─¡No
sé qué hago aquí! ¡No creo en las vacunas!
─Yo me
encuentro perfectamente y aquí estoy ─tercia el que está sentado a su derecha. Es
ella ─señala a la mujer que tiene a su lado─ la que se empeña en que me hagan
un reconocimiento.
─Más
vale prevenir ─asiente uno.
─Nosotros hemos venido para conocer los resultados de unas pruebas. Como tenga un tumor, me queda poco ─comenta el que está sentado enfrente─. Yo preferiría dejar las cosas como están. Ya soy demasiado viejo.
─Pues
lo siento ─dice quien inició la conversación.
─Y yo
─añade el que está a su derecha.
─Yo también soy de esa opinión ─afirma el que está más apartado─. Cuando sea viejo, no quiero que me prolonguen la vida inútilmente.
─Joder,
tíos, sois patéticos ─les increpa un cachas negro de aspecto peligroso.
─Eres
un maleducado ─tercia una rubia con un flequillo que le oculta los ojos.
─Si
supieras quién soy, ni te atreverías a dirigirme la palabra ─le espeta el
cachas en plan matón.
─Como
te acerques, te dejo esa cara de mastín hecha puré ─responde la rubiales.
─¿Cómo
puedes hablarle así a esta joven? Seré viejo, pero todavía me quedan arrestos
─tercia el que espera el diagnóstico.
─Pero
¿qué les pasa? ─pregunta la recepcionista.
Se
abre una puerta.
─¡Silencio!
Hagan callar a estos animales. ¿Quién es el siguiente?
─¡Nosotros!
─afirma una mujer. Vamos, Black, no seas miedica, que no es para tanto. Ay, qué
perro ─añade arrastrando a un gran mastín negro.
"El que espera desespera" que decía aquél. Hoy has madrugado en el reto. Yo no siquiera he pensado en él.
ResponderEliminarBuena aportación
Un abrazo.
Los animales también tienen derecho a impacientarse mientras esperan a ser visitados. Lo que pasa es que no les entendemos, je, je.
EliminarUn abrazo.
Que bueno Josep. La sala de espera de un veterinario. Imaginación al poder.
ResponderEliminarY el que parece más fiero es el más cobardica a la hora de visitar al sanitario :)
Un abrazo.
Entre los perros, también se da el caso de el que parece más fiero, es, a la hora de la verdad, el más miedoso. Tengo perro y jamás he visto en la sala de espera del veterinario ningún perro, por grande que sea, que no esté nervioso, je, je.
EliminarUn abrazo.
Vaya que original, resulta que la espera era en el veterinario, y yo poniéndole para a las personas, :))).
ResponderEliminarSuerte en el reto.
Un abrazo Josep y buen domingo.
Para a las personas, noo, ¡Cara! Jjj.
ResponderEliminarYa te entendí, Elda, je, je.
EliminarQuienes tenemos perros, sabemos que muchas veces se comportan como las personas y se comunican con nosotros a su manera. Es cuestión de saber interpretar lo que nos quieren decir. Del mismo modo, entre ellos también se comunican, pero no los entendemos, je, je.
Un abrazo, buen domingo y feliz día de la madre.
Jajaja, está bien, jajaja
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado y divertido, Tracy.
EliminarUn saludo.
Muy bueno el relato y muy original. Imaginar las conversaciones entre los distintos animales de la sala de espera no se me habría ocurrido jamás.
ResponderEliminarUn beso.
Si pudiéramos saber lo que se dicen entre ellos, nos sorprendería descubrir que se quejan de sus dueños porque les obligan a hacer esto y aquello sin tener en cuenta su opinión, je, je.
EliminarUn beso.
Las consultas del veterinario siempre me recordaron las de pediatría...Buen relato. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Je, je. A mí también, hasta el punto de que cuando estoy contando a alguien la visita al veterinario, en lugar de veterinario digo pediatra, y eso que ya no tengo hijos pequeños, pero sí nietos.
EliminarUn saludo.
Y alguno habrá pensado: ¡Joder, y como yo esté aquí para la eutanasia, lo llevo claro! je, je. Desde luego se puede decir que los animales tienen tanto o más el síndrome de la bata blanca que las personas :)))
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Bueno, la eutanasia ya sería el summum del terror, je, je.
EliminarA mi perro, como es natural, no le gusta ir al veterinario, pero se resigna. Se deja hacer, el pobre, sin moverse, pero se le nota asustado. Y a la hora de salir, tengo que sujetarlo bien poque, si no, saldría volando, ja, ja, ja.
Un abrazo, Miguel.
Un relato muy interesante :D
ResponderEliminarMe alegro que así lo consideres.
EliminarUn saludo.
Hola Josep, tu relato me ha parecido super-original, me ha encantado esa sorpresa final cuando nos damos cuenta que los que hablan son los animales. Me gusta que les hayas dado voz y al final me has pintado una sonrisa en el rostro. Muy buen aporte al reto sin duda. Felicidades.
ResponderEliminarHola, Ana. Seguro que los animales hablan, solo es cuestión de aprender a entenderlos, je, je.
EliminarMe alegro que esta historieta perruna te haya gustado.
UN abrazo.
Hola Josep, seguro que eres dueño-padre de canes. Nadie mejor para entenderles ladridos, gruñidos, impaciencias, miradas, exigencias. También los animales pueden desesperar en la espera. Felicitaciones. aparezco como anónimo pero soy Juana. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Juana. Pues sí, soy dueño de un perro al que adoptamos hace ya 12 años, así que, después de tanto tiempo juntos, él y yo nos conocemos muy bien y creo saber interpetar lo que quiere decirme, je, je.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep, pues sí, la realidad tal cual, eso y mucho más te lo puedes encontrar en cualquier sala de espera. Mientras luego no entren y peguen al sanitario, vamos bien.
ResponderEliminarBuen micro para el reto.
Un abrazo. 🤗
Hola, Merche. En todas las salas de espera hay nervios de por medio y cada uno los lleva como puede.
EliminarEn este caso, más que pegar, en todo caso, el veterinario podría recibir un buen mordisco, je, je.
Un abrazo.
Ja, ja, ja. Josep! Me has engañado de lleno. Cuando lo estaba leyendo me he dicho, ¿por qué Josep no usa nombre? ¿Esto tendrá que ver con la historia o es solo una cuestión del estilo un poco impersonal que demanda el relato? Pues no, ni siquiera se me pasó por la cabeza, la historia fluye tan rápido, a golpe de diálogo y dentro de un barullo de personajes tan dispares como una manada de perros, que al final es lo que es. Ahora me has picado con la curiosidad de releer para adividinar qué raza es cuál.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar, tocayo.
Un fuerte abrazo!
Ja, ja, ja. Me gusta haberte engañado y sorprendido. He jugado a la confusión, usando los canes como personajes dialogantes, en un medio, como es un centro veterinario, donde a veces se masca el temor o, peor aun, la tragedia.
EliminarGracias a tí por proponernos este reto.
Un fuerte abrazo.
¡Buenas Josep!
ResponderEliminar¡Qué bueno!, me has tenido todo el tiempo visualizando humanos… hasta que me soltaste ese “Black” y me desarmaste por completo. Ingenioso, simpático, muy bien llevado el ritmo y con un giro final de esos que te hacen releerlo con una sonrisa. Me ha encantado cómo cada voz tiene su carácter, su conflicto, su pequeña historia encapsulada en una frase.
Además, ese guiño a la condición humana proyectada en los perros funciona como crítica y como homenaje. Genial propuesta para el reto.
¡Un abrazo!
Cuando leo un relato con iun final inesperado, también suelo releerlo para empaparme más de lo que se describe, je, je.
EliminarMe alegra que esta historieta, no exenta de humor, te haya satisfecho. Y, efectivamente, de hecho intena ser una fábula que emula a ciertos humanos, ja, ja, ja.
Un abrazo.
Hola Josep!
ResponderEliminarMe ha encantado la conversación, el escenario y el engaño final! Je je! Un micro genial! Un abrazote!
Hola, Marifelita.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario y de que hayas disfrutado de este micro.
Un abrazo.
La angustia de esperar nos hace a todos los animales hermanos. No falta quien ladre su agonía por que le llegue el turno o aúlle para que no le llegue. Saludo y gracias.
ResponderEliminarHumanos y cánidos tenemos más cosas en común de lo que muchos creen, je, je.
EliminarUn saludo y gracias a tí por venir a leerme.
Magistral "conversación" entre seres perrunos, Josep. Muy bien llevados los pensamientos de cada uno y sus situaciones "personales". Quién sabe si los gruñidos de esos animales encierran mensajes concretos y si se entienden perfectamente. Todo un logro descubrirlo.
ResponderEliminarTe felicito.
Hola, Marcos. Yo sí creo que entre ellos se entienden muchísimo mejor de lo que somos capaces nosotros. Gruñidos y ladridos esconden conversaciones que nos están vedadas, je, je.
EliminarUn abrazo.
P.D.- Por cierto, cuando pincho sobre tu nombre no me lleva a un perfil tuyo en el que figure tu blog, de modo que no puedo visitarlo. Si he accedido a él en alguna ocasion ha sido porque has paricipado en algún reto o consurso, pero lo he olvidado.
Ahora si figura la URL en el remite, que es:
Eliminarhttps://marcosplanet.blog
Espero con interés tu comentario.
Muchas gracias.
Muy buen relato, juega con la confusión y el engaño narrativo para sorprender al lector con un giro inesperado. A primera vista, parece una conversación entre personas en una sala de espera médica, pero al final se revela que los personajes son en realidad animales esperando su turno en el veterinario. Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarHola, Raquel. Intenté que así fuera, haciendo creer al lector que las conversaciones entre los "pacientes" de esa sala de espera eran de origen humano, no perruno, je, je.
EliminarUn abrazo.
Qué bueno, Josep. No lo he visto venir para nada. Ingeniosísimo y muy divertido. Menuda sala de espera, jeje.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta. Como ya he dicho anteriormente, me gusta sorprender y, de paso, divertir, así que me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Una espera muy divertida, nunca he tenido que ir al veterinario. Así que no sé si se juntan los perros en espera como a las personas. Un abrazo.
ResponderEliminarYo sí he ido con frecuencia al veterinario con mi perro (porque solo no tendría sentido, ja, ja, ja) y te aseguro que la consulta no suele estar tan llena de "pacientes"; a lo supo dos o tres perros. Y aunque no les oigo hablar, seguro que lo hacen, je, je.
EliminarUn abrazo.
Ja, ja, ja. Te has quedado con todos, o por lo menos conmigo, no me lo esperaba Josep Maria, ay, he caído. No sé que tendrá el veterinario que los vuelve temerosos, los míos hasta parece que reconozcan el viaje hasta llegar allí, y en la puerta si pudieran huirían.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esa parte humana que les has dado, :)
Un beso.
Me alegro de haberos sorpendido, Y hablo en plaural porque parece que ha pcurrido con casi a todos lo/as lectore/as.
EliminarYo creo que en lugar del síndrome de la bata blanca, que padecen algunos humanos, ellos tendrán el de la bata verde, je, je. Pero está claro que no les gusta que los toqueteen. Mi perro, cuando bajamos del coche, ya reconoce la zona donde está el veterinario, se huele adónde vamos y tira de la correa para evitar dar un paso más, hasta que comprende que no hay más remedio y se deja llevar. Una vez dentro, se pone muy ansioso, el pobre, y cuando salimos corre que te corre, je, je.
Un beso.
Como dice Irene, te has quedado conmigo, al final me he reído un montón ¡Eres genial!.
ResponderEliminarAbrazos.
Hola, Conchi. Así que una más a la que he engañado, je, je. Y si, encima, te has reído, mejor que mejor.
EliminarUn abrazo.
Hola, Josep, genial aporte, muy ocurrente y me despistaste de la realidad muy bien, hasta que llegué al negro que protesta y me dije, ¡Uhm! Josep no me parece racista, de qué va esto, y me encantó que fuera de perros, ja, ja. Y me partió la risa imaginando a un doctor diciéndole a la secretaria que callara a esos animales, pero pensando que fueran personas, imaginate a un doctor así nadie vuelve, ja, ja. Hoy por cierto mi hija tuvo que ir al veterinario con uno de nuestros dos gatos y esos si que son huidizos y se impacientan más.
ResponderEliminarLo he pasado fenomenal Josep, gracias por el buen momento. Un abrazo.
Hola. No soy racista ni con los humanos ni con los perros, aunque de estos me gustan más unas razas que otras, pero me da igual el color, ja, ja, ja.
EliminarMe imagino que los gatos son más huidizos que los perros, pero todos tienen que pasar de vez en cuando por el veterinario, je, je.
Me alegro que esta historieta te haya sorprendido y gustado.
Un abrazo.
Hola Josep me ha parecido muy original sobre todo ese final que da la vuelta a toda la historia. Bien contado. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ainhoa, por pasarte y dejar tu amable comentario.
EliminarUn abrazo.
Cierto si la sala de espera medica es ya un suplicio, pues que no sera en los centros veterinarios, con esas creaturas que son muy malhumoradas, no es raro que salga alguna con razguños o mordidas que antes no tenian.
ResponderEliminarEn una sala del veterinario, no solo se ponen nerviosos los pobres animales, algo lógico, sino también sus dueños, que tienen que bregar con ellos para contenerlos y aguantarlos, je, je.
EliminarUn saludo.
Te ha quedado redondo. Magnífico final y muy buen diálogo; cuando empiezas a perder quie esta hablando, te das cuenta que ya no hace falta, porque va ser un diálogo de sordos.
ResponderEliminarAbrazooo
Je, je. Pues sí, un diálogo de sordos, pero solo para los humanos, que no se enteran de nada de lo que dicen. Los animales, en cambio, se entienden a la perfección, ja, ja, ja.
EliminarUn abrazo.