sábado, 22 de octubre de 2016

Nunca debí aceptar (III)



Una vez terminada la intervención decidí conservar, como si de un trofeo se tratara, aquellos dos colmillos. Quizá algún día me podrían servir como prueba de la naturaleza vampírica de la niña que había acogido bajo mi techo.

Con la ayuda de la señora Castro, trasladamos a Sara a su cama, la de verdad quiero decir, y la arropamos como quien arropa a un niño para que no se acatarre. Las noches empezaban a ser frías. Encendimos la chimenea del dormitorio y nos apostamos, mi sirvienta y yo, en sendos sillones, al pie de la cama, dispuestos a montar guardia toda la noche.

Nos despertó, por la mañana, un leve quejido. Ambos nos erguimos a la vez y vimos cómo la niña se desperezaba y nos miraba aturdida.

―Me siento algo mareada –dijo con cara de interrogación-. ¿Se puede saber qué hacéis los dos aquí? ¿Qué ha ocurrido? –añadió cada vez más intrigada.
―Nada, nada, niña. Es que ayer te sentiste indispuesta, tenías un poco de fiebre y temimos que hubieras enfermado –improvisó la señora Castro-. ¿Acaso no te acuerdas de nada? –le preguntó mirándome de reojo.
―Pues no, la verdad. Solo recuerdo que…
Llegado a este punto, Sara se detuvo, pensativa, nos miró fijamente y esbozó una franca pero sospechosa sonrisa.
―Bueno, da igual. Lo que fuera que me pasó ya ha pasado. Ya me siento bien.

E incorporándose, preguntó:

―¿Qué hay para desayunar, señora Castro?

La pobre mujer no se había dado cuenta. Me miró con ojillos de satisfacción y, argumentando que la niña tenía que adecentarse antes de bajar a desayunar, me arrastró literalmente hasta el pasillo.

―Lo ha logrado. ¡Qué alegría! Pero por qué me mira con esa cara –inquirió extrañada.
―No se ha dado cuenta, ¿verdad? –le espeté.
―¿Darme cuenta de qué?
―¿No se ha fijado en su sonrisa? –Y antes de que pudiera contestar- ¡Vuelve a tener la dentadura intacta!

Si la niña recordaba o no lo acontecido la noche anterior no lo sabríamos jamás. Sin duda debió de extrañarse al despertar en su cama cuando últimamente dormía en una caja de madera en el sótano del viejo almacén de carbón. Posiblemente volvía a disimular. Y si sospechaba lo que habíamos hecho, no solo se estaría regocijando de nuestro fracaso sino que prepararía un contraataque. Debíamos extremar las precauciones y elaborar un plan más agresivo y definitivo, costara lo que costase.

El único plan que se me ocurrió consistía en desangrarla paulatinamente hasta provocarle una anemia como la que ella le provocó a su madre y que acabó con su vida. Lamentándolo mucho, tenía que ser drástico y no tener escrúpulos ni sentir pena por un engendro como aquel. Cada vez veía mi plan más viable. Cada noche, tras arrancarle los incisivos, le succionaría, con una mini-bomba, medio litro de sangre por el orificio que queda en la encía tras la extracción de una pieza dental. Los colmillos se regenerarían pero yo los volvería a extraer y repetiría el procedimiento de desangrado de la pequeña vampira. Cuando esta mostrara los primeros signos de debilidad, llamaría al médico del pueblo quien, sin duda, diagnosticaría una anemia. Conociendo los antecedentes familiares, todo el mundo, médico incluido, creería que había heredado esa extraña enfermedad de su madre. Cuando falleciera, ni su propio padre sospecharía que yo hubiera estado detrás de ese homicidio, o debería decir vampiricidio.

Pero cuando, por la mañana, me disponía a poner en antecedentes a la buena señora Castro, esta me interceptó de camino a mi despacho arrastrándome de una manga hasta la cocina. Tras cerrar la puerta y jadeando como un caballo de carreras que acaba de llegar a la meta, se dejó caer pesadamente en una silla. Secándose el sudor de la frente, de la cara y de la papada, tomó aire y mirándome aterrorizada me soltó todo lo que acaba de oír por boca de la antigua ama de llaves de mi difunta sobrina.

―Me la he encontrado en el mercado. Llevaba tiempo buscándome pues no se atrevía a poner los pies en esta casa. Quería advertirme del peligro que corremos. Yo creía que me iba a contar lo que ya sabíamos, pero no. Me ha contado mucho más. No se lo va a creer. Haga el favor de sentarse, no le vaya a dar un síncope. Quizá debería tomarse una copita de coñac, por si acaso.

Y como yo rehusara su propuesta y la conminara a hablar de una vez por todas, lo hizo, largo y tenido, con voz trémula y levantándose cada dos por tres para asegurarse de que Sara no estaba al acecho.

Lo que oí me dejó sin habla durante unos largos minutos. No sabía si creerme esa historia o achacarla al desvarío o a las ideas estrambóticas de aquella mujer que había servido a mis sobrinos y, antes de eso, a mi hermano y mi cuñada.

Según lo referido por aquella mujer, Julián era un vampiro. De ahí que no conociéramos nada de sus antecedentes y orígenes. Sabiéndola sola y desprotegida, enamoró a mi sobrina con sus galanteos y su apostura. La deslumbró con su vasta cultura, mundología y esos supuestos negocios que les harían mucho más ricos de lo que ella ya era.

Antes de convertir a su amada en vampiro, aquella debía engendrar varios hijos a los que, a su debido tiempo, también transformaría en esos horribles muertos vivientes. Entretanto debía mantener el secreto pues, de lo contrario, quizá no contaría con el beneplácito de su mujer y esta le abandonaría horrorizada.

A los dos años de su unión nació Sara quien, inteligente y perspicaz como pocos niños a su temprana edad, descubrió el secreto de su padre. Contaba por entonces siete años. Contra todo pronóstico, la niña se mostró entusiasmada y pidió a su padre que la mordiera para ser como él. La niña diabólica debió de amenazarle con contárselo todo a su madre. Su progenitor finalmente accedió, pidiéndole que mantuviera el secreto. Deseaba tener más hijos con los que acrecentar la estirpe y una mujer vampira no puede procrear. Tras nueve años de matrimonio, sin embargo, Ana no quedaba nuevamente embarazada y Sara se impacientó. La niña no se llevaba bien con su madre. Más bien la odiaba. Toda la servidumbre había sido testigo de las trifulcas que mantenían madre e hija. Seguramente en una de esas peleas, la pequeña se lanzó al cuello de su madre y consumó lo que llevaba tiempo deseando. Pero con lo que no contaba era que a su edad no tenía todavía el poder necesario para convertir en vampiro a su víctima. En su lugar, la joven madre enfermó.

Ana no sabía a quién confiarse, así que mantuvo lo ocurrido en secreto. Pero la niña la visitaba todas las noches para proveerse de más sangre. El padre, ausente como siempre por largos periodos de tiempo –debía de extender sus “actividades” en otros países y continentes-, cuando se enteró de lo ocurrido ya era demasiado tarde. De ahí que se opusiera pertinazmente a la exhumación del cadáver de su esposa. Viendo la tozudez de su tío político y temiendo que este acabara saliéndose con la suya, decidió eliminarlo y qué mejor forma de hacerlo que enviando la niña a su casa para que hiciera con él lo que hizo con su madre.

―¿Quiere usted decir que Julián me ha enviado a mi sobrina nieta para que me succione la sangre y acabe conmigo? pregunté asombrado, sin esperar respuesta.
―Y de paso conmigo –contestó la mujer con movimientos asertivos de la cabeza que le hacían bailar la papada como si la de un pavo se tratara.
―Pues va lista si cree que lo conseguirá –afirmé levantándome bruscamente de la silla, dando la conversación por terminada.
―¿Pero dónde va usted ahora, hombre de Dios? ¿Acaso no ve que la cosa está pero que muy fea? Un día de estos aparece por aquí el padre de “esa” para comprobar cómo estamos usted y yo de salud, Y contra él no creo que podamos luchar.
―Si viene, simplemente se encontrará con que su hija ha muerto de una extraña enfermedad, como la de su madre, algo que atestiguará el médico que la habrá estado tratando, y le diremos que no pudimos avisarle porque desconocíamos su paradero, cosa que, por otra parte, es verdad. Será cuestión de hacernos los tontos. A mí, desde luego, no se me da nada mal.
―Usted lo ve todo muy fácil. ¿Y cómo piensa acabar con ella? Dijo que no derramaría sangre.
―Lo dije pero me he retractado. Tengo un plan B.

 
CONTINUARÁ...
 
 

34 comentarios:

  1. Espero que el plan B funcione, je,je. Vaya niña complicada. De tal palo... Digo yo, a modo de sugerencia, qué la pongan a cazar Pokémons. =P
    Me tienes muy intrigada, en serio. No sé a dónde nos vas a llevar con esta historia y eso me fascina. ;)
    Un abrazo. =)

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    1. No sé, no sé. Después de lo visto (o leído), ya no me fío de nada.
      Mira, lo de cazar Pokémons no se me había ocurrido, jajaja. Buena idea.
      Un abrazo.

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  2. Que interesante, pensé que en esta entrega le ibas a dar el pasaporte ya a la niña, pero estupendo porque así, sigue esta intriga tan interesante.
    Aunque me repita, te digo que me encanta como lo escribes, dándole además ese puntito gracioso con algún comentario de los protagonistas.
    Un abrazo Josep, y buen fin de semana.

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  3. Se me olvidó decirte, que la foto está genial...

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    1. Pues no, Elda, la niña no aceptó el pasaporte. Qué más quisieran sus anfitriones, los pobres.
      Hasta al miedo hay que perderle el respeto, jajaja
      Un abrazo.

      P.D.- La foto la saque de internet y, por cierto, se me olvidó mencionarlo. Espero que su autor/a no ponga ninguna pega.

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  4. Hola Josep, pos yo pensé que al tomarse el coñac se terminar la cosa allí y ahora tengo la duda si es realmente la niña jaajajjaj esto ya un suspenso y encima nos deja con saber mas , te repito eres excelente muy bueno como siempre atrapando , un abrazo desde mi brillo del mar

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    1. A quien hubieran tenido que emborrachar con coñac es a la niña vampira, así quizá se habría ido volando a otra parte. Pero, claro, a su edad está prohibido darle de beber alcohol y, además, todavía no se le han desarrollado las alas de murciélago, jaja
      Un abrazo.

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  5. Ay! Me quedo con la miel en los labios. ¿Aparecerá el padre de la criatura? ¿Tendrá la niña su plan B? ¡Quedamos a la espera!

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    1. Algún día tendrá que aparecer, digo yo. Espero que más bien sea tarde que temprano.
      Un abrazo, David.

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  6. La historia se complica Josep Mª, si entra en el pack el padre no sé que será de ellos.
    Muy interesante, nos dejas con muchísimas ganas de continuar leyendo, :)

    Un fuerte abrazo.

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    1. Con los niños, la vida siempre se complica, y si es una niña con esas aptitudes y actitudes, todavía más.
      Un abrazo.

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  7. Oye ¿Y si recurre el buen señor a una buena estaca clavada en el corazón del monstruito y santas pascuas y aquí paz y después gloria bendita?
    El padre más vale que se quede lejos pues sino estos dos sufridores lo van a tener más difícil sin duda.
    Un abrazo, seguimos esperando la parte de la historia correspondiente

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    1. Eso, Francisco, sería la forma más rápida y práctica, pero un poco bestia, si me permites la expresión. Es mucho más sutil aparentar una enfermedad debilitante y mantener a todo el mundo en babia, jeje. Bueno, eso si al padre no se mosquea y toma cartas en el asunto.
      El martes, el desenlace,
      Un abrazo.

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  8. Muy bueno Josep María, me he leído los tres capítulos del tirón. Vaya con Sarita, que mona hija de "·"·"·" su padre, jeje. A ver como termina esta historia, intrigado me has dejado y esperando el próximo capítulo me tienes ya ; )

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    1. Hola, Ramón. Pues te has tirado un buen rato delante de la pantalla, jeje
      Bienvenido a este rincón de comentarios y me alegra que te haya gustado esta historia o, por lo menos, lo que llevas leído de ella.
      Un abrazo.

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  9. La niña tiene lo suyo pero el dentista tiene cada ocurrencia que también da qué pensar. Dejar anémica a la 'criaturita' succionando sangre por los huecos tras la extracción de los colmillos tiene un punto de perversidad. Claro, que donde las dan, las toman.
    A mí, ese tal Julián, desde que lo describiste ya me dio muy mala espina.
    Qué intriga, a ver cómo acaba todo.
    Un abrazo.

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    1. Es que al pobre hombre, en su desesperación, no se le ocurrió nada mejor. Alguien o algo debió de inspirarle, yo qué sé.
      Yo solo conozco a Julián por esas (pésimas) referencias, así que nada bueno puede esperarse de él, me temo.
      Un abrazo.

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  10. Estas historias de vampiros vienen fenomenal para noches de tormenta, además lo relatas con mucho misterio, Josep. A ver cómo termina la historia, el plan B es todo un enigma. Un abrazo.

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    1. Hola, Carmen. Pues eres la primera lectora que me dice eso. A la mayoría le da miedo leer historias oscuras de noche y en un día tormentoso, jaja
      Para tormento, el de mis dos pobres protagonistas adultos, que no sé qué será de ellos. Espero que el plan B surta efecto.
      Un abrazo.

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  11. Mas suspense, y a ver como le sale el plan B que yo no las tengo todas conmigo, impaciente esperándolo. un abrazo. TERESA.

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    1. Hola Teresa. Pues ya falta muy poco para desvelar el final de esta truculenta historia. Veremos como resulta ese nuevo plan, pero yo no lo veo claro.
      Un abrazo.

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  12. A pesar del 'intríngulis' de la historia que me tiene totalmente en vilo, me has hecho reir, Josep Mª, con lo de del término "vampiricidio" y con las alusiones a la papada de la Sra. Castro ;-)
    Si está claro que no todo es lo que parece y para muestra, el papá de Sarita.
    ¡Genial esta parte!
    Un abrazo

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    1. Es que se trata, Chelo, de una pareja fuera de lo común, jeje. Aunque dicen que le experiencia es un grado, yo no sé si son lo suficientemente experimentados en estas lides como para salir airosos. Veremos.
      Un abrazo.

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  13. Hola!!!!1 He tenido que ir hacia atrás para ponerme al día pero ahora ya me he enterado y me quedo intrigada con ese plan B. Me gustan mucho las historias de vampiros, hace años estuve muy enganchada a Anne Rice y de Drácula de Stoker ya ni hablo, me encanta.
    Un abrazo y feliz semana.

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    1. Pues me alegro, Marigem, que te gusten este tipo de historias. No sé si es esta un a historia para no dormir o para reír, pero el caso es que, por lo que parece, os mantiene muy interesados. Qué bien. Solo espero que la próxima y última entrega, que esta al caer, no os defraude.
      Abrazos.

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  14. ¡Esto se pone cada vez más interesante! Me encanta el talante valiente y resolutivo del protagonista. No se deja llevar de histerismos o miedos irracionales, sino que reflexiona sobre la información que tiene y busca una solución. No creo que yo lograra mantener su calma :)

    Me encanta la historia, Josep. Muy original y, desde luego, con grandes dosis de suspense al final de cada entrega por lo que ha de venir. ¡Espero la continuación con ganas!

    Un abrazo.

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    1. El hombre, cada vez más desesperado, va a por todas y que sea lo que Dios quiera.
      Esperemos que su argucia surta efecto.
      Como te decía en mi respuesta a tu cometario de la entrega anterior, el final ya está muy cerca. Espero que os guste.
      Muchas gracias, Julia, por seguirme.
      Un abrazo.

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  15. Se está empezando a gestar el tipo de situación desesperada que puede requerir una medida desesperada. De momento el gremio de los dentistas ha sido ineficaz contra el de los vampiros. ¿Aún querrá intentar el plan de succionar la sangre tras arrancarle los colmillos? Imagino que en el desenlace se sabrá todo. ¡Nuevamente buen texto, un saludo!

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    1. Llegados a este punto, hay que tomar una decisión tan desesperada como lo es la situación. La cuestión está en si esa decision será la adecuada o no.
      Efectivamente, en el desenlace se conocerá.
      Un saludo, José Carlos,

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  16. Vaya los dientes de la niña salieron replicantes, jajaja, van a tener que buscar soluciones mucho más drásticas, pero este hombre no se asusta de nada.
    Voy a por el desenlace.
    Saluditos

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    1. Cuando un plan, por seguro que parezca, no da el resultado esperado hay que ir a por otro que siempre resulta más arriesgado. Veremos qué se le ocurre al buen dentista caza-vampiros.
      Muchas gracias, Conxita, por perseverar.
      Un abrazo.

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  17. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  18. Yo lo siento mucho, pero estoy del lado de la niña, así que espero que no funcione el plan "B", ni el "C"... ni ningún otro. Una pobre criatura vampira que tuvo que alimentarse de la sangre de su madre para subsistir... Bueno, no es un angelito, pero en el terror paranormal siempre me pongo del lado de los "malos".
    Ya me imaginaba que el padre era un vampiro, no era difícil de prever, creo yo.
    Me ha encantado este tercer capítulo, Josep María.
    Ahora solo espero que, si la sangre corre, sea para alimentar a mi amiga "colmillitos".
    ¡Abrazo, compañero!

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  19. Jajaja. Así que siempre del lado de los malvados, ¿eh? Pues veremos qué hacen estos malvados contra esa buena gente que lo único que desea es vivir en paz.
    De tal palo... Aunque la niña no nació con los atributos paternos, los adquirió como mandan los cánones vampíricos. Veremos si podrá seguir disfrutando de ellos por mucho tiempo.
    Yo creo que la sangre correrá y mucho. Vamos a ver quién o quienes serán los donantes, jeje
    Un abrazo.

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