jueves, 7 de mayo de 2020

Un placer malogrado



Un hotel de tres estrellas es a lo máximo que podemos aspirar los currantes que, como nosotros, vivimos con una modesta economía familiar. Es uno de los pocos caprichos que nos podemos permitir de vez en cuando si descubrimos alguna oferta interesante en internet. De ese modo, gozamos, a un precio más que razonable, de unas mayores comodidades que las que tenemos en casa y sin tener que preocuparnos por la factura de la luz, del gas o del agua que gastamos; sin necesidad de cocinar, hacer la cama y la limpieza semanal. Eso sí que es un placer de los buenos.
Desde que nos casamos, Julia y yo hemos hecho lo mismo cada año, en agosto, el único mes disponible para nuestras vacaciones de verano. Por poco dinero hemos podido disfrutar a tope de tres semanas de descanso, un año en la playa, el siguiente en la montaña. Para asegurarnos plaza, eso sí, siempre hemos hecho la reserva con muchos meses de antelación.
Este año, sin embargo, la cosa no salió como esperábamos.
Yo ya no habría ido cuando la directora del “hotelito con encanto”, como así se anunciaba, nos comunicó que, por culpa de un overbooking motivado por la mala gestión de la agencia de viajes con la que solían trabajar, no nos podían asegurar el alojamiento contratado. Que, en todo caso, si el problema se acababa resolviendo, nos lo comunicarían de inmediato. Y si ello no fuera posible, que no nos preocupáramos, pues nos devolverían el dinero que habíamos abonado por adelantado para la reserva.
Yo era partidario de no esperar y cambiar de planes, aunque tuviéramos que pagar más en otro hotel. Pero Julia, tan terca como siempre, dijo que no, no y no. «Ahora ya estamos en temporada alta y no encontraremos nada que valga la pena. ¿No sabes que los hoteleros se aprovechan y ponen los precios por las nubes, los muy ladrones? Incluso un hotel de tres estrellas nos saldría por un ojo en la cara. ¿Acaso no dijimos que ahorraríamos al máximo para dejar de una puñetera vez este piso de mierda? ¿Es que no sabes a qué precios están los alquileres hoy día?». Y tal y cual. No hubo forma de que cambiara de opinión, tozuda como es. «Antes me quedo en casa, mira lo que te digo», remató. Asunto concluido, como siempre que la contradecía.
Por suerte —eso es lo que creí en ese momento—, quince días antes de empezar las vacaciones y cuando ya me veía tomando el sol en la galería que da al patio de vecinos, nos llamó la directora del hotel para decirnos que todo estaba arreglado y que nos esperaban en la fecha convenida. Que solo había un pequeño detalle sin importancia, pero que seguro que no representaría ningún inconveniente para nosotros. Un pequeño cambio, nada más. «Ya verán, ya verán qué bien que se lo pasarán», dijo la mujer antes de colgar el teléfono sin darme tiempo a preguntarle en qué consistía ese pequeño cambio.
—¿Y si vamos en persona para que nos lo explique y lo veamos? Total, solo son dos horas de viaje en coche. Así saldremos de dudas —le propuse a Julia.
—Pero ¿qué más da? No será que no hemos estado en hoteles de dos estrellas, que daban pena, e incluso en hostales de mala muerte y todavía estamos vivos. Anda, no te preocupes. Seguro que solo se trata de que la habitación será más pequeña o sin vistas al mar, tal como pedimos. O, mira por dónde, quizá nos pasa como a Rosa y Antonio cuando fueron a París. ¿No te acuerdas? Sí hombre, sí, que también por culpa de un overbooking de esos los acabaron alojando en un hotel de más categoría por el mismo precio.
—Si fuera eso, ¿no crees que me lo habría dicho por teléfono?
Y así se acabó, una vez más, la discusión.

Al volver del viaje, me temía las típicas preguntas de los típicos curiosones: ¿Dónde habéis estado este año? ¿Cómo ha ido? ¿Qué tal el hotel? ¿Era bonito? ¿Estaba bien ubicado? ¿Y la habitación, qué tal? ¿Era amplia? Y el baño, ¿qué tal? ¿Había bufete libre? Y, así, una retahíla de preguntas que más bien parece que te estén sometiendo a un tercer grado. Pero nunca nos había incomodado tanto tener que contestarlas como en esta ocasión. Y lo hicimos con tantas evasivas que creo que todos sospecharon que algo extraño nos había ocurrido.
Pero ¿cómo podíamos decirles que este año nuestro capricho se fue al carajo y que tuvimos que pasar las vacaciones en un camping que hay junto al hotel? Cuando, al llegar, nos lo dijeron, torcimos el gesto, no nos entusiasmó la idea, pero acabamos aceptando. ¿Qué podíamos hacer? ¿Volver a casa en el último momento? Además, hay campings muy buenos, nos dijimos como consolación. Pero lo que no sabíamos, porque nadie nos había advertido, es que era un camping nudista.
En las dos semanas de estancia no salimos ni un solo día del minúsculo bungalow que nos ofrecieron en compensación. Ahora bien, todo sea dicho de paso, el agua estaba fresquísima y en la bañera se estaba de lujo. Ahora boca arriba, ahora boca abajo. Y el ventilador hacía aceptablemente las funciones de brisa marina. Julia se compró un montón de revistas del corazón que, no solo le servían para mantenerse al día del chismorreo social sino también de matamoscas. Yo, por toda distracción, mataba el tiempo con los juegos instalados en mi móvil o me asomaba por la ventana aprovechando la siesta de Julia. Las vistas no podían ser mejores. ¡Había cada una que quitaba el hipo!


38 comentarios:

  1. Jajajajaja...¡Menudo chasco!Por lo menos las vistas eran buenas ( para él), y no las hubiera tenido así en otro sitio.Aunque, claro, es preferible unas buenas vacaciones en un buen hotel. Ha estado muy divertido el relato de hoy.
    Un abrazo, Josep

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    1. Como suele decirse, no hay mal que por bien no venga, o también que quien no se conforma es porque no quiere, je,je.
      Me alegro que te haya divertido.
      Un abrazo, Rita.

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  2. Jajajaja, qué bueno.
    Me ha encantado el final, yo me imaginaba algo más tétrico, en plan que el hotel estaba encantado, hacían canibalismo...no sé, lo tuyo ha estado muy divertido.
    Felizz tarde.

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    1. Ese final es el que motivó el fiasco de esas vacaciones pretendidamente agradables. Bueno, para él no fueron desagradables las vistas que podía contenplar desde su reducto y a escondidas de su mujer, pero tres semanas son muchas para pasarlas así, je,je.
      Un abrazo y feliz semana, o más bien lo que queda de ella.

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  3. Jolines qué caraduras. Hay para reclamar, porque hay quien se columpia ¿eh?. Este año seá la revés, poca gente ira de vacaciones con la crisis.

    Un abrazo y feliz tarde.

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    1. La directora del complejo, hotelito incluído, no quería perder clientela y les convenció con argucias para que acudieran a la cita. Lo que no sabría decir es si obró de mala fe o creyó realmente que la alternativa que les ofreció valía la pena, je,je.
      Este año, creo que tanto el hotelito como el camping permanecerán cerrados, para desgracia de sus cientes. En todo caso, el camping sí que podría abrir si se mantiene la distancia social recomendable entre los nudistas, aunque no me imagino a los usuarios desnudos y con mascarilla y guantes.
      Un abrazo.

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  4. Lo grande de este relato es que incide en una regla de oro: Jamás de los jamases podemos decir a la vuelta que nuestras vacaciones han sido un desastre. Todo tiene que ser de color de rosa y "súper", que nadie ose a superarnos. Una práctica, la de "disneyzar" la vida que las redes han multiplicado. Pero bueno, si las vistas eran buenas, pues eso, je, je, je... Un abrazo, Josep!!

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    1. Muy cierto, David, hay que mentir como un bellaco y dejar el pabellón muy alto, ja,ja,ja.
      Las vacaciones siempre son perfectas, no han habido atascos, había mucho espacio en la playa para clavar la sombrilla, no llovió ni un solo día y los restaurantes de lujo, je,je.
      Eso sí, que las vistas sean siempre buenas de verdad.
      Un abrazo.

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  5. Siempre positivo, nunca negativo.
    Un abrazo.

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    1. Viento en popa a toda vela, como el velero bergantin.
      Un abrazo.

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  6. Bueno, pues unas vacaciones diferentes, jajaja. Creo que la que peor parte se llevó fue la mujer con eso de matar moscas con las revistas, el hombre al fin y al cabo tuvo buenas vistas, :))). Y lo dar explicaciones a los amigos lo podían solucionar con decir que habían estado en el mismo hotel del año anterior.
    Muy simpático y entretenido tu relato Josep.
    Un abrazo.

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    1. Dicen que en la variación está el gusto, pero para mí que, como dices, el gusto solo lo encontró el marido, aunque ya me dirás tú en qué condiciones, je,je.
      Supongo que prefirieron ir toreando las preguntas indiscretas, pues debieron pensar que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, ja,ja,ja.
      Un abrazo, Elda.

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  7. Jajajajaja

    Sí, claro, un pequeño cambio. Qué pena que la dueña del hotel no les hubiera avisado antes. Se habrían ahorrado el engorro de preparar el equipaje.

    Muy divertido, Josep Mª

    Un abrazo

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    1. Quizá habrían ido de todos modos, para no quedarse en casa, pero por lo menos, de haberlo sabido, no habrían puesto tanta ropa en la maleta, ja,ja,ja.
      Me alegro que te haya divertido; eso era lo único que pretendía con esta disparatada historieta.
      Un abrazo.

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  8. Una experiencia nueva para estos dos. Todo por la tozudez de la parienta y ese cerrarse en banda. Claro que, el narrador de esta historia salió favorecido en cuanto a vistas se refiere, pero sin poder interactuar con el personal tampoco le valió de mucho, digo yo.
    Un abrazo, Josep.

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    1. Siempre les quedará esta experiencia, si no para contar, sí para recordar. El protagonista no tuvo los suficientes arrestos para salir de ese confinamiento autoimpuesto y así interactuar con el género femenino mienstras su parienta echaba una cabezadita. Siendo más tozuda que una mula, de haberse enterado, le habria soltado una coz de padre y señor mío, ja,ja,ja.
      Un abrazo, Javier.

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  9. Creo que nunca mejor dicho hablamos de "La ventana indiscreta" ;). El ansia por ir de vacaciones al precio que sea, a donde sea o quien que sea suele jugar muy malas pasadas. ¡Cómo en casa en ningún sitio! ja, ja, ja. Pues creo que este año, ni eso.
    Buen día Josep!

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    1. Caramba, Miguel, debes haber tenido una especie de premonción, porque la verdadera ventana indiscreta estará en mi próximo relato, je,je.
      Si esos dos hubieran tenido aire acondicionado y todo tipo de comodidades en casa, probablemete se habrían quedado, pero siendo unos simples "currantes", con escasos posibles, prefirieron arriesgarse.Y así les salió la cosa, je,je.
      Un abrazo.

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  10. Pero bueno, y ¿por qué Julia y el narrador no se despelotan y se dedican a disfrutar de la experiencia? Yo lo hubiera hecho sin problemas. Total, estando todos igual poco hay que reprocharse.
    Me ha encantado y, como siempre, pegada a tus palabras hasta el final.
    A mí me encantan los hoteles y odio el camping. Me hacen eso y lo de menos es que sea un camping nudista, pero el pitote que les monto...
    Un beso.

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    1. Porque son muy cortados. Ya se sabe: las comparaciones son odiosas, ja,ja,ja.
      A mí no me gusta hacer campismo, por muy buenas que sean las instalaciones. ¿Será que me quedó un mal recuerdo de las acampadas de cuando fui boy scout? Donde haya un buen hotel, se que quite todo lo demás, pero para gustos.. Hay gente que disfruta una barbaridad en los campings y son unos asíduos de estas instalaciones al aire libre. Yo debo ser un maldito burgués, je,je.
      Me alegro que ye haya encantado la historia.
      Un beso.

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  11. ¡Qué bueno, Josep! Deberíais haberos lanzado al agua y así confundiros con el entorno. Quiero decir que en un contexto nudista quien llama la atención es el vestido. Me he divertido mucho leyéndote. Ese final es genial y más sabiendo el carácter que tiene Julia (ja, ja...), menos mal que dormía la siesta porque si no el pobre narrador no habría podido desfogarse un poco al menos visualmente.
    Yo, como dije el otro día en la quedada virtual, he hecho mucho camping cuando mi hijo era pequeño y siempre me gustó mucho. Ahora (bueno hace ya unos añitos) ya no lo practico y voy a hoteles aunque cierto es que antes ir a un Hotel era un salto cualitativo respecto al domicilio habitual y ahora ya no. Hay ocasiones en que estoy deseoso de retornar a mi -como dice una amiga de la suya- mi hotel de cinco estrellas. En esto y en muchas otras cosas hay que reconocer que España (y el mundo undial) ha mejorado un montón.
    Un abrazo

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    1. Sólo una cosa, Josep: Son las 13:30 y la hora que sale en mi comentario es la de las 4:28 (¡!). Te lo digo para que no vayas a pensar que el insomnio me levanta a horas tan extrañas.
      Saludos

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    2. Muy cierto eso que dices de que quien llama la atención no es quien va desnudo sino quien lleva una prenda de vestir. Una vez, en Menorca, mi mujer, yo y mi hija mayor (entonces era la única y tenía 6 años) nos metimos, ignorantes, en una cala nudista que alguien nos recomendó sin advertirnos de esa "peculiaridad". Cuando al cabo de un buen rato nos percatamos de que éramos los únicos que íbamos vestidos (de hecho nos lo hizo notar nuestra hija y hay que aclarar que había poquísima gente), pusimos pies en polvorosa, pues nos sentimos fuera de lugar y no estábamos dispuestos a seguir su ejemplo, ja,ja,ja.
      Como le digo a Rosa, nunca he sido amante de los campings, pero es mucho mejor que dormir al raso, lo que se conoce como hacer vivac, algo que tuve que practicar, a disgusto mío, en mi pre-adolescencia excursionista.
      Un abrazo.
      P.D.- Haces bien en aclarar lo de la hora, aunque creo que el "reloj" del blog debe estar loco, porque en otros comentarios también figuran unas horas intempestivas, je,je.

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  12. El argumento es divertidísimo al introducir la ironía como recurso narrativo. También has logrado mantener la intriga hasta el final, lo que agiliza la lectura.
    Plantearse unas vacaciones durante el mes de agosto, sin duda requiere hacer la reserva con mucha anticipación, tanto si nos vamos a desplazar lejos como cerca y Julia lo tenía muy claro, aunque como sucedió al final, la pobrecilla se quedó matando moscas e "ilustrándose" con toda clase de chismorreos... Soy de la opinión de Rosa, que ya una vez allí lo mejor es aprovechar la ocasión para disfrutar de esa experiencia nudista, pues al fin y al cabo no iban a llamar la atención a nadie y estarían la már de libres, cosa que resguardándose en el minúsculo bungalow jamás podrían experimentarlo, como así parece que les sucedió a estos "pardillos". De perdidos al río y encima "ahogados"... ja, ja, ja.
    ¡Ah! y como sé que te preguntarás si me sorprendiste con este final, pues sí, eso de que el camping fuera "nudista" le ha dado un toque de humor estupendo.

    Un beso.

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    1. Yo creo que él se habría decidido y, si bien al principio habría estado un poco cohibido por la falta de costumbre, luego se habría sentido a sus anchas, pero sospecho que fue ella quien rehusó. La "operación bokini" no debió haberle resultado nada bien, ja,ja,ja.
      Me alegro que te haya divertido la lectura.
      Un beso.

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  13. Bueno, el alojamiento no era el deseado, pero parece que las vistas sí, o en cierta medida sí (supongo que habría de todo).
    El overbooking tiene un peligro importante, porque te puede pasar de todo. En Mallorca a mí me lo hicieron, nos pusieron en un hotel de más categoría pero en una zona de la isla peor, nosotros íbamos a un hotel de cuatro estrellas en Calas de Mallorca y nos alojaron en uno de cinco pero en Palmanova, así que a protestar, pero a la pisicina pudimos ir con el bañador.
    Un beso.

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    1. Siempre que el cambio sea para mejor, nada que objetar, a menos que la ubicación no sea tan buena. Pero la directora del hotelito debía tener otro criterio sobre lo que era mejor para sus clientes, je,je.
      Yo nunca me he encontrado en una situación así (me refiero al overbooking), pero sé de muchos casos y el primero de ellos lo supe por mi mujer que, en un viaje de fin de curso a Italia, le pasó eso y las cambiaron a un hotel de mayor categoría. Las adolescentes, en un hotel de cuatro o cinco estrellas, fliparon, je,je.
      Un beso.

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  14. Pues otro tipo de confinamiento el que nos planteas. Aunque este más voluntario y, como dices, con vistas más agradables. Sí es que me imagino al prota saliendo a aplaudir al balcón también cuando su mujer se echa la siesta, je, je.
    A mí me pasó algo parecido una vez, me refiero a problemas con reservas, aunque no hubo zona nudista, pero sí un hotelillo de mala muerte, en fin, como se suele decir "son cosas del directo".
    Muy buen relato, gracioso y fresco, comenzar así el día da gusto.
    Un abrazo.

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    1. Me imagino que hacer de voyeur, o sea, de mirón, no acaba de tener mucha gracia. Pero por lo menos mi protagonista mataba el aburrimiento alegrándose la vista. Lo de aplaudir habría sido peligroso, porque despertar a su mujer en tales circunstancias..., je,je.
      Yo lo único que he vivido en cuanto a cambios en una reserva, fue un cambio de habitación en un hotel de Florencia, pues la que nos dieron daba asco. No nos dieron a cambio una suite pero sí una muchísimo mejor. Y es que ya se sabe: quien no llora no mama.
      Me alegro por haberte animado el comienzo del día.
      Un abrazo y feliz fin de semana.

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  15. Buena pregunta a la que no sabría contestar con el corazón en la mano. Ya he contado más arriba mi experiencia en una cala nudista, pero íbamos mi mujer y yo con nuestra hija de 6 años que no entendía "¿por què esos señores van desnudos, papá?", je,je. Ahora, a mis años, quizá me echaría al ruedo en lugar de quedarme confinado pasando calor. Mi mujer, en cambio, creo ques se quedaría encerrada, con lo cual no sé si me dejaría ir por mi cuenta, ja,ja,ja.
    Un abrazo.

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  16. Las vacaciones suelen tener alguna sorpresa, o la comida no es como se espera, o a los cien metros hasta la playa le falta un cero...
    Divertido relato.
    SAludos

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    1. Eso también es cierto; siempre hay algo inesperado. Lo de "hotel muy céntrico" o "con vistas al mar", suele quedar en manos de la imaginación del promotor o de la agencia de viajes.
      Me alegro que te haya resultado divertido.
      Un saludo.

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  17. Ja, ja, ja, unas vacaciones peculiares y de las que no se van a olvidar facilmente.
    Un abrazo!

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    1. Eso seguro, de estas vacaciones guardarán un recuerdo perpétuo, je,je.
      Un abrazo.

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  18. jajajaja me he reído mucho con este relato viajero, yo esperaba un escenario de hotel tipo psicosis y ha sido todo un final sorpresa. Pues han sido unas vacaciones mojónidas porque ellos han querido jejeje se lo han montado muy mal... que triste la imagen mental de esa Julia matando moscas con la revista y el marido mirando culos por la ventana jajaja. En vez de pensar en lo que iban a contar a los demás... podían haber probado a bañarse en el mar en pelotas jajaja seguro que la experiencia les hubiera molado mucho.
    Yo voy a playas nudistas y no nudistas, pero otra cosa sería practicarlo en un camping o en un hotel o en apartamentos nudistas... ahí me da por pensar en la higiene ... pero sospecho que me hubiera adaptado o buscado un plan B ... creo que soy una viajera flexible, de cero postureo y muchos recursos jejeje ;) Dile que reclame porque el camping seguro que es algo más barato jejeje.
    Gracias por la risa, con este relato que al final tiene más de 'ventana indiscreta' que de 'psicosis' jejeje
    Un abrazo grande.

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    1. Desde luego, fueron unas vacaciones muy distintas a las vuestras y todo por culpa de no planificarlas a conciencia y dejarse llevar por la desidia (por lo menos la de ella), je,je. Claro que cuando no fluye el dinero tampoco puede esperarse gran cosa.
      Eso dos, si no es por mí, que me he chivado, no pueden contar su aventura viajera a los cuatro vientos, ja,ja,ja.
      Muchas gracias, amiga, por seguir esta vez tú las peripecias de unos viajeros de poca monta, ja,ja,ja.
      Un fuerte abrazo.

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  19. Muy divertido relato Josep, y digo yo ¿Las buenas vistas solo eran para él?. Gracias por amenizarnos la tarde.

    Abrazos.

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    1. Hola, Conchi.
      Es que ella estaba tan enfurruñada que ni ganas tenía de asomarse a ver el paisaje, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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