jueves, 5 de septiembre de 2013

Parece que fue ayer



Hoy es el primer día que salgo a la calle después de casi tres malditos meses, sin contar el que pasé en coma. El traumatólogo me ha dicho que después de estas treinta sesiones de rehabilitación quedaré como nuevo, que podré llevar una vida normal. Una vida normal. ¿Qué sabrá él lo que es llevar una vida normal? Para mí, desde luego, hace tiempo que eso no existe.

¿Por qué no pudo haber acabado todo allí? ¿Por qué tuvo que pasar ese motorista en aquel preciso instante? “Ha sido un milagro, has vuelto a nacer, ha sido tu ángel de la guarda, le debes la vida”. No saben que no fue un accidente fortuito, que no me deslumbró el sol. Todo estaba calculado, todo menos aquella llamada en el último momento.

Todavía no consigo entender cómo pude oír su voz si no llegué a pulsar el botón de responder. No vi quién llamaba pero era ella, oí su inconfundible voz, alto y claro, y esas palabras que no olvidaré: “no lo hagas papá”.

¿Eras realmente tú, hija? ¿Cómo es posible? No sabes cuánto te extraño. Sólo han pasado seis meses y parece que fue ayer que te marchaste para siempre.

4 comentarios:

  1. Desgarrador, Josep.

    Me alegro de haberme pasado a conocer, por fin, tu blog.

    Un abrazo.
    Pedro

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bienvenido seas. Espero que, poco a poco, este páramo se vaya convirtiendo en un vergel. Por mi parte, intentaré seguir abonándolo. Gracias por pasarte. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Perder a un hijo debe de ser lo más debastador, que nos hace cometer cualquier tipo de locuras.
    Me ha gustado mucho.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola María,
      Bienvenida a este rincón y a esta entrada casi dos años después de haber sido escrita.
      Gracias por tu visita y tu comentario.
      Un abrazo.

      Eliminar