jueves, 19 de mayo de 2022

Death Date

 


Hacía ya un año que Emilio se había jubilado y todavía no había encontrado el modo de llenar sus horas muertas, que eran todas las que discurrían desde que su mujer se iba a trabajar a las siete de la mañana hasta que volvía a eso de las siete de la tarde. Ella le había animado multitud de veces a que se apuntara a un gimnasio, pues ya estaba echando mucha tripa, que saliera a caminar como mínimo una media hora diaria, que leyera, que se hiciera socio de una entidad cultural, que practicara alguna manualidad, o que se aficionara a coleccionar sellos o lo que fuera para pasar el rato. Pero todo fue en balde y Emilio pasaba las horas reclinado en su butaca ergonómica. Así pues, consumía todo su tiempo libre viendo la televisión y dormitando, pues nada de lo que veía le atraía mínimamente. Hasta que un día, una noticia, o mejor dicho un comentario hecho por un tertuliano de un programa basura le llamó poderosamente la atención.

Según aquel individuo, al parecer aficionado al ocultismo, existía una aplicación que predecía la fecha exacta de la muerte de quien la consultara. Esa aplicación, que cualquier ciudadano mínimamente versado en el empleo de internet podía descargarse, llevaba por título Death Date (fecha de la muerte).

A Emilio, incrédulo por naturaleza, esa noticia le produjo el mismo rechazo que cuando veía, ya de madrugada, a esas pitonisas del tres al cuarto, que decían adivinar el futuro de los incautos televidentes que llamaban en directo ansiosos por conocer lo que les depararía la vida, ya fuera en el amor, ya en el trabajo.

A pesar de ello, una tarde, dominado por el hastío y antes de que su mujer regresara del trabajo, le picó la curiosidad y se descargó la dichosa aplicación. Lo tomó como un juego infantil, pero nada tenía que perder y mucho menos temer.

Tras introducir todos sus datos personales que le pedía la aplicación (sexo; lugar, fecha y hora de nacimiento; situación laboral y estado civil; peso corporal y estatura; población de residencia y alguna que otra menudencia más) y esperar unos segundos, apareció en la pantalla la fecha en la que se produciría su fallecimiento: la madrugada del 30 de octubre de 2022 a las 03:00 h en punto. Y como dato adicional le indicaba que el fallecimiento tendría lugar mientras dormía. Lo único que le resultó interesante de toda esa paparrucha fue que el traspaso se produjera mientras durmiera plácidamente, algo que siempre había deseado. Junto a este dato anecdótico, se propuso olvidar esa necedad impropia de ser tomada en serio, sobre todo por alguien tan sensato como él.

Pero, contrariamente a lo propuesto, Emilio no podía quitarse de la cabeza aquel vaticinio. Por supuesto, no dijo nada de ello a su mujer, quien se reiría, con razón, de tal estupidez y le calificaría de viejo chocho.

Y así llegó el sábado 29 de octubre, la vigilia del fatídico momento en que, según Death Date, moriría durmiendo. Aquel día lo pasó muy intranquilo, algo de lo que se percató su mujer, a quien dio la primera escusa que se le ocurrió: una lumbalgia que le estaba incordiando desde que se había levantado.

Cuando llegó el momento de acostarse, dijo no tener sueño y que se quedaría un rato más viendo la televisión. Pero no fue así, ya que tan pronto como su mujer desapareció, se dirigió a su despacho, reloj-despertador en mano, con el propósito de mantenerse despierto leyendo hasta haber superado la hora de su presunta muerte. Si alguien le hubiera preguntado por qué lo hacía, no habría sabido responder. Una persona tan cabal y, de pronto, tan temerosa. Pero él se decía que solo pretendía desmontar una más de las muchas falacias que se cuentan en los medios y que solo los ignorantes se creen. Pero, ¿a quién quería engañar? Si todo era una superchería, no lo podría contar a nadie porque demostraría que había dudado, pues de lo contrario no habría hecho la consulta. Y si, en el caso más que improbable, moría, nadie sabría que lo había vaticinado esa maldita aplicación.

Aun así, se propuso, y consiguió, resistir hasta pasadas las tres de la madrugada, a pesar de las continuas cabezadas que le sobrevenían, temiendo con ello quedarse dormido. Cuando, por fin, el reloj marcó las 03:30 a.m. —pues dejó media hora de margen—, aliviado y regocijado, se dispuso a dormir el resto de la noche a pierna suelta.

A la mañana siguiente, su mujer no logró despertarlo por mucho que lo intentó. Emilio había muerto mientras dormía.

Tras el sepelio, mientras ordenaba la habitación, su todavía estupefacta mujer vio la hora que marcaba el despertador, dándose cuenta de que el pasado domingo su marido se había olvidado de retrasar el reloj una hora para adaptarse al horario de invierno. Lo habían estado recordando continuamente en las noticias: a las tres de la madrugada se tenía que retrasar el reloj a las dos. ¿Por qué no lo hizo si, además, se quedó despierto hasta tan tarde?  Qué extraño, tan meticuloso que siempre había sido. Pero ahora recordaba que durante todo el sábado había estado muy agitado por culpa de una lumbalgia que le atormentaba. Eso debió distraerle. Tenía que habérselo recordado, pero ahora de qué servía lamentarse, se dijo. Y, con un profundo suspiro, salió de la habitación, tras haber puesto el reloj-despertador de su marido en hora.

 

32 comentarios:

  1. Hola, Josep Maria.
    Y es que la curiosidad mató al gato, mira que querer saber el día de su muerte, ni hablar hombre, que mal vivir hasta entonces, ja, ja, ja Y qué miedo, por dios.
    Un relato genial, por lo menos murió tranquilo pensando que todo era una mentira, pero que horror, :O
    Estupendo, pero pone los pelos de punta.
    Un beso.

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    1. Hola, Irene.
      Efectivamente, su curiosidad lo llevó al otro mundo, je,je. ¿Estaba escrito o fue autosugestión involuntaria? Nadie lo sabrá.
      Me alegro que te haya gustado.
      Un beso.

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  2. Ese final es de infarto. Me ha encantado lo poco que le preocupan las apps y luego cómo se aferra a ese vaticio de una de ellas, por lo demás poco recomendable . Que se cumple el vaticinio, sí o sí :-), claro.

    Un abrazo

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    1. Pues muy probablemnete fue un infarto lo que acabó con su vida. Solo la autopsia lo podrá confirmar. Hay gente muy contradictoria, que dice una cosa pero acaba haciendo todo lo contrario.
      Un abrazo.

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  3. Que bueno y que original relato. La verdad es que aunque no nos creamos algunas cosas de ese tipo, siempre queda un resquicio por donde se escapa la curiosidad. Yo siempre digo: ni creo, ni dejo de creer, .))).
    Nunca se sabe, claro que esto de la aplicación resulta muy raro, pero yo desde luego no sé si me atrevería a preguntarle, por si acaso, jajaja.
    Me ha encantado Josep, está genial.
    Un abrazo y buen fin de semana.

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    1. Cuando me trasladé a Madrid por motivos de trabajo, el primer domingo fui a El Retiro y solo entrar una gitana me cogió la mano y me la leyó, advirtiéndome que alguien me había echado mal de ojo y que por ello tenía mal los riñones y la espalda. En circunstancias normales me habría reído, pero resultaba que estaba pasando por un episodio de un cólico renal y además sufría una lumbalgia, esta última probablemente por el estrés por el que estaba pasando. Me dijo que podía librarme de ello poniendo bajo la cama un plato con agua, sal y la ramita de no sé qué planta que me dio. El caso es que por la noche estuve tentado de hacerlo, ja,ja,ja.
      En cuanto a vaticinar mi muerte, ni loco me prestaría a ello. Prefiero vivir tranquilo el tiempo que me quede, je,je.
      Un abrazo.

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    2. Jajaja qué bueno lo de la gitana, pero te acertó que tenías algo aunque no fuera lo mismo. Yo seguro habría puesto el plato debajo de la cama aunque fuera con laurel, jjjj.

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  4. Muy ocurrente el relato. Y muy bien desarrollado.
    Un abrazo.

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  5. Eso le pasa por ser tan 'rácano' con el tiempo, yo me habría quedado dos o tres horas más despierto por si la Parca tiene atrasado el reloj.
    Original historia la que nos traes. Yo no me creo esas paparruchas de videntes, pero si existiera alguien capaz de vaticinar el día y hora de mi muerte, ni de coña le preguntaría. En estos casos, se vive mucho más feliz en la ignarancia.
    Un beso.

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    1. Parece extraño que si era, según su mujer, una persona tan meticulosa, se le olvidara atrasar una hora el reloj. Por no haberlo hecho, se durmió a las 03:30 según marcaba su depertador, pero en realidad eran las 02:30 según la nueva hora, así que el vaticinio se cumplió sin que él se enterara, je,je.
      A mí solo me han leído la buenaventura dos veces, una en Sevilla y la otra en Madrid, tal como le he comentado a Elda. En el primer caso, la gitana me dijo que me casaría con una de las colaboradoras de mi departamento con las que estaba paseando, cosa que no acertó, porque tanto ella como yo ya estábamos casados (cada uno por su lado, claro) y en el segundo, lo que me dijo lo acertó por pura chiripa, digo yo.
      Un beso.

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  6. ¡Hola, Josep! Joder, he buscado la aplicación en Google y resulta que existe! Madre mía, la peña está fatal. Un relato magnífico donde demuestras que podemos planificar, que podemos prevenir y ser todo lo cumplidores con las reglas que queramos. Al final, siempre prevalece el azar y el caos. Siempre habrá algo que se nos escape y descubramos que nuestro "momento" llegará cuando quiera llegar. Maravilloso uso del suspense narrativo, marca de la casa. Un abrazo!

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    1. Pues sí que existe, cosa que quise comprobar antes de escribir este relato. De hecho fui yo quien oyó hablar de esta aplicación en una tertulia de un programa de humor de La Sexta, pero jamás se me pasó por la cabeza entrar para ver qué me decía, je,je.
      Yo tambión creo que, aunque a veces nos ocurran cosas que no parecen casuales, es el azar quien nos conduce por la vida. Una cosa es la sincronicidad y otra que nuestro futuro este escrito de antemano.
      Muchas gracias, David, por tu comentario.
      Un abrazo.

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  7. Ni por curiosidad se me ocurre mirar si la aplicación existe. He desenlace ha sido genial Josep. Gracias.

    Un abrazo.

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    1. Pues existe, pero solo la visité para comprobar su existencia, pero una vez comprobada cerré la página y no se me ocurrió por nada del mundo entrar para hacer la prueba, je,je.
      Muchas gracias por tu comentario, Conchi.
      Un abrazo.

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  8. Lo curioso de tu divertido relato es que llegará algún día que por nuestros genes, su predisposión y los avances en bio-medicina, la ciencia sabrá cuando llegará nuestro día aunque se guardará un intervalo razonable y se guardará en secreto...o no je, je. Muy bueno el incluir lo del cambio de hora en la idea de la historia.
    Un abrazo.

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    1. Seguro que llegará el día en que tendremos incorporado en nuestro organismo una especie de obsolescencia programada, como los electrodomésticos y aparatos informáticos. Sería de agradecer que los científicos no nos la revelaran, aunque siempre habrá el morboso o curioso que, intrigado por conocer la fecha de su fin, hará todo lo posible por conocerla, aunque tenga que sobornar a quien sea. Yo no les arriendo la ganancia, prefiero seguir en la inopia. Seguro que has visto la película In Time, protagonizada por Justin Timberlake y Amanda Seifried. Lo que ocurre en ella o, mejor dicho, en esa sociedad del futuro, en la que los días de vida se compran, se pagan y se roban, espero que jamás se produzca y quede en pura ciencia ficción. je,je.
      Lo de introducir el cambio de hora ha sido un acicate para volver a poner el dedo en la llaga, pues es un tema que me viene molestando desde hace años, y le he querido encontrar otra desventaja, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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  9. Hola, Josep. Vaya, qué bueno! El dichoso cambio de hora , ja, ja.
    Hace muchos años había una web, más como algo cómico que otra cosa, que se llamaba algo así como estasmuerto.com. Allí que me metí a ver cómo iba yo a palmarla, pues era muy parecida a lo que relatas. Mi sorpresa fue que la web me dijo que, después de meter todos los datos, no me quedaban minutos de vida. Vamos, que justo después de realizar el formulario, ¡Caput! Je, je. No sé, pero aquí sigo, aunque puede que se refiriera a otra forma de nueva vida, ja, ja. No sé, ahora que lo pienso, mejor no jugar con esas cosas, como le pasó a tu prota, que al final no pudo despedirse. Aunque, por lo menos, tuvo un final placentero.
    Muy bueno el relato. Me ha enganchado mucho.
    Un abrazo!

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    1. Hola, Pepe. Veo que tú si te atreviste a hacer la prueba. Menos mal que el vaticinio falló y que, por otro lado, no te lo tomaras muy en serio, pues la mente nos puede jugar muy malas pasadas, je,je.
      Muchas gracias por compartir tu experiencia y por tu amable comentario.
      Un abrazo.

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  10. Qué malo es el aburrimiento, más le vaía haberse ido a caminar para bajar la panza como le decía su mujer que curiosear en esa web. Muy original tu relato Josep Ma, desde luego no es nada aconsejable descargarse esa web.
    Hay personas que se obsesionan con un tema y al final les acaba pasando justo aquello que más temen, es un tema de lo más interesante.
    Un beso

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    1. "Qui no sap què fer, el gat pentina", reza un refrán catalán que seguro que conoces. Y es que muchas veces el aburrimiento provoca hacer cosas absurdas.
      A mí la muerte me preocupa, para qué mentir, pero no me obsesiona, al menos por el momento, je,je. La obsesión es, efectivamente, muy mala, pues la sugestión a la que conduce puede hacer que los temores se conviertan en certezas.
      Un beso.

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  11. Vaya, el destino es inexorable. Buen relato.
    SAludos.

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    1. Uno nunca sabe cómo acabará su vida, y mejor así.
      Un abrazo.

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  12. El cuento se lee rápido. Punto a favor. El tema es interesante, otro punto positivo. Aunque el desenlace no es sorprendente, de todas maneras deja un mensaje.

    Vengo de leer tu artículo MI NUEVA CREACIÓN donde hablas de esos dos hijos nacidos en estos tiempos. Y me gustaron mucho los consejos de tu amigo, al que pienso hacerle una visita en su blog. Y te cuento que los blog me han apaortado buen material para escribir cuentos y también uno que otro lo he publicado en el blog.

    Saludos colega, no por lo de bloguero sino por lo de escritor, y siguéndote desde Brasil

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    1. Bienvenido, Alí. Me alegro que te haya gustado este cuento, aunque no te haya sorprendido el desenlace. A mí, en cambio, sí que me sorprendió, pues no creía que se cumpliera ese vaticinio tan extravagante, ja,ja,ja.
      También me alegro que los blogs que has visitado te hayan aportado material para tus propias publicaciones.
      Y por último, me complace que mis letras hayan llegado allende los mares, je,je.
      Un cordial saludo..

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  13. Saludos, "anónimo". Jejejeje

    Y digo yo, y si entras en la aplicación esa de DEATH DATE y le introduces los datos falseados, ¿también "adivinará" el día exacto del tránsito a la otra vida? :P
    Ya hay que ser morboso para querer saber algo así. Yo, ni de coña. Ya te lo digo. Como dijo Paloma unos comentarios más arriba, "prefiero vivir en la ignorancia". Y no porque la ignorancia sea sinónimo de felicidad, sino porque el conocimiento o la certeza sí que pueden ser sinónimo de angustia. Quita, quita...

    Un abrazo, Josep.

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    1. A veces me gusta el anonimato, pero no en estos casos, en los que prefiero dar la cara, je,je.
      Como esa aplicación no es más que una tomadura de pelo para frikies e incautos, da igual la información que pongas porque el porgrama te dirá lo que le salga del software. Lo malo es que un iluso se lo acabe creyendo y le ocurra como a mi protagonista.
      Un abrazo, Pedro.

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  14. Ya era hora de pasarme por aquí, voy poco a poco, me falta tiempo para todas las obligaciones; que decirte para el ocio y el recreo. Tengo muy abandonado el blog al igual que a todos vosotros. La vida no siempre viene con cara favorable y hay que afrontarlo de la mejor manera. Pero no os olvido, que conste.
    Me ha parecido un relato muy ingenioso el tuyo. un despiste puede ser mortal, aunque ya se espere de antemano ese final que a todos nos llegará, y que el común de los mortales preferiría no saber. Salvo los que se aburren soberanamente.
    Mi abrazo, como siempre.

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    1. No te preocupes, Javier, me hago a la idea. A veces, incluso a mí, que estoy jubilado, me falta tiempo para pasar por todos los blogs que sigo y dejar un comentario. En tu caso, es muy comprensible que tengas que priorizar y dedicar tu tiempo a cosas más importantes, aunque es una pena que uno deba relegar el ocio a un rincón del que cuesta salir.
      Por tanto, te agradezco más que nunca que hayas robado algo de tu tiempo libre para pasarte por aquí a leerme y dejar tu comentario.
      Un fuerte abrazo.

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  15. No sé cómo se me escapó esta entrada, pero el caso es que me la perdí. Menos mal que me he dado cuenta porque me ha encantado. Mira que olvidarse de cambiar la hora... ¿Podía haberse salvado de haberlo hecho y haber estado despierto a esa hora en que se suponía que debía estar dormido? Qué intriga. Ya nunca lo sabremos.
    Un beso.

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