La intervención será muy larga y complicada pero piense, señora, que cuando su marido despierte será un hombre nuevo. Ahora relájese y váyase a casa. Ya la avisaremos cuando hayamos terminado.
-Era artificiero. Una bomba le explotó dejándole en este estado. No se pudo hacer nada para salvarle las extremidades –aclara el cirujano a la enfermera instrumentista.
-Pues puede sentirse afortunado por haber podido hallar a ese donante –responde la mujer-. ¡Qué horror! Es muy triste quedar desfigurado pero no me imagino viviendo, además, sin brazos ni piernas.
-Lo curioso es que no haya preguntado de quién procede las extremidades que le has implantado –comenta, horas más tarde, el director médico exhalando el humo de un cigarrillo.
-Mejor así porque ¿qué le íbamos a decir? ¿La verdad?
-Pero quizás, a la larga, acabe preguntándolo.
-Pues entonces le diremos lo que habíamos pensado: que hay quien por dinero se presta a cualquier cosa; que no tuvimos otra alternativa pues la mayoría de donantes no suele donar sus extremidades, solo sus órganos internos; que aceptamos el ofrecimiento por su bien; cualquier explicación valdrá. No adelantemos acontecimientos.
-No sé si se lo creerá. Sabe que por nuestras manos pasan muchos cadáveres que luego nadie reclama. A fin de cuentas es policía, no es un ignorante.
-Pues no tendrá más remedio que aceptarlo. A fin de cuentas fue su esposa quien nos lo propuso. Además, ¿qué íbamos a hacer? Representamos al Centro con más trasplantes del país, recibimos muchas donaciones privadas y subvenciones millonarias. Sabes de sobra que este caso había adquirido una resonancia mediática sin precedentes. El tiempo pasaba y no había forma de dar con unas extremidades compatibles.
Y sentándose junto a su antiguo profesor y ahora superior jerárquico, aspira el aire del jardín y, mirándole interrogativamente, añade: -Mejor así porque ¿qué le íbamos a decir? ¿La verdad?
-Pero quizás, a la larga, acabe preguntándolo.
-Pues entonces le diremos lo que habíamos pensado: que hay quien por dinero se presta a cualquier cosa; que no tuvimos otra alternativa pues la mayoría de donantes no suele donar sus extremidades, solo sus órganos internos; que aceptamos el ofrecimiento por su bien; cualquier explicación valdrá. No adelantemos acontecimientos.
-No sé si se lo creerá. Sabe que por nuestras manos pasan muchos cadáveres que luego nadie reclama. A fin de cuentas es policía, no es un ignorante.
-Pues no tendrá más remedio que aceptarlo. A fin de cuentas fue su esposa quien nos lo propuso. Además, ¿qué íbamos a hacer? Representamos al Centro con más trasplantes del país, recibimos muchas donaciones privadas y subvenciones millonarias. Sabes de sobra que este caso había adquirido una resonancia mediática sin precedentes. El tiempo pasaba y no había forma de dar con unas extremidades compatibles.
-Pero ¿a qué vienen ahora esas dudas? Bien que no las tuvo cuando su mujer nos ofreció toda esa suma de dinero, para nuestros bolsillos, como contraprestación por nuestros desvelos.
-Solo espero que nunca se descubra la verdad. Si nos viéramos obligados a declarar que hemos comprado esas extremidades nuestra reputación y la de este Centro se irían al garete. Pero si se llegara a saber la verdad, estaríamos perdidos.
-Nadie tiene porqué enterarse. Por la cuenta que le trae, su esposa tendrá la boca bien cerrada y nadie más está en el ajo.
-¿Y él? ¿No sospechará nada si sabe por sus compañeros que han encontrado el cuerpo mutilado de un indigente?
-¿El cuerpo? No hay rastro de ningún cuerpo. Se esfumó –contesta el cirujano con sorna, mostrando las palmas de las manos cual mago tras hacer desaparecer la carta de una baraja.
-¿Qué se esfumó? –exclama el viejo, intrigado- ¿Se puede saber qué hiciste con él?
-Engrosar nuestro banco de órganos “particular”. Seguro que aparecen clientes interesados.
-Solo espero que nunca se descubra la verdad. Si nos viéramos obligados a declarar que hemos comprado esas extremidades nuestra reputación y la de este Centro se irían al garete. Pero si se llegara a saber la verdad, estaríamos perdidos.
-Nadie tiene porqué enterarse. Por la cuenta que le trae, su esposa tendrá la boca bien cerrada y nadie más está en el ajo.
-¿Y él? ¿No sospechará nada si sabe por sus compañeros que han encontrado el cuerpo mutilado de un indigente?
-¿El cuerpo? No hay rastro de ningún cuerpo. Se esfumó –contesta el cirujano con sorna, mostrando las palmas de las manos cual mago tras hacer desaparecer la carta de una baraja.
-¿Qué se esfumó? –exclama el viejo, intrigado- ¿Se puede saber qué hiciste con él?
-Engrosar nuestro banco de órganos “particular”. Seguro que aparecen clientes interesados.
Y viendo una expresión de duda en el rostro del director, añade:
-Que conste que vamos a medias.
-¿Qué? ¿Cómo?
-Tranquilo. Sabe usted que vivo solo. Nadie más que yo abrirá el congelador.
-¿Qué? ¿Cómo?
-Tranquilo. Sabe usted que vivo solo. Nadie más que yo abrirá el congelador.
Un relato de lo más oscuro, Josep. No te conocía en este registro :)
ResponderEliminarLa falta de escrúpulos de los protagonistas pone los pelos de punta, y más aún si piensas que puede haber algún parecido con la realidad...
Muy bueno, me ha gustado mucho!!
Un abrazo.
Hola Julia.
EliminarHe visto tu comentario en mi móvil y le he "robado" a mi hija su portátil para darte las gracias por ello.
Tengo algún que otro relato de este género pero hacía tiempo que lo tenía abandonado.
De hecho, lo estaba preparando para presentarlo en el concurso de relatos de terror que cada año se organza en mi locaiidad con motivo de la semana del cine de terror y gore pero no me acababa de gustar porque no tiene una carga terrorífica suficiente para este tipo de certamen.
Así que, entre esto y que tampoco tengo mucha fe en los concursos, decidí utilizarlo para alimentar este blog.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Vaya cirujanos más macabros. Es un relato muy interesante, pero la verdad es que el dinero cuanto poder tiene sobre algunas personas, y que miedo que de esas personas dependamos directamente los demás en algunos casos.
ResponderEliminarMe ha encantado Josep porque ha captado todo mi interés hasta el final y me ha sabido a poco. Con esa imaginación tan portentosa, quizás una segunda parte?.
Un abrazo.
Jaja. Gracias, Elda. La verdad es que podría dar lugar a una continuación y todavía no lo tengo decidido. Si vuelvo a entrar en un estado mental morboso, jeje, me lo plantearé.
EliminarLa verdad es que siempre que me han pedido por la alle que me registrara como donante de órganos lo he rechazado. Mi familia ya sabe que pueden donar todos los que necesiten pero no quiero estar en una base de datos. Quién sabe si algún multimillonario paga una fortuna por un riñón, un corazón o lo que sea y, a falta de un donante fallecido, deciden ir a por mí simulando un accidente. Parece paranoico pero una vez me hizo esta reflexión unn amigo y me quedó grabada.
Un abrazo.