Dicen que lo encontró mi bisabuelo mientras jugaba en la buhardilla de la casona del pueblo, cuando contaba con cinco o seis años. De dónde salió y quién lo dejó allí, nadie lo sabe. Desde entonces, es como una reliquia familiar. Yo también tendría esa edad cuando lo descubrí en la biblioteca de mi tío Gabriel. Me regañaron por haberlo tomado sin permiso o como si hubiera sustraído una joya de la caja fuerte. Todos me miraron con cara de desaprobación cuando aparecí en el salón con él en las manos. Fue durante el velatorio, toda la familia al completo estaba acompañando a la viuda, mi tía Elisenda, y yo me aburría una barbaridad. Recorrí los aposentos de la planta baja de su casa hasta dar con la impresionante biblioteca. Allí le vi. Estaba sobre un atril. Me llamó la atención las extrañas letras grabadas sobre la piel oscura y agrietada de la cubierta. Sigo desconociendo su significado del mismo modo que sigo sin conocer el misterio alrededor de su origen. Pero lo que más me intriga es su funcionamiento y por qué se comporta del modo en que lo hace.
Cuando mi tía Elisenda falleció unos años más tarde, como mis tíos no tenían hijos, el libro pasó a manos de mi padre, el único hermano vivo del tío Gabriel. Mi madre me contó que había ido pasando de hermano a hermano a medida que iban falleciendo. Así pues, ahora era propiedad del hermano menor, mi padre.
―Yo también desconozco su valor y su origen. Tu padre nunca ha querido decirme nada al respecto –me comentó mi madre cuando se lo pregunté.
Y así era. Cada vez que intentaba sonsacar a mi padre alguna información sobre ese incunable –así lo llamó, pues databa de 1450- evitaba hablar del tema y desviaba la conversación hacia otros derroteros y si insistía notaba que se ponía nervioso y me dejaba plantado con cualquier excusa. Siendo yo todavía un niño, podía más la curiosidad que el interés literario e histórico. Pero pasaban los años y aquel libro permanecía en la vitrina donde mi padre lo tenía guardado bajo llave.
Tendría yo dieciocho o diecinueve años cuando un día, sin que nadie lo notara, me hice con un duplicado de la llave que mi padre guardaba celosamente en su escritorio. Una vez con la copia en mi poder, aprovechando su ausencia y la de mi madre, llevé el libro a un viejo librero del barrio que, había oído decir, era un experto en incunables. El hombre, al parecer, había trabajado de joven en la Biblioteca Colombina, en Sevilla, donde había adquirido grandes conocimientos sobre este tipo de libros, tanto los publicados en Europa como en América. Cuando se lo mostré, abrió los ojos de par en par como si tuviera ante sí un libro de brujería o algo peor. No sabría decir si lo tomó con cautela o con veneración pero lo transportó hasta la mesa del despacho que tenía en la trastienda con exquisito cuidado y lo depositó bajo la tenue luz de un flexo. Tras observarlo concienzudamente durante un buen rato, auxiliado a ratos por una lupa, asemejándose a un sabueso buscando su presa, alzó la mirada y me dijo:
―¿Este libro es suyo?
―Sí, bueno no exactamente, es de mi padre. En realidad pertenece a mi familia desde hace mucho tiempo –contesté, como si tuviera que justificarme para que no pensara que era un ladrón de obras de arte.
―Pues ¿saben ustedes lo que tienen en casa?
Y antes de que pudiera decir esta boca es mía, añadió:
―No solo tienen una joya histórica de un valor incalculable, tienen ustedes un objeto extraordinariamente raro y poderoso. Siento en el alma tener que decirle esto, pero yo de ustedes me desharía de él cuanto antes. Véndanlo, si quieren hacerse ricos, o quémenlo si quieren estar a salvo.
―Pero ¿qué dice usted? –le espeté asombrado por aquella afirmación.
―Hagan lo que le digo, joven. Solo se imprimieron dos ejemplares de este libro. Los trajo un comerciante de América a finales del siglo XVI, creo recordar que de La Martinica. Uno se quedó en la Biblioteca Colombina. No sé qué ocurrió con el otro pero sin duda es éste.
―¿Está usted seguro de que éste es el otro ejemplar?
―No puede ser otro. Como le digo, solo habían dos y el que se custodiaba en Sevilla acabó en la pira por orden de la Santa Inquisición. El año no lo recuerdo bien pero creo que fue en mil quinientos noventa y pico, dos o tres años después de haber sido adquirido por la Biblioteca. Dijeron que era sin duda una obra herética pero que, además, tenía poderes ocultos, obra del maligno.
―¿No va a creer en estas supercherías un hombre culto como usted?
―No son supercherías, joven. Leí que, allá en las Américas, quien poseyó ese libro, murió joven o le ocurrieron todo tipo de males por no seguir lo que le dictaba. Espere, creo que todavía conservo por aquí la crónica donde leí los poderes que se le atribuían. Léala y se convencerá.
Una vez en casa, devolví el incunable a su lugar y me dispuse a leer “Hechicería y ocultismo en la antigüedad”, la crónica que me había prestado el librero y cuyo capítulo X llevaba por título “Incunables en la América pre-colombina”.
La lectura me llevó casi una hora. Al terminar el capítulo, alcé la vista y observé a lo lejos el lomo del incunable brillando bajo la luz mortecina de la estancia. Esta vez, sin embargo, lo observé de forma distinta a como lo había hecho hasta entonces. Lo miré con aprensión, casi con temor. ¿Sería cierto lo que decían los autores de esa crónica que todavía sostenía en mis manos? Me levanté con la intención de volver a hojear el incunable para comprobar la veracidad de lo que acababa de leer. Nunca antes me había fijado en ello. ¿Lo sabría mi padre? ¿Lo sabía toda mi familia? ¿Habían llegado a comprobar y a usar ese extraño poder? Cuando me disponía a sacar la copia de la llave de mi bolsillo, me sobresaltó la voz de mi madre a mis espaldas.
―Hijo, ¿qué haces aquí? Te estaba buscando, ya es hora de cenar.
CONTINUARÁ
Brillante, apasionante, qué modo de captar la atención del lector. Me ha tenido cautivado desde comienzo hasta el final. Resulta, a pesar del tema fantástico del mismo, verosímil y el lector avanza con el protagonista en el conocimiento de incunable de terrible historia. Creo que tienes una habilidad muy importante como narrador. Si pudieras enviármelo entero en word o pdf se lo pondría a mis alumnos que seguro que se sentirían fascinados por la potencia de este relato.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchísimas gracias, Joselu, por tu cumplido literario. Me siento muy halagado por el hecho de que una persona con tu formación académica considere este texto de tanta calidad. Espero no defraudaros con la continuación, que todavía está en pañales.
EliminarTe he enviado por correo el texto en word y en pdf. Espero que los hayas recibido correctamente.
Un abrazo, profesor.
Maravilloso escrito con entre lineas para disfrutar mientras se te lee
ResponderEliminarGracias por compartir bellezas
Hola MuCha.
EliminarMuChas gracias (jeje) por venir a leerme en este rincón pensado para desarrollar la imaginación y plasmarla en líneas que os puedan hacer disfrutar o, cuanto menos, pasar un rato agradable.
Un abrazo.
Una narración buenísima, Josep, ágil y entretenida, que te mantiene en vilo desde el principio. Me encanta tu forma de narrar, es estupenda. Y lo has dejado en el punto álgido... ¡¡Qué ganas de saber que pasa!!
ResponderEliminarEn resumen, fabuloso. Estoy pendiente de la continuación. Un beso enorme y felicidades por el relato
Muchísimas gracias, Chari, por tus elogiosos comentarios. Ello me anima a continuar en esta senda de la narración corta.
EliminarSiempre me ha gustado la intriga y espero que ésta continúe en la/s siguiente/s parte/s de este relato. Todavía no sé si la historia dará para uno o dos capítulos más. Dependerá de lo que contenga el incunable, jaja
Un abrazo.
Qué interesante relato, Josep. Me hubiera quedado leyendo al menos una hora más, como el protagonista :)
ResponderEliminarSé que eres una persona "formal" y que no nos harás esperar mucho para la siguiente entrega. Y menos mal, porque lo cierto es que me muero de ganas por saber cómo continúa!!
Me ha encantado!!
Un abrazo.
Jajaja. Sí, soy un chico muy formal, trabajador y cumplidor. Espero poder tener lista la segunda entrega (que tal como va la historia, no creo que sea la última) muy pronto, antes de entreno de Star Wars 7.
EliminarMuchas gracias, Julia, por los ánimos que me dan tus palabras.
Un abrazo.
Rato agradable, que provoca la historia de este incunable que aun esta por ver,
ResponderEliminarAnimo para esa segunda parte, que se preve mas intrigante.
Fuerte abrazo JOSEP.
En ello estoy, Francisco, pero este incunable resulta bastante difícil de leer, jaja
EliminarMuchas gracias por acercarte a leer mis historias y tener el detalle de dejar tu amable comentario.
Un abrazo.
Que interesante es esta historia Josep, me he quedado con la miel en los labios porque me encantan las obras de misterio.
ResponderEliminarMe quedo atenta al desenlace, o mejor a una segunda parte, pero que no termine hasta más adelante, jajaja.
La verdad es que la poesía es un rollo al lado de los relatos, y sobre todo si están escritos como tu lo haces, y no es ningún halago.
Un abrazo.
Hola Elda. Pues, aunque digas que no es un halago, a mí me halaga que consideres mis escritos lo suficientemente interesantes como para que vuelvas a visitarme una y otra vez, teniendo en cuenta de que lo haces (creo yo) de forma libre y voluntaria, sin sentirte obligada a quedar bien. Del mismo modo yo también vivito tus blogs de poesía.
EliminarMuchas gracias por tu apoyo.
Un abrazo.
Me dejas completamente intrigada con el misterioso libro. Ese toque con el lomo luminoso es genial, empieza a cobrar vida. Estupendo. Espero el siguiente con muchas ganas, la verdad. ;)
ResponderEliminarUn abrazo. =)
Los misterios, vengan de personas o de libros, siempre intrigan. Y más tratándose de un libro con casi seis siglos de vida.
EliminarMuchas gracias, Soledad, por querer participar de este misterio.
Un abrazo.
Algo así pero, aparte de que es más antiguo, es peor aun ciertamente útil para según quien. Sin duda forma parte de la colección de libros raros, jeje
ResponderEliminarBueno, tu mantente como el lobo que yo me mantendré como el perro pastor que las cuida y protege, pues este incunable merece todo tipo de cuidados.
Muchas gracias, Julio David, si es así como realmente te llamas, por venir a leerme.
Un abrazo.
Celebro haber encontrado tu novela en sus inicios, Así podre seguirla en su proceso de creación.
ResponderEliminarMuy interesante el tema de los incunables. Los libros pueden guardar misterios profundos, como los que prometes en tu narración.
No sabía que tenías varios blogs, por eso me he despistado.
Un abrazo.
Bienvenido, Oscar, a este blog que, de hecho fue el primero en nacer y que luego sufrió una ligera metamorfosis a los pocos meses de cobrar vida (en mi última entrada de mi blog en catalán, "En català si us plau", cuento su historia).
EliminarMe alegro de que lo hayas descubierto aunque, al no haberlo hecho antes, te hayas perdido hasta ahora multitud de relatos entretenidos, jeje. Perdona la inmodestia bloguera.
Este último relato no es, en realidad, una novela, ni siquiera corta. Solo se trata de un relato que, dada su extensión, me pareció más oportuno dividirlo en varios episodios (seguramente dos más) y, de paso, mantener la intriga, jaja
Lo que ocurrió es que Francisco Moreno, responsable/coordinador de los grupos "relatos y novelas para compartir" y "novelas por entregas" me invitó a que lo publicara en esos espacios.
Aprovecho para agradecerte que hayas "redirigido" a vario/as de tus lector/as a mi blog "Cuaderno de bitácora". Así, poco a poco, irá siendo conocido.
Un abrazo.
me encanta, mantiene la tensión y voy derechita al segundo capítulo
ResponderEliminarMe alegra que te haya complacido y gracias por venir a leerme. Nos encontraremos en el siguiente capítulo.
EliminarUn abrazo.