Enrique empezaba a estar realmente preocupado.
Sus pesadillas eran cada vez más terribles, reales y recurrentes.
Soñaba que era un zombi, un muerto viviente, uno de esos horribles y
asquerosos seres de aquellas películas de terror que tanto le gustaban. Ello
era, sin duda, culpa de la serie de televisión The Walking Dead, que
veía, desde hacía meses, sin perderse ni un solo capítulo. Pero lo peor de todo
era que las sensaciones que experimentaba en sueños se estaban trasladando a su
vida diaria.
Desde que tenía esas
pesadillas, sus apetencias y gustos habían sufrido un cambio notable: le
apetecía comer carne cruda, cuando hasta hacía muy poco solo le gustaba muy hecha, y los olores que
antes le resultaban nauseabundos ahora le atraían como si de aromas de perfumes
de alta cosmética se trataran. Su voz se volvió extraña, como si sus cuerdas
vocales emitieran un sonido de ultratumba.
Por todo ello, decidió
someterse a una revisión médica, y quién mejor que Genaro, su buen amigo y
endocrinólogo, para llevarla a cabo, ya que por nada en el mundo le confesaría
estas anomalías a un perfecto desconocido, quien, en el mejor de los casos, le
calificaría de demente.
Una vez en la sala de
espera del consultorio médico, mientras fingía leer una revista, tuvo que
reprimir unos brutales deseos de lanzarse sobre una mujer entrada en carnes que
no dejaba de observarlo de reojo. ¿Intuiría sus intenciones antinaturales? Pero
Enrique se contuvo y se comportó con la mayor naturalidad posible.
Por fin le llegó su
turno y una guapa enfermera le invitó a pasar al consultorio de su amigo, que
le esperaba, de pie, con una sonrisa y con cara de interrogación. Genaro le
invitó a sentarse. Enrique tenía ante sí a su amigo y a la enfermera. Ambos le
miraban fijamente, lo que a Enrique le incomodó sobremanera. Parecía que le
estaban leyendo la mente. Nadie decía nada. Fue Genaro quien, finalmente,
rompió el silencio con un «tú dirás». A Enrique no le
salían las palabras, se le hizo un nudo en la garganta y empezó a salivar.
No sabría decir en qué
momento perdió el conocimiento. Solo recuerda que alguien golpeaba la puerta
del despacho y que varias personas, al otro lado, gritaban: doctor, doctor, ¿se
encuentra bien?, ¿va todo bien ahí dentro?
Cuando Enrique abandonó
la consulta dejó tras de sí un reguero de sangre y unos cuerpos despedazados.
Aquella noche fue la primera, desde hacía semanas, que Enrique no tuvo ninguna pesadilla.
Está muy bien, aunque he de confesarte que a mí no me gusta el género de terror nada.
ResponderEliminarBesos
Pues me alegro que, a pesar de no gustarte este género, hayas querido leerlo y que te parezca bien.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep es una buena historia. En otro concurso asegúrate de que el ambiente se note más oscuro desde el principio. Un abrazo
ResponderEliminarNo habrá otro concurso, Mirna; hace tiempo que clausuré esta posibilidad. No estoy hecho para los concursos, y menos para los de terror. Por lo visto mis historias son, como apuntas, demasiado "light". Lo que ahora se lleva es lo "gore" y eso no me va.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep. Me ha encantado, no esperaba para nada un final así.
ResponderEliminarMe alegra que lo hayas sacado del baúl, y la verdad es que me he quedado con ganas de más, :))).
Un abrazo y buen día.
Hola, Elda. Me complace que te haya gustado, pues no es un género que tenga muchos adeptos, je,je.
EliminarUna continuación ya resultaría demasiado explícita, ja,ja,ja.
Un abrazo y que pases también un buen día.
Pues me ha parecido muy bueno. No hay como sucumbir a los deseos para dejar de conseguirlos en sueños. Mucho mejor en la realidad.
ResponderEliminarUn beso.
Pues me alegro que te haya gustado. Hay sueños que es mejor que no se hagan realidad, por el bien de los demás, ja,ja,ja.
EliminarUn beso.
Nada mejor que cumplir con los deseos más ocultos para liberarse de las tentaciones y ensoñaciones je, je. Mejor en la ficción claro ;). Un relato tan visual que daría para un estupendo cortometraje.
ResponderEliminarAbrazos, Josep.
Las obsesiones suelen hallar un buen caldo de cultivo en los sueños. Lo malo es cuando salen de ellos para materializarse explosivamente como lo hizo en el caso de Enrique, je,je.
EliminarUn abrazo.
Es un buen texto, muy bien llevado, con el final de sangre y vísceras que uno puede intuir, pero que igualmente sorprende.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Un final sangriento que aplacó a nuestro protagonista. No hay nada como llevar a la práctica los deseos más ocultos para hallar la paz interior, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Inquietante el relato, Josep. Con tanta barbarie en la tele es algo sorprendente que con comencemos a comernos unos a otros jajaj. Muy bueno, bien llevado y von un final que te deja con un escalofrío incluido.
ResponderEliminarUn abrazo!
Se dice que hay delincuentes que aprenden las técnicas de las películas o series televisivas. Se dio el caso real de un asesino en serie que copió su proceder de la serie Dexter, en la que un médico forense de día se dedica, de noche, a asesinar criminales que han salido injustamente absueltos. Espero que a nadie se le ocurra imitar a los zombies de Walking Dead, je,je.
EliminarUn abrazo.
¡Hola, Josep! Buen relato el de esta "salida del armario" zombie. La verdad es que me sorprende el éxito de este subgénero y la de fans que se pirran por el mismo pese a que en el fondo siempre se está contando la misma historia. Nos ofreces un relato entretenido como es marca de la casa habitual y que nos deja una ración de vísceras, ja, ja, ja... Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola, David! Salida del armario zombie, ja,ja,ja.
EliminarYo nunca he visto una serie sobre muertos vivientes. Creo que solo vi, hace muchísimos años, La noche de los muertos vivientes, que dio lugar a esta saga. Pero no entiendo cómo esa reiteración en la trama, comparable a las películas porno, que siempre discurren y terminan igual, pueda atraer todavía a un gran público, je,je.
Un abrazo.
Habra que dar por bien empleados los cuerpos despedazados si aquella noche no tuvo ninguna pesadilla. ¿O no? No sé.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues no sé si el remedio fue mejor o no que la enfermedad. Para él sí, desde luego.
EliminarUn abrazo.
Enrique dejará de tener pesadillas pero presiento que empezarán los problemas con la justicia. “dura lex, sed lex”
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
La policía tendrá que emplearse a fondo, porque como intente hacerles lo mismo...
EliminarUn abrazo.
Un relat molt entretingut...tampoc sóc gaire amant de les històries de zombies,però ha estat bé!!!
ResponderEliminarDoncs si t'ha entretingut, ja em dono per satisfet.
EliminarUn petó.
Ay quéyo también tuve pesadillas con la serie cuando mataron a Glenn. POr si acaso no voy a ir a ningún médico ni especialista, mejor consultas on line.
ResponderEliminarUn relato estupendo.
Muy feliz finde.
Pues, como decía más arriba, yo solo vi, hace muchísimos años, la película La noche de los muertos vivientes, que dio lugar a esta saga interminable de películas sobre zombies, y ya tuve más que suficiente, je,je.
EliminarPor fortuna no me provocó ninguna pesadilla. De niño sí que las tenía, y siempre de monstruos que me querían capturar, ja,ja,ja.
Un abrazo y feliz finde.
Jobar, relato corto pero contundente. No se te resiste ningún género, Josep Mª.
ResponderEliminarA mí lo del terror a base de sangre y casquería como que no me va, prefiero un terror más sutil, en plan fantasmas como los de "Los otros", pero este relato me ha parecido genial, quizás por la contundencia (y por lo bien escrito que está, claro, que eso ya es marca de la casa).
Un beso.
Es corto porque el prota tenía mucha prisa en llevar a cabo su trabajo y volver a casa, ja,ja,ja.
EliminarEl término terror es, para mí, muy vago, pues engloba desde historias de miedo (como a mí me gustan llamarlas) a las de sangre y escabechina (lo que los entendidos llaman "gore"). Yo también soy más partidario de lo primero, que, además, es más difícil, pero sabía que los relatos que suelen concursar en ese certamen literario son más bien de casquería y así lo enfoqué. Aun así, seguro que me quedé muy corto, je,je.
Un beso.
Pues no se te da mal este tema de terror. Muchas escabechina de vísceras dan miedo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mamen. Podría haber sido peor, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Aunque no me gusta el genero de terror, tu relato es bueno y con un final inesperado Josep..
ResponderEliminarAbrazos.
Pues se agradece tu visita y lectura, pues tiene más mérito de lo habitual, je,je.
EliminarUn abrazo.