga lo que salga del sistema de pajitas, yo creo que seguirán sin ponerse de acuedo. El ganador reivindicará su suerte y el resto impugnará la prueba, je,je.
Hasta en los momentos más serios, viene bien poner algo de humor. Deberíamos hacerlo siempre.
Un abrazo.
¡Madre mía! Es el segundo blog por el que paso y compruebo que tampoco te dejé comentario en su día cuando leí tu micro. Un diálogo sumamente bien llevado que nos acerca al egoísmo del ser humano, y también al orden social preestablecido, estemos o no de acuerdo con él. Muy bueno ese cierre con echarlo a suertes con las pajitas.
ResponderEliminarUn abrazo.
El ser humano es, por naturaleza, egoísta. Solo la educación reprime esa inclinación natural. Y ese egoísmo se acrecenta cuando la necesidad aprieta.
EliminarMuchas gracias, Rebeca, por pasarte y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Josep. Un buen micro enmarcado en una problemática anacrónica que todavía se sostiene, disfrazada en artilugios y prejuicios.Muy buena trama. Dialogo ágil.
ResponderEliminarCiertamente, esa problemática no ha desaparecido del todo. Todavía pervive en algunas familias.
EliminarMuchas gracias, beba, por tus palabras.
Un abrazo.
Hola Josep
ResponderEliminarSe lo debería de llevar todo la hermana para que haya paz entre los gemelos. Sería la solución más salomónica, no crees?
Me ha gustado mucho. Saludos
Pues sí y, además, creo que es la que se lo merece.
EliminarMe alegreo de que te haya gustado, Paola.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
ResponderEliminar¿Qué tendrán las herencias que consiguen sacar lo peor de las familias?
No sé yo como va a terminar la historia, dudo que con las pajitas arreglen nada.
Su padre moribundo y ellos con comportamientos infantiles, si es que...
Muy bueno, dentro de lo la lástima que uno pueda sentir, has conseguido crear una escena muy cómica, :)
Un beso.
Hola, Irene.
EliminarPor desgracia, el dinero hace aflorar lo peor de mucha gente, como es la avaricia. Hijos que han roto con sus padres, hermanos distanciados y rencorosos, familias enteras enemistadas...
Me algero que hayas apreciado el tinte irónico en esta historia en principio dramática.
Un beso.
Jocoso si no fuera tan real como la vida misma. Aunque escrito en términos del pasado donde el primogénito era el heredero absoluto, (en mi tierra, en los pueblos, se sigue haciendo) no está tan lejano de la realidad actual cuando un pariente está muriendo y los familiares solo se acuerdan de él para llevarse la herencia.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep
Sí, María, es lamentable que hoy día todavía ocurran esas cosas, se mantenga en algunos lugares esa costumbre tan arcaica y que ello de rienda suelta a las reyertas familiares y a la avaricia cuando el cuerpo del difunto todavía está caliente.
EliminarY, efectivamente, he querido darle un toque final un tanto humorístico o irónico para desdramatizar un poco la historia.
Un abrazo.
Una situación bastante real, las herencias a veces acaban con las familias y mira por donde aquí al final lo solucionan echándolo a suertes.Muy bien plasmada la historia, con las luces suficientes para ver con claridad el fondo del asunto.
ResponderEliminarUn abrazo Josep.
Puri
Parece mentira que hoy día todavía puedan darse casos así. Pero mejor echarlo a suertes que saltar a la yugular, je,je.
EliminarMuchas gracias, Puri, por venir a leerme y dejar tu comentario.
Un abrazo.