¿Cómo se convierte uno en asesino? Es difícil
contestar a eso. Yo solo puedo contar mi experiencia. He leído algo y hay
quienes creen que se lleva dentro, en la sangre. Pero en mi familia no ha
habido ningún caso, que yo sepa. Cabrones sí, y muchos, empezando por mi padre,
pero asesinos no. Debo de ser el primero de la serie. No sé si mis hijos
heredarán mi defecto, o vicio, si lo puedo llamar así. Si es un defecto con el
que se nace, nadie me lo dijo, y si es un vicio. no me di cuenta.
Según me contó mi madre,
crecí como un niño normal hasta que cumplí los diez años. Algo debió pasar para
que experimentase esa trasformación. Me volví, de pronto, violento, en un niño
conflictivo. Me expulsaron varias veces del colegio, primero, y del Instituto,
después. Era un buscabulla, me divertía pegando a los demás niños, incluso
mayores que yo. Pero creo que lo que me acabó empujando a lo que soy, fue una
pedrada tan certera que acabó con la vida de un chaval que ni tan solo conocía.
La visión de la sangre me produjo un impacto indescriptible. Lo que a los demás
les resultó algo espantoso, a mí me hizo sentir un placer inusitado, pero sobre
todo poderoso.
Contrariamente a lo que
sería de esperar, no me encerraron en un reformatorio o en uno de esos centros
donde meten a los menores que han cometido un delito grave. Mi padre sobornó a
no sé quién y todo acabó como un desgraciado accidente de juegos de niños. Como
castigo, mis padres me enviaron a vivir con mis abuelos paternos creyendo que
mi abuelo, un militar retirado, me trataría con mano dura. El viejo, por
fortuna, cayó enfermo y al poco murió. Llegué a creer que fue por los disgustos
que le daba, qué tontería, pero después supe que tenía cáncer. Mi castigo,
pues, duró muy poco, porque mi abuela fue, en cambio, muy tolerante conmigo.
Hacía todo lo que me apetecía sin que pusiera coto a mis actos de rebeldía. Simplemente
pasaba de mí.
Luego vinieron los
pequeños hurtos, tirones de bolso a mujeres mayores y, como siempre salía bien
parado, la cosa fue a mayores. Tenía una gracia especial para eso y mis piernas
nunca me fallaban. Corría como una liebre. Jamás me dieron alcance.
Más tarde apareció
Paquito, un amigo de la infancia, y su grupo. Ellos me enseñaron las técnicas
para emprender aventuras de mayor envergadura. Me propusieron integrarme en su
grupo, pero decidí seguir actuando solo, es mucho más seguro y no tienes que
depender de nadie ni nadie puede delatarte. Robos a comercios y a alguna
gasolinera, amedrentando al personal con una navaja trapera, hasta que, vista
la violencia con que algunos trataban de repeler mis atracos, me agencié una
pistola y ya la cosa se disparó, nunca mejor dicho. Si la gente no opusiera
resistencia, todo iría mejor, carajo. Es lo que recomienda la policía, ¿no? No
hacer frente al atacante. Pero aquel joyero hijo de puta tuvo que hacerlo.
Cuando vi que sacaba un arma de debajo del mostrador, un acto reflejo me
impulsó a dispararle a bocajarro. Cayó como un saco de patatas. Una o dos
empleadas, no lo recuerdo bien, chillaban histéricas. Otro en mi lugar se
habría largado por piernas, pero yo me quedé tan frio que incluso me sorprendí
de mí mismo. Me llevé un buen botín, aunque de no haber sido por ese
contratiempo, habría podido arrasar con mucho más. En ese momento inicié una
escalada de violencia que me llevó a las portadas de los periódicos. Me sentía
importante, pero intuía que, trabajando así, a la luz del día y a pecho
descubierto, me acabarían trincando. Hoy día hay cámaras por todas partes. Si
no quería acabar en el trullo o, pero aun, en el cementerio, tenía que cambiar
de práctica. Y lo único que se me ocurrió fue convertirme en asesino a sueldo.
Seguro que clientes no me faltarían.
No podía poner un
anuncio en el periódico: «Se ofrece sicario. Puntería excelente y total
discreción. Precio a convenir según la dificultad del encargo», ja, ja, ja. Entonces
pensé en Paquito. Hacía tiempo que le había perdido la pista, pero las malas
lenguas decían que se ganaba muy bien la vida haciendo “trabajitos bajo
encargo”. Este era mi hombre para que me introdujera en ese mundo tan excitante
como novelesco. Y aunque me costó lo mío dar con él, lo conseguí. Efectivamente,
resultó ser quien buscaba.
Al principio, para
demostrarle mi valía, solo me pasaba trabajos fáciles. Poco a poco, gané
confianza a la par que experiencia. Había llegado el momento de independizarme.
Y en ese preciso momento cavé mi propia tumba. Bueno no es más que una forma de
expresión, porque, como puedes ver, sigo con vida, ja, ja, ja.
─Si tuviera que
expresar en pocas palabras lo que ha sido su vida de delincuente y asesino
profesional, ¿cómo la definiría?
—Hombre, pues, desde
luego muy agitada, je, je. Ahora hablando en serio, una puta mierda. Aunque
también he tenido mis momentos de gloria.
—¿Cómo cuáles?
—¿Te parece poco haber
sido el centro de atención de todos los medios de comunicación? Durante un
tiempo ocupé las primeras noticias de los telediarios y fui el protagonista de
esos programas basura que tratan de la delincuencia. ¡Pura hipocresía! Estos
programas lo único que pretenden es ganar audiencia.
—Desde luego no se
puede negar que hizo ganar muchos puntos a ciertas cadenas televisivas.
—Y hasta escribí un
libro que fue todo un éxito de ventas. Bueno, en realidad no lo escribí yo. No
me imagino escribiendo un libro, ja, ja, ja. Vino un periodista, como tú,
ofreciéndome un trato. Quería contar mi vida a cambio de una bonita suma de
dinero, aunque creo que me timó porque habría podido ganar más pasta. Si lo
tuviera delante ya sabría lo que es bueno. Lo único que no me gustó fue el
título que le puso al libro: “Historia de un asesino”. Ni que fuera Jack “el
destripador”. Pero acepté, claro; por mis hijos. Su madre tiene miedo de que
sigan mis pasos. Así, podrán pagarse los estudios y convertirse en hombres de
bien, no como yo. Eso dice la parienta. Porque si tengo que confiar en mis
padres voy listo. Me han dado la espalda. Mi padre llegó a decir que ya no era
hijo suyo. Y mi madre, pues lo que dice el cabeza de familia. Y eso que les
hacía cada regalo por sus cumpleaños, por Navidad… ¡Ingratos!
—¿Se arrepiente de
haber seguido esta vida delictiva y haberse llevado por delante a tantos
inocentes?
—A ver, chaval, vayamos
por partes. Eso de que me he cargado a inocentes es un decir. Todos eran unos
completos hijos de puta y se lo merecían. Aunque los que me contrataron no es
que fueran precisamente unos angelitos. ¿No conoces ese refrán que dice que
quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón? Pues eso.
—Entonces, ¿no se
arrepiente de nada?
—Pues claro que sí, ¡no
te jode! Me arrepiento, y mucho, de haber confiado en Paquito, ese que ahora se
hace llamar Frank “el guapo”. Tiene guasa la cosa. Lo de Frank tiene un pase,
pero lo de guapo… ¡si el capullo es más feo que el feo de los hermanos
Calatrava! No debe de andar bien de la azotea. No me extraña, con tantos chutes
que se ha metido en su vida...
—Pero ¿no ha dicho que
era su amigo de la infancia?
—En este mundo, me
refiero a mi mundo, no hay amigos. Los que más lo parecen son los peores. Y ese
cabrón ha sido el peor de todos.
—¿Por qué dice eso?
—Pues porque se
convirtió en un confidente de la pasma y acabó delatándome. Debió llegar a un
acuerdo a cambio de rebajarle la pena cuando lo trincaron o yo qué sé. Él sí
supo hacerlo bien, hacía de intermediario, nunca se ensució las manos, pero se
llenaba los bolsillos encargando el trabajo sucio a otros.
—Ahora que lo ha
mencionado, si no estoy equivocado, tengo entendido que ese tal Frank “el
guapo” está cumpliendo condena en esta misma prisión.
—Pues sí, casualidades
de la vida, pero por poco tiempo, te lo digo yo.
—¿Qué quiere decir?
—Pues que, habiéndome
caído cadena perpetua, por muy revisable que sea, tanto me da un asesinato más
o menos. Ese tipejo tiene los días contados. Y con él ya serían veinticinco los
cabrones que me he llevado por delante. A lo mejor, a tu revista le interesaría
una exclusiva. Sería un bombazo, ¿no crees? Ya veo el titular: “Juan Saldaña,
alias “el limpio”, se carga al cabrón de su antiguo colega y delator en la
trena”. Bueno, con palabras más finas, claro. Y os lo dejaría por solo ciento
cincuenta mil euros de nada. Piensa que la Esteban esa cobra más, que lo he
leído. Y a la gente le gusta el morbo. Sigo necesitando dinero, tío. La familia es la familia, ya sabes.
—Pues no le digo que
no. Pero antes tengo que hablar con mis superiores.
—Pues habla, habla,
hombre. Ya sabes dónde encontrarme, total, no me voy a mover de aquí, ja, ja,
ja.
Ilustración: Josh Hartnett, en una escena de El caso Slevin (titulo original: Lucky Number Slevin)
¡Menuda pieza el tal Juan Saldaña!la verdad es que tal y como está el mundo es lo que se lleva. No digo hasta esos extremos de matar o hacer fechorías, pero que hoy se lleva mucho lo de hacerse famoso sacando los trapos sucios de la vida de otros o los tuyos propios. Todo por dinero y fama, lo cual no me parece tampoco muy decoroso. En fin, creo que eso sería tema para otro relato.
ResponderEliminarComo siempre, Josep, ha sido un placer leerte.
Un abrazo.
Hay quien quiere conseguir dinero y fama sea como sea, y muchos son los que no tienen escrúpulos para lograr ese objetivo. Si estudiáramos le vida de muchos delincuentes, quizá descubriríamos un patrón de conducta y unos ambientes familiar4es muy parecidos.
EliminarMe alegro que hayas disfrutado de la lectura.
Un abrazo.
El Tal Saldaña seguro que es español? pinta más argentino, que si los hay por estos lares, un rato largo.Saludos desde el fin del mundo!!!!!
ResponderEliminarBueno, yo creo que ese perfil se da en todas partes, es algo universal, je,je.
EliminarUn abrazo.
Estupenda narración Josep. Has pasado de esa primera persona, que ya impacta de por sí, a esos hábiles diálogos convertidos en entrevista como el que no quiere la cosa. Yo suelo pensar que la realidad supera a la ficción en muchas ocasiones. Así que no me extrañaría que tipos de esta calaña o locura habitaran cualquier rincón de cualquier ciudad del mundo. De hecho, el domingo pasado viendo el nuevo programa de Jordi Évole se entrevistaba al famoso "Malamadre" y no parecía muy arrepentido de haber matado a un policía. Venía a decir que él ya había pagado con la cárcel por lo que la pena, el arrepentimiento o incluso las disculpas hacia la esposa del asesinado carecían de sentido.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Empecé el relato con la idea de un monólogo por parte del protagonista, pero, a medida que iba avanzando, se me ocurrió que quizá merecía la pena romper este modelo y pasar al diálogo mostrando que esa confesión procedía de una entrevista que se le hace en la cárcel. Como le decía a Conxita Casamitjana en respuesta a un comentario en su blog Enredando con las letras, en el que decía que muchas veces sus relatos discurren por un camino muy distinto al trazado en un principio, a mi me ocurre eso casi siempre. Parto de una idea pero voy improvisando sobre la marcha. Según los "expertos" en narrativa, esa no es la forma ortodoxa de escribir, sino que hay que ceñirse a un guión preestablecido, de princio a fin. Así que yo debo ser un "escritor" díscolo, je,je.
EliminarY a mí también me sorprende la frialdad con la que muchos asesinos asumen sus crímenes como algo inevitable que intentan justificar.
Un fuerte abrazo, Miguel.
Se han ido a juntar el hambre con las ganas de comer. Y lo de las ganas de comer no lo digo por Frank, sino por los periodistas de esa calaña.
ResponderEliminarMuy ameno y bien contado. Lo he pasado como un enano leyéndolo.
Un abrazo.
Hay un tipo de periodismo (cada vez más numeroso) al que le atrae y vive del morbo y de las desgracias ajenas. Cuando salta a la luz un tema desagradable, no cesan de revolotear a su alrededor como aves carroñeras.
EliminarMe alegro que te lo hayas pasado bien leyendo esta historia. Lo del enano, háztelo mirar, ja,ja,ja.
Un abrazo, Chema.
Vaya texto tan bueno, la verdad. La radiografía de un delincuente, contada paso a paso, muy bueno. D lectura ágil y más que amena.
ResponderEliminarUn abrazo
Si pudiéramos hacer una radiografía de este tipo de delincuentes, creo que observaríamos muchas similitudes. Algunos parecen cortados por el mismo patrón.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola.
ResponderEliminarQué buena historia. Me he io enganchandod con esa primera persona, el cierre...me ha encantado. Qué incauto "Frank el guapo", la traición siempre se paga.
Feliz día.
Hola, Gemma.
EliminarEn ese mundillo de delincuencia, los hay malos y los hay peores, je,je. Y la traición está en el orden del día. El protagonista, en su afán por "prosperar" como asesino a sueldo, se olvida de vigilar su espalda.
Feliz día también para ti.
Qué bien Josep! me ha encantado como lo has relatado, como si hubieras escrito siempre novela negra, fantástico, me ha tenido entretenida de principio a fin, y le has dado un remate de película
ResponderEliminarTe iba decir, y ya lo digo... si la sangre le produjo un impacto placentero en la pedrada que le dio al niño, se podía haber hecho cirujano, pero claro entonces no habrías escrito tan estupenda historia, jajaja. Que tontería acabo de decir, las mismas que digo cuando veo una peli de este tipo, :))).
Ha sido muy placentero leerte. Un abrazo.
Y a mi me encanta que te haya encantado, je,je.
EliminarPues sí, del mismo modo que los que se marean ante la visión de la sangre nunca podrán dedicarse a la medicina, quienes disfrutan de ella demuestran ser inmunes y podrían muy bien acabar practicando la cirugía. Pero ese chaval, mal estudiante, cara dura y pendenciero, perfirió seguir otros derroteros que le dieran dinero fácil. Ya se sabe que hoy día los médicos no cobran lo que se merecen, je,je.
Un abrazo, Elda.
Tu relato me ha hecho recordar la noticia que he leído hace un rato , y que me ha llamado poderosamente la atención. Un delincuente el cual habían detenido 21 veces porque utilizaba varios nombres distintos y actuaba robando en diversas urbanizaciones y casas de una población cercana a Alicante.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y la verdad es que lo que viene a destacar es que hay personas que buscan ganarse la vida de una manera inadecuada pero con posibilidad, según ellos claro, obtener dinero fácil y sin darse cuenta de que como tu protagonista acaben en la cárcel y en el peor de los casos hasta muertos.
Y los periodistas, y tengo un futuro periodista en la familia, mi hijo jeje, son capaces de todo también con tal de lograr protagonismo y a veces actúan hasta de forma que parecen aves carroñeras con tal de conseguir una noticia.
Un abrazo.
Lo más intrigante para mí es qué es lo que motiva que un chaval, por muy travieso e incluso gamberro que sea, decida, en un momento dado, tomar el camino de la delincuencia si no la ha vivido en su ambiente familiar.
EliminarLos periodistas, y que me perdone tu hijo, je,je, ya son otra cuestión. Necesitan satisfacer la curiosidad y el morbo de sus lectores y hacer ganar dinero a la empresa editorial para la que trabajan.
Un abrazo.
Como siempre, enganchada de principio a fin. Un muy buen relato que, alargándolo un poco, daría para una novela. ¿Nunca se te ha ocurrido utilizar alguno de tus relatos como embrión para una novela? Me imagino que sí, por supuesto. Pues te animo a que dejas de pensarlo y lo hagas. Prometo que yo la compro.
ResponderEliminarUn beso.
Sí que se me ha ocurrido, Rosa, pero me da un cierto miedo y, por qué no reconocerlo, pereza, je,je. Pero ya se sabe que nunca se puede decir de este agua no beberé, ja,ja,ja.
EliminarMuchas gracias por tu generosidad.
Un beso.
Has tocado un tema que me gusta Josep, ¡Menuda prenda está hecho el Juan Sardaña! Le parecían pocos los 25 asesinatos que estaba pensando en llevarse por delante a Frank "el guapo" no se como tubo su mujer valor para casarse con el.
ResponderEliminarUn abrazo
Aquí no sabría decir si la ficción supera o no a la realidad, pues 25 asesinatos son muchos y no sé si ha habido alguien en la vida real que haya llegado a tanto, je,je. Pero quizá sí que ha habido más de un Saldaña en este país.
EliminarY lo de cómo puede haber una mujer que se case con un individuo así, vete tú a saber. A lo mejor este sí que era guapo y tenía mucha labia, je,je.
Un abrazo, Conchi.
¡Qué estupenda primera persona, Josep! Y además, conforme avanzaba el relato creo que has ido metiéndote en el papel de ese sicario, su manera de expresarse ha ido ganando fuerza y voz propia. Hasta llegar a ese punto cínico de quien ya no tiene nada que perder ni ganar. La primera persona es ideal para ganar matices como narrador. Un abrazo!!
ResponderEliminarComo le decía a Miguel (y a Conxita con anterioridad), a diferencia de los escritores "ortodoxos" y a pesar de las recomendaciones o directrices "oficiales" sobre narrativa, yo suelo improvisar y a partir de una idea, de un núcleo o embrión de relato, voy desarrollando la historia a medida que esta fluye. Y este es un caso muy claro. Inicié la narración en primera persona, pues se trataba de un monólogo, una confesión sobre la vida del protagoista contada por sí mismo, pero luego pensé en lo que siempre se dice de que los diálogos dinamizan y dan vida a un relato. Entonces se me ocurrió que el protagonicta no estuviera hablando para sí sino contándole su vida a otro personaje, que bien podía ser un periodista. Y así quedó la cosa, je,je.
EliminarUn abrazo, David.
Siempre me he preguntado si un asesino nace o se hace. Muchas veces, la situación familiar, la precariedad económica y el entorno empuja a alguien a delinquier, robando al prójino, y al ver que funciona, sigue por ese camino. Pero asesinar por dinero yo creo que solo lo puede haver una mente enferma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya con el periodista. Está claro que en la cárcel ni son todos los que están, ni están todos los que son. Será cierto eso de Dios los cría y ellos se juntan.
ResponderEliminarUna historia criminal, en el más amplio sentido del concepto, muy bien narrada. Además, se explica tan bien el prota que hasta he sentido algo de empatía, fíjate tú. Lo mismo tengo yo algo por ahí descolocado...
Genial, Josep María.
Un beso.
Cada uno hace su papel, el asesino irredento se congratula de sus "hazañas" y el periodista hace méritos para que le asciendan y le aumenten el sueldo haciendo lo mejor que sabe hacer: alimentar el morbo de sus lectores. Y si con ello también da de comer a la familia del carnicero a sueldo, pues todos contentos. De todos modos, hay periodistas que también merecerían estar entre rejas.
EliminarHay quien dice que todos llevamos dentro a un asesino, solo es cuestión de que alguien nos pulse el botón activador, je,je. Mira la Esteban, que por su hija mata.
Un beso.
Me parece estupendo comenzar un relato con una pregunta, ya que sirve estupendamente de introducción a la historia y aquí ¡menuda historia! ¡la de un asesino!...
ResponderEliminarAmigo Josep, me ha gustado la idea de la que partes para construir esta intrigante trama, que a partir del diálogo va tomando más fuerza o credibilidad, diría yo, pues al iniciarla se produce en el lector la comprensión o el enfoque que el autor (tú, naturalmente) ha querido imprimir a la historia y aquí después de darnos unas pinceladas iniciales acerca del protagonista, ya se aprecia el inicio del nudo del relato, que nos conduce a un final completamente irónico y donde ambos personajes: asesino y periodista forman un buen tándem de sinvergüenzas.
La crítica subyacente del mensaje es muy buena también y pone de manifiesto la falta de escrúpulos de nuestra sociedad y lo fácil que resulta vivir de estas miserias, porque tanto espectadores como responsables de la comunicación lo único que les interesa es vender y consumir "carnaza".
Un beso.
Hola, Estrella. Estupendo comentario el tuyo. Yo no yo lo habría sabido hacer mejor, je,je.
EliminarMe alegro que esta historia, a base una confesión sin arrepentimiento, a cambio de una compensación dineraria y de una más que dudosa fama, te haya gustado. Dos pecadores que no merecen la absolución.
Un beso.
Qué historia de novela negra y con qué desparpajo nos la cuenta el propio autor que con tanto orgullo proclama sus 25 asesinatos. Todo el devenir de la vida del personaje nos lleva al final que tiene, pero no por eso pierde un ápice de interés la lectura que a mí me ha atrapado hasta el final con cierta congoja porque alguien llegue a disfrutar con la maldad.
ResponderEliminarEl cambio del relato en primera persona que nos cuenta su pasado a los diálogos, donde nos descubre la vida del presente, es como un soplo de aire fresco (que no es precisamente lo que respire el protagonista) porque agiliza la lectura.
La crítica a los medios de comunicación me parece muy oportuna y real, todo se justifica por ganar audiencia.
Un abrazo, Josep.
Quien no tiene un ápice de moralidad ni de arrepentimiento, todavía se crece con sus "hazañas". No sé qué ocurre en la mente de esos asesinos, que casi a diario vemos por televisión, que son tan insensibles ante la vida humana y son capaces de cometer las peores atrocidades. Y, a parte de lo noticiable en sí, siempre corretea a su alrededor una fauna de carroñeros que disfrutan del festín.
EliminarUn abrazo.
Josep me ha encantado como has llevado en primera persona la vida de este asesino. Y como ha ido la trama de este hombre. No se si se nace o se hace, mas bien es lo segundo. Y me pregunto yo si este hombre tiene algo de bueno. Creo que todo lo hacia por sus hijos. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarSalvo casos de psicópatas y, en general, enfermos mentales, yo también creo que el delincuente, incluído el asesino, se hace, por influencia de las circunstancias que le ha tocado vivir y el ambiente que le rodea. Es muy complicado.
EliminarLo único de "bueno" que tiene ese individuo es que parece preocuparse por el futuro de sus hijos y el bienestar de su mujer. Pero eso es lo que dice. Me gustaría saber qué ha hecho en realidad y hará con el dinero del libro y las exclusivas.
Un abrazo.
Uy el Limpio éste que personaje más siniestro, peligroso, ególatra... Desde siempre me atrae mucho la psicología y la psiquiatría,... la mente humana es un universo fascinante. Mi abuela era de las que decía que todos llevamos un asesino dentro, que solo hay que pulsar el botón adecuado en el momento preciso... Puede que yo también crea que todos somos asesinos potenciales, desde un punto de vista biológico, estamos diseñados para sobrevivir. Pero matar por placer, por dinero, por protagonismo, por patologías mentales... ya es otro asunto... Creo que aquella pedrada infantil le debió hacer algún clic mental.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato del asesino y el buitre... el periodista/periodismo carroñero te da para otro relato jejeje.
Gracias por compartir, un abrazo grande y sabático.
El limpio, de limpio no tenía nada, je,je. En efecto, así como se dice que todos tenemos un precio, también se dice, como en el caso de tu abuela-lince, que llevamos un asesino dentro, solo es cuestión de que se den las circunstancias apropiadas para activarlo. ¡Qué miedo! Sentir ganas de cargarme a alguien muy odioso (a Trump, por ejemplo) sí que he sentido, pero dudo mucho que fuera capaz de dejarlo fiambre, ni siquiera para obtener fama y dinero, ja,ja,ja.
EliminarMe alegro que haya sabido activar tu botón del placer lector, je,je.
Un abrazo y feliz finde, o lo que queda de él.
Que nos den razones para ello o nos inciten innecesariamente y la mayoría acabaremos por convertirnos en asesinos violentos e incluso especializados. Y es que según los tiempos que corren los villanos campan por sus respetos en sillas presidenciales o en altos cargos empresariales y dan ganas de poner freno a sus desmanes pagando con moneda de cambio parecida a la que utilizan ellos: chantajes, coacciones y amenaza.
ResponderEliminarLo que pasa es que hay que servir para ello.
Un abrazo, Josep.
Yo, que llevo dentro a un niño y, por lo tanto, sueño despierto en ciertas aventurillas, en más de una ocasión me he imaginado ser el vengador o justiciero de las películas, ese que de noche imparte justicia acabando con esos villanos que mencionas. Pero la lista es tan larga y no deja de crecer, aunque pudiera hacerlo, lo dejaría correr. Tendré que seguir aguantándome las ganas, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo, Javier.