jueves, 28 de mayo de 2020

Adiós para siempre



Todas las despedidas son tristes, pero esta es especialmente dolorosa. Nunca quise pensar que algún día llegaría este momento, el del adiós definitivo. Y ha llegado. Y aquí estoy, más sereno y entero de lo que cabría esperar.
Han venido amigos —los pocos que me quedan—, vecinos y algunos conocidos para apoyarme en este momento tan duro. También veo caras desconocidas. Me emociona esta muestra de solidaridad. Reconozco que en momentos así se agradece el acompañamiento, el calor humano, aunque ello no mitigue la aflicción ni repare la pérdida.
El dolor puede parecer más asumible cuando hace tiempo que esperas y temes el desenlace, pero no es así. No te sorprende, pues lo has estado aguardando largamente y sabías que el final se acercaba, inexorable, inevitable. Pero, aun así, uno no acaba de hacerse a la idea de que ya nada volverá a ser como antes.
¿Qué voy a hacer ahora? Todo se andará, tiempo al tiempo, es lo que me dicen todos. Pero, aunque afirmen que el tiempo lo cura todo, hasta las heridas más profundas, en mi caso no creo que eso vaya a ocurrir. En primer lugar, porque ya no me queda mucho tiempo. En segundo lugar, porque lo único que podría aliviar esta angustia que me corroe sería la esperanza, y esta me ha abandonado definitivamente.
¡Han sido tantos años de dicha y prosperidad! Aún recuerdo el primer día, el inicio de una nueva vida, en un caluroso y radiante mes de junio de mil novecientos ochenta. El próximo día 17 se habrían cumplido exactamente cuarenta años. Y ahora me toca empezar una nueva etapa en soledad, desnortado, sin saber qué será de mí.
El bullicio en la calle ha ido en aumento, a medida que han ido acudiendo más y más personas. Oigo pasos en la escalera, decididos, apresurados. Les abriré antes de que llamen a la puerta. Para qué alargar más el tormento.
En la calle, el movimiento vecinal dará ánimos a ese viejo que, con sus escasas pertenencias bajo el brazo, no sabe dónde dormirá esta noche, a la vez que abuchea a la policía, que dice cumplir el mandato judicial de desalojo por impago.


Ilustración: "Anciano en pena", lienzo al óleo de Vincent Van Gogh (mayo, 1890)


41 comentarios:

  1. Pues sí, una situación muy triste.
    Con tu intención, claro está, (según mi criterio) el comienzo parece que no van por ahí los tiros, sino que es una despedida de un hombre que está enfermo con sentencia... bueno, por lo menos ha sido lo que he entendido al principio. Así que estupendo el desenlace en lo que se refiere a tu forma de escribir, siempre genial.

    Antes de leer lo de la ilustración, ya me había parecido una pintura de Van Gogh, aunque no soy entendida en pintura, pero su forma es muy peculiar. Me gusta mucho la pintura impresionista.
    Un abrazo Josep.

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    1. Aunque el tema sea trágico, no he podido evitar el uso del engaño inicial, para darle un toque personal, je,je.
      Antes de contestar a tu comentario, he leído los del resto de lectore/as y compruebo que la mayoría ha pensado en la muerte del protagonista, cuando mi intención era que pensárais en la de su mujer. Un hombre que acaba de perder a su esposa, con la que llevaba conviviendo casi 40 años y que ahora se ve solo, perdido, desnortado, con un dolor que no sabe cómo afrontar, a pesar de que era una muerte anunciada.
      Pero lo importante es que, una vez desvelado el "secreto", haya gustado la historia, pues también habla de una pérdida y de una soledad inevitable.
      A mí también me encanta la pintura impresionista.
      Un abrazo.

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  2. ¡Qué tremendo!Cuanta pena me produce el saber que esto es un relato real, que le está pasando a mucha gente y que, desgraciadamente, les pasará a muchos más con la crisis que se nos avecina. ¡La mayor que hayamos conocido nunca!¡Qué falta de humanidad!
    La pintura del gran maestro Van Gogh, acompaña muy bien al escrito. Refleja perfectamente la desesperación del abuelo cuando ve perder todo lo que tiene.
    Muy conseguido, Josep. Está genial
    Un abrazo

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    1. No sé si se ha llegado a contabilizar el número de desalojos que han habido en este país desde la pasada crisis, pero seguro que será todavía mayor en los años venideros. Gente que lo ha perdido todo y que se queda en la calle con lo puesto y sin ninguna ayuda. Es un desastre personal y emocional sin parangón.
      Mucha sgracias, Rita.
      Un abrazo.

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  3. Bueno, me has despistado totalmente. Para nada me esperaba ese final, que es terrible. Una sociedad en la que ocurren hechos como el que relatas (y son tantos, unos conocidos y otros totalmente ignorados) es una sociedad enferma. No se puede explicar de otra forma. Aunque de dicha enfermedad, que ya se está haciendo terminal, tenemos muchas más pruebas aparte de esos desahucios que se suceden.
    hermoso u triste relato.
    Un beso.

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    1. Perder a un ser querido es una tragedia, pero también lo es verse, de la noche a la mañana, en la calle, convertido en un sintecho, en un marginado que tendrá que buscarse la vida mendigando y acudiendo a comedores sociales y a refugios si no quiere morirse de hambre o de frío. Esta también es una enfermedad que tendríamos que ser capaces de curar.
      Un beso.

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  4. Como dice Rosa me lo esperaba más trágico, siendo que te deshaucien trágico por demás.
    Muy buen relato, tan bien escrito como acostumbras, Josep.
    Un fuerte abrazo

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    1. En lugar de ua pérdida humana, siempre trágica, es una pérdida de identidad y de dignidad., algo también muy doloroso
      Me alegro que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

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  5. Aunque al principio el lector piensa que el anciano va a morir, saber el motivo real de lo que está esperando no es más llevadero. Cualquier desahucio es trágico pero cuando se da en ancianos a mí se me pone el corazón en la boca, pobres, verse así al final de sus vidas debe de ser terrible, no me lo puedo ni imaginar.
    Has puesto el dedo en la llaga con una historia corta pero profunda. Enhorabuena.
    Un beso.

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    1. Como le digo a Elda, mi intención era haceros creer que el anciano acababa de perder a su esposa, de ahí la gente (amigos y vecinos) que acuden (se suponde que a darle el pésame y a acompañarle en tan triste momento), pero bueno, hay otras alternativas perfectamente viables, je,je.
      Cuando veo gente durmiendo en la calle, pienso cómo habrán llegado a esa situación. Muchos de ellos llevaban un vida "normal" y plácida, tenían una familia y un trabajo, y por avatares de la vida lo perdieron todo y se vieron en la calle. Es una tragedia humana que no deberíamos permitir. Cuando veo que están desahuciando a una persona anciana se me parte el corazón y poienso que vivimos en una sociedad enferma.
      Un beso.

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  6. Caramba, el subconsciente creo que nos ha llevado a varios a pensar en una historia relacionada con la pandemia. Así que haces bien en mostrar que hay muchos otros problemas en nuestra sociedad como el caso que nos planteas. Ese y otros conflictos no son irresolubles en un sistema económico como el que vivimos. Por supuesto, suele haber mucho más tras estos casos de lo que sale en los telediarios. Pero eso no obsta a que más pronto que tarde vamos a tener que hacer una reflexión como sociedad mundial. ¿Hacia dónde vamos? ¿Queremos insistir en un sistema capitalista como hasta ahora? Llegará un momento en el que la lógica capitalista haga que el sistema productivo no necesite a la mitad de la población para funcionar. Pero ello supondrá que esa mitad de la población no pueda consumir, ¿qué hacer entonces? Es una situación que creo que alcanzaremos en algún momento de este siglo y no veo que nuestros gobernantes expertos estén muy preparados para afrontarla. En Star Trek, la sociedad no funciona con dinero, sino con el lema de que cada cual aporte responsablemente según su capacidad. Es ciencia ficción, pero quién sabe... Un abrazo!!

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    1. De lo que es capaz el subconsciente, je,je,
      Otro/as han pensado en la propia muerte del protagonista, cuando mi intención era que creyérais que se estaba despidiendo de su mujer, que acababa e fallecer, dejándole solo y desamparado en esta vida.
      Aun siendo algo muy trágico la pérdida de un ser querido, no deja también de serlo la pérdida de algo tan preciado como es la salud, el trabajo o la vivienda. Esta sociedad que hemos creado (y hemos dejado crear), basada en el poder económico, que pasa por encima de cualquier valor humano, nos está conduciendo a una situación límite muy peligrosa. No sé hasta cuándo podrá sostenerse, pero lo más triste es que parece como si nos hubiéramos inmunizado y solo uns cuantos fueran capaces de levantar la voz y manfiestarse en contra de esos deshaucios que dejan a familias enteras en la calle y sin ningún tipo de ayuda. A veces es por falta de pago, pero otras es porque un fondo buitre echa a la calle a los inquilinos que llevaban toda su vida instalados allí, y todo porque quieren reconvertir sus hogares en viviendas de lujo o con alquileres mucho más altos que no pueden pagar. Si alguien intenta evitar esa injusticia se le tacha de anti-sistema, de comunista, de "rojo".
      La sociedad "moderna" solo sabe dejar sin trabajo a miles de empleados en aras de una modernidad que ya no les necesita. A veces pienso, y me temo, que algún día esa población menospreciada se levantará y la sangre llegará al río. Cuando alguien ya no tiene nada que perder, porque ya lo ha perdido todo, se atreve a lo que sea.
      Y ya que mencionas la ciencia ficción, me ha venido a la mente la película In Time, basada en un futuro en el que la gente ya no trabaja a cambio de dinero sino de horas de vida.
      Un abrazo.

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  7. Tan real y triste como la vida misma. El relato va girando como una representación del transcurrir vital aunque se hace menos trágico del óbito esperado. Creo, y entiendo que se ha hecho así por la crisis de salud pública, que por el momento están suspendidos los desahucios. Pero, volverán...
    Un fuerte abrazo, Josep.

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    1. Pero es que hay quien muere de verdad, físicamente, y ya no tiene de qué preocuparse, y quien lo hace lenta y moralmnete, al sentirse abandonado a su suerte y a una edad que le impide volverse a levantar y encontrar una salida digna.
      Los desahucios están paralizados, como lo están otras muchas actividades "normales", pero, efectivamente, volverán.
      Un fuerte abrazo, Miguel.

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  8. Tristes momentos, más frecuentes de lo que todos desearíamos.
    Un abrazo.

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    1. Muy triste y dramático tiene que ser verse en la calle sin techo alguno que te cobije y sin tener apenas de qué comer. Si no fuera por los servicios sociales y alguna que otra ONG, las calles estarían cada vez más abarrotadas de mendigos.
      Un abrazo.

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  9. Parecía una cosa, pero me imaginaba un giro, aunque no ese en concreto. Es casi un mal antiguo después de la cuarentena, pero algo latente y consecuente de esa dolencia de la que nos han hecho creer causantes, para con ello, poder justificar atrocidades como la que describes. Por cierto, muy bien descrita.
    Ya veremos quién paga el pato de esta nueva crisis, aunque la historia no está de nuestra parte. En 2008 los bancos empeñaron el nivel de vida y al final los rescatamos e incluso gente como tú anciano se quedó sin nada. Aunque claro, el dinero es finito, y para que pocos ganen muchos deben perder.
    Un abrazo, amigo Josep.

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    1. Podríamos decir aquello de que siempre han habido pobres, Vayamos donde vayamos, vemos gente pidiendo en la calle. Ya forman parte del mobiliario urbano y de una "normalidad" aceptada por todos. Solo cuando vemos las imágenes de gente que es arrastrada literalmente por las "fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado" nos conmovemos, porque nos imaginamos a nosotros en tales circunstancias. Pero esto ya se está convirtiendo en una lacra y como tal deberíamos hallar el modo de eliminarla. Del mismo modo que andamos buscando desesperadamente una vacuna contra el coronavirus, no debería ser menos para hallar una solución a este problema que también es de todos.
      Un abrazo, Pepe.

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  10. Por desgracia una triste realidad, que aunque parezca dormida por la tragedia de la pandemia, sigue estando ahí, y debido a ésta última, desgraciadamente aumentará en este complicadísimo tiempo que se nos avecina.
    Creo que, como a casi todos los anteriores comentaristas, nos diste un vuelco completo en lo que íbamos imaginando según te leíamos. Muy bueno.

    Un abrazo!

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    1. Una amarga realidad que resucitará una vez acabe la pandemia. Esto solo es, lamentablemente, una tregua. Al igual que el planeta volverá a ser contaminado por el hombre, los bancos y los propietarios de inmuebles volverán a deshauciar a los más desfavorecidos, que no tienen con qué vivir. Entiendo que si una persona tiene un local alquilado y el arrendatario no paga, exija la mensualidad aunque sea aplazada, pues también es su fuente de ingresos, pero hay que emcontrar una solución que satisfaga a ambas partes. No puede permitirse que se desaloje a, por ejemplo, una persona dependiente, anciana, enferma, a una familia numerosa que no tiene ningún ingreso porque están en el paro. Es ahí cuiando el Estado tiene que salvar esa situación de pobreza en lugar de salvar bancos.
      Un abrazo.

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  11. Buen microrrelato, donde te las ingeniaste para que nos perdiéramos por el camino, pensando que se trataba de un anciano enfermo o un espíritu recordando su despedida definitiva y no la de su esposa, con lo que lograste tu propósito al redactarlo.
    No obstante, te reservas para el desenlace el golpe de efecto con la trágica realidad de un pobre viudo condenado al desahucio. ¡Felicidades!
    Un beso.

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    1. Es que si hubiera dejado claro de qué se trataba desde un principio, creo que habría resultado demasiado soso, je,je. Un aciando lamentándose del fallecimiento de su esposa después de 40 años de casados, no conmueve a nadie, o a casi nadie. En cambio, el tema de los desahucios parece que toca más la fibra sensible de los ciudadanos. Supongo que es una forma de solidaridad ante un hecho que, a diferencia de la muerte natural e inevitable, nos sobrecoje y solivianta por la injusticia e impotencia.
      Un beso.

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  12. Amigo Josep, no tengo mucho más que añadir a lo que han dicho los lectores y amigos que me han precedido en los comentarios. Has jugado perfectamente bien tus cartas del despiste y, con la maestría del que lleva a sus espaldas cientos de folios escritos, has acabado rematando con un final sorprendente. Por desgracia, y como pasa casi siempre, la realidad es aún más triste y descorazonadora. La avaricia, la codicia y la usura siguen campando a sus anchas entre nosotros, amparadas en unas leyes que las favorecen. Todo sea por el "progreso"; eso sí, el progreso de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.

    Un abrazo, amigo.

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    1. Muy fácil amigo, podrías haber escrito "idem" o, lo que está más al día, "me too", ja,ja,ja.
      De todos modos, me agrada mucho más leer tus palabras de elogio (de vez en cuando hay que dar de comer a nuestro ego, aunque no demasiado, para que no engorde más de la cuenta y ya no quepa en nuestro cerebro o donde se aloje).
      Ese neo-liberalismo, que deja al libre albedrío la codicia sin escrúpulos para ir amasando fortunas y aplastando al competidor más débil y a cuenta del ciudadano desprotegido, está sembrando la semilla del rencor, del odio, de la infelicidad, de la desesperación, que ya está dando sus frutos. Un día es Alcoa la que cierra sus puertas, al diguiente es Nissan que deja a miles de trabajadores en la calle, y así, poco a poco, y con la ayuda adicional de la mecanización y la robotización, acabaremos viviendo en el país del subsidio. Pero llegará un tiempo, no muy lejano, que los pobres represantarán las gran mayoría de este país y no habrá dinero suficiente para darles de comer, ni siquiera para una renta mínima vital.
      A veces, solo a veces, me alegro de estar a punto de cumplir los 70 tacos, porque así no llegaré a ver lo mal que lo pasarán mis hijas y mis nietos. Más pesimista no puedo ser, y eso que hoy es sábado, pero, claro, con el ritmo de vida que estamos viviendo por culpa del maltido virus, qué se puede esperar, je,je.
      Un abrazo, Pedro.

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  13. Yo pensando que era un hombre que había perdido a su esposa, pero no se trataba de un desahucio por impago.
    Es muy doloroso que curres toda la vida y que de la noche a la mañana tengas que dejar tu casa, tus recuerdos tus vivencias porque la vida te ha venido mal, y creo que no solo lo preocupante es que haya mucha gente así, si no que con la crisis que se nos avecina me da mucha la impresión y creo que no me voy a equivocar mucho, que van a ir en aumento, y la verdad los gobernantes de este país y del mundo, deberían poner una solución global algo que por desgracia va a ser irremediable.
    El dolor mostrado como siempre con mucha maestría, gracias Josep, siempre acabas sorprendiéndome con ese final inesperado.
    Un abrazo.

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    1. De momento, Tere, no parece que los gobernantes (me refiero a TODOS, los de aquí y los de más allá) estén por la labor de poner coto al avance de la pobreza, y no solo en el tercer mundo, que a este ya lo anbandonaron hace muchos años, sino en los países llamados desarrollados. La hipocresía y el egoísmo dominan el mundo. Solo hay que ver lo que ha costado para que la UE se pusiera de acuerdo en dotar a los países que más han sufrido la pandemia de una cantidad importante de dinero para ayudarles a afrontar las pérdidas económicas sufridas. Y aun así, hay países, como Holanda y nórdicos (eso no deberíamos olvidarlo jamás) que se opusieron frontalmente a ello y que han acabado exigiendo que parte de esa donación sea a devolver (seguramente con intereses). Alemania no lo tenía muy claro, pero ha acabado cediendo, quizá porque recuerden que a ellos se les condonó la deuda brutal que habían contraído a raiz de la segunda guerra mundial que provocaron. A un país que provoca, por dos veces seguidas, una guerra mundial con millones de muertos se les perdona la factura, y a los países que sufren económicamente por culpa de una pandemia que no han provocado, a esos hay que cobrarles la ayuda. Inmoral. Como inmoral es que, a alquien que ha trabajado toda su vida y que ha perdido de pronto su trabajo, se le eche a la calle, a él y a toda su familia, por no poder pagar el alquiler o la hipoteca.
      Un abrazo.

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  14. Hola Josep Ma como a los comentaristas que me preceden me has engañado desde las primeras línias y qué importante es todo ese contexto previo que llevamos los lectores que nos avanzamos a lo que nos va a contar el escritor. La pérdida de la vida en todos los sentidos, perder a un compañero de vida y perder la vida que seha conocido, por la falta del compañero y por el desahucio que no entiende ni de edades ni de sentimientos. Por desgracia un relato que puede ser muy real.
    Muy bien llevado y gracias por la reflexión que nos genera.
    Un beso

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    1. Ha sido una forma de poneros a prueba. Y, por lo visto, habéis picado el anzuelo, ja,ja,ja.
      Todas las pérdidas son dolorosas cuando lo que dejas atrás ha formado parte de tu vida y ha sido todo lo que has tenido para llevar una vida feliz. En cierto modo, ese hombre ha empezado a morir un poco, y cada día que pase en el más absoluto abandono, económico, social y moral, será un paso más hacia el fin de su existencia como ser humano.
      Un beso, Conxita.

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  15. Te confieso que he "picado" Josep Mª,... en ningún momento de la primera parte del relato he pensado que en un desahucio,... y como la mayoría pensé en una grave enfermedad del protagonista,... y eso que cuando leo tus relatos suelo ponerme en guardia,... jajaja. Al margen de todo esto, creo que es un problema que una sociedad que se precie no debería permitir.
    Una abrazo!

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    1. Supongo que ello ha sido debido a que el tema era, sí o sí, dramático, tanto si se trataba de los últimos días de vida del protagonista como de su desahucio. En abos casos se acaba una forma de vida, la física/material, o la física/personal.
      Efectivamente, una sociedad moderna y justa debe velar por el bienestar de sus ciudadanos y no abandonarlos a su suerte.
      Un abrazo.

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  16. En una casa donde uno ha viviso prácticamente toda su vida, se dejan muchos recuerdos imborrables e incluso algunos objetos que tienen su historia escrita en nuestra mente.
    De hecho, el propietario o arrendatario que vive en ella es el alma de la casa; si aquel es expulsado de ella, no solo queda vacía sino sin alma. Aunque tampoco tienen alma quienes propician ese desalojo sin buscar una alternativa.
    Un abrazo.

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  17. Y es que salimos de málaga y nos metimos en Malagón con esto de las crisis repetitivas y concatenadas. Ya sufrieron muchos los desahucios y de nuevo volveremos a ver la tragedia de muchas familias que se quedaran sin trabajo, sin ahorros, sin vivienda. Pero eso a los gobiernos se la refanfinfla con tal de seguir recaudando para poder cubrirse las espaldas con un buen colchón que les garantice una vida regalada.
    No comento más que me caliento.
    Una buena historia que juega con el lector a adivinar el final que casi que es peor que la muerte.
    un abrazo.

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    1. Espero que con la renta mínima vital pueda suavizarse mínimamente algunas situaciones que han llegado a ser deseseperadas. Y pensar que hay quienes están en contra...
      Lo realmente necesario es crear un entramado económico que no requiera de subsidios (lo del pescado o la caña de pescar), pero ante el hambre acuciante, bienvenidas sean estas ayudas.
      Que los desahucios volverán, esto está más claro que el agua. Pero cambiar el sistema político y económico para luchar contra esta sociedad de consumo, materialista y conservadora, está muy mal visto por los poderes fácticos, que quieren preservar su status.
      Supongo que para más de uno, es preferible morir que arrastrarse y vivir en la miseria.
      Un abrazo.

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  18. Pues creía que era la esposa/señora/compañera la que fallecía... así que el final me ha pillado por sorpresa. También la pérdida de una casa en estas circunstancias tiene su propio duelo... Y los duelos... ya lo dice muy bien la palabra; duelen.
    El de hoy me parece un post muy triste, por desgracia está basado en muchas 'true histories'...
    Gracias por compartir compañero. Un abrazo.

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    1. Para muchos, su casa es su habitat natural y lo es todo. En ella ha llevado una vida feliz y encierra muchísimos recuerdos. Perderla es como perder una parte de sí mismo y, por si eso fuera poco, quedar en la calle a una cierta edad es como echarle a los leones. Haber vivido toda una vida tranquilo para acabar sus días durmiendo entre cartones o, en el mejor de los casos, en un albergue para indigentes, es para echarse a llorar y morirse de pena.
      Un abrazo, compañera.

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  19. La angustia a flor de piel, la soledad del anciano que pintan tus palabras es la viva imagen del anciano apenado de Van Gogh, su dolor y desesperación. Sabemos de sus muchos años de trabajo, pero esta sociedad es así de cruel. Cuando leo: "El bullicio en la calle ha ido en aumento...", sé que estoy ante un desahucio inminente. Se me encoge el alma.
    Muy buen micro, Josep.

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    1. Al pobre no le queda más remedio que tomárselo con resignación, a pesar del apoyo moral de sus vecinos. Es realmnete trágico que se den casos así. Si para cualquier persona es un mal trago, para un anciano es la atesala de la muerte.
      Muchas gracias, María Pilar.
      Un abrazo.

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  20. Al principio no sabía qué era exactamente lo que pasaba, fue al final y me hizo volver a leer desde el principio. Es decir, es un buen relato.
    SAludos.

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    1. Dos lecturas es mejor que una, sobre todo si sirve para aclarar las dudas y asimilar mejor el mensaje.
      Muchas gracias por haberlo hecho.
      Un abrazo.

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  21. ¡Hola, Josep!
    Confieso que me he agobiado un poco mientras leía y he tenido que hacer una pausa para respirar. Y eso significa que has plasmado con mucho realismo el relato. Ahora que poco a poco volvemos a la "normaliad", me ha hecho pensar mucho más en todo lo que hemos vivido estos meses pasados. Y me ha calado profundamente muchos pensamientos.

    Un abrazo y buena semana.

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  22. Me satisface que la lectura de este relato, que tiene de ficción lo mismo que una pandemia, te haya hecho sentir algo dentro de tí. La "normalidad" que nos espera, también vendrá acompañada de dramas humanos como este.
    Un abrazo y buena semana también para ti.

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