lunes, 21 de marzo de 2022

El ascensor

 

 

Rodrigo se acababa de comprar un ático de lujo. Solo había una pega: el ascensor. Nunca le habían agradado los ascensores, de modo que siempre subía a pie. La verdadera causa, que no quería reconocer, era su claustrofobia. Pero diez plantas eran muchas y sus cuarenta años empezaban a pasarle factura. Así pues, tuvo que sobreponerse a su fobia y utilizar ese artilugio.

Era un ascensor en los que una voz femenina indica si está subiendo o bajando y el número de la planta donde se detiene. Rodrigo acabó creyendo que era una mujer real la que le hablaba como si le conociera.

Sospechando que tras aquella modernidad se escondía algo peligroso, decidió volver a usar las escaleras. Así mantendría sanos tanto su cuerpo como su mente.

Pero un día que llegó a casa agotado, decidió pulsar el botón de llamada.

Al cabo de escasos segundos oyó el “cling” que indicaba que al aparato acababa de llegar a la planta baja y acto seguido se abrieron sus puertas.

Rodrigo entró y pulsó el botón de su planta. De pronto, oyó aquella voz sensual que le decía: «Hola Rodrigo, me habías abandonado, pero has vuelto. Te he echado mucho de menos».

Los técnicos no pudieron explicar lo ocurrido. Seguramente había fallado el ordenador de control. Cuando por fin éstos lograron abrir las puertas, hallaron el cuerpo inánime de Rodrigo.

La autopsia reveló un infarto de miocardio sin causa aparente. Sus amigos están convencidos de que Rodrigo falleció debido a su claustrofobia.

(250 palabras)




jueves, 3 de marzo de 2022

Mi nueva creación

 


El 2 de diciembre de 2016 anuncié en este blog, con el título El proyecto llegó a su fin: el libro nacido de un blog, la aparición de una recopilación de 55 relatos que bauticé con el nombre de Irreal como la vida misma. Quien desee recordar esa efeméride que pinche AQUÍ.

En alguna ocasión, tratando el tema de la gran dificultad que entraña hacer llegar una obra de este tipo, autoeditada y de una autoría novel, a un amplio público, afirmé que no volvería a intentarlo, que ese sería el último libro que ponía a la venta.

Pero del mismo modo que, habiendo prometido reiteradamente no volver a incordiar con mis mensajes y recordatorios promocionales, incumplí dicho compromiso —parece ser que en esta cuestión no soy de fiar, también en esta ocasión falto a mi palabra y he caído en la tentación de repetir la experiencia.

Así pues, después de más de cinco años, he parido, concebido, alumbrado, dado a luz a dos nuevos hijos, nacidos con unos pocos días de diferencia, el de papel y su hermano menor, el virtual, el electrónico. Los dos igual de guapos, calcados a su padre.

Esta nueva recopilación, que he titulado, en un derroche de originalidad, Irreal como la vida misma 2, contiene 24 relatos breves, seleccionados de entre los más de doscientos que he ido publicando en este blog desde principios de 2017. Es decir, son la flor y nata de una época en la que, desde un punto de vista muy personal —permitidme la vanidad— creo haber ido mejorando mi estilo narrativo gracias a los conocimientos adquiridos en diversos talleres de narrativa y a la experiencia que, dicen, es un grado.

En esta ocasión, no solo se ha visto reducido el número de relatos sino, consecuentemente, el de páginas, que ahora son 190 en lugar de 300.

Lo más difícil de este ejercicio ha sido la elección de las historias merecedoras, en mi opinión, de formar parte de esta obra, pues he debido desechar algunas a las que les había tomado cariño. Y todo en pro de la manejabilidad del libro en la edición en papel y de cumplir con la finalidad de dejar al lector con ganas de más en lugar de aburrirlo. Quiero y debo señalar que estas dos premisas proceden del criterio de mi buen amigo y consejero Pedro Fabelo, autor del blog Absurdamente (https://pedrofabelo.blogspot.com/). En realidad, Pedro añadió otra razón que no he respetado: el precio. Y es que la carestía de la vida, por una parte, y la relación calidad-precio, por otra, me han obligado a mantenerlo prácticamente al mismo nivel que el de sus predecesores.

Puestos a frivolizar un poco más, ya solo me resta invitaros a leer Irreal como la vida misma 2, que ya está disponible en Amazon en papel y en formato electrónico. Y, por supuesto, desearos que disfrutéis de su contenido. Y ya puestos a pedir, quienes lo hagáis y gocéis de la lectura —bueno, con tal de que os lo paséis bien ya me conformo—, os agradecería que dejéis constancia de ello en el apartado destinado a las opiniones de los clientes. Nunca se sabe quién consulta esta información.

Y ya solo me queda recordar a los que vivís en Cataluña que Sant Jordi, el día del libro y de la rosa, está a la vuelta de la esquina.

¡Ah, se me olvidaba! Para ponéroslo mucho más fácil, solo tenéis que pinchar AQUÍ o sobre la imagen del libro, a la derecha de la portada, para ir por el buen camino.

Esto es todo, amigos.